Solíamos esperar juntos, abrazados, sentados de la mano en el mismo sillón mientras mirábamos todas las noches la misma película.
-“¿Mamá, la podemos ver otra vez?”. Sabíamos los diálogos de memoria, y cuando venía la parte en que se incendiaba el barco, te hacías chiquitito y te acurrucabas donde podías. Me abrazabas un poco, sin tocar la panza donde estaba “el hermanito”.
Y así, los dos esperábamos. Vos esperabas la parte en que Tarzán chiquito abrazaba a su mamá gorila y ella le cantaba “en mi corazón, siempre estarás “. Yo esperaba que tu hermanito diera alguna patadita si escuchaba tu voz.
Esperábamos los dos. Vos esperabas seguramente esa parte, donde mamá y bebé están juntos de la mano. Yo también la esperaba. Y te abrazaba fuerte y quizás se me caía alguna lágrima pensando cómo iba a hacer para protegerte, para que supieras cuánto te amaba y que nada iba a cambiar mi amor por vos.
“-Yo te quiero mamá”, decías bajando la vista.
¿Es que acaso sentís que te he traicionado hijito?. Yo también te quiero, ¿cómo puedo hacerte sentir mejor?. ¿Me permitirías que te cante la misma canción de la peli?
-Sí, mamá. ¿Cuándo nazca el hermanito dónde lo vamos a poner?
Todas las noches alguna pregunta similar, con alguna respuesta similar.
Después nos quedábamos en silencio, esperando otra escena que nos gustara. En silencio, tomaditos de la mano. Esperando.
2007-08-28
04:39:14
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KM OrKd
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Paternidad