Hace varios días, recibí un correo muy interesante que narraba detalladamente la cruel realidad del “arte taurino”, de ahí quise escribir estas líneas, que estoy seguro a más de uno le van a interesar.
Me vienen a la mente escenas de muerte y accidentes fatales que a través de la historia han sufrido los valientes matadores. Pero, ¿de verdad es un acto de valentía?, ¿un torero es digno de admiración y respeto? Nadie niega el peligro de estar frente a un animal de 500 kilos y lidiar con sus embestidas mortales, pero, ¿alguna vez nos hemos puesto del otro lado?, ¿quién ha pensado en el toro?
La fiesta brava es un acto de cobardía, un show para el divertimento de muchos pero que representa un continuo sufrimiento para un solo personaje: el toro.
Desde su aparición en el ruedo, el animal ya viene cargando con una fatiga física y maltratos a los que horas antes ya fue expuesto. Es por eso que el impacto del público, la música y el encierro causan en él una alerta de peligro y de manera instintiva trata de huir de cualquier manera. Este dato me recuerda a “Pajarito” que en la Plaza México brincó la barrera al salir, aterrizando entre los espectadores y dejando algunas personas heridas. Prueba fehaciente del instinto de supervivencia.
Pero bueno, volvamos al tema. Al salir el toro a la plaza, viene “preparado” de manera que el torero pueda lucir su habilidad, su técnica y su galanura frente al fuerte e imponente animal, que en realidad está cansado y lastimado.
¡Pero apenas comienza el show!, poco a poco la salud del rozagante animal se va mermando, comenzando con las banderillas que le provocan una pérdida de sangre continua y un desgarramiento interno, que se incrementa con cada uno de sus movimientos. Después sigue la espada con la que se logra el rompimiento de vasos internos y el desgarramiento de órganos, hasta conseguir su muerte. El toro no muere inmediatamente, debido a su tamaño y fortaleza, su muerte es lenta, con mucho sufrimiento y agonía.
Creo que esta manera de provocar tanto dolor y sufrimiento, no pueden acompañar a nuestra sociedad actual. Somos universitarios, con criterio y cultura, y no podemos aceptar estos actos aberrantes contra los animales, contra la naturaleza.
De verdad los invito a reflexionar y a tratar de entender el dolor de un animal, ya que no hablan, sólo sienten; no podemos ser ciegos ante esta barbarie. Con esta pequeña contribución quiero unirme a la gente que no acepta la violencia y quiero invitarlos a ustedes, maestros, alumnos y a todo el personal que conforma nuestra institución a no asistir a las corridas de toros, a no apoyar a políticos, artistas y comunicadores asociados a estos eventos, pero lo más importante... a enseñar a nuestros hijos el respeto por los seres vivos.
2006-12-18
06:23:24
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