te aconsejo que consultes el libro "duermete NIño" de Estivill Eduard, te da muchos consejos, tecnicas etc, para que tu bebe, asocie el sueño con algo gratificante, y te digo que si se educa bien el sueño no tienen porque llorar, a no se rque tengan hambre, esten mojaditos etc te lo puedes bajar a traves del emule.hay te mando parte del texto del libro
No le durmáis vosotros, ha de lograrlo solo
(sobre cómo crear el hábito del sueño)
despertándose tres, cinco y muchas veces más para desespero de sus papás.
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DEL INSOMNIO INFANTIL
(Por hábitos incorrectos)
.Dificultad para iniciar el sueño solo
.Múltiples despertares nocturnos
.Sueño superficial (cualquier ruido lo despierta)
.Duermen menos horas de lo habitual para su edad
SON NIÑOS TOTALMENTE NORMALES
DESDE El PUNTO DE VISTA psíquico y Físico
¿Qué causa la diferencia entre unos y otros? Lo que han aprendido. Aunque os pueda parecer sorprendente, no nacemos sabiendo dormir bien, sino que aprendemos a hacerlo. Lo que sucede es que este aprendizaje suele producirse de una forma natural, sin que padres e hijos se den cuenta de ello De ahí que, salvo que nos topemos con un problema como el de Pablo o Ana y nos lo explique un especialista, no nos enteremos de que existe algo denominado insomnio infantil y que, en el 98 por ciento de los casos, tiene su origen en un hábito mal adquirido (el 2 por ciento restante es por causas psicológicas).
Teniendo en cuenta, pues, que dormir bien es algo que se aprende y que los niños aprenden de sus padres o de las personas que les cuidan, está en vuestra mano lograr que vuestro hijo adquiera un buen hábito de sueño. La siguiente pregunta es obvia: ¿Cómo? Enseñándole a conciliar el sueño solo. Es decir, por sus propios medios, sin vuestra ayuda ni la de nadie.
Para entenderlo mejor, daremos un pequeño rodeo. Los adultos tenemos un ritmo biológico que se repite cada 24 horas aproximadamente! Y que regula nuestro cuerpo, marcando nuestros patrones de vigilia-sueño, los momentos en que tenemos hambre, la secreción de hormonas, nuestra temperatura corporal, etc. Para que nos sintamos bien, es necesario que ese ciclo circadiano «
En el caso de los recién nacidos estos ciclos se repiten cada 3 o 4 horas, es decir, en ese período de tiempo el niño se despierta- le limpian-es alimentado-se duerme y así una vez y otra (el orden puede variar, ya que hay padres que prefieren cambiar al niño después de la comida). Esto sería lo normal; sin embargo, hay que advertir que algunos recién nacidos son tan anárquicos algo que nisiquiera cumplen este ritmo, sino que se despiertan y duermen cuando quieren, sin seguir patrón alguno.
Hacia el tercero o el cuarto mes de vida, los pequeños suelen empezar a cambiar su ritmo biológico. Es decir, progresivamente van abandonando su ciclo de 3 o 4 horas de duración para adaptarse al de los adultos, o sea, al ritmo biológico de 24 horas. Es decir, poco a poco, el lactante va presentando períodos de sueño nocturno más largos. Si primero dormía 2 horas, con el tiempo va aumentando la duración de su pausa nocturna a 3, 4, 6, 8, 10 y hasta 12 horas seguidas. Atención, no hay reglas fijas, a unos les cuesta más que a otros.
Este cambio no se produce porque sí, sino porque en el cerebro humano existe un grupo de células (reciben el nombre de núcleo supraquiasmático del hipotálamo) que funcionan como un reloj que ayuda a poner en hora las distintas necesidades del niño (dormir, estar despierto, comer, etc.) de forma que se adapten al ritmo biológico de 24 horas (ritmo solar).
Para que este reloj entre en funcionamiento y lo haga correctamente necesita unos estímulos externos:
.Luz-oscuridad
.Ruido-silencio
.Horario de comidas
.Hábitos del sueño
Primero nos centraremos en aquellos cuya comprensión es más fácil: la distinción entre luz-oscuridad y entre ruido-silencio. Cuando metemos a nuestro pequeño en la cuna por la noche, lo lógico es que la habitación esté a oscuras y no se oiga tanto ruido como de día.
Por el contrario, lo normal es que durante la jornada lo dejemos dormir con algo de luz (solar) y no hagamos nada por evitar los ruidos que se generan en casa o provienen de la calle. Todo ello le ayuda a reconocer las diferencias y distinguir, desde las pocas semanas, entre vigilia y sueño, distinción que es fundamental para que su reloj haga el cambio a un ritmo biológico de 24 horas con un período largo de sueño nocturno.
¿Qué otros elementos externos podemos asociar al sueño nocturno además de la oscuridad y el silencio?
Los horarios de las comidas. Desde que nace, el niño asocia comida y sueño: después de alimentarse toca dormir. A medida que transcurren las semanas, pasa de alimentarse seis veces al día a hacerlo cinco o cuatro veces (también disminuyen sus períodos de sueño diurno), siendo la toma nocturna la de más peso para que pueda dormir más horas seguidas.Pero con esto no es suficiente. Para que el reloj funcione correctamente aún falta algo, algo sin lo cual ni ninguno de los restantes estímulos sería suficiente para lograr que un bebé se adapte al ciclo de 24 horas: el hábito del sueño, es decir, que el pequeño aprenda a conciliar el sueño por sí solo, sin la ayuda de nadie.
Retomemos el ejemplo de la comida. A una edad determinada, colocamos al bebé en una sillita, le ponemos un babero, un bol con papilla y una cuchara. Es decir, utilizamos una serie de elementos externos (sillita, mesa, babero, bol, cuchara) que asociamos al acto de comer. Es más, desde ese momento siempre lo hacemos igual, sea la hora de comer o la de cenar, sea alimentado en casa o en la guardería, le dé la comida mamá, papá, la canguro o el abuelo. Siempre lo hacemos igual, día tras día, semana tras semana, mes tras mes...
¿Y qué percibe nuestro hijo? ¿Qué sucede en su cerebro? Bien sencillo: Va asociando una serie de elementos externos con un acto muy concreto: el de comer. Por eso, al cabo de un tiempo de repetir cada día el mismo ritual, notamos que cuando sentamos a nuestro pequeño en la sillita y le ponemos el babero, ya empieza a moverse excitado a pesar de no ver la papilla: que vamos a alimentarlo de un momento a otro, es decir, asociado esos elementos externos (los «objetos») con la hora de comer. En definitiva, ha captado el mensaje:
«Cuando me ponen en la sillita, con el babero y la cuchara significa que voy a comer.»
Pero ahí no acaba el proceso. Cuando le enseñamos el hábito de comer, el niño capta algo más, le transmitimos algo más: nuestra actitud.
Hay que tener en cuenta que en los primeros meses de vida, los seres humanos somos totalmente instintivos y estamos íntimamente unidos a nuestras madres (o cuidadores). Dependemos de ellas para sobrevivir, tanto física como emocional mente. Los terapeutas suelen decir que «Hemos sido nosotros antes de ser yo», y una de las consecuencias de esta «simbiosis» es que los bebés sienten lo que sienten sus madres (o cuidadores), es decir, aprenden a sentir emociones a través de lo que les comunican los adultos: no mediante las palabras, que ni siquiera entienden, sino a través de su actitud, su cariño, sus cuidados...
Esto puede comprobarse fácilmente. Si cogemos a un bebé de seis meses, lo sentamos en nuestro regazo y con toda la dulzura del mundo le decimos: «Gordo, feúcho, no te quiero nada», lo más probable es que sonría encantado, porque lo que le estamos transmitiendo es cariño. Él no comprende lo que significan las palabras que ha escuchado, pero sí entiende lo que le transmitimos a través del tono de nuestra voz. Si, por el contrario, cogemos a nuestro pequeñín y le decimos con tono despectivo «Guapo,DESCARGATELO TE SERA DE AYUDA O COMPRATELO.UN ABRAZO
2006-09-10 07:37:08
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answer #6
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answered by pandoramenchu 3
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