Para la fecha en cuestión ya Marco Polo había “descubierto” a China y no por eso los europeos cambiaron el nombre de “Asia” por uno derivado de su apellido. O no por el hecho de que los europeos iban progresivamente “descubriendo” a África, cambiaron su denominación toponímica por otro para honrar a algún explorador europeo notable. Mas aun, el “descubrimiento” de Australia por parte del capitán inglés James Cook no fue motivo para ponerle otro nombre, derivado de su apellido, que el que lleva hoy día (Oceanía). Y no por el hecho de que era inevitable que el hombre pusiera pie en el mero polo norte y/o sur, o en la Luna, le daba el derecho a poner toponímicos a esos lugares con nombres derivados de los primeros en llegar allí; y así sucesivamente. Aun el descubrimiento de los tres últimos planetas del sistema solar, Urano, Neptuno y Plutón, por parte de Herschel, Leverrier y Adams, y por Tombaugh, respectivamente, no fue motivo para nombrar a estos planetas con nombres derivados de sus apellidos. La tendencia tanto para los continentes, como para los planetas, como para otras cosas, ha sido la de usar nombres derivados de las mitologías, principalmente de la griega (como la denominación de Nereidas para los continentes: África, Asia y Europa). Y esto no se aplicó en el caso de nuestro continente el cual, aunque no se crea, ya tenía una denominación toponímica precolombina autóctona o nombre veraz original, en lengua centroamericana cuna: Abay Yala, que significa “tierra en florecimiento”.
Por eso y por múltiples y variadas razones, entre las cuales está la usurpación de los Estados Unidos del nombre “América” para su uso exclusivo como gentilicio, creemos que ha llegado el momento histórico de que, por decisión mayoritaria de la mayor parte geográfica de nuestro continente, nos auto-nominemos como queramos conforme a la opinión democrática, pública y popular de sus habitantes, en procura de re-potenciar nuestra identidad frente a las otras culturas en un mundo globalizante, globalizado y polarizado. Contrario a lo que sucede con los que se hace llamar así mismos americanos (“puros”), el vocablo “hispano”, “latino” o “iberoamericano”, además de sobrellevar una carga despectiva, ya no es representativo de nuestra identidad hemisférica. Si usted está de acuerdo con este planteamiento, y tiene una propuesta de nombre, por favor, hágamelo saber.
2006-11-18
08:43:39
·
11 respuestas
·
pregunta de
Dr Marcos A. Peñaloza-Murillo
1
en
Historia