Que bonita oracion, la verdad me estado volviendo muy materialista, siento que entre a esta pregunta por alguna cuestion, me parece una muy buena oracion, en lo personal yo soy creyente de la Virgen Maria, siento que ella ha intersedido por mi, muchas gracias, agradeceria mas oraciones. Saludos!
2007-12-26 12:46:45
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answer #3
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answered by RalphX! 4
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La reflexión que te anexo se complementa perfectamente con la hermosa oración de MarÃa, a ver que te parece:
Ya, felizmente, ha llegado esta fecha venturosa de Navidad. Todos guardamos en nuestra alma recuerdos entrañables de las fiestas navideñas: bellos recuerdos de nuestra infancia, y también de nuestra edad juvenil y adulta. Y es que, en este dÃa todos nos hacemos un poco como niños. Y está muy bien que sea asÃ, porque nuestro Señor prometió el Reino de los cielos a los que son como niños. Más aún, desde que Dios se hizo niño, ya nadie puede avergonzarse de ser uno de ellos.
¡Tantas cosas podrÃan decirse en un dÃa como éstos! Pero no voy a escribir un tratado de teologÃa. Me voy a limitar, amigo lector, a contarte una sencilla y bella historia. Espero que te guste.
Se cuenta que el año 1994 dos americanos fueron invitados por el Departamento de Educación de Rusia –curiosamente—, para enseñar moral en algunas escuelas públicas, basada en principios bÃblicos. DebÃan enseñar en prisiones, negocios, en el departamento de bomberos y en un gran orfanato. En el orfanato vivÃan casi 100 niños y niñas que habÃan sido abandonados por sus padres y dejados en manos del Estado. Y fue en este lugar en donde sucedió este hecho.
Era 25 de diciembre. Los educadores comenzaron a contarles a los niños la historia de la primera Navidad. Les hablaron acerca de MarÃa y de José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas y, obligados por las circunstancias, tuvieron que irse a un establo a las afueras de Belén. Y fue allÃ, en una cueva pobre, maloliente y sucia, en donde nació Dios, el Niño Jesús. Y allà fue recostado en un pesebre.
Mientras los chicos del orfanato escuchaban aquella historia, contenÃan el aliento, y no salÃan de su asombro. Era la primera vez que oÃan algo semejante en su vida. Al concluir la narración, los educadores les dieron a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada niño se le dio un cuadrito de papel amarillo, cortado de unas servilletas, para que asemejaran a unas pajas. Luego, unos trocitos de franela para hacerle la manta al bebé. Y, finalmente, de un fieltro marrón, cortaron la figura de un bebé.
De pronto, uno de ellos fijó la vista en un niño que, al parecer, ya habÃa terminado su trabajo. Se llamaba Mishna. TenÃa unos ojos muy vivos y estarÃa alrededor de los seis años de edad. Cuando el educador miró el pesebre, quedó sorprendido al ver no un niño dentro de él, sino dos. Maravillado, llamó enseguida al traductor para que le preguntara por qué habÃa dos bebés en el pesebre. Mishna cruzó sus brazos y, observando la escena del pesebre, comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que habÃa escuchado la historia de Navidad una sola vez, estaba muy bien, hasta que llegó al punto culminante. Allà Mishna empezó a inventar su propio relato, y dijo: –“Y cuando MarÃa puso al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenÃa un lugar para estar. Yo le dije que no tenÃa mamá ni papá, y que no tenÃa ningún lugar adonde ir. Entonces Jesús me dijo que yo podÃa estar allà con Ãl. Le dije que no podÃa, porque no tenÃa ningún regalo para darle. Pero yo querÃa quedarme con Jesús. Y por eso pensé qué podÃa regalarle yo al Niño. Se me ocurrió que tal vez como regalo yo podrÃa darle un poco de calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ése serÃa un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo que sÃ, que ése serÃa el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metà dentro del pesebre. Y Jesús me miró y me dijo que podÃa quedarme allà para siempre”.
Cuando el pequeño Misha terminó su relato, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas y empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano habÃa encontrado a alguien que jamás lo abandonarÃa ni abusarÃa de él. ¡Alguien que estarÃa con él para siempre!
Esta conmovedora historia, ¡tiene tanto que enseñarnos! Este niño habÃa comprendido que lo esencial de la Navidad no son los regalos materiales, ni el pavo, ni la champagne, ni las luces y tantas otras cosas buenas y legÃtimas. Lo verdaderamente importante es nuestro corazón. Y querer estar para siempre al lado de Jesús a través de nuestro amor, de nuestra fe, del regalo de nuestro ser entero a Ãl.
Dios nace hoy en un establo, no en un palacio. Nace en la pobreza y en la humildad, no en medio de lujos, de poderes y de riquezas. Sólo asà podÃa estar a nuestro nivel: al nivel de los pobres, de los débiles y de los desheredados.
Sólo si nosotros somos pequeños y pobres de espÃritu podremos acercarnos a Ãl, como lo hicieron los pastores en aquella bendita noche de su nacimiento. Los soberbios, los prepotentes y los ricos de este mundo, los que creen que todo lo pueden y que no necesitan de nada ni de nadie –como el rey Herodes, los sabios doctores de Israel y también los poderosos de nuestro tiempo— tal vez nunca llegarán a postrarse ante el Niño en el pobre portal de Belén.
Ojalá nosotros también nos hagamos hoy como niños, como Mishna, como los pobres pastores del Evangelio, para poder estar siempre con Jesús.
Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita y el misterio insondable de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. Sólo la contemplación extasiada y llena de fe y de amor es capaz de penetrar –o, mejor dicho, de vislumbrar un poquito al menos— la grandeza inefable de la Navidad. ¡El Dios eterno, infinito, omnipotente e inmortal, convertido en un Niño recién nacido, pequeñito, impotente, humilde, incapaz de valerse por sà mismo! ¿Por qué? Por amor a ti y a mÃ.
Para redimirnos del pecado, para salvarnos de la muerte, para liberarnos de todas las esclavitudes que nos oprimen y afligen.
Si Dios ha hecho tanto por ti, ¿qué serás capaz tú de regalarle al Niño Dios?
2007-12-27 09:09:14
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answer #5
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answered by Anonymous
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La oración es el acto de abrirle nuestro corazón a Dios tal como lo hacemos con un amigo. No es repetir cosas o leer cosas que a veces nada tienen que ver con nuestras necesidades o lo que queremos decirle. Esas oraciones que enviaste son muy hermosas pero a Dios no le agrada que todo el tiempo le repitamos lo mismo. ¿Te ha pasado que cuando hablas con un amigo y te dice las mismas cosas tú le dices que ya lo sabes? Estoy segura de que te gusta tener conversaciones "frescas" con tus amistades. Hablar de cosas nuevas, de lo que disfrutaron durante el día, de lo que te preocupa, de lo que necesitas. Con Dios es lo mismo y es lo que espera él de tí. Él quiere que lo busques, que lo ames, que así como pasas tiempo con tus amigos también lo pases con Él y que le cuentes tus cosas, buenas y malas, tristes o alegres... Anda, ve a tu cuarto, cierra tras de tí tus puertas y allí en la soledad abre tu corazón a JEsús, al Espiritu Santo, al Padre y habla con Él, sin hacer vanas repeticiones, solo habla con Él como a tu mejor amigo...
2007-12-26 13:41:47
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answer #10
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answered by Elga D 2
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