Heb. 7, 23-28:
Los sacerdotes anteriores se sucedían el uno al otro porque, siendo mortales, no podían permanecer. Jesús, en cambio, permanece para siempre y no se le quitará el sacerdocio. Por eso es capaz de salvar de una vez a los que por su medio se acercan a Dios. El sigue viviendo e intercediendo en favor de ellos.
Así había de ser nuestro Sumo Sacerdote: santo, sin ningún defecto ni pecado, apartado del mundo de los pecadores y elevado por encima de los cielos. A diferencia de los sumos sacerdotes, él no tiene necesidad de ofrecer diariamente sacrificios, primero por sus pecados, y luego por los del pueblo. Y para el pueblo no lo hizo sino una sola vez ofreciéndose a sí mismo. Así, pues, todo es insuficiente en los sumos sacerdotes que la Ley establece, mientras que ahora, después de la Ley, Dios habla y pronuncia un juramento para establecer al Hijo eternamente perfecto.
2006-11-05
09:14:26
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pregunta de
alcibiadespfingst
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Religión y espiritualidad