Si buscáramos el propósito de la vida por nuestra cuenta, pudiera ser que no consiguiéramos apenas resultados o que fracasáramos por completo, como les ha ocurrido a la mayorÃa de los hombres y las mujeres, incluso a quienes tienen vastos conocimientos y amplia experiencia. Pero no se nos ha dejado solos. Nuestro Creador nos ha proporcionado ayuda. Pensemos en ello: ¿no es él el Origen de la perspicacia y la sabidurÃa, pues es de “tiempo indefinido a tiempo indefinido” y tiene conocimiento absoluto del universo y la historia? (Salmo 90:1, 2.) Ãl creó a los seres humanos y ha observado toda la vida de la especie humana, de modo que es Aquel a quien debemos acudir en busca de perspicacia, no a los hombres imperfectos, cuyo conocimiento y percepción son limitados. (Salmo 14:1-3; Romanos 3:10-12.)
6 Claro está, no podemos esperar que el Creador nos susurre al oÃdo una revelación sobre el significado de la vida; pero él ha suministrado una fuente de perspicacia: su Palabra inspirada. (Salmo 32:8; 111:10.) El libro de Eclesiastés es de especial valor a este respecto. Como Dios inspiró a Salomón, su escritor, “la sabidurÃa de [este] era más vasta que la sabidurÃa de todos los orientales”. (1 Reyes 3:6-12; 4:30-34.) “La sabidurÃa de Salomón” impresionó tanto a una reina que lo visitó, que esta dijo que no se le habÃa referido ni la mitad y que los que la escuchaban deberÃan ser verdaderamente felices. (1 Reyes 10:4-8.) La sabidurÃa divina que nuestro Creador suministró por medio de Salomón también puede darnos a nosotros perspicacia y felicidad.
7 Eclesiastés refleja la sabidurÃa divina, que afectó el corazón y el intelecto de Salomón. Como tenÃa el tiempo, los recursos y la perspicacia para hacerlo, Salomón analizó “todo cuanto se ha hecho bajo los cielos”. Comprendió que la mayor parte “era vanidad y un esforzarse tras viento”, un juicio inspirado que deberÃamos tener en cuenta cuando pensamos en nuestro propósito en la vida. (Eclesiastés 1:13, 14, 16.) Salomón fue franco, realista. Por ejemplo, reflexionemos en las palabras de Eclesiastés 1:15, 18. Sabemos que los hombres han probado diversas formas de gobierno a través de los siglos, a veces con la sincera intención de resolver los problemas y mejorar la calidad de vida de la gente. Ahora bien, ¿ha enderezado realmente algún gobierno todas las cosas ‘torcidas’ de este sistema imperfecto? Y tal vez hayamos observado que cuanto más conocimiento tiene una persona, más consciente se hace de la imposibilidad de corregir por completo los problemas durante una vida de corta duración. Tal conocimiento frustra a muchas personas, aunque no necesariamente a nosotros.
8 Otro punto que analizar tiene que ver con ciclos naturales que nos afectan, como la salida y la puesta del Sol o el movimiento del viento y el agua. ExistÃan en los dÃas de Moisés, Salomón, Napoleón y nuestros bisabuelos, y siguen existiendo. Del mismo modo, “una generación se va, y una generación viene”. (Eclesiastés 1:4-7.) Desde la óptica humana, poco ha cambiado. La gente de la actualidad tiene actividades, esperanzas, ambiciones y logros equiparables a los del pasado. Aun cuando la humanidad ha producido algunas personas que han conseguido la fama o han destacado por su belleza o talento, ¿dónde están ahora? Se fueron, y probablemente han caÃdo en el olvido. Esta no es una manera de pensar pesimista. La mayorÃa de la gente ni siquiera conoce el nombre de sus bisabuelos ni sabe dónde nacieron y están enterrados. Podemos comprender por qué Salomón vio con realismo la vanidad de los esfuerzos y las tareas del hombre. (Eclesiastés 1:9-11.)
9 En lugar de frustrarnos, esta comprensión divina de la situación fundamental de la familia humana puede tener un efecto positivo, al motivarnos a no valorar indebidamente metas y afanes que pronto desaparecerán y se olvidarán. DeberÃa ayudarnos a evaluar cómo estamos aprovechando la vida y qué tratamos de lograr. Para ilustrarlo: en lugar de ser ascetas, podemos disfrutar de comer y beber con moderación. (Eclesiastés 2:24.) Y, como veremos, Salomón llega a una conclusión optimista y muy positiva. Expresada brevemente: debemos apreciar profundamente nuestra relación con el Creador, quien puede ayudarnos a tener un futuro eternamente feliz y con propósito. Salomón enfatizó: “La conclusión del asunto, habiéndose oÃdo todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”. (Eclesiastés 12:13.)
Nuestro propósito a la luz de los ciclos vitales
10 La sabidurÃa divina que se refleja en Eclesiastés puede ayudarnos también en el análisis de nuestro propósito en la vida. ¿Por qué? Porque Salomón se centró con realismo en otras verdades en las que quizá raras veces pensamos. Una de ellas tiene que ver con las similitudes que hay entre los seres humanos y los animales. Aunque por lo general a la gente no le gusta que se la asemeje a animales, Jesús comparó a sus seguidores con ovejas. (Juan 10:11-16.) Ahora bien, Salomón llamó la atención sobre ciertos hechos innegables: “El Dios verdadero va a [seleccionar a los hijos de la humanidad], para que vean que ellos mismos son bestias. Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, asà muere la otra; [...] de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad [...]. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo”. (Eclesiastés 3:18-20.)
11 Piense en un animal que le guste contemplar, pongamos por caso el damán o el conejo. (Deuteronomio 14:7; Salmo 104:18; Proverbios 30:26.) O puede que prefiera imaginarse una de las trescientas especies de ardillas que hay en el mundo. ¿Cuál es su ciclo vital? Después de nacer, su madre la alimenta durante algunas semanas. Al poco tiempo ya tiene pelo, y puede aventurarse a salir de la madriguera. Quizá la veamos correteando, aprendiendo a buscar comida. Pero muchas veces parece que simplemente está jugando, disfrutando de su juventud. Tras crecer por más o menos un año, encuentra pareja. Entonces debe hacer un nido o madriguera y cuidar de sus crÃas. Si encuentra suficientes bayas, nueces y semillas, la familia de la ardilla puede medrar y tener tiempo para agrandar la madriguera. Pero a los pocos años, el animal envejece y se hace más propenso a sufrir accidentes y contraer enfermedades. Más o menos a los 10 años, muere. Este es el ciclo vital de la ardilla, con ligeras variaciones dependiendo de la especie.
12 La mayorÃa de las personas no cuestionarÃan ese ciclo en el caso de un animal, y difÃcilmente esperarÃan que una ardilla tuviera un propósito racional en la vida. Pues bien, ¿no es cierto que la vida de muchos seres humanos no es muy diferente de esa? Nacen, y sus padres los cuidan mientras son niños. Comen, crecen y juegan cuando son jóvenes. Poco tiempo después se han convertido en adultos, encuentran un cónyuge y buscan un lugar donde vivir y un medio de mantenerse. Si les va bien, su familia tal vez crezca y agrande su hogar (su nido), en el que crÃan a su prole. Pero las décadas pasan rápidamente, y envejecen. Si no fallecen antes, tal vez mueran después de setenta u ochenta años llenos de “penoso afán y cosas perjudiciales”. (Salmo 90:9, 10, 12.) La próxima vez que vea una ardilla (o su animal preferido), puede pararse a reflexionar sobre estos aleccionadores hechos.
13 Podemos entender por qué Salomón comparó la vida de la gente a la de los animales. Escribió: “Para todo hay un tiempo señalado [...]: tiempo de nacer y tiempo de morir”. Este último suceso resultante, la muerte, es similar en el caso del hombre y la bestia: “Como muere el uno, asà muere la otra”. Añadió: “Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo”. (Eclesiastés 3:1, 2, 19, 20.)
14 No hay por qué considerar que esta evaluación realista constituye un modo de pensar negativo. Es verdad que algunos tratan de cambiar la situación, para lo cual trabajan horas extraordinarias a fin de mejorar su nivel económico y llegar a vivir mejor que sus padres. Tal vez prolonguen sus estudios con la intención de asegurarse un nivel de vida más elevado, al mismo tiempo que procuran ampliar su comprensión de la vida. O quizá se concentren en hacer ejercicio o seguir dietas para conseguir una salud mejor o alargar un poco la vida, esfuerzos que pueden traer ciertos beneficios. Pero ¿quién puede tener la seguridad de que estos conseguirán los resultados deseados? Aun en ese caso, ¿por cuánto tiempo?
15 Salomón preguntó: “Dado que existen muchas cosas que causan mucha vanidad, ¿qué ventaja tiene el hombre? Pues, ¿quién hay que sepa cuál es el bien que el hombre tiene en la vida por el número de los dÃas de su vida vana, cuando él los pasa como una sombra? Pues, ¿quién puede decir al hombre lo que sucederá después de él?”. (Eclesiastés 6:11, 12.) Puesto que la muerte pone fin a los afanes de las personas con relativa rapidez, ¿es realmente muy ventajoso luchar por hacerse con más bienes materiales o proseguir los estudios durante largos años principalmente para conseguir más posesiones? Y como la vida es tan breve, pues pasa como una sombra, muchos comprenden que no hay tiempo para reorientar los esfuerzos hacia otra meta humana una vez que perciben el fracaso; tampoco puede un hombre saber con seguridad qué será de sus hijos “después de él”.
El momento de hacerse un buen nombre
16 A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos la capacidad de preguntarnos: ‘¿Cuál es el significado de mi existencia? ¿Se trata simplemente de un ciclo fijo, con un tiempo para nacer y un tiempo para morir?’. Recuerde a este respecto las veraces palabras de Salomón sobre el hombre y la bestia: “Todos vuelven al polvo”. ¿Quieren decir estas palabras que la muerte pone fin totalmente a la existencia del ser humano? Pues bien, la Biblia indica que los seres humanos no tienen un alma inmortal que sobrevive al cuerpo. Los hombres son almas, y el alma que peca muere. (Ezequiel 18:4, 20.) Salomón dio más detalles: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado. Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabidurÃa en el Seol, el lugar adonde vas”. (Eclesiastés 9:5, 10.)
17 En vista de este hecho inevitable, considere esta declaración: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el dÃa de la muerte que el dÃa en que uno nace. Mejor es ir a la casa del duelo que ir a la casa del banquete, porque ese es el fin de toda la humanidad; y el que está vivo debe poner esto en su corazón”. (Eclesiastés 7:1, 2.) Tenemos que concordar en que la muerte ha sido “el fin de toda la humanidad”. Ningún humano ha conseguido vida eterna bebiendo un elixir, tomando un complejo vitamÃnico, siguiendo una dieta o haciendo un determinado ejercicio fÃsico. Y por lo general, ‘el recuerdo de ellos se olvida’ no mucho después de su muerte. Entonces, ¿por qué es un nombre ‘mejor que el buen aceite, y el dÃa de la muerte que el dÃa en que uno nace’?
18 Como se indicó, Salomón era realista. Ãl sabÃa de sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob, que ciertamente se habÃan hecho un buen nombre a los ojos del Creador. Jehová Dios conocÃa bien a Abrahán, por lo que le prometió bendecirlos a él y a su descendencia. (Génesis 18:18, 19; 22:17.) SÃ, Abrahán tenÃa un buen nombre ante Dios, y llegó a ser su amigo. (2 Crónicas 20:7; IsaÃas 41:8; Santiago 2:23.) SabÃa que su vida y la de su hijo no eran simplemente parte de un ciclo interminable de nacimiento y muerte. HabÃa sin duda más que eso. Ellos tenÃan la segura perspectiva de vivir de nuevo, no porque tuvieran un alma inmortal, sino porque serÃan resucitados. Abrahán estaba convencido de que “Dios podÃa levantarlo [a Isaac] hasta de entre los muertos”. (Hebreos 11:17-19.)
19 Esta es la clave para entender cómo es que ‘un nombre es mejor que el buen aceite, y el dÃa de la muerte que el dÃa en que uno nace’. Salomón, al igual que Job tiempo antes, estaba convencido de que el Creador de la vida humana puede devolverla. Puede dar vida de nuevo a los seres humanos que han muerto. (Job 14:7-14.) El fiel Job dijo: “Tú [Jehová] llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo”. (Job 14:15.) Piense en ello: nuestro Creador siente “anhelo” por sus siervos leales muertos. (“QuerrÃas volver a contemplar lo que tus manos hicieron” [AgustÃn Magaña].) Al aplicar el sacrificio de rescate de Jesucristo, el Creador puede resucitar a los seres humanos. (Juan 3:16; Hechos 24:15.) Está claro que los hombres pueden diferir de los simples animales, cuyo final es la muerte.
20 Esto significa que el dÃa de la muerte puede ser mejor que el dÃa en que uno nace si para entonces la persona se ha hecho un buen nombre a los ojos de Jehová, quien puede resucitar a los fieles que mueran. El Salomón Mayor, Jesucristo, lo demostró. Por ejemplo, devolvió la vida al fiel Lázaro. (Lucas 11:31; Juan 11:1-44.) Como puede imaginarse, a muchos de los que estaban presentes cuando Lázaro volvió a la vida les impactó ese suceso, y pusieron fe en el Hijo de Dios. (Juan 11:45.) ¿Piensa que ellos se sentÃan sin propósito en la vida, que no tenÃan ni idea de quiénes eran ni adónde iban? Al contrario, podÃan ver que no tenÃan por qué ser como simples animales, que nacen, viven por un tiempo y luego mueren.
Su propósito en la vida estaba directa e Ãntimamente ligado con conocer al Padre de Jesús y hacer Su voluntad. ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Nos ha ayudado este estudio a comprender, tal vez con más claridad, cómo nuestra vida puede y debe tener un verdadero propósito? No obstante, tener en la vida un propósito verdadero y que valga la pena significa mucho más que pensar en volver a vivir después de la muerte.
Implica lo que hacemos con nuestra vida a diario.
Salomón también dejó clara esta idea en Eclesiastés, como veremos en el siguiente artÃculo
“El relato sobre la reina de Seba, al que se ha llamado muchas veces leyenda, pone de relieve la sabidurÃa de Salomón. (1 R. 10:1-13.)
Pero el contexto indica que su visita a Salomón en realidad estaba relacionada con el comercio, y siendo asà es comprensible; no hay por qué dudar de su historicidad.” (The International Standard Bible Encyclopedia [1988], tomo IV, página 567.)
2006-12-15 23:45:18
·
answer #7
·
answered by ))Vip(( 2
·
1⤊
1⤋