En las facultades de medicina, nos enseñan todo acerca del cuerpo humano; su forma por dentro y por fuera, sus funciones, cómo enferma y cómo se le puede curar, pero lo que no enseñan es acerca del alma y de cómo va unida indivisiblemente al cuerpo, como la cara y la cruz de una moneda. Sin embargo, los médicos no prestamos la debida atención a este aspecto de la persona, por falta de tiempo, conocimiento, interés o simplemente poco practico, pero no por ello menos importante a la hora de afrontar una patología y su tratamiento.
El médico es una figura muy importante en la vida de cualquier persona; pero además el ginecólogo debe explorar los aspectos más delicados e íntimos de su paciente, lo cual a veces no es fácil de realizar ya que, por pudor o por motivos poco claros para el médico, esto a veces es complicado. Es necesario, antes que nada, ganarse su confianza e intentar colocarse en un plano similar a la paciente, hablarle en un lenguaje sencillo, sin utilizar excesivos tecnicismos y, si son necesarios, dar las explicaciones pertinentes.
Muchas veces me he dado cuenta que la mujer, al hablar con otras personas, sobre los médicos que visita, al ginecólogo se refiere como "MI GINECOLOGO.... ." No suele ocurrir con ningún otro especialista. Ella puede llegar a sentirse tan unida a él por la intimidad que comparten y las confidencias que le suele hacer, que inconscientemente piensa que una parte de nosotros le pertenece a cambio de "dejarnos entrar en su cuerpo". Esto es un privilegio y un peligro si no lo sabemos administrar, por la dependencia que se puede crear.
Un amigo me dijo cuando inicié mi práctica en la ginecología que "procurara tener en la consulta más amigos que pacientes" y creo que siempre he procurado seguir esta norma.
LA PRIMERA VISITA
La primera visita de una mujer a un ginecólogo tiene siempre una fuerte carga emocional, ya que si además de padecer algún síntoma que le alarme; los métodos exploratorios que utilizamos como: la camilla ginecologica, los espéculos, la postura que debe adoptar y las áreas anatómicas a explorar, no le son nada tranquilizadoras y no nos va a facilitar mucho nuestra labor.
Reconozcámoslo, estos instrumentos están pensados para la comodidad del médico y no el de la mujer, pero todos sabemos lo necesario y útiles que nos resultan, pero nunca debe impedirnos el procurar que la mujer se sienta lo más cómoda posible, dentro de nuestras posibilidades y tomarnos el tiempo necesario para que se tranquilice antes de explorarla. Alguna vez me he imaginado como hombre frente a otra persona, en la camilla ginecológica y créanme, no fue una buena idea.
Es en esta "primera visita" en la que debemos obtener toda la información posible sobre nuestra paciente, tanto en la anamnesis como en la exploración y además ganarnos su confianza y respeto absolutos, demostrándole que realmente la entendemos y queremos ayudarle, y haciéndole comprender siempre el alcance y las limitaciones médicas y las de las pruebas a las que se le va a someter, porque además se nos exige un remedio lo más rápido posible para la probable patología sobre la que nos consulta o que si es el caso, le tranquilicemos, si son normales los hallazgos.
En las sucesivas visitas, la mujer va algo más relajada porque ya nos conoce; lo que se puede aprovechar para reforzar el vínculo y, una vez que ha bajado la guardia, podemos aprovechar para explorar aquellos aspectos que no hallan quedado claros anteriormente.
"Una chica soltera que vino a la consulta, al preguntarle sobre sus relaciones sexuales y el método anticonceptivo usado, contestó que las mantenía, pero que no utilizaba anticonceptivos, ni siquiera preservativo. Se puso muy nerviosa y yo dejé el tema.
En la siguiente visita, después de charlar sobre su trabajo y otros asuntos, retomé el tema y al fin me confesó que era homosexual, a lo que no mostré ninguna importancia y proseguí la visita como si nada".
Nunca suelo preguntar a una joven que viene acompañada a la consulta, sobre sus relaciones sexuales, a menos que ella aborde el tema. Únicamente a solas en la sala de exploración, créanme, suele funcionar este interrogatorio. Las mujeres a veces son muy complicadas en estos temas.
Hay veces que podemos obtener más información, charlando de cosas intranscendentes, distrayendo la atención de la paciente, que con interrogatorio exhaustivo.
LA ADOLESCENTE
Es esa persona, medio niña medio mujer, que entra en nuestra consulta, llena de dudas y miedo; a la que previamente una "buena amiga" sin duda, le habrá contado historias horribles sobre nosotros, con la mejor intención por supuesto, o que probablemente la madre obliga a venir a consultarnos porque piensa que algo no marcha bien... .Aunque a veces nos podemos llevar grandes sorpresa, ya que no es infrecuente que acuda a nosotros alguna muchacha de 15 o 16 años a revisarse después de haberse practicado un aborto.
Todo esto nos va a entorpecer mucho nuestra labor, por el miedo, la presencia de la madre y los tabúes que desgraciadamente todavía existen; Por lo muchas veces es necesario entrevistarse a solas con nuestra paciente, para que pueda sincerarse con nosotros. Normalmente, no suelo explorar a la adolescente, salvo que sea totalmente necesario; suele bastar una ecografía y/o una analítica general y perfil hormonal.
Cada vez es más frecuente, en el medio donde trabajo, que la madre nos traiga a su hija para que le pongamos un método anticonceptivo, con esto, hemos ganado un gran paso. Nuestra labor debe ir encaminada algo más allá de la subsanar cualquier patología, debemos de informar y prevenir en todo a lo referente a embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual, que desgraciadamente son cada vez más frecuentes en este tipo de población.
Alguna vez he tenido la oportunidad de dar charlas sobre sexualidad, a adolescentes y frecuente mente sorprende descubrir que debajo de la apariencia de saberlo todo sobre la materia y venir de vuelta de todo, la mayoría tiene un gran desconocimiento de su propia fisiología y la de la del otro sexo y lo que es más importante, miedo a que los demás se den cuenta de ello. Por eso, cuando acude a nosotros nuestra joven paciente, no está de mas que se plantee el tema con cautela, si nos lo permite y nunca convertirnos en jueces de su comportamiento, ofreciéndole toda la información posible sobre estos temas.
SOBRE LOS METODOS ANTICONCEPTIVOS
Lo primero que debemos valorar ante una mujer que nos consulta sobre anticonceptivos, son sus necesidades y su situación, para poder ofrecerle una correcta orientación.
Creo que existe una mujer para cada método anticonceptivo, y no lo contrario. Hay mujeres que suelen dejarse influenciar en estos temas por otras mujeres de su entorno (hermanas, amigas... etc.) y vienen frecuentemente a la consulta con su decisión ya tomada. Otras veces, más indecisa, vienen a informarse y te interrogan sobre todos los métodos que existen y los pros y contras de cada uno de ellos, pudiéndonos llegar a sentir como si vendiéramos un producto. En estos casos procuro ser muy cauto en cuanto a explicar la fiabilidad y los posibles efectos secundarios, sin mostrar mis preferencias por alguno de ellos, limitándome a una descripción de los mismos, para que la paciente comprenda correctamente que puede obtener de cada uno de ellos, haciendo hincapié en que ninguno es infalible. Siempre dejo a ella la elección, por más que me insista en "¿cual elegiría yo?"; aunque esto último a veces resulta difícil y termino aconsejándole uno.
En nuestro medio, es muy frecuente la utilización del "coito interrupto", incluso por parejas con varios hijos y que ya no desean más descendencia, motivado por la incultura y por la frecuente intransigencia de uno de los miembros de la pareja; por lo que pierdo mucho tiempo en hacerles ver su error y suelo comentarles aquello de que "antes de comenzar la lluvia, chispea".
LA MUJER Y EL DOLOR
El dolor es algo abstracto que no podemos cuantificar, ni baremar objetivamente; dos personas ante la misma situación no perciben la misma sensación de dolor, y este hecho, hoy por hoy, se le escapa al médico, que no tiene, más que su intuición, para saber "cuanto duele".
La mujer por su especial fisiología suele estar más acostumbrada al dolor que el hombre, y esto es fácil de comprender. Desde su desarrollo sexual tiene que sobrellevar en mayor o menor medida, mes a mes, las molestias de la ovulación, tensión premenstrual y la menstruación. Cuando acude a nosotros por un "dolor" pélvico (en el vulgo de Andalucía el ginecólogo es el medico del vientre) debemos valorar ese dintel de dolor y la carga emocional con que lo vive, y aunque no encontremos causa aparente, buscar bien y cuando el caso así lo aconseje, indicar pruebas más o menos cruentas, o si acaso recurrir a una interconsulta con otras especialidades, porque normalmente si ella lo dice es que le duele, el problema es cómo encontrar la causa, que a veces puede ser simplemente una forma de pedir ayuda y somos nosotros los que debemos de alguna manera encauzar su solución.
LA MUJER GESTANTE
El embarazo es un estado fisiológico de la mujer y así debemos hacérselo entender.
Podemos considerarlo un "viaje" en el que la mujer debe procurar vivir su nuevo estado como algo gratificante y no "sufrirlo"; con un punto de partida y otro de destino en el que el médico es alguien que cuida de la seguridad de ella y de la de su futuro bebé, para que todos lleguen a buen puerto.
Aparte de todos los protocolos médicos de cuidados perinatales, que estoy seguro que todos conocemos, debemos procurar que la embarazada y su pareja, estén psíquicamente preparados para afrontar ese tan anhelado fin de la travesía: el parto y es por eso que yo suelo aconsejar a todas las gestantes los cursos de preparación para el parto, en los que aparte de hacer ejercicios y recibir información muy útil, se dan cuenta de que muchas de las ideas que le atormentan sobre el embarazo y parto, son comunes a casi todas las mujeres en su estado y son normales.
"Una colega que estaba embarazada me comentaba en una guardia, que se había apuntado a estos cursos en un lugar donde nadie la conocía para encontrarse entre otras "gorditas" e intercambiar dudas y recetas. Nadie está exento de dudas y temores y la embarazada los suele tener todos, y es ahí donde jugamos nuestro principal y modesto papel: transmitir confianza".
La mujer no gestante, al charlar alguna vez suele preguntarte: "¿cuándo se va usted de vacaciones?" La gestante te plantea " ¿no se irá de vacaciones en la fecha que yo cumplo verdad?
Durante los nueve meses de gestación, se va a establecer un vinculo de unión muy especial entre el médico y su paciente, que debemos aprovechar para mitigar el miedo y la inseguridad que la gestante tiene sobre los cambios que ocurren en su cuerpo y sobre el nacimiento de su hijo.
Ella deberá sentir que le escuchamos sinceramente todo lo que nos cuente sobre las molestias que van apareciendo en distintas partes de su cuerpo, y saber que estará atendida en todo momento y que ponemos a su disposición los medios necesarios para que todo termine felizmente.
Suele dar muy buen resultado, el que la pareja visite la sala de partos, de manera que puedan se familiarizarse con ese nuevo entorno y con la comadrona que le ayudara, junto a su médico, en el momento del parto.
Sobre el dolor en el parto.....
El componente doloroso de las contracciones de parto; es algo individual para cada mujer, algo que se transmite de madres a hijas, de mujer a mujer, que les asusta y las intranquiliza, desean a su hijo, pero no el dolor que de alguna manera tienen que pagar a cambio. Por tanto buscan en el ginecólogo, a alguien que les comprenda y les ayude a mitigar y acortar lo más posible ese dolor.
Seguro que como hombre nunca podremos comprenderlo exactamente, pero como médicos debemos en primer lugar, desmitificarlo; explicarle el como y para que se producen las contracciones, que pueden hacer para disminuirlo y durante el parto informarle de la evolución aproximada del mismo, transmitiéndole la sensación de que cada contracción y cada esfuerzo es un paso más hacia la venida de su bebé.
Personalmente pienso que la anestesia epidural, bien indicada, suele ir muy bien y permite a la madre disfrutar de ese momento tan entrañable y que recordará para toda la vida, que es el parto de un hijo, y a la vez podrá transmitir en futuro sus buenos recuerdos a sus hijas.
Por supuesto que la relación del ginecólogo y su paciente es más complicada que lo que aquí he intentado expresar, solo se trata de una visión personal del tema y puede que mucho de los puntos tratados sean discutibles, no es mi intención crear polémica, solo espero que obtengan algo de provecho.
"NO TE ENVANESCAS DE LO QUE SABES, PORQUE LO POCO QUE ES SABIDO LO CONOCEMOS ENTRE TODOS"
2006-10-27 07:53:55
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answer #3
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answered by Anonymous
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