Una mirada por el cambio en el vÃnculo de las mujeres y los ginecólogos. ¿Se sienten contenidas? Por qué sà y por qué no.
Especial
Quién y cómo contiene la intimidad del cuerpo.
ExistÃa un médico de familia. ExistÃa, incluso, un ginecólogo familiar. Algunas mujeres iban al ginecólogo en su despertar sexual, en su primera menstruación o cuando comenzaban una relación estable. Llevadas o acompañadas de sus madres. O no. Y ante cualquier duda, pedÃan un turno con el médico. Las abuelas preferÃan a los ginecólogos hombres “porque los creÃan más capacitados, ya que la mujer tardó muchos años en poder ingresar a la universidad y, cuando entró, fue, por tiempo, minorÃa”, tal refiere Lucila Martin, Jefa de la Sección de Disfunciones Sexuales de GinecologÃa del Hospital de ClÃnicas.
Hoy, esos profesionales, de médicos de familia pasaron a ser denominados “prestadores”. Los hospitales, preparados para atender a una cantidad de gente y sólo a un tipo de población económica, tienen un exceso de demanda y los consultorios están repletos de mujeres de clase media. “Hacer los trámites para un estudio en un hospital es desgastante”, dice Marina, 26 años, estudiante de saxo, y frunce el seño. “Te lo bancás porque tenés que ser responsable de tu salud, de la parte más delicada como mujer, pero es muy feo”, agrega, ya está más relajada, o más resignada. Un tema que preocupa a un gran porcentaje de mujeres argentinas: El ginecólogo siglo XXI, ¿da tiempo y contiene?.
Detrás del consultorio
La mayorÃa de las obras sociales ofrecen pocas posibilidades para la elección de profesionales, tienen extensos tiempos para tramitar los estudios que el médico solicita y, además, demasiadas mujeres esperando tras la que está en el consultorio.
Mientras tanto, muchas prepagas ponen reglas varias a los médicos al contratarlos y demasiadas auditorÃas –“que no te pases de tantas ecografÃas, etcétera”, como explica Martin-, además, claro de los precios altos de sus planes. Sin embargo, ni las obras sociales ni las prepagas de la salud, desde 1992, aumentaron el pago por consulta a sus profesionales, que oscila entre los cinco y los quince pesos por paciente.
La calidad que falla
En paralelo, las mujeres van al ginecólogo y, mayormente, se sienten poco contenidas. “No es un problema de calidad del profesional, es un problema de tiempo. Estás en el consultorio, a veces, y sentÃs que molestás si hacés muchas preguntas”, cuenta Laura, comunicadora social, 42 años. “ Están atiborrados de pacientes y, para colmo, en mi caso, el de una obra social, no es fácil poder elegir o cambiar de ginecólogo”, cuenta luego de su segunda experiencia de embarazo.
Crisis del sistema y seres humanos esperando
Las consultas ginecológicas, hoy, 2006, mayormente tienden a temáticas sexuales, a la relación de la mujer con su cuerpo y con el de otros. “Y el motivo número uno de consulta es sobre pÃldoras anticonceptivas”, explica la doctora Carlota Kaufman, de acuerdo a su experiencia como jefa de la Sección Adolescencia del Hospital Rivadavia.
A pesar de esas dudas y de ese cambio en sexualidad, según una encuesta del CELSAM (Centro Latinoamericano Salud y Mujer), una de cada tres mujeres argentinas no cumple con su control ginecológico anual y el 15 por ciento de las consultadas nunca vio a un ginecólogo. Esto, en un paÃs en el que existe un médico cada 300.000 habitantes.
Mientras tanto, crece el número de embarazos no deseados por falta de cuidado o información sobre métodos anticonceptivos –mayormente en las adolescentes-, las enfermedades transmitidas por vÃa sexual y hay mujeres que creen que es extraño necesitar un roce clitoriano para llegar al orgasmo.
“El sistema de salud está en crisis”, dicen los médicos consultados e informes varios de sociedades de medicina. “Cada vez cuesta más poder hacerte un chequeo completo en un hospital u obra social”, cuenta Celeste, estudiante de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires. Las posibilidades de sentirse contenida en cuestiones ginecológicas han disminuido. En cuatro horas, un médico puede atender, aproximadamente, a quince pacientes.
La sobre demanda de pacientes en hospitales y obras sociales –el cambio de la población hospitalaria y de las segundas-, y la presión de la relación del profesional con las empresas prepagas sumada la degradante remuneración que reciben los médicos, resulta un cóctel que dificulta una real vÃnculo entre paciente y ginecólogo.
Hipócrates
“Claro que hay médicos que atienden rápido para poder llegar a atender más gente. No lo veo bien, por supuesto, pero la responsabilidad está en cada profesional”, dice Lucila Martin, del ClÃnicas, quien recuerda que, hace tiempo, habÃa llegado al consultorio malhumorada y la paciente le hizo notar que sentÃa que sus preguntas le molestaban, llegando a pedirle perdón por preguntar. Entonces, esta médica que habla todo el tiempo de la búsqueda del delgado equilibrio, sintió vergüenza y le pidió disculpas a la chica. “Me cayó la ficha y empecé de nuevo la consulta”, recuerda poniendo énfasis en que un médico nunca debe olvidar que, del otro lado, hay un ser humano.
VÃnculo y reloj
La visión de si se produjo un cambio real del vÃnculo entre pacientes y ginecólogos, es, claro, diversa. “Yo no siento que exista un vÃnculo, y tengo una de las prepagas más caras. Cuando estás en el consultorio, por más que sea muy buen médico el que elegiste, te das cuenta de que hay cosas que pasan y ahÃ, y otras que no pasan, que van más allá del médico. Te das cuenta... no sé. Vos preguntás por qué te dan ese remedio y otro, y a veces se rÃen y te dicen que no quieras ser el médico”, opina Julieta, cineasta de 31 años.
“ En especial la ginecóloga, sà es, aún hoy, el médico de confianza de la mujer. Cuando se establece el vÃnculo llegan consultas que exceden la especialidad”, dice AnalÃa Tablado, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Ginecológica infanto-Juvenil. “SÃ, es cierto, que en el ámbito hospitalario es más dificultoso ese vÃnculo, ya que el seguimiento del paciente no lo hace un profesional sino un equipo médico”, aclara. “Hay que aprender a encontrar prioridades. A detectar quién tiene necesidad de ese vÃnculo y quién no”, dice Lucila Martin.
Los profesionales consultados coinciden en que el tiempo de consulta requiere de cada caso. También, hacen énfasis en que las mujeres van, cada vez más, con muchas dudas en temáticas sexuales. Entonces, hay tres caminos: extender el tiempo, en ese caso, derivar al paciente a la sección de la especialidad o, como indica AnalÃa Tablado, “los ginecólogos debemos estudiar sobre temas del ámbito sexual porque, de no ser asÃ, las repuestas del médico serán basadas en su experiencia personal y el resultado puede ser deficiente”, explica.
En cuanto a los tiempos por reloj de la consulta, varÃan, más allá de la aclaración del “caso por caso”. Kaufman, refiere a un mÃnimo de 20 minutos. Tablado, explica que los turnos se dan cada 15 minutos. Martin, que cuenta que en el Servicio de SexologÃa el seguimiento del paciente sà lo hace un mismo profesional, refiere a 30 minutos pero, a la vez, cuenta que los ginecólogos del ClÃnicas se encuentran con 15 pacientes para cuatro horas de trabajo. Y, con la particularidad de que, allÃ, el 95 por ciento de los médicos trabaja sin cobrar.
“Los médicos hacemos mucho, porque nos gusta, porque la universidad pública nos pagó los estudios y hay que devolvérselo a la gente pero, antes que permitir que me paguen lo que pagan en las empresas de medicina, prefiero elegir para quién trabajo gratis”, estima Lucila Martin.
Carlota Kaufman, pide revancha: “Los profesionales argentinos son excelentes, y eso no siempre se tiene en cuenta. Muchos se cansan de trabajar gratis y otros se van del paÃs”.
Para sintetizar, Martin propone a las pacientes que “es mejor esperar fuera del consultorio pero tener el tiempo suficiente dentro de él”.
Y la prevención
“DeberÃamos tener hospitales en los cuales no deberÃa faltar nada”, dice Kaufman. Vale la relación para un paÃs que lleva “1776 muertes anules por cáncer de mama, una cifra que podrÃa reducirse entre un 30 y un 50 por ciento con un diagnóstico precoz”, según el CELSAM. Pero, si escasean los mamógrafos y los turnos para hacerse los estudios son larguÃsimos, difÃcil es que esas cifras disminuyan.
Celeste, una de las pacientes consultadas por Terra, cuenta su experiencia en el LALCEC (Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer): “Ahà te atienden muy bien. Nunca me quedé con dudas y hablo de todo con el médico, porque lo elegÃs y es el mismo siempre. Además, la consulta es barata”, dice, mostrando opciones de atención. “Claro que la contención del ginecólogo es esencial para mi; sabiendo que está, yo ni siquiera elijo una marca de anticonceptivos sin preguntarle”, cuenta.
Los unos y los otros
“La contención no debe pasar por una contención académica sino por una contención más completa”, opina Martin.
Y si de dudas sobre deshumanización del trato del médico con los pacientes se trata, la doctora Tablado aclara que “existe una deshumanización de todas las relaciones humanas”. AsÃ, valga la redundancia. “Es algo que nos compete, a todos, modificar”.
El huevo y la gallina. Sólo que esta vez se trata de personas. Y, también en manos de personas, está la posibilidad de modificar el problema de la atención médica en la Argentina dentro del cual, la diversidad de la buena atención ginecológica y de que las pacientes acudan al especialita, es sólo uno de los temas.
2006-10-27 12:21:47
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answer #3
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answered by mi_dq 4
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