Nacida en el oriente y vestida de forma e imaginación oriental, la Biblia anda por todo el mundo con pies familiares, y entra en tierra tras tierra para hallar la suya en todas partes. Se ha aprendido hablar al corazón del hombre en centenares de idiomas. Llega al palacio para decirle al monarca que es un siervo del Altísimo, y luego entra en la casa de campo para asegurarle al campesino que él es un hijo de Dios. Niños escuchan su relato con admiración y encanto, y sabios la consideran ser parábola de luz. Contiene una palabra de paz en la hora de peligro, una palabra de consuelo en el tiempo de calamidad, y palabra de luz en la hora más obscura. Sus oráculos se repiten en la asamblea del pueblo; su consejo se susurra en el oído del solitario. A los perversos y orgullosos les hacen temblar sus amonestaciones, mas a los heridos y contritos les resuena como voz de madre. El desierto y lugar solitario han sido alegrados por ella, y el fuego del hogar ha alumbrado la lectura de sus páginas bien hojeadas. Se ha pasado lentamente a nuestros sueños más preciosos para que el amor, la amistad, la memoria y esperanza, la simpatía y devoción se vistan de la ropa más bella de su lenguaje atesorado que respira incienso y mirra. ¡La Biblia! ¡La Palabra de Dios!
Autor Desconocido
2007-01-19
06:06:04
·
15 respuestas
·
pregunta de
Alejandra
5
en
Religión y espiritualidad