La destrucción de la capa de ozono es uno de los problemas ambientales más graves que debemos enfrentar hoy día. Podría ser responsable de millones de casos de cáncer de la piel a nivel mundial y perjudicar la producción agrícola. Sin embargo podemos cobrar ánimos, ya que ha motivado a la comunidad internacional a acordar medidas prácticas para protegerse de una amenaza común.
En 1987, los gobiernos de todos los países del mundo acordaron tomar las medidas necesarias para solucionar este grave problema firmando el Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que agotan la Capa de Ozono. Fue un acuerdo notable que sentó un precedente para una mayor cooperación internacional en encarar los problemas globales del medio ambiente. Bajo los auspicios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los científicos, industrialistas y gobiernos se reunieron para iniciar una acción preventiva global. El resultado fue un acuerdo mediante el cual se comprometieron los países desarrollados a una acción inmediata, y los en desarrollo a cumplir el mismo compromiso en un plazo de diez años.
Desde entonces, se han presentado nuevas pruebas científicas de que la destrucción del ozono está ocurriendo más rápidamente que la previsto. Pero los líderes mundiales han actuado muy bien en este asunto. En 1990 se hicieron enmiendas importantes al Protocolo de Montreal, en Londres, y en 1992 en Copenhague, para acelerar la eliminación de las sustancias destructoras del ozono. Muchos países han reaccionado ante esta amenaza creciente optando por eliminar la producción y consumo de las sustancias destructoras del ozono más rápidamente que lo estipulado por el tratado. Se facilitó un mecanismo financiero para estimular la acción de las naciones en desarrollo. El resultado demuestra que las partes del Protocolo han anticipado la ejecución de las disposiciones del tratado.
Así, la historia de cómo se desarrollaron y se siguen desarrollando el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal, sirve de ejemplo de cómo el PNUMA colabora con la comunidad internacional para asegurar un desarrollo viable. Compartiendo la información y facilitando las transmisiones de tecnología y asistencia financiera a los países más pobres, se puede hacer mucho para proteger y mejorar el medio ambiente mundial. Este es el cometido del PNUMA, y en muchos otros campos como la biodiversidad, desertificación y cambios climáticos, la organización seguirá catalizando y coordinando las actividades para promover un medio ambiente seguro para las futuras generaciones en el mundo entero.
Es esencial que los recursos mundiales, humanos y financieros, se canalicen en actividades constructivas para que los países desarrollados y en desarrollo puedan luchar en condiciones de igualdad, por una mejor vida para todos.
¿Qué es la Capa de Ozono?
La vida en la Tierra ha sido protegida durante millares de años por una capa de veneno vital en la atmósfera. Esta capa, compuesta de ozono, sirve de escudo para proteger a la Tierra contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Hasta donde sabemos, es exclusiva de nuestro planeta. Si desapareciera, la luz ultravioleta del sol esterilizaría la superficie del globo y aniquilaría toda la vida terrestre.
El ozono es una forma de oxígeno cuya molécula tiene tres átomos, en vez de los dos del oxígeno común. El tercer átomo es el que hace que el gas que respiramos sea venenoso; mortal, si se aspira una pequeñísima porción de esta sustancia. Por medio de procesos atmosféricos naturales, las moléculas de ozono se crean y se destruyen continuamente. Las radiaciones ultravioletas del sol descomponen las moléculas de oxígeno en átomos que entonces se combinan con otras moléculas de oxígeno para formar el ozono.
El ozono no es un gas estable y es muy vulnerable a ser destruido por los compuestos naturales que contienen nitrógeno, hidrógeno y cloro.
Cerca de la superficie de la Tierra (la troposfera), el ozono es un contaminante que causa muchos problemas; forma parte del smog fotoquímico y del cóctel de contaminantes que se conoce popularmente como la lluvia ácida. Pero en la seguridad de la estratosfera, de 15 a 50 km. sobre la superficie, el gas azulado y de olor fuerte es tan importante para la vida como cl propio oxígeno.
El frágil escudo
El ozono forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan esparcido por los 35 km. de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera formaría una capa en torno a la Tierra, no más gruesa que la suela de un zapato. La concentración del ozono estratosférico varía con la altura, pero nunca es más de una cienmilésima de la atmósfera en que se encuentra.
Sin embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Cuanto menor es la longitud de la onda de la luz ultravioleta, más daño pueda causar a la vida, pero también es más fácilmente absorbida por la capa de ozono.
La radiación ultravioleta de menor longitud, conocida como UV, es letal para todas las formas de vida y es bloqueada casi por completo. La radiación UVA, de mayor longitud, es relativamente inofensiva y pasa casi en su totalidad a través de la capa. Entre ambas está la UVB, menos letal que la UVC, pero peligrosa; la capa de ozono la absorbe en su mayor parte.
Cualquier daño a la capa de ozono aumentará la radiación UVB, a igualdad de otras condiciones. Sin embargo, esta radiación está también limitada por el ozono troposférico, los aerosoles y las nubes. El aumento de la contaminación del aire en las últimas décadas ha ocultado cualquier incremento de la radiación, pero esta salvaguardia podría desaparecer si los esfuerzos para limpiar la atmósfera tienen éxito. Se han observado aumentos bien definidos de la radiación UVB en zonas que experimentan períodos de intensa destrucción del ozono.
Riesgos para la salud y el medio ambiente
Cualquier aumento de la radiación UVB que llegue hasta la superficie de la Tierra tiene el potencial para provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. Los resultados indican que los tipos más comunes y menos peligrosos de cáncer de la piel, no melanomas, son causados por las radiaciones UVA y UVB. Se calcula que para el año 2000 la pérdida de la capa de ozono será del S al 10% para las latitudes medias durante el verano.
Según los datos actuales una disminución constante del 10% conduciría a un aumento del 26% en la incidencia del cáncer de la piel. Las últimas pruebas indican que la radiación UVB es una causa de los melanomas más raros pero malignos y virulentos. La gente de piel blanca que tiene pocos pigmentos protectores es la más susceptible al cáncer cutáneo, aunque todos están expuestos al peligro.
El aumento de la radiación UVB también provocará un aumento de los males oculares tales como las cataratas, la deformación del cristalino y la presbicia. Se espera un aumento considerable de las cataratas, causa principal de la ceguera en todo el mundo. Una reducción del 1% de ozono puede provocar entre 100.000 y 150.000 casos adicionales de ceguera causada por cataratas. Las cataratas son causa de la ceguera de 12 a 15 millones de personas en todo el mundo y de problemas de visión para otros 18 a 30 millones. La radiación UVC es más dañina que la UVB en causar la ceguera producida por el reflejo de la nieve, pero menos dañina en causar cataratas y ceguera.
La exposición a una mayor radiación UVB podría suprimir la eficiencia del sistema inmunológico del cuerpo humano. La investigación confirma que la radiación UVB tiene un profundo efecto sobre el sistema inmunológico, cuyos cambios podrían aumentar los casos de enfermedades infecciosas con la posible reducción de la eficiencia de los programas de inmunización. La inmunosupresión por la radiación UVB ocurre independientemente de la pigmentación de la piel humana. Tales efectos exacerbarían los problemas de salud de muchos países en desarrollo.
El aumento de la radiación UVB además provocaría cambios en la composición química de varias especies de plantas, cuyo resultado sería una disminución de las cosechas y perjuicios a los bosques. Dos tercios de las plantas de cultivo y otras sometidas a pruebas de tolerancia de la luz ultravioleta demostraron ser sensibles a ella. Entre las más vulnerables se incluyeron las de la familia de los guisantes y las habichuelas, los melones, la mostaza y las coles; se determinó también que el aumento de la radiación UVB disminuye la calidad de ciertas variedades del tomate, la patata, la remolacha azucarera y la soja.
Casi la mitad de las jóvenes plantas de las variedades de coníferas con las que se experimentó fue perjudicada por la limitando el crecimiento de algunas plantas (por ejemplo el centeno, el maíz y el girasol). Sin embargo, es difícil hacer predicciones cuantitativas ya que otros factores ambientales entran en juego.
De igual manera, la radiación UVB afecta la vida submarina y provoca daños hasta 20 metros de profundidad, en aguas claras. Es muy perjudicial para las pequeñas criaturas del plancton, las larvas de peces, los cangrejos, los camarones y similares, al igual que para las plantas acuáticas. Puesto que todos estos organismos forman parte de la cadena alimenticia marina, una disminución de sus números puede provocar asimismo una reducción de los peces. La investigación ya ha demostrado que en algunas zonas el ecosistema acuático está sometido a ataque por la radiación UVB cuyo aumento podría tener graves efectos detrimentales.
Los países que dependen del pescado como una importante fuente alimenticia podrían sufrir consecuencias graves. Al mismo tiempo, una disminución en el número de las pequeñas criaturas del fitoplancton marino despojaría a los océanos de su potencial como colectores de dióxido de carbono, contribuyendo así a un aumento del gas en la atmósfera y al calentamiento global consecuente.
Los materiales utilizados en la construcción, las pinturas y los envases y muchas otras sustancias son degradados por la radiación UVB. Los plásticos utilizados al aire libre son los más afectados y el daño es más grave en las regiones tropicales donde la degradación es intensificada por las temperaturas y niveles de luz solar más elevados. Los costos de los daños podrían ascender a miles de millones de dólares anuales.
La destrucción del ozono estratosférico agravaría la contaminación fotoquímica en la troposfera y aumentaría el ozono cerca de la superficie de la Tierra donde no se lo desea. La contaminación fotoquímica ocurre principalmente en las ciudades donde los gases de escape y las emisiones industriales tienen su mayor concentración. Esto tendría sus propios efectos sobre la salud humana, al igual que sobre las cosechas, los ecosistemas y los materiales de los que dependemos.
La Tierra y sus habitantes tienen mucho en juego en la preservación del frágil escudo de la capa de ozono. Pero inconscientemente hemos venido sometiendo a la capa de ozono a ataques subrepticios y sostenidos.
La Amenaza
Las sustancias milagrosas
Durante medio siglo, las sustancias químicas más perjudiciales para la capa de ozono fueron consideradas milagrosas, de una utilidad incomparable para la industria y los consumidores e inocuas para los seres humanos y el medio ambiente. Inertes, muy estables, ni inflamables ni venenosos, fáciles de almacenar y baratos de producir, los clorofluorocarbonos (CFC) parecían ideales para el mundo moderno.
No sorprende, entonces, que su uso se haya generalizado más y más. Inventados casi por casualidad en 1928, se los usó inicialmente como líquido frigorígeno de los refrigeradores. A partir de 1950, han sido usados como gases propulsores en los aerosoles. La revolución informática permitió que se usaran como solventes de gran eficacia, debido a que pueden limpiar los circuitos delicados sin dañar sus bases de plástico. Y la revolución de la comida al paso los utilizó para dar cohesión al material alveolar de los vasos y recipientes desechables.
La mayor parte de los CFC producidos en el mundo se utilizan en refrigeradores, congeladores, acondicionadores de aire, aerosoles y plásticos expansibles, que tienen múltiples usos en la construcción, la industria automotriz y la fabricación de envases, la limpieza y funciones similares.
La estructura estable de estas sustancias, tan útil en la Tierra, les permite atacar la capa de ozono. Sin cambio alguno, flotan lentamente hasta la estratosfera, donde la intensa radiación UVC rompe sus enlaces químicos. Así se libera el cloro, que captura un átomo de la molécula de ozono y lo convierte en oxígeno común. El cloro actúa como catalizador y provoca esta destrucción sin sufrir ningún cambio permanente él mismo, de modo que puede repetir el proceso. En estas condiciones, cada molécula de CFC destruye miles de moléculas de ozono.
Los halones, con una estructura semejante a la de los CFC, pero que contienen átomos de bromo en vez de cloro, son aún más dañinos. Los halones se usan principalmente como extintores de incendios, y una dosis de exposición por superior destruyen más ozono que los CFC. Las concentraciones de halones si bien muy pequeñas se duplican en la atmósfera cada cinco años. También están aumentando con rapidez los CFC más dañinos; las concentraciones de CFC 11 y CFC12 (el más común), se duplican cada diecisiete años y el CFC 13 se duplica cada seis años.
Las sustancias químicas más peligrosas tienen una vida muy larga. El CFC I dura en la atmósfera un promedio de setenta y cuatro años, el CFC 12 tiene una vida media de ciento once años, el CFC 113 permanece durante unos noventa años y el halón 1301 dura un promedio de ciento diez años. Esto les da tiempo suficiente para ascender a la estratosfera y permanecer allí, destruyendo el ozono.
Otros compuestos de cloro y bromo, como el tetracloruro de carbono, el metil cloroformo y el bromuro de metilo, también son dañinos para la capa de ozono. El tetracloruro de carbono, que también se usa para combatir incendios, y para los pesticidas, la limpieza en seco y los fumigantes para cereales, es algo más destructivo que el más dañino de los CFC.
El metilcloroformo muy usado para la limpieza de metales, no es tan perjudicial, pero igualmente representa una amenaza, ya que su uso se duplica cada diez años.
Los óxidos nitrosos, liberados por los fertilizantes nitrogenados y por la quema de combustibles fósiles, destruyen el ozono y tienen larga vida, pero sólo llegan a la estratosfera en proporciones muy pequeñas. Además, algunas de las sustancias desarrolladas para servir de sustitutos provisionales a los CFC, los HCFC (hidroclorofluorocarbonos) y los HBFC (hidrobromofluorocarbonos) también están destruyendo la capa de ozono, pero mucho menos que los CFC.
El bromuro de metilo se utiliza como un fumigante de múltiples aplicaciones y se usa en algunos procesos químicos y en la síntesis orgánica. A diferencia de los CFC y halones, el bromuro de metilo también ocurre en la naturaleza y se cree que alrededor del 50% del bromuro de metilo encontrado en la atmósfera es emitido por fuentes naturales. Pero todavía no se han calculado exactamente los efectos de las fuentes naturales y antropogénicas.
Los aviones supersónicos y el transbordador espacial liberan respectivamente óxidos nitrosos y cloro en la atmósfera, pero los estudios indican un impacto insignificante. Se necesita un estudio más a fondo para poder calcular el impacto de los aviones supersónicos.
El agujero de la Antártida
Ya se ha demostrado que los CFC son la principal causa detrás de la prueba más impresionante de la destrucción del ozono. Cada primavera austral se abre un "agujero" en la capa de ozono sobre la Antártida, tan extenso como los Estados Unidos y tan profundo como el Monte Everest. El agujero ha crecido casi todos los años, desde 1979. En los últimos años, el agujero ha aparecido cada año, excepto en 1988.
En 1992, cuando el agujero alcanzó su mayor tamaño, la destrucción del ozono alcanzó un 60% más que en las observaciones anteriores. El agujero cubría 60 millones de km2 comparado con 44 millones de km2. En 1992, el agujero se observó durante un periodo más largo, probablemente porque las partículas lanzadas por el volcán Monte Pinatubo aumentaron la destrucción de la capa de ozono. Evaluaciones de la capa de ozono en algunos puestos de observación en 1992 también demostraron la destrucción total de la capa de ozono entre los 14 y los 20 km. de altura.
Nadie sabe cuáles serán las consecuencias del agujero en la capa de ozono, pero la investigación científica exhaustiva no ha dejado dudas en cuanto a la responsabilidad de los CFC. Al parecer, su acción es favorecida por las condiciones meteorológicas exclusivas de la zona, que crean una masa aislada de aire muy frío alrededor del Polo Sur.
Agotamiento en el hemisferio norte
Las observaciones de la destrucción de la capa de ozono en el hemisferio Norte no son menos inquietantes que las de la región antártica. Si bien no hay un "agujero del Artico", debido a ciertos factores meteorológicos, en enero de 1993, la cantidad de ozono en todo el hemisferio Norte sobre la franja que va de los 45°a los 65° de latitud norte había disminuido entre el 12% y el 15% y durante casi todo el mes de febrero de 1993, los niveles sobre América del Norte y muchas partes de Europa fueron
Evaluación de la capa de ozono en 1991
El Informe de la Comisión de Evaluación Científica para 1991 confirmó lo siguiente: El ozono sigue disminuyendo en todas las latitudes, excepto en los trópicos.
El descenso general de los niveles de ozono es alrededor del 3% cada diez años. La disminución de ozono fue mayor en los años 80 que en los años 70.
La disminución de los niveles de ozono en la estratosfera inferior (12 a 23 km. sobre la Tierra) cada diez años asciende al 10%.
En algunos lugares se ha observado un aumento de la radiación UVB, conjuntamente con disminuciones del ozono más del 1% de aumento de UVB por cada disminución porcentual del ozono.
Los modelos actuales elaborados por computadora subestiman la pérdida de ozono.
Los incidentes como las erupciones volcánicas aumentan la pérdida de ozono al intensificar los efectos de los CFC.
Se calcula que si las emisiones de los CFC y halones continúan creciendo como en el pasado, la capa de ozono será reducida en un 20% en el tiempo de vida de los niños de hoy. Según se estima, sólo la mitad de esta pérdida del escudo protector provocaría en los Estados Unidos 1,5 millones más de casos fatales de cáncer de la piel y 5 millones más de cataratas.
Los CFC y el calentamiento de la Tierra
Los CFC y los halones contribuyen al efecto invernadero, y pueden causar el calentamiento de la Tierra. Teóricamente, una molécula de CFC11 ó 12 es más de 10.000 veces más efectiva que una molécula de bióxido de carbono, en su aporte al calentamiento del planeta. Sin embargo, se desconoce el efecto neto sobre el calentamiento de la Tierra de la emisión a la atmósfera de las sustancias dañinas para el ozono y la destrucción ulterior de la capa de ozono. El enfriamiento por radiación provocado por la pérdida del ozono estratosférico inferior podría compensar el calentamiento causado por las sustancias químicas destructoras del ozono.
No obstante, el delicado equilibrio de la atmósfera no debe someterse a prueba porque no podemos pronosticar las consecuencias con seguridad absoluta. El agujero de la Antártida es un terrible ejemplo de la intromisión del hombre en la atmósfera natural.
La acción concertada
Los orígenes - Advertencias científicas
La protección de la capa de ozono ha sido objeto de atención del PNUMA desde sus orígenes en 1972. El problema fue tratado un la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano que se realizó en Estocolmo y dio origen al PNUMA. En esos días, la preocupación estaba concentrada en el daño que podrían provocar a la capa de ozono los centenares de aviones supersónicos que se suponía estarían en servicio a fines de la década de 1980, los frecuentes vuelos del transbordador espacial que estaban planeados y la liberación de los óxidos nitrosos de los fertilizantes. Pero a mediados de la década de 1970 se comprobó que buena parte de éstos eran motivos de falsa alarma.
En 1974, Sherwood Rowland y Mario Molina de la Universidad de California en Berkeley publicaron un artículo sugiriendo que los CFC podrían desempeñar un papel fundamental en la destrucción del ozono en la estratosfera. Su investigación fue instigada por James Lovelock quien descubrió que los CFC se hallaban más o menos uniformemente distribuidos en la atmósfera global, lo que indicaba que no se descomponían como la mayor parte de las demás sustancias químicas artificiales.
Rowland y Molina sostuvieron que las moléculas estables de CFC podían ascender a la estratosfera y destruir las moléculas de ozono. Dedujeron que el proceso se basaba en dos reacciones químicas, en tanto que en la actualidad se han identificado unas 200 reacciones que podrían tener un efecto sobre la destrucción del ozono. Pero su tesis básica ha sido respaldada y está considerada como la forma principal de la destrucción del ozono.
Acción internacional
Aunque en esa época la hipótesis de Rowland y Molina fue un punto controvertido, dio la alarma en muchos países. Mientras que continuaba el debate, fue aumentando la presión para el control de los CFC. Entretanto, el PNUMA estableció las bases para la acción internacional.
En marzo de 1977, los expertos de 32 países se reunieron en Washington, donde se adoptó el Plan Mundial de Acción sobre la Capa de Ozono. El Plan abarcaba la investigación de los procesos que controlan la concentración del ozono en la estratosfera; la vigilancia del ozono y la radiación solar; el efecto de la destrucción del ozono sobre la salud humana, los ecosistemas y el clima; y la creación de sistemas para estimar los costos y beneficios de las medidas de control. Las agencias de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales (ONG) asumieron la responsabilidad por determinados aspectos del programa y el PNUMA fue nombrado coordinador.
Para asistir al PNUMA, se estableció un Comité Coordinador sobre la Capa de Ozono (CCCO), formado por las organizaciones intergubernamentales, los expertos gubernamentales y la Asociación de Industrias Químicas. Los nueve informes de cálculos del CCCO conformaron las bases de las negociaciones internacionales posteriores sobre la protección de la capa de ozono. La reunión de Washington incitó a los Estados Unidos y, luego a Canadá, Suecia y Noruega, a prohibir el uso de los CFC en los aerosoles, que en aquel entonces eran responsables por la mitad del uso global de los CFC. Pero la prohibición no abarcó los usos esenciales para fines médicos y similares. Además, la Comunidad Europea acordó no aumentar su capacidad de producción de CFCI I y 12. Estas medidas sólo proporcionaron un alivio temporal.
Después de haberse reducido durante varios años, las emisiones de CFC 11 y 12 volvieron a aumentar a comienzos de la década de 19X0, debido a los usos no relacionados con aerosoles. Dado que la capacidad de la CEE era mucho mayor que la producción real, su congelamiento no sirvió de mucho para reducir el crecimiento de la industria. Pero la medida sobre los aerosoles hizo que disminuyera la presión del público por los controles. El PNUMA se quedó sólo, con la responsabilidad de mantener el problema de la destrucción del ozono en los temarios internacionales.
El Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono
En 1981, el Consejo de Administración del PNUMA creó un grupo de trabajo ad hoc de expertos legales y técnicos para elaborar el marco general del Convenio para la Protección de la Capa de Ozono. El objetivo perseguido era crear un tratado general para abordar el problema de la destrucción del ozono. El primer paso hacia la protección del ozono se consideraba bastante sencillo, pero pasaron cuatro años antes de poder llegar a un acuerdo. El marco general del Convenio para la Protección de la Capa de Ozono se acordó en Viena en marzo de 1985. Este fue un logro extraordinario, ya que fue el primer acuerdo internacional que reconoció los posibles efectos adversos sobre el medio ambiente global futuro más bien que el actual. Las naciones se pusieron de acuerdo en principio para hacer frente a un problema ambiental global, antes de que sus efectos se sintieran.u o fueran demostrados en forma científica.
El propósito principal del Convenio de Viena es estimular la investigación y observación científicas y la cooperación entre las naciones a fin de tener un mejor entendimiento de los procesos atmosféricos a nivel mundial. Se acordó cl control de numerosas sustancias y también una investigación más detallada. El Convenio estableció los protocolos para el futuro y especificó los procedimientos para las enmiendas y resolución de disputas.
Mientras los expertos preparaban las medidas específicas a tomar, en mayo de 1985, la revista Nature publicó un informe sobre el trabajo del Dr. Joe Famman y sus colegas británicos sobre una destrucción a gran escala del ozono en la Antártida. Los descubrimientos fueron comprobados por las observaciones de los satélites estadounidenses y presentaron la primera prueba de una destrucción del ozono tan grave que urgía tomar medidas específicas. Como consecuencia de ello, se llegó a un acuerdo en septiembre de 1987 sobre las medidas específicas a tomar y se firmó el Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono. Conforme a lo establecido en el Protocolo se dio el primer paso concreto para proteger la capa de ozono: una reducción del 50% en la producción de los CFC especificados antes del año 1999 y un congelamiento del consumo de halones.
Desarrollo del Protocolo de Montreal, 1987-1992
El Protocolo contiene muchas cláusulas innovadoras, que dan margen para una evaluación científica y técnica de la destrucción del ozono. Los resultados de estas revisiones progresivas se discutirían detalladamente por lo menos una vez cada cuatro años. Se reconoció que los países en desarrollo experimentarían dificultades en la puesta en aplicación del Protocolo, y se les dio un plazo de diez años, además de asistencia técnica y ayuda financiera.
Para impedir la exportación de las sustancias destructoras del ozono a los países que no se habían suscrito a los objetivos del Protocolo, se impusieron restricciones comerciales. No se permitió que las partes comerciaran en sustancias controladas con los países que no habían firmado el tratado. Cada parte presenta un informe anual de su producción y consumo de las sustancias para que se pueda comprobar el cumplimiento de las medidas de control.
En los mismos momentos en que las naciones firmaban el Protocolo de Montreal, los nuevos descubrimientos científicos indicaban que las medidas de control eran insuficientes para restaurar la capa de ozono. Por lo demás, los países en desarrollo expresaron su preocupación por los términos muy vagos sobre la transmisión de tecnología y ayuda financiera.
La Primera Reunión de las Partes del Protocolo, celebrada en Helsinki en 1989, reconoció estas preocupaciones. Los delegados declararon su intención de eliminar las sustancias destructoras del ozono hacia el año 2000, y se organizó un grupo de trabajo para crear un mecanismo financiero para ayudar a los países en desarrollo. Se organizó otro grupo para preparar las enmiendas y ajustes en el Protocolo. Se crearon Comisiones para calcular los efectos científicos y ambientales y los aspectos económicos y tecnológicos y presentar un informe antes de fines de 1989.
Las Comisiones presentaron un informe sobre estos asuntos en agosto de 1989. Se demostró que la destrucción del ozono era mucho más grave que la prevista por los modelos teóricos, y que las medidas de control establecidas por el Protocolo de 1987 no la refrenarían, al contrario, la destrucción continuaría. Pero las Comisiones también indicaron que sería posible eliminar las sustancias destructoras del ozono hacia el año 2000. Se identificaron más sustancias .destructoras y se puso en evidencia la :necesidad de la transmisión de tecnología y ayuda financiera a los países en desarrollo para la puesta en aplicación de las reducciones.
Los dos grupos de trabajo de las partes discutieron acaloradamente las opciones de política a fines de 1989 y en la primera mitad de 1990. Hubo muchos desacuerdos, especialmente sobre los halones, el metilcloroformo, la transmisión de tecnología y el mecanismo financiero para ayudar a los países en desarrollo. En junio de 1990, en la Segunda Reunión de las Partes en Londres, 54 países partes acordaron un conjunto de medidas que fuera satisfactorio para todos. Cuarenta y dos países que no estaban en el tratado también expresaron su conformidad.
A consecuencia de la Segunda Reunión, los cronogramas de Montreal se ajustaron para que los cinco CFC y tres halones inicialmente incluidos en el Protocolo fueran eliminados hacia el año 2000. Otros CFC halogenados y tetracloruros de carbono se controlarán y finalmente se eliminarán hacia el año 2000. El metilcloroformo se controlará y eliminará hacia el año 2005.
Los HCFC, sustitutos de los CFC, que también destruyen el ozono, se clasificaron en un anexo separado como sustancias transitorias. Las partes también acordaron limitar el empleo de los HCFC a usos esenciales. Cada país debe presentar un informe sobre su producción y consumo de estas sustancias.
Se redactaron las disposiciones especiales en el Protocolo sobre la transmisión de tecnología a los países en desarrollo y la creación de un mecanismo financiero, incluyendo un Fondo Multilateral (para sufragar los costos acordados para la puesta en aplicación del tratado). El Fondo se iniciaría sobre una base provisional hasta que la Enmienda de Londres entrara en vigor. Se les pidió a las Comisiones que estudiaran todos los aspectos de la destrucción del ozono y que comunicaran los resultados de la investigación en noviembre de 1991
Los informes de 1991 confirmaron que las reducciones de ozono continúan todas las latitudes, excepto en los trópicos. Se recomendaron medidas de control aún más rigurosas y controles sobre los HCFs y el bromuro de metilo, otra sustancia que destruye el ozono. Las Comisiones también informaron que muchos países habían reducido su consumo más allá de 1o requerido por el Protocolo, y que una eliminación más rápida era factible desde el punto de vista técnico, económico y administrativo.
Las partes se reunieron por cuarta vez en Copenhague en 1992 para estudiar los informes de las Comisiones. Acordaron eliminar todos los CFC, tetracloruros de carbono y metilcloroformo hacia 1996. Los halones, cuya eliminación se considera la más difícil, puesto que no hay sustitutos, se eliminarían hacia 1994.
Los HCFC se eliminarían a fines del año 2030. Esta fecha atrasada se debió a que se quería estimular primero el uso de los HCFC, con un bajo potencial de destrucción del ozono, para reemplazar a los CFC. Muchas partes fueron de opinión que ningún país invertiría en las tecnologías de los HCFC a menos que tuviera la seguridad de contar con suficiente tiempo para obtener un beneficio adecuado. Por otra parte, a falta de una inversión suficiente en los HCFC, se seguirían usando los CFC mucho más dañinos. Otros, en cambio, sostuvieron que una transición a las tecnologías completamente seguras para el ozono era posible y que no debía fomentarse el uso prolongado de los HCFC.
El bromuro de metilo, que se usa como fumigante en la agricultura, la construcción y el almacenamiento, se discutió con muchos detalles y algunas partes sostuvieron que una eliminación prematura podría arruinar la agricultura y las exportaciones de muchos países. Se acordó que el consumo se congelaría hacia 1995 y entretanto se harían más estudios del efecto del bromuro de metilo sobre la capa de ozono y las consecuencias de su eliminación. Las partes también decidieron confirmar el Fondo Multilateral en Montreal.
El Protocolo
Tanto el Convenio como el Protocolo se rigen por medio de reuniones regulares de las partes. Las partes del Protocolo se reúnen una vez al año, y las partes al Convenio, una vez cada tres años. El Convenio se centra en la investigación de la capa de ozono en tanto que el Protocolo aplica las medidas de control sobre las sustancias destructoras del ozono.
Todos los gobiernos están invitados a participar en estas reuniones, pero sólo las partes pueden votar. Se presta ayuda financiera a muchos países en desarrollo para que puedan asistir. Muchas organizaciones no gubernamentales asisten a las reuniones como observadores.
La Secretaría del Ozono, que forma parte del PNUMA, desempeña los deberes de su cargo en todas las reuniones de las partes, sus comités, grupos de trabajo, etc. También analiza todos los datos e información proporcionados por las partes. El Fondo Multilateral tiene su propia Secretaría en Montreal para ayudar al Comité Ejecutivo a satisfacer las necesidades de los países en desarrollo.
El Protocolo se revisa de dos maneras: puede ajustarse y/o enmendarse. Los ajustes afectan las medidas de control ya incluidas en el Protocolo. En cambio, las enmiendas se aplican a las nuevas sustancias o a las modificaciones de las disposiciones, a excepción de las medidas de control sobre sustancias ya incluidas. Incluso después de la aprobación de las partes, las enmiendas sólo son aplicables a las partes que ratifican específicamente la enmienda. Ahora hay tres protocolos aplicables a diversas partes. El Protocolo original de 1987, el Protocolo enmendado en Londres y el Protocolo enmendado en Copenhague.
Las Medidas de Control
Todas las partes están obligadas a eliminar los cinco CFC originales hacia 1996 y los tres halones hacia 1994. Todos los otros CFC, tetracloruros de carbono y metilcloroformo serían eliminados hacia el año 1996 por todas las partes adheridas a la Enmienda de Londres. Los países que ratificaron la Enmienda de Copenhague, eliminarán también los hidrobromofluorocarbonos (HBFC) hacia 1996 y los HCFC hacia el año 2030. Estas partes también congelarán el consumo de bromuro de metilo a los niveles de 1991 hacia el año 1995. Los fabricantes tienen autorizado un exceso del 10 al 15% de producción de cada una de las sustancias para que los países en desarrollo puedan cumplir con sus necesidades domésticas básicas. Se ha redactado una disposición que permite la producción y el consumo en pequeñas cantidades para cumplir con las necesidades esenciales tales como la investigación y los usos médicos después de las fechas de eliminación de las sustancias.
Recuperación, reclamación y reciclaje
Los enormes bancos de sustancias controladas que se encuentran en los equipos existentes pueden aprovecharse para acelerar la reducción de la producción. Con este fin, las partes eximieron el consumo de sustancias recicladas cuando calcularon el consumo de acuerdo con el Protocolo. Se estimulará la recuperación, reclamación y reciclaje de las sustancias para reducir la producción y acelerar el cierre de las fábricas productoras de dichas sustancias.
Reconocimiento de las circunstancias especiales de los países en desarrollo
La Primera Reunión de las Partes reconoció a todos los miembros del Grupo de 77 y a la República Popular China (130 países) como países en desarrollo. Turquía, mediante solicitud especial, también se consideró nación en desarrollo. Los países en desarrollo con un consumo anual de sustancias controladas por habitante inferior a 0,3 kg. hasta 1999 pueden demorar diez años la puesta en aplicación de las disposiciones del Protocolo.
Todo país en desarrollo que notifique a las partes que no puede cumplir con el Protocolo por falta de una tecnología adecuada o de fondos, tiene derecho a una audiencia sin temor de que se le considere culpable de incumplimiento.
Las disposiciones para la transmisión de tecnología y ayuda financiera se revisarán antes de 1995. Después de esta revisión, se considerará la aplicación de los ajustes y enmiendas de Copenhague a los países en desarrollo y también cualquier cambio en las medidas de control aplicable a esos países.
Restricciones comerciales
Según el Artículo 4 del Protocolo, ninguna parte podrá exportar a los países que no están en el tratado sustancias controladas bajo (i) el Anexo A del Protocolo (clorofluorocarbonos (CFC) y halones) a partir del I de enero de 1993 y (ii) el Anexo B del Protocolo (metilcloroformo, tetracloruro de carbono y otros CFC) a partir del 10 de agosto de 1993.
El párrafo 8 del Artículo 4 estipula que se permitirán las exportaciones por las partes: "a cualquier Estado que no se haya adherido a este Protocolo, si se determina, en una reunión de las partes, que dicho Estado ha cumplido con el Artículo 2, los Artículos 2A a 2E y el presente Artículo y ha proporcionado datos a tal efecto, según lo previsto en el Artículo 7".
De acuerdo con esta disposición, un país que no esté en el acuerdo puede quedar eximido de la prohibición comercial sobre una base anual, pero sólo después de que los datos proporcionados sobre su producción y consumo de CFC y halones hayan sido revisados por una reunión de las partes.
Las partes tomaron una decisión en noviembre de 1992 durante su Cuarta Reunión en Copenhague de facilitar la importación de sustancias controladas hasta noviembre de 1993 por los países que no estén en el acuerdo siempre que proporcionen datos sobre la producción y consumo de sustancias controladas de acuerdo con el Protocolo de Montreal antes del 31 de marzo de 1993.
El Artículo prohibe la importación de sustancias controladas por los países que no estén en el acuerdo y también de los productos que contienen CFC y halones, enumerados en el Anexo D del Protocolo, es decir, aerosoles, refrigerantes, acondicionadores de aire, etc.
Cumplimiento del Protocolo y resolución de disputas
El Protocolo controla sus disposiciones solicitando a las partes que proporcionen a la Secretaría estadísticas anuales sobre la producción, las exportaciones e importaciones a las partes y a los países que no estén en el acuerdo sobre las cantidades destruidas, recicladas o utilizadas como stock de aprovisionamiento. La Secretaría presenta un análisis anual de estos datos durante las reuniones de las partes.
Además de las disposiciones sobre la resolución de disputas en el Convenio, el Protocolo tiene su propio procedimiento para el incumplimiento. Mientras que el procedimiento de acuerdo con el Convenio es fundamentalmente judicial, el procedimiento del Protocolo subraya la conciliación y ayuda a las partes para que cumplan antes de tomar otras medidas. En cada reunión de las partes se elige un Comité de Instrumentación de 10 miembros, basado en una distribución geográfica equitativa. El Comité se reúne dos veces al año.
Si una parte tiene reservas sobre la puesta en aplicación del Protocolo por otra parte, debe presentar el asunto a la Secretaría, que lo enviará a la parte en cuestión. Si, en un plazo de tres meses, la parte no ha contestado a la Secretaría, o si se ha negado a contestar, se presenta un informe en la próxima reunión de las partes. Todo el material pertinente se envía entonces al Comité de Instrumentación.
El papel principal del Comité de Instrumentación es actuar de intermediario para resolver las disputas relativas al incumplimiento. Al recibir los documentos, el Comité puede pedir más información o bien llevar a cabo su propia investigación. Las partes toman las medidas necesarias de acuerdo con las recomendaciones del Comité. Dependiendo del tipo de incumplimiento, las medidas pueden variar entre la asistencia técnica y ayuda financiera y la suspensión, sujeto a la ley internacional.
El Comité de Instrumentación hasta la fecha se ha reunido cinco veces para examinar los informes de la Secretaría. Felizmente, la puesta en aplicación se ha efectuado antes de lo previsto por las disposiciones del Protocolo. Ha habido alguno que otro problema debido a informes incompletos o casos de falta de informes, en su mayor parte relacionados con los países en desarrollo y el Fondo Multilateral está ayudándoles a mejorar la preparación de informes.
Ayuda financiera a los países en desarrollo
El logro de los objetivos del Protocolo de Montreal depende de una cooperación general entre las naciones del mundo. No es suficiente que los países desarrollados, responsables del 85% del consumo de las sustancias destructoras del ozono en 1986, participen en el Protocolo. La participación de los países en desarrollo, que consumieron sólo el 15%, también es de suma importancia. El consumo de los CFC en los países en desarrollo ha aumentado con más rapidez que en el mundo desarrollado y podría anular el efecto del Protocolo en dos o tres décadas si no se adhieren al tratado.
Ya en 1987 se ofrecieron incentivas a los países en desarrollo para que cumplieran con el Protocolo dándoles un plazo de diez años para la puesta en aplicación (Artículo 5) y asistencia técnica (Artículo 10). Pero en 1989, muchas de las naciones en desarrollo más grandes indicaron que las disposiciones eran insuficientes. Argumentaron que no eran ellas las responsables de la destrucción de la capa de ozono. Y como están recién empezando su desarrollo económico y a utilizar la tecnología barata de los CFC, obtenida de los países desarrollados, necesitan ayuda con los costos. Si van a someterse a cronogramas rigurosos para adoptar las nuevas tecnologías, necesitan que les den esas tecnologías y la ayuda financiera para ponerlas en aplicación. Esta ayuda financiera debe ser además de la que ya reciben y no un desvío. También abogaron por un nuevo mecanismo para prestar esa ayuda, ya que las organizaciones actuales tales como el Banco Mundial aparentemente favorecen a los donantes.
Las negociaciones tuvieron lugar entre agosto de 1989 y junio de 1990 y culminaron en la decisión definitiva de la Segunda Reunión en Londres de crear un nuevo mecanismo financiero por medio del Artículo 10 del Protocolo. Este ayudará a los sujetos al párrafo I del Artículo 5, es decir, los países en desarrollo cuyo consumo está por debajo de los límites establecidos en el Artículo 5, a cumplir con las medidas de control del Protocolo.
El mecanismo comprende un Fondo Multilateral y otros tipos de cooperación multilateral, regional y bilateral. El Fondo, aparte de sufragar los costos marginales de los países en desarrollo, financiará todas las funciones de cámara de compensación, es decir, estudios nacionales, asistencia técnica, información y formación y los costos de la Secretaría del Fondo.
El Fondo opera dentro de un marco de política establecido por las partes y es administrado por siete delegados de los países desarrollados y siete delegados de los países en desarrollo. El Fondo se financia por contribuciones de los países desarrollados sobre la base de la escala de evaluación de las Naciones Unidas. La cooperación regional y bilateral también puede representar contribuciones por una parte de hasta el 20%.
La lista de costos marginales que pueden exigir los países en desarrollo es bastante completa y abarca los gastos de conversión a sustancias y tecnologías de alternativa, patentes, diseños y regalías, formación, investigación y desarrollo. Asimismo puede efectuarse el reciclaje de las sustancias controladas y la modificación o reemplazo prematuro del equipo existente con la ayuda del Fondo. El Comité Ejecutivo tiene poderes discrecionales para incluir costos marginales que no sean los que figuran en la lista.
El Comité Ejecutivo puede acudir al Banco Mundial, al PNUMA, al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) o a otras agencias para poner en aplicación las actividades del Fondo. La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) acaba de unirse a la lista de agencias de instrumentación. Además de su papel de agente, el PNUMA es también el Tesorero del Fondo.
El Centro de Actividad del Programa para la Industria y el Medio Ambiente del PNUMA (CAP/IMA/PNUMA) es responsable de ofrecer una función de cámara de compensación. El programa de "Acción por el Ozono" del CAP/IMA consta de tres elementos principales: Intercambio de información para transmitir datos sobre las opciones políticas y técnicas para la eliminación de los CFC.
La Cámara de Compensación de Información sobre Acción por el Ozono, un sistema computerizado en línea que funciona conjuntamente con la Cámara de Compensación de Información Internacional de Producción más Limpia contiene datos sobre la eliminación industrial del uso de las sustancias destructoras del ozono (SDO). Para cada una de las materias (espumas, halones, aerosoles, refrigerantes, solventes), la Acción por el Ozono recopila datos de los sectores públicos y privados en el mundo entero.
El boletín informativo de la Acción por el Ozono da parte de las iniciativas de los países y organizaciones suscritos al Protocolo de Montreal.
Se suministran documentos técnicos y folletos a las industrias interesadas.
El elemento de formación facilita a las personas responsables de adoptar decisiones en el gobierno y en la industria la última información sobre las normas de control y estrategias para las SDO y sobre las tecnologías y productos sustitutivos.
El CAP/IMA ayuda a los países en desarrollo con bajo consumo de SDO en la preparación de los programas nacionales.
El Banco Mundial
El Banco Mundial se encarga de los programas siguientes para el Fondo: La puesta en aplicación de los proyectos específicos de inversión paralelamente al desarrollo de los programas nacionales generales.
En cooperación con el PNUD y el PNUMA, la planificación de inversiones a corto plazo y ayuda a los gobiernos con estudios de viabilidad incluyendo programas de reciclaje para los refrigerantes, acondicionadores de aire, extintores de incendios y solventes, además de promocionar el uso de sustancias no dañinas al ozono.
Se desarrollan programas que no sólo son orientados hacia las empresas sino que incluyen aplicaciones de cu~tas de importación, subastas y sistemas de permisos comerciables, y asimismo enfoques empresariales colectivos a nivel mundial para una eliminación rápida de las sustancias controladas.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Las actividades del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo con respecto a la capa de ozono abarcan lo siguiente: Reconocimientos nacionales para comprender las necesidades y circunstancias.
Programas específicos de formación nacional, proyectos para demostraciones, asistencia técnica y estudios de viabilidad.
Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI)
El trabajo de la ONUDI comprende la preparación y el análisis de las propuestas para proyectos de inversión y la puesta en aplicación, a nivel de instalación, de los cronogramas de eliminación gradual. Se están estudiando las actividades siguientes: Una propuesta global de estrategia e inversión para el sector de refrigeración y espuma en Egipto.
Preparación de los proyectos de inversión en refrigeración en Siria.
Preparación de los proyectos de inversión en los sectores de espumas y solventes en China.
El Fondo Multilateral Provisional fue establecido en 1991, con la sede de la Secretaría del Fondo en Montreal. El Fondo se consideró "provisional" hasta que entró en vigencia la Enmienda de Londres. El Fondo empezó a trabajar con us$160 millones de dólares para los tres primeros años con una disposición para aumentar a us$240 millones de dólares cuando más países en desarrollo ratificaran el Protocolo.
La Segunda Reunión fijó la contribución para 1991 en 53,33 millones de dólares. En vista de que más países en desarrollo, incluso China, ratificaron el Protocolo, la Tercera Reunión de las Partes aumentó las garantías para 1992 a 73,33 millones de dólares. La Enmienda de Londres fue ratificada por las 20 partes necesarias y entró en vigencia el 10 de agosto de 1992.
La Cuarta Reunión de las Partes confirmó el Fondo y a partir del I de enero de 1993, el Fondo abandonó su estado provisional. Para entonces, todos los países en desarrollo más importantes habían ratificado el Protocolo y las contribuciones para 1993 se fijaron en us$113,33 millones de dólares. La Quinta Reunión de las Partes en noviembre de 1993 decidiría los requerimientos para los años 19941996.
Casi todos los países desarrollados han contribuido al Fondo, a excepción de los países centroeuropeos y de Europa Oriental que solicitaron exenciones temporales por motivo de graves dificultades financieras. Las partes ahora están considerando si podrían obtener contribuciones en especie de dichos países. A partir del 31 de julio de 1993, para los años 1991 y 1992, hay giros pendientes de unos 24 millones de dólares contra contribuciones asignadas en garantía de 126,66 millones de dólares.
Actualmente, 80 países en desarrollo están clasificados como amparados por el Artículo 5. Las agencias de instrumentación están preparando programas nacionales en 44 países. Ya se han preparado 10 programas nacionales para Chile, China, Costa Rica, Ecuador, Egipto, Ghana, Malasia, México, Turquía y Zambia, los cuales han sido aprobados por el Comité Ejecutivo. Estos programas nacionales tienen el propósito de eliminar unas 69.000 toneladas de SDO. Cincuenta y tres proyectos para demostraciones e inversiones han sido aprobados en 16 países en desarrollo a un costo de 55 millones de dólares para eliminar 25.000 millones de toneladas de SDO.
Los programas comprenden 50 programas de formación a nivel regional y nacional, 47 actividades de asistencia técnica e intercambio de información, organizados por el Centro de Actividad del Programa para la Industria y el Medio Ambiente del PNUMA (CAP/IMA/PNUMA). El PNUMA ha organizado talleres de trabajo en todas las regiones para introducir el Fondo Multilateral en los países sujetos al Artículo S y proporcionar un foro para la transmisión en cadena para todos los países de la región.
Sustancias y tecnologías de alternativa
Desarrollo y transmisión de tecnologías
El comportamiento admirable de la comunidad mundial en cuanto a su respuesta a la amenaza a la capa de ozono ahora ha sido igualado por los logros tecnológicos para sustituir a los valiosos CFC que se encuentran en todos los sitios. Puesto que los CFC tienen unas 3.500 aplicaciones, esto será un logro extraordinario.
Aún antes de la vigencia del Protocolo de Montreal, varias de las industrias químicas más importantes del mundo estaban trabajando para sustituir a los CFC. Muchas de las tecnologías para reemplazar a los CFC no se basan en sustitutos químicos sino en procesos alternativos. Los delegados de la industria de los CFC han estimado que casi la mitad de la sustitución de los CFC se logrará mediante tecnologías de alternativa. Alrededor del 40% del reemplazo se hará por medio de los susti~utos químicos y el resto por los procesos de conservación.
Doce de los productores químicos principales iniciaron conjuntamente el Estudio de la Aceptabilidad Ambiental de los Fluorocarbonos Alternativos (AFEAS) en diciembre de 1988. Los resultados fueron presentados a las Comisiones de Evaluación del Protocolo a medida que estuvieron listos. Los estudios incluyeron muchos aspectos del impacto que tales alternativas tendrían sobre el medio ambiente. Los efectos tales como el calentamiento, toxicidad aguda, o sea el efecto de una sola exposición de alto nivel, carcinogénesis, o sea el potencial de causar cáncer, toxicidad del desarrollo, o sea el potencial de causar defectos de nacimiento, genotoxicidad, o sea el potencial de causar daños a los genes o cromosomas. Las sustancias examinadas fueron los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC). Los HFC, a diferencia de los HCFC, no destruyen el ozono pero tienen el potencial para provocar el calentamiento global.
Los sustitutos químicos de los CFC fueron los primeros en aparecer. Algunos países, incluso los Estados Unidos, prohibieron el uso de los CFC en aerosoles en 1970. Los sustitutos químicos comprenden los hidrocarbonos, el éter dimetílico y otros gases comprimidos con el aire y el bióxido de carbono. Las aplicaciones alternativas, tales como los recipientes distribuidores de bola movible y barra sólida, los aerosoles de bomba mecánica, etc. también están a la disposición del público en general, y a menudo son más baratos que los aerosoles a base de CFC. Todavía no se han perfeccionado las opciones para algunas aplicaciones tales como los inhaladores dosificadores para los asmáticos, pero los requerimientos de CFC para estos usos son muy pequeños.
Para casi todas las aplicaciones del sector de la espuma plástica hay opciones disponibles. Las sustancias químicas incluyen el agua, el bióxido de carbono y el pentano. La aplicación más difícil en la sustitución de los CFC es el aislamiento de plástico celular rígido.
Las opciones ahora están disponibles para prácticamente todas las aplicaciones donde se emplea CFC 113 o metilcloroformo como solventes de limpieza. Quizás en ningún otro factor de utilización haya tantas alternativas en uso. En la industria electrónica, los procesos de limpieza a base de agua dan muy buenos resultados y a menudo son más baratos que los métodos a base de CFC. Se han desarrollado muchos procesos "autolimpiantes" que no requieren I limpieza.
El uso de los CFC en la refrigeración y enfriamiento es una de las aplicaciones más importantes y de crecimiento más rápido en los países en desarrollo. Los CFC desempeñan dos funciones principales: como refrigerantes y como agentes químicos sopladores en la fabricación del plástico celular rígido para aislar las cámaras frigoríficas. Las sustancias químicas alternativas identificadas incluyen los HFC I 34a y HFC 152, y combinaciones de HCFC22, 123,124, 125, y 141b. Puesto que los HCFC también destruyen el ozono y los HFC provocan el calentamiento de la Tierra pueden utilizarse otras sustancias como el amoníaco, que se había usado durante mucho tiempo pero que fue abandonado en favor de los CFC. Algunos apoyan el uso del propano como refrigerante. Se están desarrollando nuevas tecnologías tales como los refrigeradores cíclicos Stirling, el enfriamiento por evaporación y los sistemas de absorción, etc. En el mercado se verán muchos refrigeradores y acondicionadores de aire "ecológicos" en los próximos dos años.
No hay sustitutos directos para los halones. Otros agentes extintores como el bióxido de carbono, el agua, la espuma y el polvo seco son de uso corriente. Los procedimientos alternativos, tales como las buenas prácticas de prevención contra incendios, el uso de materiales ignífugos y los planos apropiados para los edificios reducen mucho la necesidad de sistemas con halones. La eliminación de los halones para fines de 1993, salvo para algunos usos esenciales, se considera factible.
El ritmo acelerado del desarrollo de nuevas tecnologías allanará el camino para la sustitución de los CFC en el mundo desarrollado. En cambio, para los países no desarrollados, el progreso dependerá de la transmisión de las tecnologías apropiadas. Mientras que el Protocolo de 1987 estipulaba la asistencia técnica para los países en desarrollo, la Enmienda de Londres en 1991, especificaba que:
"Cada Parte tomará todas las medidas posibles, compatibles con los programas respaldados por el mecanismo financiero, para garantizar que:
(a) Los mejores sustitutos disponibles, inofensivos para el medio ambiente, y las tecnologías afines se transmitirán prontamente a las partes sujetas al párrafo I del Artículo 5; y que
(b) La transmisión citada en el subpárrafo (a) se efectuará en las condiciones más favorables y justas."
Si esta disposición se aplica correctamente, junto con el Artículo 10 sobre el mecanismo financiero, será suficiente para garantizar que los países en desarrollo cumplan con el Protocolo.
La transmisión de tecnología se facilita por medio de los programas del Fondo Multilateral. El intercambio de información, la cámara de compensación de información en línea, los boletines informativos y los talleres de trabajo regionales organizados por el PNUMA son mecanismos clave a este respecto. Los proyectos de inversiones y demostraciones realizados por el PNUMA y el Banco Mundial son también vehículos para la transmisión de tecnología.
La documentación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de Ginebra, en Suiza, contiene los detalles de las patentes registradas y su período de validez. Los países en desarrollo podrían hacer uso de esta información para facilitar su búsqueda de tecnologías.
El Fondo Multilateral ha asistido en varios proyectos nacionales, incluso el suministro de gas líquido de petróleo de calidad aerosol como un propulsante sustitutivo. Se ha iniciado también el uso de los agentes sopladores no CFC en las espumas, la conversión de las fábricas de refrigeradores y compresores a refrigerantes alternativos y a procesos "autolimpiantes" y los productos sustitutivos acuosos, semiacuosos e hidrocarburados para los solventes. De los 80 países en desarrollo suscritos al Protocolo, 16 ya han iniciado tales proyectos, estimados en 55 millones de dólares.
Los problemas principales que plantea la transmisión de tecnología son los siguientes: Persuadir a los titulares de tecnologías que fabrican sustancias alternativas como el HFC 134a a que transmitan dichas tecnologías. Esto es muy difícil cuando sólo algunas compañías poseen esta tecnología y no están dispuestas a transmitirla, o dan una autorización condicional.
Crear la infraestructura institucional necesaria en los países en desarrollo para una introducción rápida de las nuevas tecnologías.
Capacitar a los obreros y técnicos de los países en desarrollo para la utilización de las nuevas tecnologías.
Estos problemas se superarán gracias a la voluntad política en todos los países de sustituir a los CFC lo más pronto posible y a los recursos del Fondo Multilateral para sufragar los costos de adquirir las nuevas tecnologías y transmitirlas a los países en desarrollo.
El futuro de la capa de ozono
La historia del Protocolo de Montreal es extraordinaria y sin precedentes. Mientras que los científicos identificaron el problema de la destrucción del ozono y presentaron las pruebas científicas autoritarias, el PNUMA reunió a los encargados de elaborar la política y científicos de todas partes del mundo y pudo lograr el consenso en medio de muchas opciones de políticas divergentes. A los dos años de entrado en vigencia el Protocolo con medidas de control limitadas sobre las sustancias destructoras del ozono, las partes ajustaron y enmendaron el Protocolo en Londres para eliminar las sustancias más destructoras del ozono hacia el año 2000 e identificaron otras sustancias a controlar.
Las industrias se movilizaron con rapidez para encontrar sustitutos químicos y tecnologías de alternativa. Las presiones de los consumidores exigieron una reducción en el consumo de las sustancias destructoras del ozono por encima de los niveles estipulados por el Protocolo. Nuevas pruebas científicas de una destrucción del ozono sin precedentes unidas a la factibilidad tecnológica de una eliminación mucho más rápida motivaron a las partes a adelantar los cronogramas durante la Cuarta Reunión en 1992. La eliminación de la mayoría de las sustancias químicas ahora se realizará en 1996 y hasta los HCFC con bajo potencial de destrucción se eliminarán gradualmente. El consumo de bromuro de metilo se congeló en 1993.
Las naciones que ratificaron el Protocolo se han dado cuenta de las desventajas que deben superar los países en desarrollo para seguir el mismo ritmo que los países desarrollados y les han dado un plazo de diez años. El Fondo Multilateral, que fue establecido para sufragar los costos marginales de los países en desarrollo para eliminar las sustancias destructoras del ozono, ha demostrado gran previsión.
Ciento veinte naciones ya han firmado el Protocolo, 80 de las cuales son países en desarrollo. Muchos países en desarrollo tienen proyectado eliminar las sustancias controladas con más rapidez que lo estipulado por el Protocolo. Puesto que todos los productores de sustancias controladas y prácticamente todos los países consumidores importantes se han suscrito al tratado, el final de las sustancias químicas destructoras del ozono está cerca.
Y sin embargo, a pesar de la acción extraordinaria acordada por las naciones para abordar el problema de la destrucción del ozono, la capa de ozono tardará mucho tiempo en estabilizarse. Millones de toneladas de los CFC de larga vida ya producidos continuarán ascendiendo a la estratosfera, atacando la capa de ozono. Las observaciones científicas indican que las pérdidas de ozono en los años 80 fue mayor que en los años 70. Las pérdidas se han extendido a ambos hemisferios y ocurren durante todas las estaciones y no sólo en invierno como antes. Las observaciones hechas en 1992 indicaron que las pérdidas de ozono eran mucho más graves que las calculadas por los modelos.
La cantidad de compuestos químicos destructores del ozono en la atmósfera seguirá aumentando hasta el año 2000 y la carga de cloro atmosférico podría tardar hasta el año 2060 para alcanzar un volumen inferior a 2 partes por mil millones, para que se estabilice la capa de ozono por completo.
Ahora es evidente que las naciones deberían haber actuado con más prontitud para evitar parte de la demora, en el período comprendido entre 1974, fecha en que los científicos anunciaron su descubrimiento sobre las sustancias destructoras del ozono, y 1987 cuando se firmó el Protocolo de Montreal original. El millón de toneladas métricas de CFC producidas anualmente durante ese período aplazarán el restablecimiento completo de la capa de ozono y tendremos que pagar las consecuencias de estos años de demora.
Los próximos veinte años acarrean sus propios riesgos y sorpresas en potencia, especialmente en cuanto a las erupciones volcánicas que contribuyen a la destrucción del ozono por encima de los niveles calculados. Si bien el mundo puede expresar su satisfacción por el trabajo realizado, no puede relajar su vigilancia. Habrá que controlar la capa de ozono regularmente y realizar investigaciones para calcular los efectos ambientales de la destrucción del ozono. Habrá que desarrollar e introducir nuevas tecnología~ para sustituir a todas las sustancias destructoras del ozono.
El ímpetu creado por los países en desarrollo para sustituir a los CFC deberá mantenerse por medio de la transmisión oportuna de las tecnologías de alternativa y una puesta en aplicación enérgica del mecanismo financiero.
El uso de los CFC y HCFC deberá regularse y controlarse durante los próximos años de acuerdo con las disposiciones del Protocolo. Habrá que tomar medidas de control más estrictas para el bromuro de metilo y reducir su consumo tan pronto como sea posible. La~i conclusiones deducidas por las comisiones de cálculos científicos y técnicos periódicos con respecto a la capa de ozono han de ser acogidas con prudencia por las partes. En realidad, la capa de ozono tiene que hacerse volver a su nivel original con cuidado y diligencia para que el futuro de la vida en el planeta nunca vuelva a sufrir las mismas consecuencias.
2007-03-01 11:25:40
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answer #7
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answered by Anonymous
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