Mito y conducta sexual, estudio de los comportamientos amorosos o sexuales cuya designación procede de personajes o hechos narrados por la mitologÃa griega y romana, la Biblia y la literatura en general. Es el caso de los sátiros, Don Juan, las ninfas, Eros, Cupido, Afrodita, Venus, Narciso, Onán, Sodoma, PrÃapo, Edipo y Electra.
Desde un punto de vista general, Eros ha dado origen al erotismo, tanto masculino como femenino. Pero a las cualidades comunes de su equivalente romano, Cupido, se añade la reprobación de origen cristiano presente en palabras como ‘concupiscencia’, compuesto de cupere, ‘desear’, para designar la afición desmedida por los placeres sexuales. De manera semejante, si de Afrodita derivan lo afrodisÃaco, es decir, lo que estimula el apetito sexual, y de Venus las cosas ‘venéreas’, es justo señalar que este último adjetivo, cuando se aplica a las enfermedades de transmisión sexual, adopta un matiz negativo.
En una cosmovisión politeÃsta como la griega y la romana, fenómenos de la naturaleza, deseos y conductas aparecÃan representados a través de figuras divinas o semidivinas. Al deseo expresado por Eros y Afrodita (o por Cupido y Venus) como equilibrio entre lo racional y lo irracional, se añadÃan las formas, muchas veces hÃbridas o monstruosas, signos del exceso y la desarmonÃa. Asà ocurrÃa con los sátiros y las ninfas. Los primeros (con una parte de su cuerpo de hombre y otra de animal: caballo o macho cabrÃo) han pasado a designar a los hombres lascivos y, en el lenguaje médico, la palabra ‘satiriasis’ significa la exaltación del impulso sexual en el hombre. Un término próximo, en un lenguaje más coloquial, es donjuanismo, derivado, como es evidente, del mito literario de don Juan. Las ninfas, consideradas muy agresivas en su conducta sexual, capaces de raptar al objeto de sus deseos, han dado lugar en diferentes lenguas a la llamada ninfomanÃa, también conocida como andromanÃa o furor uterino. En este mismo contexto, debe situarse la figura de PrÃapo y el priapismo, término en el que se ha perdido la exaltación del placer: designa, en todo caso, una erección continua y dolorosa del miembro viril, sin que ello signifique presencia de deseo o excitación.
Mitos como el de Narciso, Edipo y Electra han sido utilizados por Freud y el psicoanálisis. Se ha insistido mucho en la definición del narcisismo como una tendencia destructiva, olvidando que puede ser también un comportamiento positivo. Al fin y al cabo, en el mito original el personaje acaba convertido en flor después de sumergirse en las aguas que le devuelven su imagen. La seducción, en el ámbito amoroso, incluye una inclinación narcisista y de autoestima: la mirada y los elogios del amado enaltecen al amante y viceversa. El complejo de Edipo y el complejo de Electra aluden, respectivamente, a la identificación del niño y de la niña con el progenitor del sexo opuesto.
En la Biblia, Onán es el ejemplo del hombre castigado por no haber dejado descendencia: “Entonces Judá dijo a Onán: ‘Cásate con la mujer de tu hermano y cumple como cuñado con ella, procurando descendencia a tu hermano’. Onán sabÃa que aquella descendencia no serÃa suya, y asÃ, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra, evitando el dar descendencia a su hermano” (Génesis, 38, 8-9). En el lenguaje de la teologÃa, el onanismo designa la práctica elegida por Onán (“savia sin finalidad”), pero el significado habitual lo hace sinónimo de masturbación o placer solitario. Durante mucho tiempo se consideró a la masturbación deleznable y hasta enfermiza, con graves amenazas a la salud fÃsica y mental. Evidentemente, encarna dos principios absolutamente opuestos a los fijados por muchos dogmas religiosos: la no procreación y el autoerotismo.
Con respecto al mito bÃblico de Sodoma y Gomorra, el nombre de la primera ciudad ha dado origen al vocablo que sirve para identificar la práctica sexual llamada sodomÃa, y el de sus habitantes, los sodomitas, a la palabra que alude a quienes la realizan. La mayorÃa de los diccionarios define la sodomÃa como el acto ‘contra natura’ entre personas del mismo sexo y es verdad que en muchos textos se identifica al sodomita, sea éste activo o pasivo, con el homosexual. En cambio Manuel Seco, en su Diccionario del español actual, cumple en aclarar que se trata de la “relación anal de un hombre con otro hombre o con una mujer”. Se dice que las dos ciudades del mito fueron condenadas a la destrucción por el desenfreno sexual de sus habitantes. Según John Boswell, esta interpretación moral reprobatoria ha acabado ocultando la que fue verdadera causa del castigo: que los sodomitas se negasen a recibir —e incluso agrediesen— a los ángeles que, enviados a la ciudad, sólo fueron acogidos por Lot y los suyos. Si éstos se salvan y los demás son castigados, concluye Boswell, el verdadero pecado fue no cumplir con las leyes de la hospitalidad.
2007-01-08 21:46:16
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answer #7
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answered by fulanito ciber 4
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