(Tiro algunos ejemplos)
A ver… algunos apellidos surgen de sumarle los sufijos “-ez” (castellano) “-Es” (portugués), “-son” (inglés, nórdico), “-vitch” y “-ov(a)” (ruso y eslovaco) y los prefijos “ibn-“ y “bin-“ (musulmanes), “ben-“ (israelíes), y “mac-“ y “mc-“ (escoceses e irlandeses, que también usan “o’-“) al nombre del padre. Estos significan “hijo de”. Por lo que, por ejemplo, González es “hijo de Gonzalo”.
Después están los topónimos, que surgen del nombre del lugar donde vivía una familia, y suelen estar precedidos por las preposiciones “de”, “del”, “de la”, etc. (Arroyo, Avellaneda, Aragonés, De la Rúa, Del Valle, Soto, Serrano) o bien, directamente accidentes geográficos (Colina, Cuevas, Montes, Lago), nombres de la flora de algún lugar (Robles, Castaño, Clavel, Rosal), de edificaciones (Castillo, Palacios, Paredes), de animales (Toro, Águila, Cordero), de partes de una ciudad (Calle, Plaza, Fuentes), o de colores (Pardo). Evidentemente se agarraban de cualquier cosa para crear los apellidos.
También había algunos surgidos de profesiones, de apodos o descripciones (Como Bueno, Calvo, etc.).
Supongo que deben haber varios orígenes más.
2006-07-28 20:22:40
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answer #6
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answered by Barbol 2
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No siempre han existido apellidos. Surgieron por la necesidad de identificar a las diferentes personas o familias, aún más cuando éstas utilizaban por tradición o costumbre los mismos nombres propios. Así ocurría alrededor del siglo XI, época en que los apellidos se constituían de diferentes formas, atendiendo principalmente al lugar de origen (toponímico), al nombre del padre o patriarca (patronímico), al oficio que desarrollaban, etc... En un principio, más que apellido, deberíamos decir "apodo" o "sobrenombre" ya que hacían referencia a alguna particularidad familiar. De hecho, la fijación del apellido como tal, se da hacia el siglo XIV, aunque entonces aún no se observa la regla de sucesión, a excepción de los nobles. Poco más tarde, las clases más humildes la adoptarían.
Todos saben que apellidos como Kohen, Levy y Katz son casi exclusivamente de uso judío y que Gross, Schneider, Schwartz y Weiss usualmente indican familiar judías.
Lo que generalmente pasa desapercibido es que el mismo proceso que produjo esta individualidad, es también el que convierte a los apellidos en una poderosa fuente de información respecto a la historia y cultura judías.
Según leemos en el segundo capítulo del Génesis, al comienzo de la historia de la humanidad cada ser vivo creado fue traído ante Adam -el primer hombre “y tal como los llamó, ese fue su nombre". Obviamente, la vida era mucho más simple cuando solo había dos exponentes de una misma especie.
Justamente, aun el nombre “Adam” es una de las palabras hebreas que significan 'hombre"', y la Biblia se refiere, regularmente, a su mujer con la denominación de “haishá” -'la mujer'.
Cuando la gente comenzó a multiplicarse, empero, y la necesidad de distinguir a uno del otro se tomó imperiosa, aparecieron los nombres propios.
Cuando tampoco ello fue suficiente, diferentes tipos de agregados al nombre fueron elaborados, indicadores de genealogía, ocupación, origen, o cualquier otra característica que fuera útil para diferenciar a los varios Moisés, Aharones y Mirams que residían dentro del mismo marco comunitario.
De ese modo encontramos en la Torá, tanto respecto a judíos como a no-judíos, nombres que exponen el parentesco de sus dueños. En el caso de los judíos, a guisa de ejemplo: Iehoshúa (Josué) bin ("hijo de") Nun, Hoshea ben Beeri, etc. En el caso de los no-judíos, Balak ben Tzipor, Bilám ben Beor, etc.
Similarmente, hasta había nombres que estipulaban una cadena de antecesores: "Koraj, hijo de ltzhar, hijo de Kehat, hijo de Leví"; "Mordejai, hijo de lair, hijo de Shimí, hijo de Kish".
Durante la época talmúdica (siglo v), podemos encontrar los siguientes nombres: lojanán "el zapatero", Hilel "el Babilonio", Gamliel “el anciano”, Abba Árika ("el alto").
Obviamente, sin embargo, ninguno de estos "apellidos" era hereditario en vista de que estaban íntimamente ligados a las vivencias de sus portadores.
Los apellidos modernos como elemento hereditario surgen en la Edad Media, y entre los judíos éstos aparecen recién varias centurias después.
Comienzan como respuesta a la ansiedad de las familias reales por ostentar un título que los identificara en conexión a algún ilustre ancestro o a algún territorio de su dominio, tal como los líderes de Jabad-Lubavitch adoptaron el apellido "Schneerson" - 'descendientes de Shneur' -en honor al fundador de su dinastía, Rabí Shneur Zalman de Liadí.
Cuando los nobles intentaron imitar a la realeza, y los plebeyos a los nobles, los apellidos surgieron a través de toda Europa.
A pesar de que "judíos emancipados" adoptaron apellidos como reconocimiento de su asimilación cultural, la gran masa judía se mostró renuente a seguir su ejemplo.
Mas, cuando las ciudades y los países comenzaron a organizar sus registros oficiales, resultó obvio que a los efectos de una buena organización interna los apellidos familiares eran esenciales, de modo que también a los judíos se les exigió la adopción de los mismos, en una nación tras otra.
Austria lo exigió en el ano 1787, Francia en el l787 y Prusia en 1812.
Adaptando la vieja tradición bajo la cual cada judío es identificado o como un descendiente de Aharon, el primer sacerdote (Kohen), o de la tribu de Leví, o del resto de la nación (Israel), muchas familias escogieron la simple denominación de Cohen, Cohn, Kahn, Kahana, Levy, Levin, Israel, Iserel.
Otros utilizaron los títulos sinagogales habituales, como Jazán -'Cantor'- y Beck -un diminutivo de Baal Koré 'el que lee de la Torá'-, o establecieron acrósticos para su uso, como ser Katz, de Kohen Tzedek -'devoto sacerdote' o Segal, de Segán Lekohen -'asistente del Kohen'-.
Otro tipo de apellidos son aquellos que surgieron de apodos en épocas pretéritas. A pesar de la dura condena del Shulján Aruj respecto a sobrenombres peyorativos, cuando en la misma familia se encontraban numerosos integrantes que llevaban el mismo nombre -procedente de un ancestro común- se hacía necesario el uso de apodos para la identificación. Así aparecen "Móishele der roiter" -el pelirrojo-y "Móishele der shvartzer" -el negro-. Muchos de estos apodos -los menos ofensivos- pasaron a ser los apellidos en diferentes idiomas: Black, en inglés, corresponde a Schwartz en alemán e idish, a Cherney en ruso y polaco. El inglés White, es Weiss en idish y alemán, Belli en ruso. Una persona de estatura era Gross en idish y alemán, Krupney en ruso, Wilki en polaco, Nagy en húngaro. Una persona baja, Klein en alemán e ididsh, Malenki en ruso, Piccolo en italiano.
También en relación a este tipo de apellidos, los hay que expresan el deseo de los padres con respecto a sus hijos: Kluguer -inteligente-, Scharf -tajante-, Susskind -dulce niño-, en alemán; Balaben -querido- y Lefky -inteligente- en ruso.
Los más viejos de todos, presumiblemente, -viajando hacia atrás en el tiempo, hasta la época en que nuestro tercer Patriarca, laacov, bendijo a sus hijos, al final del libro bíblico de Génesis- son aquellos que describen conductas o cualidades de los animales: lehuda Gur Arié ('Joven león'), Beniarnin Zeev ('lobo').
En Alemania, durante la Edad Media, era muy habitual que un nombre fuera acompañado por su equivalente germano, y así aparecen Arie Loeb ('león'), equivalente al 'Arie Leib' del Idish; DovBer ('oso'); Tzví Hirsch ('ciervo'); Zeev Wolf ('lobo').
Aparentemente, esta costumbre se expandió traspasando las fronteras rusas, según se desprende de los apellidos de dicha procedencia: Lev -león-; VoIk - 'volf’-lobo-; Meldev -oso; trascendiendo también a España (López del latín ‘lupus', equivalente a Wolf, lobo).
En tanto que los apellidos escogidos por propia voluntad eran los que gustaban a sus poseedores, o neutros, aquellos asignados compulsivamente generalmente denotaban la crueldad del oficial de turno. Motivados por un creciente antisemitismo, o la búsqueda de algún soborno, las autoridades hicieron sufrir a 'sus' judíos con nombres tales como Kaib ('chivo'), Knobl ('ajo'), Schlemmer ('glotón') o Ztibl ('cebolla').
La calidad del apellido, así, nos relata profusamente las características que eran estimadas por los judíos, su apego a las tradiciones bíblicas, y la indignante situación que Se vieron obligados a sufrir durante los siglos XIII y XIX.
Sin embargo, otros tres estilos de apellidos -aquellos indicadores de genealogía, origen y ocupación- son mas significativos que aquellos derivados de características físicas cuando de conocer cómo vivieron y qué hicieron los judíos se trata.
Casi universalmente, los judíos llevan nombres que significan "hijo de", una práctica que se remonta a los tiempos bíblicos.
Así, aún ante la ausencia de toda otra evidencia, podemos suponer la existencia de judíos en los países que vieron nacer al Ibn-Ezra arábigo, al Israelson inglés, al Mendelssohn alemán, al Jakubowitz ruso y al Abramowicz polaco. Bajo esta perspectiva es interesante recalcar la popularidad del nombre de David, raíz del David-son, igual que en Ibn Daud, Davidowitz, Davidowicz
Por supuesto, centurias de dispersión han oscurecido las fuentes de muchos patronímicos, como por ejemplo Feivelson y Feitelson.
Ya a partir de la época talmúdica, la población judía llevaba nombres de origen griego, como Alexander, Antignos, Hyrcanus, Phoebus, este último, Phoebus; se convirtió en Feibush -en Idish- con el diminutivo de Faivel; y el patronímico ben faivel usual pasó a ser el apellido Faivelson.
También, a comienzos de la Edad Media, muchos nombres hebreos fueron traducidos a sus equivalentes en lenguas romances, produciendo un Jaim-Vidal (derivado de vita -vida-); Baruj-Benedit (de Benedict -bendice-); Tikva-Shprintza (de esperanza). Pasado el tiempo, Vidal se convirtió en Faitel, sentando las bases para el futuro Feitelson.
Posteriores detalles acerca de sus lugares de residencia son encontrados en otros apellidos también, en vista de que el forastero generalmente recibía un mote acorde a su lugar previo de residencia, como el caso de Hilel "el Babilonio".
De ese modo podemos tener la certeza de que los judíos vivieron y emigraron de aquellas localidades que señalan sus apellidos. Tal es el caso de Frenkel (por Francia), Deutsch (por Alemania), Hollander (por Holanda), Pollak por Polonia).
Similarmente, cabe asumir que existían cuantiosas comunidades en las ciudades representadas por los homónimos apellidos: Modena, Montefiore, Romano y Soncino (en Italia); Molina, Navarro, Torme y Trujillo (en España); Castro, Oporto, da Silva y da Sola (en Portugal); Berliner, Frankfurter, Neustadter y Oppenheimer (en Alemania); Breslav, Krakov, Warsaw y Wilner (en Polonia); Kiek, Minski, Novgoroder y Penza (en Rusia), en adición a las terminaciones -berg ("ciudad"), -berger ("de la ciudad"), -owitz y -ski ("de"), que encontramos en Grinberg, Goldberg, Gartenberg, Neuberger, Aizenberg, Moskowitz, Warshavzki y Poznansky.
Finalmente, si los apellidos son descriptivos de lo que los judíos valoraban en tanto que los patronímicos narran acerca de su origen, aquellos que hablan de sus ocupaciones constituyen la más vasta mayoría.
El que los judíos en todo el mundo eran artesanos es un hecho que se desprende con suma claridad de los apellidos ocupacionales: correspondiente al Sastre español existen el Tailor inglés, el Idish y alemán Schneider, el ruso Portnoy, el polaco Krawiec, el italiano Sarto, el hebreo Jaiat. En el caso de panadero, el inglés es Baker, el alemán Becker, el idish Beker, el ruso Pekar, el húngaro Pek, el francés Boulanger; para los carniceros, el alemán Fleischer, el hebreo Katsof, el ruso Mesnik, y el francés Boucher.
Más aún, una visión adicional emerge de los apellidos tales como Soifer 'escriba", Melamed "maestro",y Jazan "cantor" en lugar de traducciones vernaculares relacionadas con ocupaciones seculares.
Demás está decir que todos estos apellidos deben ser contrastados con la casi total ausencia de nombres judíos como Farmer -chacarero-, Gardener -jardinero- y Forester -leñador-
Ahora, si bien es posible intentar seguir los pasos de los apellidos desde sus orígenes hasta el presente, sería vano e imposible predecir qué será de ellos en el futuro, de ahora en más.
Y ese hecho mismo es tambien la reflexión de la historia del pueblo judío.
Así, cuando los judíos emigraron de país en país, ya sea por elección o compulsivamente, se vieron constantemente obligados a adaptar, acortar, prolongar, redeletrear, reinterpretar, o simplemente cambiar sus nombres que otrora tuvieron significado en otras lenguas.
De ese modo, el significativo nombre de Freummer -religioso- se convirtió en Farmer, y el que denota origen, Gartenberg, se convirtió en Gardener, cosa que no fue habitual en los que denotaban ocupación.
Así, Shkolnik fue Eshkol, Meierson cambió a Meir, Gruen se convirtió en Ben Gurión, Jaiat pasó a ser Hyatt -y basta Chase!- Neustadt y Novgorod llegaron a ser Newton.
Y, como ironía final, todo el propósito de los apellidos -mantener un registro permanente de los lazos familiares fue revertido.
2006-07-28 20:15:58
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answer #8
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answered by JORGEMEX 3
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