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la mujer que mas amo tiene un daño en el cerebro, estas ultimas semanas esta mas mala de salud
que hago DIOS MIO

2006-11-27 17:31:34 · 15 respuestas · pregunta de Anonymous en Salud Enfermedades Cáncer

15 respuestas

como decía miguel serrano.. "¿Y qué es mejor? ¿vivir para destruír el amor o morir para hacerlo eterno?"
sigue con ella mientras puedas.. sólo te recomiendo leer un libro sobre una pérdida...
aprovecha con ella lo más que puedas, piensa también en lo que es mejor para ella...
mucha fuerza y aquí va el libro, es cortito..

Fue hace mucho tiempo, allá lejos, en la noche de mi tierra.

Me la trajo su madre, en los brazos, muerta. Y me casó con ella. Sí, porque me la trajo muerta entre sus brazos y cubierta con un velo de novia. Poco antes, le había dado mi sangre para que viviera; pero en verdad fue para que muriera. Porque cuando la sangre pasa en esta forma, empapada de amor, estremecida de piedad, más salva matando que reviviendo. ¿Y qué es mejor? ¿Vivir para destruir el amor, o morir para hacerlo eterno?

La maté afuera para entregarle mi alma como cielo, para que viva en mí. La mató mi sangre. Mi sangre estremecida, amplificada, extendida en abrazos, en sollozos, hasta la locura.

¿Qué es la sangre? ¡Ah, en verdad yo no lo sé! Pero ella está ahí ahora y gira, gira. Yo sé que ella ahí y que sus manos, como luces, llegan a intervalos a mi corazón y lo acarician. También lo detendrán un día para siempre, cuando sus dedos paren el girar de esos minuteros tibios, cuando hagan la señal exacta. Porque ella, que fue la vida, es ahora también la muerte.

Murió a media noche. Sentada en su lecho, con un esfuerzo supremo, miró al frente, ahí donde había un hueco del aire y gritó:

“¡Jesús, Jesús, ayúdame… ¡”

¿Vino en verdad el crucificado? Después, cayó hacia atrás y, por un momento, no fue hermosa. Pero su madre estaba ahí, sosteniendo su cabeza y diciéndole:

“Vete tranquila, hija mía, vete tranquila…”

Más adelante, la madre me explicó que su hija había muerto de miedo. De miedo a la muerte. ¿Y quién no lo tiene, Señor? ¿Acaso no lo tuvo el crucificado?

Llegué temprano esa mañana, temprano como siempre. Y la encontré muerta y vestida de novia. Dios mío, ella no tuvo miedo a la muerte, sino a las bodas eternas, al matrimonio con mi sangre. Siendo difícil ser esposa en esta vida, es mucho más serlo en la muerte. La futura fidelidad de su muerte con la mía, o de su vida eterna con mi muerte, le espantó de seguro, le espantaba. Tuvo miedo del amor eterno. Miedo ante el infierno de mi alma.

Lo recuerdo como si fuera hoy. Rocé sus labios y lloré, lloré tan largamente que tengo aún los ojos cansados. Pero su madre no entendía esto: pensaba que yo debía sentirme feliz, pues me la había dado en matrimonio y la boda tendría lugar en fecha convenida. Mas las lágrimas son otra cosa. Son cosa humana, sobre todo cuando se ha dado sangre y se siente piedad ante el terror de una pequeña criatura, de un alma generosa, sollozando de miedo ante la noche.

Ante la noche de mi tierra.

Besaba sus labios y le decía:

“¡Te amo, oh anillo eterno, oh niña amortajada!”.

Después vino el entierro. Y el entierro fue la boda. Porque ella no se enterró en la tierra, sino en mi alma.

Nos casó la luz, de amanecida. Los caballos mortuorios galopaban veloces y felices. Eran también los caballos nupciales. Veía sus cascos golpeando el pavimento. Y alegría y fuerza se desprendía de ellos. Con alegría llevaban el cuerpo delicado.

Dos cuerdas de luz bajaron el féretro a la tierra. Y se abrió el ataúd para que yo viera por última vez su rostro. Desde más allá de los pétalos dormidos, tras el velo nupcial y los bucles de oro, me contempló la luz que ella contuvo en esta tierra. Y se me entregó esa luz como una mano para la alcoba de mi sangre; como dedos para la ordenación de sus latidos.

Dedos de luz.
Pero yo quise irme, cuando escuché su voz, desde la lejanía, o dentro de mi mismo. Oí que me decía:

“No me dejes sola, la boda de aproxima”.

Entonces, sin nadie, sin árboles, sin su madre, solo, con la sombra de la luz, a pleno sol de mediodía, sentí que nos casaban, al borde de su tumba.

Sí. Esa sangre que yo le había dado poco antes de su muerte, pensando revivirla, y que la mató, porque era sangre roja para una joven pálida, esa sangre estaba aún viva en ella, viva como luz, como simiente, porque era mi sangre, circulándola como paños, mi sangre cuya hora aún no llega. Y ella me la devolvía. He aquí el amor. He aquí las bodas. Me la devolvía como calor, como energía restante, que sentía ir pasando desde su muerte a mi vida, desde su cuerpo a mi substancia. Y por eso he dicho que ella no se enterró en la tierra, sino en mi alma. Porque junto con devolverme mi sangre viva, me entregó también la luz de su sangre muerta. Algo de su eternidad me pertenece… El rito de las bodas fue cumplido en la oscuridad del sol de mediodía, sobre la espalda de la luz, ahí, donde el calor es frío y la luz es de hielo.

Y ya estábamos fuera de la tierra.

Temprano, como siempre, allá lejos, en la noche de mi tierra, empecé a contemplar el vuelo de las aves oscuras, que se elevan impregnándose de una suave transparencia. Y miré caer esos pétalos, que se desprenden del sol como en un otoño de la luz. Entonces vino la Estrella de la Mañana. Desde las cumbres de las nieves, latía honda, como un cirio, como música. Y en las marejadas del sonido, yo percibía también el color, la luz celeste y sentía que ahí vivía ella, en las zonas del color, en la Estrella de la Mañana. Y me tocaba con sus dedos y me consolaba con sus manos. Porque mi corazón latía allá y la estrella estaba en mí. Y sus dedos en el centro, en el centro de la música distante, comenzaban a tejer una túnica para mi alma; tejían, tejían, el barco, la quilla, el sonido, la sombra que puede hacernos cruzar un día por las temibles aguas de lo eterno.

Pero no se debe abandonar así la tierra. No. La tierra nos necesita para que la transportemos. La leche de la tierra deberá subir por nuestras plantas, inundar la copa, hacer crecer el aire, llegando a ser atmósfera ella misma. Y esto no puede hacerlo sin nosotros. Además ella no conoció la tierra. Estuvo tan largamente conversando con la muerte, tan absorta en esa historia, que no tuvo tiempo, que no tuvo vida. Su vida estaba concentrada ahí, entera, con la muerte. Por eso vino el Crucificado. Pero yo, que ahora la tenía conmigo para siempre, pensé enseñarle el mundo, mostrarle la tierra, arreglar mis pasos para ella, mis sentidos, ordenar mis ojos para que pudiera ver con ellos. Y comencé a andar y comencé a ver. ¡Vi tantas cosas, fui a tantos sitios!

Subí a una montaña. En su cumbre silenciosa crecen lirios ígneos. Le hice caminar descalza por los senderos de la luz entre las nieves, rodeada de lirios encendidos. También vimos los pájaros que vuelan entre dos mundos, que tienen el pecho azul y que miran con ojos rojos sobre el viento. Entré en muchos templos y estoy seguro que ella se reconoció en las cenicientas estatuas de cuellos espigados.

Vi todo esto para ella. Pero, allá dentro, donde sus manos tejen, juntando cuentas, piedrecitas de ámbar, agrupando saldos, decantando asuntos, ahí, se hace el silencio y algo pesa y tira hacia la nada. Es su voz también que alcanza conclusiones. Son sus ojos que miran en mis venas, en mis ríos, en mis lagos y que murmuran días y horas. Su voz tiene el sonido suave de un reloj de arena: Ella me dice lo que aún me falta.

Pero ella tampoco conoció el amor. El amor al otro lado de la cara de la luz, el amor de sombra. Porque estuvo tan ocupada con la luz… Y yo me dije: debo mostrárselo. Y, entonces, en cada amor estuvo ella, indagando, preguntando. Le enseñé todo lo que pude, sin sentir que le era infiel. ¿Cómo serlo, si yo amaba con ella? En los cuerpos de todas las mujeres entraba ella. Vivía sus placeres y amaba sus amores. Ahí, en la noche, bajo sus cuerpos, estuvo siempre, sintiendo su anhelar, observando las angustias de sus sueños. Se alejaba de mí sólo cuando mi sangre corría enloquecida. Pero su mano, no; pero su reloj de arena, no. Ellos se derraman enteros sobre mi corazón.

Sí. Fue hace mucho tiempo, allá lejos, en la noche de mi tierra. Me la trajo su madre, muerta entre sus brazos. Y como un ladrón en la noche, de puntillas, se apoderó de todo lo que yo tenía.

Por eso vino el Crucificado.

Y cuando yo muera, trataré también de erguirme y gritaré hacia el hueco de la sombra:

“¡Ayúdame, ayúdame, oh niña amortajada!”.

Y cuando mi cabeza caiga hacia atrás, no habrá nadie para sostenerla, nadie, nadie… Porque yo he vivido lleno en sueños, lleno de sueños, como un loco.

2006-11-27 17:36:04 · answer #1 · answered by Anonymous · 0 1

Se que es muy dificil, pero tenes que tener mucha fuerza para acompañarla, ojala tuviera la solucion para dartela ya mismo, solo te puedo brindar mi apoyo, son esas cosas de la vida a las cuales nos cuesta encontrarle sentido, pero hay que afrontarlas con mucha fuerza, primero para ayudarla a ella lo mas posible y luego para vos mismo, y cuando necesites aliento, por aca estaremos, arriba.

2006-11-27 18:48:08 · answer #2 · answered by Graciana B 3 · 0 0

Edgardito: Lo lamento muchísimo.Tienes que tener ecuanimidad, para darle fuerzas a tu pareja.Que no te vea triste, ni desesperado.Dale mucho amor y comprension.
Estare orando por ella para que sane, y por ti para que te de fuerzas en estos momentos.
Se que el poder de la oracion es grande y estoy seguro que todos aca te apoyaremos....

Un beso.

2006-11-27 18:19:11 · answer #3 · answered by mimi 5 · 0 0

Estar mas cerca de ella ahora mas que nunca.

2006-11-27 18:13:47 · answer #4 · answered by Don_Isidoro® 7 · 0 0

Sigue amándola, a pesar de todo. Y sea el que sea el desenlace acéptalo, y da gracias porque es lo mejor, procura estar tranquilo y en paz, no te desesperes, por malas que sean las circunstancias, busca lo bueno, busca qué te está entregando ella para tu crecimiento como persona, porque ella te ama tanto que ha venido a darte esta enseñanza, a pesar de su dolor y el tuyo. Recíbelo en Amor y bendícela por ello.
Reciban mi Amor, Mi Paz y Mi Energía. Un gran abrazo.
Oraré por tí y por tu amor.

2006-11-27 18:00:23 · answer #5 · answered by adria 2 · 0 0

No se que decirte para que te sientas mejor, solo que esta noche voy a decir una oración por tí y por la mujer que más amas.

2006-11-27 17:45:57 · answer #6 · answered by JESSDAY 3 · 0 0

Está con ella. Apóyala. Trasmítele tu amor en forma de buenos pensamientos, trasmítele paz y reza....la Virgen escucha y ...responde. He vivido un gran milagro y.....SE QUE SE PRODUCEN...........
Tómala de la manos y hazle sentir que no está sola.
Qué Dios los ayude!!!!y nosotros ....también

2006-11-27 17:43:47 · answer #7 · answered by Haydeé O 4 · 0 0

estas cosas son parte de la vida, y hay que aprender a vivir con ellas, adelante mi amigo que la vida sigue.

2006-11-27 17:41:01 · answer #8 · answered by JOSE ANTONIO A 4 · 0 0

pues digo solo debes estar con ella supongo, eso es lo mas que puedes hacer, digo si la quieres, platicar como si nada pasa, porque lueog igual si esta enferma todo el mundo llega de que aaaaa, con el drama, y es lo que menos quieren

2006-11-27 17:40:08 · answer #9 · answered by Anonymous · 0 0

Demuéstrale tu amor en cada minuto, acompáñala en su agonía y dile lo mucho que la amas, para que no te quede nada por decirle ni hacer el día que se vaya de este mundo. Sé fuerte y dale esperanzas (aunque sepas que no es verdad). No le demuestres pena, no llores delante de ella, tenle infinita paciencia y comparte cada cosa para guardarla en tu memoria por toda tu vida. Si eres creyente, reza por ambos.
Sé de qué hablas, yo también lo viví con mi madre, y hoy (a 6 años de su fallecimiento) no me arrepiento de lo mucho que la acompañé en su sufrimiento final. Ese alivio me hace más llevadera hoy su pérdida.
Te mando un fuerte abrazo, con todo mi cariño y solidaridad para tí y para ella.

2006-11-27 17:39:11 · answer #10 · answered by pablex444 5 · 0 0

es algo muy dificil ten calma y ten mucha fe, pidele a dios que la ayude y piensa en cosas buenas, trata de estar con ella, dale animo, dile que la amas, y veraz que eso le ayudara...
ojala se recupere lo deseo sinceramente..

2006-11-27 17:36:49 · answer #11 · answered by Anonymous · 0 0

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