LA CÁMARA FOTOGRÁFICA
Estoy dentro de un estuche, pronta a partir junto a mi dueña.Ignoro que me deparará el destino en este viaje.
Estoy celosa, mi dueña ha comprado una filmadora, no quiero que olvide que la acompañé siempre.
Mi adversaria es de última generación, tiene micrófono incorporado, en cambio yo soy simple, digital, pequeñita, me vistieron de plateado, soy joven.
Quiero gritar y no tengo voz, solo devuelvo imágenes.
Descanso en el bolso de mi dueña, la otra sostenida por una correa viaja pegadita al cuerpo de mi propietaria.
Estamos en el aeropuerto, presentan todos los papeles que nos permitan viajar, mi formulario ocupa dos líneas, el de ella un formulario entero que no entiendo, traviesa lo fotografío, es de procedencia japonesa, lugar que conocí en otros viajes, una isla pequeña rodeada de mares, me asustaron los volcanes que vomitaban su lava roja dispuestos a arrasar con todo.
Conocí otros sitios de abundante vegetación donde las flores, que nunca conocí sus nombres abrazaban a los árboles.
Me llevaron al desierto, la arena trato de lastimar mis ojos, no pudo, fui útil para dejar plasmado en el papel todo lo que podía capturar en mi corazón.
No me puedo quejar conocí casi todo el mundo, pero no quiero el olvido, claro tengo un inconveniente, no poseo voz y ahora importan los sonidos.
El vuelo insume varias horas, llegamos a un lugar desconocido por mi, hombres de tez morena nos reciben con calidez.
Ufa no soy la protagonista.
Por la mañana sigo descansando en el fondo de una mochila, mi adversaria parece haber crecido, vamos a un lugar incierto.
Me miro, un escudo de fondo azul es mi compañía, no estoy tan sola.
Llegamos a un hotel muy bonito, los ventiladores de techo parecen pájaros batiendo sus aletas.
Mañana ellas saldrán solas.
La filmadora trabajará todo el día, yo descansaré en contra de mi propia voluntad.
Por la tarde llegan las dos, las observo triste en un plasma, veo una colonia que aloja chiquilines que han perdido todo, son delgaditos, tienen pancita, pero no alcanza para disimular sus costillas, todos gritan lo mismo para que se escuche, tenemos hambre.
Voy a la cocina, soy inconsciente, me meto en el horno quiero desaparecer, necesito que me consuma el fuego, en mi vida útil jamás pude tolerar las lágrimas de un niño hambriento.
Asistí a fiestas, caminé por castillos encantados, pero esto que vivo ahora no puedo tolerarlo.
Cambio de idea, salgo de la cocina, sola iré por el mundo capturando en mi corazón la miseria.
Soy atrevida, a todos quiero mostrarles el sufirmiento. para que de una vez por toda abandonen sus mullidos sillones y despierten.
2007-10-12
23:56:26
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8 respuestas
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pregunta de
Sonia
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en
Poesía