La cornada en el tórax que recibió el domingo pasado el novillero español Jairo Miguel, de 14 años, ha conmocionado al mundo taurino y a la opinión pública mexicanos, y ha recordado otras cogidas similares registradas en las plazas de México.
Miguel se encuentra en un notable restablecimiento que tiene sorprendidos a los médicos que le atienden, Alfredo Ruiz Romero, Enrique González Careaga y Carlos Hernández Sánchez.
Esta tarde el adolescente novillero incluso habló con su padre, el torero retirado Antonio Sánchez Cáceres, agregó Hernández.
En una entrevista con la emisora W Radio, el doctor explicó que el menor "se ha ido recuperando de una forma muy, muy satisfactoria. está consciente, está respirando en forma espontánea, asimismo, y sus signos vitales en general están normales", aunque "está triste y consternado".
El joven torero resultó herido el domingo pasado en la apertura de la feria de San Marcos, en el estado central de Aguascalientes, de una cornada que le penetró en el pulmón izquierdo y pasó a centímetros del corazón.
"(El pitón) Entró por entre la quinta y la sexta costilla del lado izquierdo, tuvo una obstrucción del pulmón y con una lesión importante de su lóbulo inferior; estuvo a un centímetro y medio del corazón y la arteria aorta", relató Hernández.
Según el médico, al ver los vídeos de la corrida se dieron cuenta de que "el toro no quiso ni siquiera cornearlo sino que se lo encontró, lo enganchó y lo soltó aproximadamente unos veinte metros más adelante".
"Quiero decir que si el toro hace un derrote le hubiera destrozado el corazón", consideró.
El médico relató que tras la cornada, Miguel comenzó a perder mucha sangre y sólo la rápida intervención evitó lo peor.
Según Hernández, la única preocupación de los médicos es que haya "un problema infeccioso a nivel pulmonar", algo que no tendría por que suceder.
En México no hay una ley que limite la edad de los participantes en festejos taurinos, y debido a eso los españoles Julián López "El Juli" y José Tomas vinieron al país a finales del siglo pasado para hacerse toreros.
"El Juli" estuvo toreando, como niño prodigio, en ganaderías mexicanas cuando tenía entre once y doce años.
En 1928 también vinieron a México los españoles Manolo y Pepe Bienvenida.
Varios toreros mexicanos comenzaron como novilleros cuando eran adolescentes, entre ellos Fermín Espinosa Armillita, uno de los grandes matadores, quien empezó como becerrista cuando tenía 13 a 14 años, luego pasó a novillero y a los 17 tomó la alternativa.
El niño mexicano Rafita Mirabal tiene nueve años, y torea becerros en ferias, como la pasada Texcoco 2007.
Los expertos no recuerdan que hayan ocurrido cornadas tan graves a tan temprana edad como es el caso de Jairo Miguel.
En México ha habido cornadas célebres en el tórax o abdomen, algunas han causado la muerte del torero y de otras se han salvado milagrosamente.
El 29 de diciembre de 1940, el toro "Cobijero" de Piedras Negras cogió a Alberto Balderas y le lesionó el hígado. El matador murió minutos después en la enfermería de la plaza "El Toreo", del barrio de la Condesa, un recinto que ya no se utiliza.
En la Plaza México se recuerda la cornada que el toro "Camisero" de La Laguna le propinó en el pecho a Manuel Capetillo el 22 de marzo de 1959. El asta le lesionó la pleura pero tras varios momentos de angustia, no le causó la muerte.
En la misma plaza, el 16 de febrero de 1975, causó horror la cornada que el toro "Bermejo" del hierro de Xajay le infirió en el vientre al diestro Antonio Lomelín, extrayéndole las vísceras. Fue una escena dantesca la que el público presenció, pero el torero salvó la vida.
"El Toreo" de la Condesa pasó a "Cuatro Caminos", en el estado de México, y en ese coso el astado "Escultor" de Zacatepec cogió en la década de 1960 a Antonio Velázquez. El pitón penetró por el maxilar derecho, atravesó la lengua, llegó a la cavidad del paladar y estuvo a punto de llegarle al cerebro. Después de pasar por un calvario, el torero se salvó, pero murió tiempo después al resbalar en la construcción de su casa y caer al suelo desde un segundo piso.
También a finales del siglo XX, en la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara, un novillo de Yturbe Hermanos le infirió una cornada en el pecho a Alberto Bricio, que falleció días después en un hospital de la ciudad de Guadalajara (oeste).
2007-04-18
03:33:00
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