No se trata tanto del botox, la "lipo" o las siliconas, todas ellas expresiones de una batalla irrevocablemente perdida, de una pasión inútil, si la hay, pues tarde o temprano la ley de gravedad se impondrá con una inexorabilidad idéntica a la que gobierna el universo físico. Pero lo cierto es que somos partícipes de un simulacro, donde adoramos una efímera estética de la desesperanza, reducida a metamorfosear nuestra apariencia. Eso no es todo, el alma, tan espiritual como improductiva, parece habernos abandonado, y celebramos en su lugar los genes, tan inmortales como las almas pero aggiornados. Mientras que las almas sólo se salvan con una ascética penitencia, los genes o son heredados (legado que nos exime de cualquier culpa) o son modificados, técnica mediante. Parecería que el "hambre de inmortalidad" pregonada por Unamuno, hoy puede saciarla la ingeniería genética y la regeneración celular con certificado de inmortalidad; llevandonos a la prolongación indefinida de la vida.
2007-03-14
00:48:14
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pregunta de
Georgeu
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Filosofía