Hola Señor, claro que puedo. Tengo el Homenaje a Sergio Bagú, desde el funeral hasta su vida, un gusto,
Richy
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HOMENAJE
SERGIO BAGÃ
Briseida Allard O.
*Ponencia presentada en la inauguración del Curso de Actualización ofrecido por el Departamento de SociologÃa de la Universidad de Panamá, el 17 de febrero de 2003.
*Socióloga, profesora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá.
El pasado 2 de diciembre del 2002, en la ciudad de México, dejó de existir a los 95 años Sergio Bagú, uno de los grandes maestros de América Latina. Argentino de nacimiento, abogado, historiador, sociólogo y filósofo fue uno de los pensadores más importantes de Latinoamérica, clave en la interpretación de la historia de la conquista de nuestra América al abordarla desde el ángulo del desarrollo del capitalismo.
Para Pablo González Casanova, “la obra de Bagú contiene aportaciones de la mayor importancia para su paÃs de origen, Argentina, y para América Latina, asà como a nivel mundial. Pionero de la teorÃa de la dependencia en las versiones más profundas que sobre ésta existen, ha hecho contribuciones ejemplares al estudio de la historia antigua, moderna y contemporánea, que se vincula a la sociologÃa, al análisis teórico y al pensamiento crÃtico”.1
Nacido en 1911, Bagú fue docente en universidades públicas en Argentina, Chile, Estados Unidos, Venezuela, Perú y Uruguay; llegó a México en 1974 y desde entonces fue profesor e investigador de la UNAM. ‘Y como pasó con tantos otros, el paÃs que pudo ser un paso transitorio ante una ausencia obligatoria se transformó en su hogar definitivo’. AsÃ, don Sergio asumió a la UNAM como su nueva casa, echó raÃces y ya no le fue posible regresar a su paÃs con el retorno a la democracia.
Galardonado en México con el Premio Universidad Nacional en 1990, distinguido en 1993 con la presea AnÃbal Ponce en Argentina; homenajeado por el Consejo de Cooperación con la Cultura y la Ciencia de El Salvador, entidad que le otorgó el Premio Especial Roque Dalton, asà como por la Universidad de Buenos Aires que le confirió el doctorado honoris causa, Sergio Bagú es de aquellos intelectuales que se propusieron a lo largo de sus vidas la exigente tarea de pensar el continente a partir de sus propias realidades y condiciones culturales especÃficas, de sus particulares historias y de las formas de inserción subordinadas en el sistema capitalista mundial que ha tenido este continente a lo largo de más de 500 años.
Un permanente fluir entre los diferentes campos del conocimiento -entre lo contemporáneo y lo histórico, entre la disciplina académica y la vida polÃtica y cultural- impregna su trabajo intelectual. Una revisión somera de su obra publicada ilustra la inagotable gama de sus intereses, la diversidad de problemas en relación con los cuales formuló contribuciones decisivas. En este sentido fue un prolÃfico escritor que publicó, entre otros, Vida ejemplar de José Ingenieros; EconomÃa de la sociedad colonial; SociologÃa económica; El desarrollo cultural en la liberación de América Latina; Observaciones acerca de la agricultura precolombina en América; Perspectivas de la historiografÃa latinoamericana; Tiempo, realidad social y conocimiento (1970); Marx-Engels: Diez conceptos fundamentales. Génesis y proyección histórica (1972); Argentina 1875-1975 y Catástrofe polÃtica y teorÃa social (1997).
Como señaló el economista mexicano Alonso Aguilar Monteverde en el homenaje que rindió la UNAM al Maestro Bagú, en enero de 2001:
Al releer la biografÃa de Ingenieros –primer libro de Bagú– y recordar el tipo de hombre que fue y lo que caracterizó su conducta y su fecunda actividad, sentà a menudo que no pocos de (los rasgos de Ingenieros) se advierten también en el mismo Sergio Bagú. Por ejemplo el no improvisar, el trabajar con una estricta disciplina, el ‘amor al estudio, el odio a lo mediocre, lo injusto y lo falso..., el sentido de responsabilidad y la probidad mental...’, el enseñar con el ejemplo, emplear siempre un método de análisis riguroso, no dejarse ganar por las modas ni por el éxito momentáneo y episódico, y actuar conforme a valores e ideales que orientan toda su obra.” Y continúa diciendo Aguilar Monteverde: “Sergio Bagú, como Ingenieros, después de comenzar a investigar desde muy joven y de observar con atención, deviene un maestro. ‘Maestro en su genuino significado. Hombre que muestra una posibilidad de estudio y lucha, que descubre una vocación, que estimula un esfuerzo, que funda empresas de cooperación intelectual, que promueve una inquietud ética’. Y que sabe escuchar, nunca deja de estudiar y aprender…investiga seriamente, busca nuevos caminos y sabe que el conocimiento es tarea colectiva, no meramente individual, que requiere conjugar esfuerzos y riñe con el dogmatismo.3
Para Sergio Bagú Bejarano, como lo llamaban en México, el conocimiento de la realidad histórico-social no fue solamente un oficio, una profesión, sino un compromiso existencial. Su posición al lado de las luchas populares, por la equidad, la democracia, por la autonomÃa, contra la dominación colonial e imperial, no fue una actividad paralela que acompañó su producción intelectual, sino que fue parte inseparable de ésta.
El surgimiento de Sergio Bagú como historiador está ligado a su biografÃa, a los acontecimientos mundiales del siglo **, a la historia latinoamericana y la argentina en particular. Ãl mismo lo señalaba asà durante ese homenaje que le fue tributado por sus 26 años de trayectoria profesional en la UNAM. En aquella ocasión, ante un auditorio abarrotado en la Facultad de Ciencias PolÃticas y Sociales, el Maestro de 90 años comenzó diciendo:
Yo pertenezco a lo que suele llamarse la segunda generación de la Reforma, que son movimientos estudiantiles, casi todos ellos muy bien organizados entre 1930 y 1940 en varias universidades latinoamericanas, en gran parte al amparo de una convocatoria que habÃa hecho la generación de 1918, de lanzar en América Latina un movimiento de rebelión antioligárquica y de creación de las bases nuevas de un continente latinoamericano progresista, popular, de izquierda y creador de una nueva cultura.4
Para Bagú, este conjunto de experiencias arrimó piedras al edificio de su obra de investigador erudito, de ensayista de ideas, de hombre apasionado por los problemas de su tiempo y de intérprete de la realidad de su paÃs y de América Latina. Su obra parte de una realidad bien especÃfica, que es todo lo latinoamericano. Ãl es, por definición, un latinoamericano. Al respecto, manifestó en aquel homenaje de la UNAM:
Debo mi experiencia internacional en 50 por ciento a las circunstancias polÃticas, que durante dos decenios expulsaban a los intelectuales de sus fronteras; por otra parte, la debo a una antigua vocación latinoamericana que en mi caso nació con la lectura de José Ingenieros. Vivà muchos años en Estados Unidos sin que se apagara esta vocación latinoamericana....
II
Gregorio Weinberg, en su libro Modelos educativos en la historia de América Latina, al abordar el capÃtulo de la educación durante la colonia, puntualizó:
Casi todos los historiadores están de acuerdo sobre las caracterÃsticas esenciales del modelo impuesto al proceso de ocupación por parte de las potencias coloniales y las consecuencias que el mismo trajo aparejado. Disponemos de una copiosa bibliografÃa, predominantemente tradicional y sobre todo jurÃdico-administrativa, la que experimentó, a nuestro juicio, una notable inflexión mediando el siglo que coincidió con la aparición de dos libros capitales de Sergio Bagú. A partir de ese momento comenzaron a publicarse en forma creciente trabajos donde predominaban los aspectos económicos y sociales. Esta modificación facilita una relectura, con otros ojos, y, lo que más importa, desde distintas perspectivas, de las grandes recopilaciones documentales publicadas, de las grandes obras producidas por la historiografÃa clásica.5
Los libros de Sergio Bagú a los que alude Weinberg son EconomÃa de la sociedad colonial, publicada por la editorial Ateneo en 1949 y Estructura social de la colonia, publicada por la misma editorial en 1952.
Y es que Bagú fue pieza clave en la transformación que ocurre a mediados de la década de 1950, al cambiar el sentido de los estudios históricos sobre la América colonial: la publicación de estos textos a comienzos de esa década, sin duda constituyen el rompimiento de la interpretación clásica de lo que hasta ese momento se consideraba en este terreno.
¿Fue pura casualidad que estos libros de Bagú aparecieran entonces? ¿Qué ocurrÃa a finales de los cuarenta e inicios de la década de 1950 en América Latina que motivó tal esfuerzo intelectual?
Para decirlo con las palabras precisas de Celso Furtado, en la década de 1950 los centros de investigación y docencia asà como en los ámbitos gubernamentales latinoamericanos ocurre “el gran debate… acerca del subdesarrollo, fenómeno que acababa de ser descubierto y causaba perplejidades”; un debate que, además, permite a las sociedades de mayor desarrollo relativo de la región “toma(r) conciencia de las opciones que tiene(n) delante de sÃ, aprendiendo que el destino también depende de ella(s).6
AsÃ, pues, los aportes intelectuales de Bagú constituyen antecedentes inmediatos de este perÃodo de intensa reforma intelectual y moral en América Latina.
En un trabajo sobre pensadores latinoamericanistas contemporáneos, el historiador chileno Luis Vitale señala que “uno de los más esclarecido en cuanto al análisis histórico, desde la Colonia hasta la segunda mitad del siglo **, fue Sergio Bagú, uno de los primeros –puntualiza- en cuestionar la tesis de que la colonización española de América fue feudal y precursor también del significado social y polÃtico de la inmigración europea de la Argentina del siglo **, además de redimensionar el tiempo, como intensidad, en procesos de gran trascendencia para nuestra América.” 7
Durante estos años, a partir de las formulaciones del desarrollismo y el marxismo, mezclados muchas veces con interpretaciones weberianas y estructural-funcionalistas, surgen los primeros brotes de lo que se conocerÃa como la teorÃa de la dependencia, una de las formulaciones más controversiales, pero original y significativa desde el punto de vista de la gestación de una teorÃa crÃtica social en el terreno de las ciencias sociales de la región8.
La antigua historiografÃa fue quedando paulatinamente aislada en las cátedras, las revistas y las academias tradicionales, mientras se difundÃa un análisis especializado, que se tradujo en la creación de cátedras de historia económica, historia demográfica e historia social, asà como en la aparición de revistas dedicadas a esas especialidades.
En este efervescente ambiente sociocultural, los libros de Bagú publicados en 1949 y 1952 –EconomÃa de la sociedad colonial y Estructura social de la colonia, respectivamente, ambos subtitulados Ensayo de historia comparada de América Latina- contribuyeron a ampliar las perspectivas analÃticas de los fenómenos sociales porque pugnaban por el hallazgo de una realidad compleja en la cual hasta los niveles alimentarios tenÃan incidencia sobre el fenómeno del poder polÃtico.
En esta búsqueda, las ciencias sociales latinoamericanas de las décadas de 1960 y 1970 dieron saltos cualitativos mediante la creación de un estilo intelectual que rechazó tanto los estrechos compartimientos disciplinarios de las ciencias sociales vigentes entonces, asà como la exclusión de los “otros” que no correspondÃan a los modelos europeos modernos9 una labor de interpretación histórica del devenir socioeconómico de América Latina que se hizo cada vez más común en muchos intelectuales.
Ahora bien, este nuevo estilo de pensar y de proponer alternativas para el desarrollo social no se abrió paso sin esfuerzos. Todo lo contrario. Precisamente, porque la cuestión no era sólo interpretar la realidad, sino transformarla, el debate implacable, la tormentosa confrontación de ideas fueron parte sine qua non de este ambiente cultural. En este sentido, uno de los debates emblemáticos de estos años es el que surge en torno a la existencia o no del feudalismo en América Latina, en el que participa activamente Sergio Bagú, para quien la economÃa de esta región siempre estuvo orientada hacia el mercado capitalista, tema central de su libro EconomÃa de la sociedad colonial.10
Este perÃodo excepcional del pensamiento crÃtico en América Latina presenta una amplia gama de investigadores/as, quienes al amparo de diferentes centros de investigación social y expresión de amplios movimientos de reflexión en la región del cual fueron tributarios, hicieron importantes aportes teóricos, metodológicos y conceptuales, de acuerdo a sus corrientes interpretativas.11
Al caracterizar esta época en la historia del pensamiento social de América Latina, acordamos con Vitale en que “no todos los pensadores latinoamericanistas coincidieron en los mismos análisis sobre la evolución de nuestra historia ni tuvieron los mismos objetivos polÃticos. Sin embargo, dentro de la unidad con diversidad enriquecieron nuestro acervo cultural, generando un pensamiento latinoamericanista creativo en la mayorÃa de los casos. Con razón señala Gandásegui, que el debate académico-polÃtico entre las distintas corrientes dependentistas de esta época “constituye una de las páginas más brillantes de la sociologÃa latinoamericana.”12
Por otro lado, es a partir de esos años cuando en nuestra América las disciplinas tradicionales de las ciencias sociales dejaron de representar campos de estudio acotados, dado que la complejidad de aquella perspectiva para comprender la realidad sólo podÃa aprehenderse mediante lo que hoy se conoce como la transdisciplinariedad. Aquellas vanguardias del pensamiento social coincidieron en la necesidad de eliminar las fronteras tajantes y artificiales entre disciplinas propias de las ciencias sociales, como la historia, la economÃa y la sociologÃa. En este sentido, vale recordar un estudio de Bagú sobre las clases medias, aparecido a mediados de la década de 1950, en el que destaca la insuficiencia de un análisis exclusivamente económico de este sector.
Como bien dirÃa el Maestro Bagú años después cuando analizó el sentido de lo histórico en la obra de Pablo González Casanova: “La sociologÃa y la historia de lo latinoamericano son sólo una ruta para llegar a una mejor sociologÃa y una mejor historia de lo universal.” 13
III
AsÃ, pues, el trabajo intelectual del Maestro Sergio Bagú se inserta en los momentos más cruciales del acontecer socio-polÃtico de América Latina, y su correspondiente impulso en el campo de las ciencias sociales. Su obra es parte de la generación de cientÃficos sociales que, desde mediados de la década de 1950, independientemente de sus diferentes propuestas y formulaciones teóricas, hizo posible la gestación de uno de los perÃodos más fértiles y originales de las ciencias sociales latinoamericanas, un tiempo en que los temas y problemas que colmaron las agendas de los centros de investigación surgieron de una imaginación alerta y rupturista, capaz de vislumbrar realidades diferentes.
Hugo Zemelman decÃa en una reflexión reciente, “No se trata de pensar lo imaginario, sino de usar la imaginación para encontrar aquello que se nos oculta…Para ver realidades nuevas hay que necesitarlas. Para forjar utopÃas se requiere de esta necesidad por una realidad diferente, lo que supone…saber distanciarse de lo establecido.”14 Pues bien, nunca como en este perÃodo se desplegó de manera tan clara esa difÃcil conjunción expresada en términos de conocimiento y poder, de saber y poder.
Por otra parte, en un perÃodo en que las ciencias sociales se apegaban rÃgidamente a un modelo metodológico homogéneo, la obra de Bagú, al salirse de los marcos de lectura fijados por el discurso económico del poder vigente entonces, se presentó como un elemento innovador que no sólo permitió acercarse a métodos de hacer historia y sociologÃa desde ángulos más heterodoxos, sino que también permitió plasmar la complejidad de lo polÃtico y de lo social a través del reconocimiento de una multiplicidad y pluralidad de variables sometidas a la corriente histórica. Entendiendo que los caminos de lo histórico son múltiples y complejos, Bagú fue el historiador pionero que descubre lo histórico en todo lo sociológico y viceversa.
En el citado trabajo que denominó El sentido de lo histórico en la obra de Pablo González Casanova, Bagú escribÃa:
Cuando un sociólogo busca en la perspectiva histórica un instrumento que le permita esclarecer mejor su propio panorama, o bien cuando un historiador se vuelca hacia el análisis sociológico de una coyuntura, lo que ocurre es que tanto uno como otro, en el afán por enriquecer su propia capacidad de análisis, atraviesan los lindes de su especialidad y se van ubicando en esa frontera incierta donde lo sociológico se transforma en histórico y a la inversa. Algo más aún, cuando eso ocurre es que el autor se va acercando, por fin, a la realidad de lo humano (subrayado de Allard). La ciencia, por fuerza, explora parcelas de la realidad y en la misma medida en que la ciencia se hace más exigente y abarca realidades más amplias, la especialidad se impone como una necesidad perentoria que se origina en la limitación de la capacidad de trabajo del ser humano. Esto es inevitable, pero también lo es la comprobación de que una parcela de conocimiento puede tergiversar la verdadera realidad del todo…15
IV
En su último libro Catástrofes polÃticas y teorÃa social, Bagú señalaba “...que es en medio de las crisis que las sociedades comienzan a mirarse crÃticamente a sà mismas, en su conjunto, en su contexto internacional y en su trayectoria histórica de largo plazo”. En este contexto debemos plantearnos los interrogantes sobre el papel de las ciencias sociales si aceptamos que éstas tienen una responsabilidad ético–polÃtica, en la medida que el conocimiento que construyen tendrÃa que servir de soporte a decisiones de polÃticas.
La actual situación en América Latina obliga a trabajar profundamente por alternativas que rompan con el discurso hegemónico dominante que presume ser inevitable y excluyente, único. Para esto resulta clave el pensar la región desde sà misma, y establecer un conjunto de prioridades, que den la mayor cantidad de respuestas a las urgencias de nuestra América, de su sociedad civil y de sus clases polÃticas El futuro de las ciencias sociales en la región dependerá, en gran medida, de las polÃticas y acciones que se adopten con relación a este desafÃo.
En un artÃculo recientemente publicado, Enoch Adames Mayorga, refiriéndose al impacto de la obra de Immanuel Wallerstein, señala que “sin duda las ciencias (sociales) latinoamericanas tendrán que pensar mucho más en el sistema-mundo, pero además y esto es lo crucial, deben pensar Latinoamérica en el marco histórico del sistema-mundo”, no solo con fines teóricos sino también en términos teórico-prácticos.16
De aquà la especial importancia que cobra en nuestros dÃas el tema de la investigación en ciencias sociales.
Hoy, cuando la Escuela de SociologÃa de la Universidad de Panamá se apresta a iniciar su III Curso de Actualización, es pertinente recordar lo que expresó el Maestro Bagú, hombre de una larga carrera docente y de investigación, aquel 23 de enero de 2000, en el ya mencionado homenaje que le rindiera la Facultad de Ciencias PolÃticas de la UNAM:
La tarea docente, cuando está organizada con criterios modernos, se relaciona directamente con la investigación porque las dos actividades se nutren recÃprocamente; es fuertemente activa para quienes la conciben como un capÃtulo básico de la vida cultural de un conjunto humano, de manera tal que un maestro jamás transmite exclusivamente sino que también recibe permanentemente. El contacto con alumnos y con colegas crea una dinámica de enriquecimiento mental permanente, de modo tal que el profesor con vocación y con sano criterio profesional está permanentemente rectificando sus propios errores y enriqueciendo sus objetivos de investigación.
Y es por este trillo por donde me parece debe caminar la recuperación de Sergio Bagú, y de por qué vale la pena recordarlo como uno de los grandes maestros de América Latina que con más firmeza educó en las responsabilidades polÃticas y morales que tenemos con nuestros pueblos.
Indudablemente, es valioso el legado que hemos recibido de las ciencias sociales latinoamericanas. Por ello, la reflexión sobre esta herencia cultural debe contribuir a crear nuevos paradigmas que orienten la investigación, levanten temas y problemas que nos permitan vislumbrar y construir un futuro alternativo. Dicho de otra forma, esta re-lectura debe contribuir en forma decisiva, por un lado, a valorar aspectos esenciales de la herencia que hemos recibido de los cientÃficos sociales de esta región y, por otro, a enfrentar los desafÃos y retos especÃficos que enfrentan América Latina y el Caribe en nuestros azarosos dÃas.
Parafraseando a la socióloga argentina MarÃa C. Feijoó, dirÃa que la memoria colectiva jugarÃa aquà un papel relevante que nos podrÃa animar a acometer nuevas acciones al rescatar experiencias semiolvidadas, lo que permitirÃa un reconocimiento de actividades pasadas y, por tanto otra vez, posibles.17
Notas
1. Citado por Leticia Olvera, “Homenaje a Sergio Bagú”, Gaceta, UNAM, 25 de enero de 2001. (Internet)
2. En su libro Tiempo, realidad social y conocimiento distingue tres dimensiones de la temporalidad pertinentes para el estudio “de los seres humanos organizados en sociedades”: 1) el tiempo organizado como secuencia, o transcurso; 2) el tiempo organizado como radio de operaciones, o espacio; 3) el tiempo organizado como rapidez de las transformaciones y riqueza de las combinaciones o intensidad. Esta premisa alimenta su obra más reciente Catástrofes polÃticas y teorÃa social, la cual apareció en 1997, en una coedición de la Universidad Nacional Autónoma de México y Siglo XXI Editores. En esta obra, Bagú analiza las drásticas transformaciones de fin de siglo y aunque reconoce que hay otros casos que someter al análisis comparativo, asegura que la magnitud y complejidad alcanzada exceden todo lo registrado en siglos anteriores.
3. Citado por Marta Durán de Huerta, “En memoria a Sergio Bagú, un maestro americano", Jornada UNAM 261, domingo 22 de diciembre de 2002. (Internet)
4. Todas las citas de este discurso están tomadas de Marta Durán de Huerta, ob. cit.
5. Gregorio Weinberg, Modelos educativos en la historia de América Latina, Ed. Kapelusz, Argentina, 1984, p. 41.
6. Celso Furtado, La fantasÃa organizada, EUDEBA, Tercer Mundo Editores, Colombia, 1989, p. 11.
7. Luis Vitale, Pensadores latinoamericanistas contemporáneos. (Internet)
8. En su énfasis de la naturaleza expansiva del capitalismo y su análisis estructural de la sociedad, la literatura de la dependencia recogerÃa el análisis marxista y la teorÃa marxista del imperialismo. La perspectiva dependentista rechazaba la afirmación hecha por los escritores de la modernización de que la sociedad nacional constituÃa la unidad de análisis si se pretendÃa comprender el subdesarrollo. Los rasgos culturales e institucionales internos no explicaban por sà solos el retraso de los paÃses periféricos, si bien mantenÃan cierta importancia. La presencia relativa de rasgos tradicionales y modernos, podÃa ayudar o no, a entender las diferencias entre las sociedades, pero no explicaba en sà misma los orÃgenes de la modernidad en algunos contextos, y la falta de modernidad en otros. Por ello, el enfoque dependentista subrayó que el desarrollo de una unidad nacional o regional sólo podÃa entenderse en conexión con su inserción histórica en un sistema polÃtico y económico internacional que surgió tras la ola de coloniza ciones europeas del mundo. Este sistema global se habÃa caracterizado desde entonces por la desigualdad pero combinando el desarrollo de sus diferentes componentes.
9. Francisco López Segrera, Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el Caribe ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra región? (Internet)
10. Según Bagú, “El régimen económico luso-hispano del perÃodo colonial no es feudalismo. Es capitalismo colonial,....el cual presenta reiteradamente en los distintos continentes ciertas manifestaciones externas que lo asemejan al feudalismo. Es un régimen que conserva un perfil equÃvoco, sin alterar por eso su incuestionable Ãndole capitalista. Lejos de revivir el ciclo feudal, América ingresó con sorprendente celeridad dentro del capitalismo comercial, ya inaugurado en Europa... y contribuyó a dar a ese ciclo un vigor colosal, haciendo posible la iniciación del capitalismo industrial años más tarde”. EconomÃa de la sociedad colonial, Editorial Grijalbo, México, 1993, passim.
11. Autores especialmente significativos como José Medina EcheverrÃa, Celso Furtado, AnÃbal Pinto, Pablo González Casanova, Rodolfo Stavenhagen, Carlos Sempat Assadurian, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Osvaldo Sunkel, Pedro Paz, André Gunder Frank, Tomás A. Vasconi, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, Marta Harneker, Ruy Mauro Marini, entre otros, sus argumentos y teorÃas gozan todavÃa hoy especial relevancia, para la comprensión del papel de América Latina y el Caribe en el actual sistema-mundo pues el hecho de que los metarrelatos en boga en el siglo ** hayan hecho crisis, no implica la crisis de toda forma de pensar el futuro.
12. Marco A. Gandásegui, “El sistema-mundo de Wallerstein. El sistema-mundo y la transición”, Tareas 112, Panamá, septiembre-diciembre 2002, p. 15.
13. Sergio Bagú, “El sentido de lo histórico en la obra de Pablo González Casanova”, revista Anthropos, núm. 168, septiembre-octubre de 1995, pp. 59-63.
4. Hugo Zemelman, “Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento”, El Colegio de México, Jornadas 126, México, 1996, p. 30.
15. Revista Anthropos, núm. 168, septiembre-octubre de 1995, pp. 59-63. (Internet)
16. Enoch Adames M., “Repensar las ciencias sociales. Una perspectiva desde los sistemas-mundo”, Tareas N°112, Panamá, septiembre-diciembre 2002, pp. 19-37.
17. MarÃa C. Feijoo, “Mujer y polÃtica en América Latina: el estado del arte”. Ponencia presentada en el taller sobre desigualdad social y jerarquÃa de género en América Latina, Perú, junio de 1985, p. 29.
2007-03-11 20:55:02
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answer #2
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answered by Superichy 3
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