Recordando al insigne e inigualable paleontólogo Teilhard de Chardin.
Se han preguntado por qué el ser humano es el único que mantiene erecta su columna vertebral salvo cuando significativamente duerme o descansa. Hasta los peces, aves y monos la mantienen fundamentalmente horizontal y además usan sus extremidades superiores como parte de su aparato locomotor.
Cuando supuestamente el primate prehomínido mantenía sus manos pegadas al suelo cual casi cuadrúpedo, permanecía así conectado a tierra por medio de las plantas de sus pies y además por las palmas de las manos. Toda su psicobioenergía quedaba pues teñida y condicionada por la energía centrípeta-protónica Yin-terrestre que lo invadía monopolarmente de los pies a su cabeza. Energía como saben egocéntrica
por ello egoísta, tribal y monopolar. Esta energía centripetizante estimulaba por su condición el cerebro de modo parcializador y confiriéndole por tanto un pensamiento-emoción de corte muy sensual basado en la simple evidencia de las fragmentarias apariencias físicas. Tal reminiscencia todavía deja sentir su ancestral influencia y miopía intelectual nada holística que podemos observar y estudiar en la mente de muchos científicos, artistas, fílósofos, etc, de hoy.
Por otro lado en el no bípedo, el cuerpo y la columna vertebral horizontal
cortan el campo magnético terrestre de un modo más perpendicular. Como resultado de tal posicionamiento capta más este campo y su influencia psicofisiológica, que ahora no voy a describir. Pero o bien al ir utilizando los árboles como hábitat, medio de transporte o defensa y al utilizar herramientas, su pélvis se fue transformando y permitiendo la paulatina elevación de la columna. De tal suerte el homínido fue despegando más y más las manos del suelo reduciendo con ello su
aparato locomotor a la mitad. Así, sólo la mitad inferior de su cuerpo se
mantenía directamente unido a la influencia telúrica yin terrestre. Ahora parte de la energía no empleada en ciega fuerza locomotriz y de sustentación corporal podía destinarse a una actividad más creativa desprovista de su anterior servidumbre yinnificante. Los centros receptores de sus manos, la antena-columna y el cerebro recibían con la posición más bípeda mucha más información y energía solar yang-centrífuga. Por ese medio y razón dos energías opuestas se
confrontaban en su cerebro. De tal choque comenzó a desarrollarse el córtex cerebral asiento de la inteligencia consciente e individual. Así su sustancia blanca cerebral receptora del inconsciente individual y colectivo como de la dinámica rectora instintiva evolutiva inteligente, se iba metamorfoseando en instinto-intuición e inteligencia consciente y personal. Esto es de una importancia crucial.
A la energía terrestre yin-telúrica-centripetizante que se traduce por ello
psicofisiológicamente en egocéntrica, se le oponía como contrapunto el mayor gradiente de energías solares progresivamente captadas. Energías provistas de información más holística y holográfica, que comenzó a desarrollar el hemisferio derecho-cognición y contrapuntear el izquierdo e ir engrosando el cuerpo calloso cerebral sintetizador. Como este fue un paso posterior, hoy podemos ver el atraso que este hemisferio lleva sobre el izquierdo. Así es muy evidente en las poblaciones de científicos que presentan una capacidad gusto y tendencia por las cosas de tal hemisferio, no sintiéndose atraídos y por tanto no cultivando tanto como debieran el desarrollo de hemisferio derecho.
Como normalmente el hombre fue el cazador-explorador y la mujer se quedó en la cueva, ésta desarrolló más la imaginación y la inteligencia holística, mientras el hombre estimulaba más su piscomotricidad y sentido de la orientación espacial, fuerza e inteligencia práctica y competitiva-egoista.
2006-11-01
22:52:41
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Anonymous