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ES DECIR PQ CUANDO UNA PERSONA BOSTEZA LA OTRA HACE LO MISMO UN RATO MAS TARDE??

2006-09-16 01:13:34 · 13 respuestas · pregunta de luna_lunita_luneras_luna 4 en Salud Otros - Salud

13 respuestas

porque emite enegia q relaja y entonces el otro tambien bosteza. la energia se transmite.es como cuando estas muy bajo y te vas con alguien muy animado.al final acaba animandote.

2006-09-16 01:19:32 · answer #1 · answered by Anonymous · 1 0

Es un reflejo, lo hacemos por mimetismo, pasa con la risa y tambien con el lloro. Es un instinto que guardamos como medio de comunicacion, lo usabamos cuando todavia no hablabamos y como animales racionales que somos todavia nos quedan estas cositas que nos lo recuerdan,jaja
Buen dia

2006-09-16 08:26:14 · answer #2 · answered by alex0902 3 · 2 0

Hace tiempo escuche en un documental, que el bostezo es una de las formas mas primitivas de comunicación de los humanos. Algo que viene de la época en la que aun no usábamos el lenguaje. Y que sigue estando en nuestro cerebro después de tanto tiempo. Por eso se pega.
La verdad es que aparte de eso no se mas.
Espero haberte ayudado

2006-09-16 08:23:38 · answer #3 · answered by Gandulito 3 · 1 0

porque emitimos un halo que provoca reaccion en gente cercana a nosotros y nos contagia.

2006-09-16 08:16:25 · answer #4 · answered by barretohugo2003 2 · 1 0

Hay conductas ancestrales que han acompañado al hombre desde sus orígenes, algunas de las cuales no son exclusivas del ser humano. Un ejemplo de ello es el simple y repetitivo acto de bostezar. La mayoría de las personas han experimentado una vez en su vida la embarazosa situación de bostezar en el momento más inoportuno y en el lugar más inadecuado, o mínimamente han realizado esfuerzos inauditos por contener un explosivo bostezo en público.

Para un conferenciante resulta poco menos que trágico y un mal presagio percatarse de que sus oyentes bostezan, hecho que en cualquier diálogo y, sobre todo, en los trances amorosos pueden ser de fatales consecuencias.

Según el escritor Lavín Cerda, la humanidad es una interminable cadena de bostezos. Para algunos antropólogos esta conducta, como la poesía, constituye una forma de expresión apenas inteligible. De cualquier manera, bostezamos todos y casi todos los días. Sin embargo, paradójicamente, hasta la fecha no sabemos por qué sucede o cuál es su significado funcional. En parte por incógnitas como éstas, cuando se estudia el sistema nervioso una de las áreas más fascinantes es la que se relaciona con el comportamiento.

El desarrollo de la etología, la psicología comparada y las neurociencias han permitido un mejor y más extenso conocimiento de este campo. Buena parte de los trabajos de investigación se ha dedicado a estudiar la conducta aprendida; otra porción, a tratar de esclarecer los mecanismos del comportamiento innato, que no requiere de aprendizaje previo.

Conducta innata de muchos animales


El estudio de las conductas innatas presenta aspectos interesantes y controvertidos, más aún si se elige como modelo un acto aparentemente trivial o insignificante como el bostezo. Es curioso que el bostezo se encuentre ampliamente representado en la escala filogenética. Algunos investigadores discuten su existencia en algunas especies inferiores, pero este problema depende del rigor con que se le defina o de la mayor o menor proyección antropomórfica de las condiciones fisiológicas o psicológicas a que el bostezo se vincula en el humano. No obstante, se sigue utilizando el nombre de bostezos para referirse a aberturas amplias de la boca de los peces, las aves, las serpientes y los cocodrilos, con un fin diferente a la alimentación.

Charles Darwin se interesó en 1872 por el fenómeno, mencionando que en algunas especies se acompaña de un lagrimeo ocasional. Empíricamente se le ha considerado como un signo mímico que expresa aburrimiento, fatiga, hastío y que generalmente precede al sueño, aun cuando se manifiesta también al despertar. En 1942 Moore incluyó al bostezo como uno de los primeros reflejos observables en los recién nacidos.

El bostezo es una acción habitual en mascotas domésticas como el gato y el perro. Respecto a los animales de laboratorio se ha señalado que forma parte del repertorio de conductas normales en la rata, el ratón y el conejo. Sin embargo, cuando se consulta cualquier texto de fisiología en busca de más datos acerca de esta pauta motora, el resultado es que no se halla explicación de su significado, de los mecanismos subyacentes, ni del porqué se encuentra representado en animales diversos, desde reptiles hasta mamíferos y en especial en el ser humano.

Entre las investigaciones sistemáticas sobre esta conducta destacan las primeras descripciones del bostezo que Starling publicó en 1900. Lo caracterizó como "una inspiración profunda, acompañada de una apertura amplia de la boca y de la glotis, a menudo con movimientos de los brazos".


Fleming y Shader (1979 y 1987) lo describen como un acto motor en ocasiones repetitivo que se distingue por la apertura de la boca, la contracción tónica de varios grupos musculares que da como consecuencia una inspiración profunda, seguida de una expiración corta; es propio del bostezo la dilatación faringea, así como la depresión de la lengua y la mandíbula.

En 1946 Heusner publicó la primera revisión bibliográfica moderna sobre el tema y relacionó al fenómeno con algunos cambios fisiológicos en la circulación sanguínea y la frecuencia cardiaca. Barbizet fue uno de los primeros en proponer, en 1958, que el bostezar se asociaba con el periodo de tránsito de la vigilia al sueño.

Cuidado, puede ser contagioso


Los trabajos pioneros en el estudio experimental del tema se deben a un grupo de investigadores italianos encabezados por Ferrari y Gessa, quienes a fines de la década de los 50 y principios de los 60 demostraron que al inyectar hormonas hipofisiarias -como la hormona adreno-corticotrópica (ACTH) y la hormona estimulante de los melanocitos (MSH)- en los ventrículos cerebrales de varias especies de mamíferos, se producían episodios de bostezo acompañados en ocasiones de estiramiento de las extremidades superiores.

Sin embargo fue hasta la década de los 70 cuando se inició un auge en el estudio experimental de esta conducta.

Desde ese entonces docenas de trabajos experimentales han estudiado los aspectos neuroanatómicos, neuroendocrinos y funcionales del bostezo.

Así se comprobó que en varias especies existe un dimorfismo sexual en este comportamiento, ya que los machos bostezan mucho más que las hembras. Tanto en ratas como en monos, se confirmó que ello se debe a la acción de la testosterona y que el bostezar guarda estrecha correlación con periodos de excitación sexual. Se sabe que algunas regiones neuroanatómicas del sistema límbico (que participa en la regulación y expresión de la conducta emocional), del hipotálamo (región importante que da la pauta para la secreción de hormonas) y los ganglios basales (que intervienen en el control del movimiento) tienen que ver con la regulación del bostezo.

Desde el punto de vista psíquico y funcional, en 1986 el psicólogo estadounidense Robert Provine considera al bostezo en el humano como el mejor ejemplo de un acto motor estereotipado, que puede iniciarse por una variedad de estímulos, en particular por la observación de una persona bostezando, circunstancia que lo hace contagioso. También señala que se desencadena por estados de fatiga o aburrimiento.

¡Qué aburrido!


En 1987 R. Baenninger registró el número de bostezos en diferentes sitios y condiciones (durante el ejercicio, en la biblioteca, en la cafetería, en el Metro, en un salón de clases, etcétera). Curiosamente la tasa más alta la observó en la clase de matemáticas (cálculo) en adultos jóvenes.

En su trabajo más reciente Provine sugiere que el bostezo podría ser para nuestra especie una "señal paralingüística" que expresaría fatiga, somnolencia, aburrimiento y hastío. El bostezo y la respiración profunda -como la que se produce en el ejercicio- son procesos controlados por mecanismos diferentes. Al comparar sujetos sometidos a ejercicio con otros en reposo, Provine no encontró variaciones en el número de bostezos entre ambos grupos.

En 1986, el grupo de A. Argiolas demostró que la inyección intracerebral de la hormona oxitocina responsable de las contracciones uterinas durante el parto) era capaz de inducir episodios de bostezos en la rata macho. Por otra parte, este mismo autor piensa que tal conducta es un vestigio evolutivo cuyo significado original quizá haya sido intervenir en el despertar conductual, en los momentos que la atención disminuía en condiciones de peligro.


Otros investigadores mencionan que en algunas especies de primates el bostezo es un signo de dominio.

En el ser humano, se ha advertido en la práctica clínica que algunas enfermedades se acompañan, entre otras manifestaciones, de bostezos frecuentes que tal vez sean consecuencia de: una enfermedad cerebral orgánica; la secuela de encefalitis o epilepsia; algún tumor cerebral; parte del síndrome de abstinencia a opiáceos, o efecto de padecimientos que causen daño hipotalámico. Recientemente, en 1988, D'Mello reportó el caso de un paciente psiquiátrico que presentó bostezo paroxístico como resultado de un tratamiento con electrochoques.

En psiquiatría se han reportado accesos agudos de bostezos en pacientes histéricos y en neurasténicos. En otro tipo de enfermos este comportamiento se transforma en una muda expresión de agresión. De manera empírica, algunos psiquiatras han notado que en los esquizofrénicos la ausencia de bostezos parece ser un indicador de empeoramiento de la enfermedad.

Para Patrick Huyghe, de la revista Discover, el fenómeno sigue siendo uno de los pequeños misterios de la ciencia. En un interesante reportaje comenta principalmente las aportaciones de Baenninger y Provine, aunque lamentablemente deja fuera aportaciones hechas por otros investigadores que han ayudado a despejar un poco el enigma que rodea a esta conducta.

Ni los políticos se escapan


Tal parece que del bostezo no se escapan ni los políticos. En una parte de su libro de memorias, el ex presidente José López Portillo narra las reacciones internas que tuvo en el momento de enterarse que sería el futuro primer mandatario de México. Recuerda que su primera sensación fueron las ganas intensas de bostezar, que logró contener realizando un esfuerzo para no hacerlo en tan crucial momento.

Esta situación, al parecer intranscendente, pudiera encerrar un mayor significado desde el punto de vista psicológico. Shader y Greenblatt consideran al bostezo como una especie de mecanismo modulador de la ansiedad. De manera informal ellos han observado en dos circunstancias distintas, pero ambas generadoras de ansiedad, que el número de bostezos aumenta en forma significativa: una en conferenciantes que aguardan turno para hablar; la otra, en la sala de espera de un banco de sangre, donde registraron un mayor índice de bostezo en ocho de diez personas que hacían fila para ser "traspasados" por la aguja.

Ratas aburridas


Desde hace algunos años investigadores del área de la conducta han realizado trabajos experimentales sobre el bostezo. Entre sus aportaciones, ya lograron obtener por selección genética una sublínea de ratas de la cepa Sprague-Dawley, la cual presenta una alta frecuencia espontánea de bostezos. Un animal de este tipo puede llegar a bostezar hasta 60 veces en una hora; en cambio, en las ratas no seleccionadas el número oscila entre uno y cuatro bostezos por hora.

También se ha estudiado la variación de esta conducta a lo largo de las 24 horas, encontrando que la mayor incidencia de bostezos en el animal ocurre en la hora previa al anochecer, o en la hora anterior a que se apague la luz artificial, como si el animal se preparase para su mayor actividad nocturna.

Además, se han aportado evidencias acerca de la participación de algunos núcleos hipotalámicos en la regulación de dicha conducta.

Desde el punto de vista farmacológico, con el uso de agonistas y antagonistas de ciertos neurotransmisores, se ha caracterizado el papel de las vías dopaminérgicas colinérgicas y del ácido gamma-aminobutírico (GABA, principal neurotransmisor inhibitorio en el sistema nervioso central de los mamíferos) sobre este comportamiento.

Actualmente se estudian varios aspectos relacionados con el bostezo. Entre ellos, se explora la función de los corticoides y la secreción de hormonas de las glándulas suprarrenales en esta conducta. También se ha avanzado en el análisis del posible condicionamiento de este fenómeno en ratas, y en un futuro se espera explorar las probables diferencias neuroquímicas en la sublínea de ratas con un alto índice espontáneo de bostezos.

La investigación de esta conducta tan simple como poco conocida comprueba que ningún aspecto de la naturaleza debe subestimarse y mucho menos considerar inútil su estudio. La perspectiva de desarrollar modelos conductuales como el bostezo en animales para el análisis de fármacos con efecto sobre el sistema nervioso central, justifica el seguir explorando comportamientos de este tipo. Aun cuando parecen simples y sin función aparente, subyacen a ellos vastos y complejos mecanismos que permiten un mejor conocimiento y entendimiento de algunas funciones del sistema nervioso central.

2006-09-16 08:28:12 · answer #5 · answered by בּגּדּﭞﭟﭰﭲﭴﮯ €@®£Ǿ$ ﺎﭲﱟﯛﯘﯓﺡÆÈĦŊ 5 · 1 1

Imagino que por envidia... jejeje

2006-09-17 04:08:24 · answer #6 · answered by cibercuesco 2 · 0 1

porque no se jajaja

2006-09-16 20:08:59 · answer #7 · answered by marmorsteinundeisenbricht 2 · 0 1

jajaja no se , peroe s cierto aunke nos e ha podido probar cientificamente. fijate que a mi se me contagian hasta de alguna foto que alguien esté bostezando.jajaja

2006-09-16 09:53:55 · answer #8 · answered by bioloka82 6 · 0 1

No viste la propaganda de telefonica?

2006-09-16 09:34:41 · answer #9 · answered by Feto - 2 · 0 1

te voy a dar la respuesta

los bostezos, al igual que la risa, se "contagia" por unas neuronas que tienes, se les llama neuronas espejo. cuando tú ves a alguien reir, bostezar, llorar... esas neuronas en cierto modo te hacen sentir a ti lo que estás viendo en otra persona

un saludo

2006-09-16 09:02:09 · answer #10 · answered by sergio s 1 · 0 1

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