Hola! Al ser una ciudad con mucho par a visitar, la más recomendable es hacer un City Tour primero. A continuacion, le detallo algunos de los sitios turísticos a visitar en una visita a Buenos Aires:
*Plaza de Mayo, centro historico de la Ciudad. Area Fundacional. Casa de Gobierno (la Casa Rosada), el Cabildo de la Ciudad, la Catedral.
*San Telmo: Es recomendable visitar este Barrio un domingo, ya que se organiza una feria de antiguedades, la calle Defensa se hace peatonal, artistas callejeros, etc.
*La Boca: Visita a la cuna del tango y del pintor Quinquela Martin. Se visita la renombrada Calle Caminito. Feria artesanal.
*Puerto Madero: Restaurants, vida nocturna.
*Palermo: Se pueden visitar sus "bosques", pulmones verdes de la ciudad. Además cuenta con un Zoologico, zona de restaurantes, etc.
*Recoleta: Es un sitio favorito por los turistas. Muchas plazas y zona de antiguas residencias. Ademas se concentran restaurantes y un complejo de cine, con mucha vida nocturna. Aqui se encuentra el famoso Cementerio de la Recoleta, 3º cementerio más importante del mundo, luego del de Paris y Genova. Aqui descansan presidentes de la Argentina, importantes personalidades y la Sra. Evita Perón, entre otros. Además de esto, es impresionante por lo bello de su arquitectura, sus esculturas y decoracion de cada Mausoleo. Para conocerlos, se puede contratar el City tour, o tambien lo puede hacer por su cuenta. Los medios de transporte más utilizados son los subterraneos, buses o taxis. El costo por persona del city tour es de ARS$35 (pesos argentinos).
*Tigre: Se conoce el Gran Delta del Paraná, a tan solo 30 Km de la ciudad. Gran feria de Artesanias (nuestro Puerto de Frutos), paseos en Catamaran y por los paseos por la Ribera. Se puede tomar tambien el Tren de la Costa, tren turistico, y visitar tambien el Parque de la Costa, que es un Parque de Diversiones, el mas grande del país.
Se puede contratar la excursion, o tambien lo puede hacer por su cuenta. El costo por persona es de ARS$65.
*Temaiken: a 45 Km de la Ciudad. Zoologico y Parque temático, con un gran acuario y ambientes para los animales muy bien reproducidos.
Se puede contratar la excursion, o tambien lo puede hacer por su cuenta. El costo por persona es de ARS$100.
*Estancias: Se puede pasar un dia en una de ellas, conociendo lo que una vez fue la vida del gaucho". Se deleitan exquisiteces, como Asados, pastelitos, pan casero, empanadas y un buen vino. Ademas, se puede andar a caballo, ver destrezas gauchas, bailes folkloricos, etc. El costo de esta excursion, por persona es de ARS$150
*Show de Tango: Generalmente ambientados en el 1930, epoca de esplendor del Tango o en los viejos "conventillos" del 1900 del Barrio de La Boca, puede disfrutar de una cena y luego de una profesional show de tango. El costo por persona, aproximado, segun el show de tango elegido es de ARS$240.
Tambien puede visitar los grandes shoppings de esta ciudad: Abasto Shopping (con la casa donde vivio Gardel enfrente), Alto Palermo Shopping, Galerias Pacifico, Patio Bullrich, Paseo Alcorta, etc. Un paseo obligado para todo turista que visita esta ciudad es la peatonal "Florida", con grandes comercios, y la Plaza San Martin, espacio donde muchos "porteños" van a descansar y tomar un poco de sol.
Los estudios Telefe donde se graba Gran Hermano son en Martinez, pcia de Buenos Aires, a unos 20 KM de Capital Federal (calle Fleming 1101). El Tel es 011 4717-8400, ya te agregue los códigos para llamar desde el interior (011). Ahi seguramente saben decirte cómo hacer para reservar la entrada. Para ir, podes tomarte el colectivo Linea "60", que va por Av. Maipu. Suerte!
2007-03-02 23:33:47
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answer #1
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answered by Mugricienta 6
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La ciudad ofrece paseos tradicionales y lugares secretos. El Colón y pequeños teatros experimentales. LibrerÃas antiguas y nuevos centros culturales. Más de cien museos. Ferias artesanales y modernos centros comerciales. Cafés históricos. Tango, milonga. Parques. Bares donde disfrutar el primer y último vaso de la noche.
La mÃtica Buenos Aires
Para la oferta turÃstica y cultural hay que consultar la Agenda de la Ciudad, que permite organizar un programa de actividades según los gustos, con información detallada de los espectáculos. Además la sección de espectáculos y el suplemento especial Ciudad Abierta del diario Página 12. El suplemento se puede obtener gratis en los centros de informes.
Los carteles verdes con el escudo de la Ciudad están en las veredas e informan sobre los espectáculos que organiza la SecretarÃa de Cultura: son de primer nivel, gratuitos o de precios muy accesibles.
Como en el sueño de Borges, una GuÃa de Museos y un Mapa de las Artes trazan infinitos recorridos por la muy urbana geografÃa porteña. Entre los 118 museos y los múltiples rincones de arte, es fácil perderse en el intenso laberinto cultural de Buenos Aires.
De las Bellas Letras a la adusta ciencia de los meandros inconscientes, de Jorge Luis Borges a Jaques Lacan, con escala en la estadÃstica no menos que en el naturalismo, la idea del catálogo que contenga todos los catálogos ha desatado tanto fervor como disparado imaginerÃas.
Lo más semejante al catálogo de catálogos que refulge en este puerto son los ejemplares de la GuÃa de Museos de Buenos Aires editada por el Gobierno de la Ciudad, distribuida en esas mismas instituciones y centros de difusión turÃstica. En una edición de nada común prolijidad realizada a todo color y en tamaño de bolsillo surgen uno a uno y en detalle los –nada menos que– ciento dieciocho museos que pululan en esta urbe y que equivalen a otros tantos paseos culturales capaces de ocupar (ahorrad la aritmética) más de un año de sábados o domingos. Surgen asà posibilidades tan disÃmiles como un museo de la caricatura, del Che Guevara, la Torre (llamada) de los Ingleses y sus atÃpicas muestras fotográficas, de Calcos en la Costanera Sur, el Carlos Gardel, de FarmacobiologÃa, de Murgas, del tango propiamente dicho, todos los de arte, barriales, universitarios, religiosos, de la Pasión Boquense (una extensión de lo anterior), de maquetas, el que recuerda a Evita, en fin, variedades inimaginables, capaces de disparar la curiosidad, el asombro, el ardor.
La asimétrica concentración de atractivos museológicos en la ciudad hace que ciertas zonas –el microcentro y Retiro, sin ir más lejos– tengan una alta oferta de propuestas: el numismático, el Mitre, el Postal, el de arquitectura, la Torre Monumental, el de arte hispanoamericano, el de la inmigración, el ferroviario... y muchos más. En tanto otras zonas, como la heteróclita barriada de Palermo –la más grande y populosa de Buenos Aires, en vÃas de emancipación–, se combina con paseos que van del parque Tres de Febrero al Planetario, del coqueto Palermo Chico con su joya preciada –el Malba– a las casonas de Palermo Viejo con sus Hollywood y Soho tercermundistas.
Evocando a Gardel
La mÃtica Buenos Aires
El paseo por la historia de Gardel comienza en la calle Carlos Pellegrini frente al porteñÃsimo Obelisco. El micro va rumbo a la Chacarita para visitar la tumba de Gardel, quien fue velado en el Luna Park en 1936 y llevado en procesión a contramano por la calle Corrientes hasta el cementerio. Desde allÃ, el recorrido pasa por lugares emblemáticos de la historia de Gardel, como el Hipódromo de Palermo y el Palais de Glace.
La música está presente a lo largo de todo el viaje. Por momentos el guÃa se atreve a cantar a capella Por una cabeza, y el público se suma sin pensarlo para formar un coro de tango. Cuando la participativa audiencia requiere música que acompañe las canciones, se coloca un CD que oficia de batuta para ordenar el coro.
El segundo destino es el barrio del Abasto, donde se visita la “casa chorizo” de la calle Jean Jaurés 735 que habitó Gardel con su madre entre 1927 y 1933. La casa, reacondicionada tal como era originalmente, es hoy la sede del Museo Carlos Gardel, decorado con fotos gigantes del Zorzal.
Durante el paseo por este barrio, el guÃa relata los amores de Gardel y cuenta la historia de aquella bala que una vez se le alojó en el pulmón y nunca pudieron extraerle.
En el pasaje Carlos Gardel –donde hay una estatua de bronce del Troesma–, los fines de semana suele haber shows callejeros de tango y venta de libros, partituras, discos y artesanÃas fileteadas. En la esquina del pasaje Carlos Gardel y Anchorena estaba el bodegón y hotel Chanta Cuatro, donde el Zorzal Criollo solÃa reunirse con sus amigos. Allà se realiza actualmente un show para turistas llamado Esquina Carlos Gardel. Y a unos metros, en la esquina de Agüero y Humahuaca, estaba el bar O'Rondeman –hoy una casona abandonada y en ruinas– donde Gardel fue contratado para cantar en 1910.
El Abasto está viviendo un incipiente proceso de reconversión barrial hacia una estética tanguera. El eje de este cambio son los murales callejeros que está pintando el artista Marino SantamarÃa en el frente de muchas casas. Con este trabajo de arte público –como lo denomina su autor– se espera que algún dÃa las orquestas brinden conciertos callejeros leyendo las partituras pintadas en las paredes. Junto a los pentagramas con sus fusas y corcheas hay ocho imágenes gigantes del llamado Gardel-Pop creado por SantamarÃa. Cada vez son más las fachadas que el artista va pintando con motivos musicales, cubriendo incluso las paredes de viejos depósitos y casas en mal estado de conservación. La mayor parte de las obras están alrededor del antiguo mercado del Abasto, sobre las calles Zelaya y Anchorena.
En la zona también se puede ver el portón de una herrerÃa con el reborde pintado con fileteados, ese arte popular porteño que combina detalles del rococó francés, arabescos y motivos de la gótica alemana, que servÃa para ornamentar los vehÃculos a comienzos del siglo XX.
En el laberinto de los senderos que se bifurcan
La excursión que se realiza por el circuito turÃstico dedicado a Jorge Luis Borges es en los hechos una especie de recital de poesÃa en diversos escenarios de la vida del escritor. El “ritual” borgeano comienza en la casa natal del poeta, ubicada en Tucumán 840, donde hay un centro cultural que no tiene que ver con él.
El micro va rumbo al sur, hacia la vieja Facultad de FilosofÃa y Letras de la calle Viamonte, donde Borges dictaba su cátedra de literatura inglesa. Luego de pasar frente a la antigua Biblioteca Nacional de la calle México al 500 -Borges fue uno de sus tres directores ciegos, junto con José Mármol y Paul Groussac–, se visita la manzana comprendida entre las calles Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga, lugar de la “Fundación mÃtica de Buenos Aires”. El guÃa explica que en una casa de la calle Serrano creció Borges, inmerso en un mundo de dos lenguas: el castellano y el inglés de su abuela. Allà escuchaba los relatos de antiguos episodios militares en los que participó su abuelo y que inspiraron algunos de sus poemas.
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El zoológico de Buenos Aires es la siguiente parada de la excursión. Cuando era chico, Borges iba al zoo y se quedaba frente a la jaula de los tigres, observando la fiereza contenida del animal. AllÃ, el guÃa levanta la voz y recita El Oro de los Tigres:
“Hasta la hora del ocaso amarillo
cuántas veces habré mirado
al poderoso tigre de Bengala
ir y venir por el predestinado camino
detrás de los barrotes de hierro
sin sospechar que era su cárcel.”
Una vez roto el hielo, los excursionistas también sacan sus poemas escondidos y recitan para los demás. Rápidamente se descubre que la mayorÃa son admiradores del escritor. En ciertas ocasiones, también se recorre el JardÃn Japonés, donde el aire se llena de haikus:
“¿Es un imperio
esa luz que se apaga,
o una luciérnaga?”
En la calle Laprida 1214 se visita la Casa de Xul Solar, que ofrece un acercamiento pictórico al mundo borgeano. Este excéntrico pintor, astrólogo e inventor de lenguajes ocultistas y de un ajedrez de 48 piezas, era admirado por Borges. Aquà se exhiben cuadros del pintor y una carta natal que le hizo a su amigo escritor: “Por esa escalera he subido un número hoy secreto de veces; arriba me esperaba Xul Solar... Más importante es otra conjunción: la de muchos idiomas y religiones, y al parecer de todas las estrellas, ya que era astrólogo... HabÃa inventado dos idiomas... y el panjuego. Cada vez que me lo explicaba, sentÃa que era demasiado elemental y lo enriquecÃa de nuevas ramificaciones, de suerte que nunca lo aprendÔ.
La Iglesia Ortodoxa Griega de la calle Julián Alvarez al 1036 era uno de los rincones favoritos de Borges en Buenos Aires. En la década del 60 solÃa visitar este templo de la mano de MarÃa Kodama para escuchar música y asistir a rituales religiosos.
“Mientras dure esta música
seremos dignos del amor de Helena de Troya.
Mientras dure esta música
seremos dignos de haber muerto en Arbela.
Mientras dure esta música
creeremos en el libre albedrÃo
esa ilusión de cada instante
seremos la palabra y la espada
...Mientras dure esta música
mereceremos haber visto, desde una cumbre,
la tierra prometida.”
El último punto del paseo es la visita a la Fundación Borges –Anchorena 1660–, ubicada en una casona neocolonial con columnas salomónicas que alberga la posesión más sagrada para Borges: su biblioteca con los libros de su último departamento en la calle Maipú. Además se exhibe una serie de objetos que lo acompañaron en su vida y son parte de su literatura: talismanes, cuadros y una colección de bastones artesanales de todo el mundo. En el fondo de la Fundación hay una medianera que da a una casa que Borges habitó entre 1938 y 1943, donde escribió Las ruinas circulares.
El rincón zen de la ciudad
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El JardÃn Japonés es una muestra fiel del diseño milenario asiático y un espacio de contemplación para alcanzar el nirvana. Un activo centro de cultura japonesa abierto a toda clase de visitantes.
La ciudad de Buenos Aires tiene uno de los jardines japoneses mejor logrados fuera de Asia. En un predio de dos hectáreas y media ubicado en el barrio de Palermo, fue creado en 1967 un jardÃn que toma como modelo el diseño zen, que generalmente se edifica como acceso previo a un templo. La razón para construirlo fue un homenaje de la visita a Buenos Aires de los prÃncipes herederos de la corona japonesa.
La imagen emblemática del JardÃn Japonés es un puente curvo de color rojo denominado genéricamente taiko-bashi. Debido a su forma y sus bajos peldaños resulta complicado de transitar y conviene hacerlo de costado, tomándose de la baranda. El puente fue diseñado asà porque conduce a la “isla de los dioses y los tesoros”, y para un mortal no debe ser sencillo llegar a los dioses. En esa isla hay una pequeña cascada que representa el origen de la vida.
En otro sector del jardÃn hay un puente muy singular llamado yatsu-hashi –puente de las decisiones– cuya forma en zig-zag deriva del ideograma que simboliza el número 8. El puente es una especie de plataforma truncada casi a ras del agua que, según la tradición, las personas deben atravesar antes de tomar una decisión de peso en su vida. El puente conduce a la “isla de los remedios milagrosos”.
A lo largo de todo el JardÃn Japonés hay innumerables especies de plantas, flores y árboles, tanto autóctonos como orientales. Allà encontramos bambúes, cerezos, ginko bilobas, pinos y plantas japonesas como la sakura, el acer palmatun y las azaleas. En los estanques llaman la atención los coloridos peces carpa de origen japonés (koi), que son tan atrevidos que basta con que una persona se acerque a la orilla para que saquen la cabeza abriendo la boca, cual perritos pidiendo de comer. En un extremo del jardÃn el Vivero Kandan suele ofrecer exposiciones de bonsai, que también están a la venta. Antes de comprar uno se debe tener en cuenta que primero habrÃa que hacer un curso de un dÃa que ofrece el vivero. Un bonsai no es una planta modificada genéticamente sino un árbol al que se le cortan sistemáticamente las ramas y raÃces para que pueda vivir sin crecer dentro de una maceta. Esta costumbre se originó en China hace unos dos mil años como un objeto de culto de los monjes taoÃstas. Mediante los rigurosos procedimientos del bonsai uno puede tener en un balcón, por ejemplo, una pequeña higuera, pinos, duraznos que dan su fruto en tamaño natural, olivos y cÃtricos. Pero si no recibieran su correspondiente cuidado morirÃan rápidamente.
Rincones porteños
La ciudad tiene múltiples secretos que con tiempo y paciencia es posible descubrirlos en inesperados rincones de Palermo, Belgrano, Núñez, Constitución, Parque Patricios y Pompeya. Entre los más conocidos, un paseo por el Pasaje Bollini, el de la Piedad, el Rivarola y otras callecitas inconclusas.
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La sobriedad de la Avenida de Mayo, la elegancia de Santa Fe, el lujo de la Avenida Alvear y los restos bohemios de Corrientes bien podrÃan definir gran parte del alma de Buenos Aires. Pero a la vez, escondidos en muchos de los barrios de la ciudad, existen más de cuarenta pasajes que, tanto para sus habitantes como para los visitantes, pasan inadvertidos y ni siquiera figuran en las guÃas turÃsticas. Nacidos como consecuencia de errores de cálculo en los diferentes trazados urbanÃsticos que le dieron forma a la Capital Federal, estas pintorescas callecitas inconclusas rompen con belleza la simetrÃa de las manzanas y son verdaderos remansos de serenidad en medio del vértigo ciudadano. Y si bien los nombres de muchos de ellos son muy conocidos, casi todos permanecen ocultos, esperando ser descubiertos por caminantes que quieren adentrarse en los ángulos inexplorados de la ciudad o turistas no tradicionales que buscan mucho más que tango, asado y fotos del Obelisco.
A pesar de su marginación, y mucho después de sus humildes orÃgenes, estos bellos recovecos se fueron transformando con el paso del tiempo en los sitios favoritos de varios artistas o gente que querÃa vivir en un lugar especial y distinto o abrir locales extravagantes o exclusivos. Tal es el caso del legendario Pasaje Bollini, cuya memoria encierra en sus dos cuadras de espaldas al Hospital Rivadavia –desde Pacheco de Melo al 2800 hasta la misma altura de French– tanto mÃticas historias de cuchilleros como interminables noches de música y diversión a fines de los años 80. Jorge Luis Borges recreó esas antiguas historias de malevos en su libro Evaristo Carriego y también homenajeó al pasaje en su poema “La Cortada Bollini”. Actualmente, además de cenar o almorzar en algunos de los restaurantes que lo rodean, se pueden pasar muy buenos momentos en el elegante café La Dama de Bollini, donde se organizan encuentros poéticos, recitales de boleros, tango o jazz y muestras de plástica y pintura.
En Barrio Norte está el llamado Rue des Artisans, con galerÃas de arte, casas de antigüedades, locales de muebles y hasta un taller de diseño e indumentaria. Situado entre Libertad 1240 y Arenales 1239, en sus orÃgenes tuvo forma de ele. Pero una disputa familiar dio como resultado el paredón que los separa y divide sus estilos, italiano y parisino, respectivamente. A pocas cuadras de allà –en Vicente López 1661, entre Paraná y RodrÃguez Peña– se encuentra el Pasaje del Correo, muy concurrido durante todo el dÃa ya que, en su breve trazado, este prolijo y sobrio pasillo dispone de un restaurante y un café sobre su entrada. Además, quienes lo frecuentan pueden adquirir exóticas hierbas para té en un comercio especializado, o disfrutar de los óleos y marcos clásicos expuestos en una galerÃa artÃstica. El constante trajÃn de gente se debe, también, a los cursos y talleres de pintura, encuadernación y dibujo que se dictan en uno de sus reductos culturales.
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Los limoneros desprenden su aroma, que se confunde con el de variadas plantas y flores, mientras el canto de los gorriones flota en el aire evocando la placidez que reina en las siestas de provincia. Y sin embargo, esta bucólica escena tiene lugar a sólo tres cuadras de las bocinas, el humo y los empujones de la frenética Corrientes, en Bartolomé Mitre entre Paraná y Montevideo. AllÃ, frente a la iglesia Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario, se encuentra el Pasaje de la Piedad, uno de los más hermosos y tradicionales de la ciudad. Con su forma de herradura, su estilo barroco italiano y su aire parisino, este mágico hueco de Buenos Aires es un verdadero oasis de paz y belleza.
Recorrerlo representa ingresar a un tiempo y un espacio paralelos en el que entran en juego esos misterios tan bien escondidos que guarda la Reina del Plata. Si bien algunos de sus frentes están un poco deteriorados, las aristocráticas rejas, los distinguidos faroles y los balcones aportan su cálido glamour. Las tres casas ubicadas al fondo, con sus porches, elegantes puertas de madera y columnas, redondean el encanto único de este lugar construido en 1890 y cuyos departamentos fueron los que inauguraron la modalidad de alquilar viviendas en Buenos Aires.
El recorrido puede continuar en las cercanÃas, más precisamente en los cien metros que unen las calles Bartolomé Mitre con Tte. Gral. Juan D. Perón, entre Talcahuano y Uruguay. El Pasaje Rivarola, construido en los inicios de la década del 20 por la firma Petersen, Thiele y Cruz, una muestra antológica de la arquitectura secreta de Buenos Aires. Como en un efecto de espejo, muestra a lo largo de su única cuadra frentes idénticos. Cada fachada, desde las vidrieras de los locales y las entradas de los edificios hasta las cúpulas de las esquinas y los balcones, tiene su correspondiente réplica en la vereda de enfrente. Un verdadero hallazgo que pocos porteños conocen y que vale la pena recorrer. En sus veredas abundan las casas de instrumentos musicales y las imprentas, pero el local que más llama la atención es una antigua relojerÃa conocida como “La Chacarita de los relojes” (asà se llama el cementerio más grande de la ciudad). Visitada por coleccionistas de todo el mundo, es un auténtico santuario en cuya vidriera yacen apiladas y colgadas piezas oxidadas de todos los tiempos, variedad y orÃgenes.
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Los pasajes porteños esconden, además de historias y misterios, el silencio verdadero imposible de sentir en el resto de la ciudad. En ellos, Buenos Aires detiene su marcha frenética y rabiosa y adquiere la calma necesaria para equilibrar su sistema nervioso y replegarse en una intimidad de ensueño. Quienes deseen comprobarlo, también pueden acercarse al Pasaje Dellepiane, entre Viamonte y Tucumán, a la altura de Avenida Córdoba al 1600; al Bernardo Vélez, en La Pampa 2990; al San Carlos, en Quintino Bocayuva 151; o al Santamarina, al que se puede acceder por Chacabuco 641 o México 750. En esos lugares, Buenos Aires devela, una vez más, el encanto de sus infinitos secretos.
2007-03-01 07:41:22
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answer #7
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answered by viajero 5
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