Si Dios permite el mal, no es porque haya creado seres específicamente destinados para ello, o porque se complazca con nuestro dolor y desgracia, sino que en su infinita sabiduría, en su inagotable amor por nosotros, nuestro Padre se vale del mal que creamos, de nuestra tiniebla y de los errores que cometemos para darnos lecciones que tarde o temprano han de enseñarnos y nos darán la fuerza necesaria para vencernos a nosotros mismos y volvernos cada vez más fuertes en la lucha.
Aún sin saberlo, aquellos que hacen el mal ocasionando sufrimiento y desventura a los demás, están siendo aliados del bien, instrumentos de la justicia divina, porque para nuestro Padre no existe el desperdicio, aún de la más profunda tiniebla siempre saca luz.
Nuestro destino no es el sufrimiento, no es la tiniebla o el dolor, pero mientras nosotros no lo comprendamos así, nuestro Padre seguirá usando ese dolor que creamos para darnos enseñanza.
2007-12-05
14:00:08
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pregunta de
Anonymous
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Religión y espiritualidad