ECOLOGÍA
Las tortugas son animales poiquilotermos, porque su temperatura corporal está determinada por la del ambiente en que viven. Este se caracteriza por marcadas diferencias entre las estaciones del año, y entre el día y la noche. Por eso, durante el otoño y el invierno las tortugas hibernan, para ello se alojan en cuevas que ellas mismas excavan y que, en ocasiones, pueden reunir a varios ejemplares. Salvo contadas excepciones, motivadas por algún período de buen tiempo, es muy raro que abandonen los refugios invernales hasta la llegada de la primavera. Por las mismas razones que llevan a la hibernación, las tortugas se ven obligadas a estivar -entran en un estado de letargo, durante las horas de máximo calor de los días veraniegos-. Con este fin, se refugian en pequeñas cuevas superficiales y de uso individual, también, excavadas por ellas. Estos lugares, además, son utilizados para protegerse del descenso nocturno de la temperatura, habitual en las zonas áridas. Las tortugas de tierra despliegan la máxima actividad en la primavera y en las horas previas al mediodía. Durante esta estación, el 85% de los individuos se encuentra fuera de las cuevas, en comparación con el 30% que se detecta en verano.
Habitualmente, las tortugas no se alejan a más de 30m de sus refugios. Sin embargo, en determinados momentos del ciclo vital, las caminatas pueden ser mucho más largas. Por ejemplo, los machos en celo en busca de hembras suelen recorrer hasta 100m diarios, dentro de un territorio mucho más amplio. Para realizar estos desplazamientos, las tortugas se valen de una serie de cuevas a lo largo de las rutas, para guarecerse del calor del mediodía. Otra causa de desplazamientos extensos es la búsqueda de alimentos, durante los periodos de escasez, característicos del terreno desértico en determinadas épocas del año.
Las características áridas del clima, la estacionalidad de las lluvias y la competencia que se establece con el ganado provocan que las tortugas tengan que desplazarse largas distancias para conseguir alimento.
En su alimentación, las tortugas aprecian, particularmente, las plantas cactáceas. Aunque también se alimentan de los frutos desprendidos de los árboles y arbustos, entre los que cabe destacar las vainas maduras de los algarrobos, a las que logran partir con sus picos córneos. De estas leguminosas y de los pastos de gramíneas las tortugas obtienen la mayor parte de los azúcares y proteínas que requieren. La dieta se completa con plantas herbáceas, que suelen brotar tras las lluvias de verano, también con la ingestión de pequeñas piedras que las proveen de calcio. En muchos casos, la alimentación requiere eliminar las espinas que posee buena parte de la vegetación del hábitat de las tortugas. Aquellas son arrancadas con ayuda de las patas. Es frecuente que se queden clavadas en ellas y que se originen infecciones.
El lento metabolismo de las tortugas hace que las transformaciones de los alimentos ingeridos sean muy lentas, por lo que son posibles largos períodos de ayuno. También, pueden prescindir durante mucho tiempo del agua, pues, como parte de su adaptación al hábitat desértico, retienen en la vejiga el agua de la orina.
El período de celo comienza en noviembre y se extiende hasta finales de año. Durante el celo, se hacen audibles las llamadas de cortejo. Los machos defienden, agresivamente, sus territorios, expulsando a los rivales tras luchas que incluyen topetazos de caparazones y mordiscos que pueden provocar mutilaciones. La misma violencia se exhibe durante el cortejo a las hembras, las que adoptan una actitud mucho más pasiva. Una vez que los machos son aceptados, tiene lugar la cópula, durante la cual ambos individuos emiten una serie de quejidos audibles a cierta distancia.
Las hembras ponen los huevos entre enero y marzo en unos nidos de hasta 10cm de protundidad, que excavan con las patas traseras utilizando su propia orina, para darles consistencia y favorecer el manejo del suelo. Suelen realizar hasta tres puestas de entre uno a cinco huevos cada una, separadas por un mes de intervalo. Esto es posible porque, luego de la cópula, las hembras pueden mantener espermatozoides vivos en la cavidad común, denominada cloaca, donde terminan los aparatos digestivo, urinario y reproductor. Los huevos son esféricos, de color blanco y con unos 4cm de diámetro. Permanecen en una especie de "hibernación embrionaria" durante un año para dar lugar, entre febrero y abril, a las nuevas tortugas de, apenas, 4cm de largo.
El caparazón, que dificulta en grado extremo la cópula entre las tortugas, resulta la más eficaz defensa que poseen estos animales. Dependiendo de la gravedad del peligro, las tortugas emiten una serie de resoplidos roncos. Luego, tratan de morder al atacante y, por último, retraen cabeza, patas y cola dentro del caparazón. El conjunto queda totalmente sellado, gracias a las fuertes escamas de la parte exterior de las patas. De esta forma, muy pocos animales -exceptuando a los humanos- representan una auténtica amenaza para las tortugas. Tan solo ocasionalmente algunos gatos monteses, zorros o pumas logran vencer la resistencia del caparazón. En cambio, los huevos y crías, que todavía no han solidificado el caparazón, son susceptibles a la acción de predadores, pues se convierten en presa fácil para gran cantidad de animales, entre ellos, peludos y zorrinos
2006-09-06 14:42:47
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answer #7
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answered by TITÍ 4
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