La capital de Colombia se extiende por un verde valle a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. La ciudad de Bogotá parece estar impregnada de cultura casi diariamente. De esta forma, se ha vuelto usual disfrutar de las más variadas exposiciones en sus diferentes museos y también de manifestaciones artísticas como la danza, el teatro y la música, que parecen abrirse campo deslumbrando con su magia en las calles y en los templos. Si quieres conocer Colombia, no te pierdas una de sus principales joyas.
Bogotá no es una ciudad como cualquier otra. Capital de uno de los países con mayores atracciones naturales, esta ciudad es muchas veces pasada por alto por aquellos viajeros que buscan sólo aventuras. Pero Bogotá vale la pena y un paseo por sus calles les hará apreciar su historia y su presente cargado de vida que la ha llevado a ser uno de los referentes de la cultura latinoamericana.
La Candelaria
El barrio de estudiantes, bohemia, artesanos, cultura y política, nació de cara a los cerros de Monserrate y Guadalupe, como estableciendo un hilo espiritual entre el templo milagrero que domina el primer cerro, y la Capilla del Palomar en el costado occidental de la Plazoleta del Chorro de Quevedo, donde según los historiadores, Gonzalo Jiménez de Quesada, levantó en 1538, su primera guarnición de 12 chozas de paja que imitaban las de los entonces miembros del Sagrado Imperio de los Chibchas.
Se fue extendiendo en largos y gruesos muros de adobe apisonado y melcochados de cal que conformaron casonas con patios interiores y pilas de agua para el solaz de sus habitantes, y en lo público calles bautizadas con un cierto humor andaluz: Calle del Cubo, Calle del Camarín, nombres que apenas identificaban los visitantes observadores pero por los que no podría guiarse ningún conductor de servicio público ya amoldado a la fría y práctica nomenclatura aritmética actual de la ciudad.
Es la localidad más pequeña de la ciudad pero de enorme valor histórico, en ella se concentra el centro institucional local y regional. Se ha declarado como la zona histórica de la ciudad.
Hoy el barrio está integrado por 42 manzanas que abarcan de las Calles Séptima a la 14, y de las Carreras segunda a la octava, en el centro histórico y administrativo de la capital.
El nombre del barrio proviene de la recoleta ubicada en la Calle 11 con Carrera cuarta, que la comunidad de los agustinos dedicó a la Virgen de la Candelaria.
En esa área se concentran los principales testimonios arquitectónicos de la tercera ciudad en importancia católica en el Nuevo Mundo, después de México y Lima; los conventos de San Agustín, Santa Clara, las iglesias de San Ignacio, El Carmen, la Catedral, la Capilla del Sagrario, el Palacio Cardenalicio, y dominando el atrio, la espaciosa Plaza de Bolívar.
Con su trazado urbanístico que elogió el francés Le Corbusier, las edificaciones civiles, que van desde el Capitolio en el costado sur de la Plaza de Bolívar hasta la casa de los presidentes el Palacio de Nariño, incluyendo el Observatorio Astronómico, sintetizan en apenas tres manzanas el eje político de un país de ciudades, y de una ciudad considerada como una de las más grandes del mundo.
Para degustar el añejamiento del barrio hay que andarlo. Encontrarse de pronto con el Camarín del Carmen en el que tantos fotógrafos han recreado su lente; atravesar el zaguán para sostener una conversación imaginaria o revivir una conjura en la Casa del Marqués de San Jorge; deleitarse con la imaginería quiteña en el Museo de Arte Colonial, saborear la comida criolla y repasar la historia de la moda local en el Museo de Artes y Tradiciones Populares y apreciar la arquitectura de la ciudad.
En recintos viejos y adecuados trasega la cultura de la ciudad. Salas de conciertos, galerías de arte, salas de lectura en casonas que habitaron los virreyes o los insurgentes. Y el homenaje a estos últimos es la Casa Museo 20 de Julio. Desde su balcón en 1810, se agitó a un pueblo que no quería depender más de la corona española.
La Candelaria, que no siempre se llamó así porque es un barrio hecho con retazos jurisdiccionales de lo que hasta comienzos de siglo se llamaron El Príncipe y La Catedral, esconde en patios y altillos sitios de pasar la noche bailando al mejor son de la música, como La Peña, o conversando sobre cualquier tema y saboreando pasteles y postres bogotanos en la Puerta Falsa de la Catedral.
Es un barrio con rostro de ayer y vida de hoy, un lugar de la ciudad que todavía le permite a sus gentes hacer competencias de festones y decorado de los andenes por época de navidad. En sus bocacalles coinciden a veces, manifestaciones de protesta estudiantil y procesiones religiosas, desfiles de teatro callejero y recolectores de papel y botellas usadas que evocan las primitivas aguadoras que con el cántaro al hombro recorrían el sector.
La Candelaria es la única zona de la ciudad donde las calles tienen sus nombres originales, porque fue en La Candelaria en donde nació Bogotá y porque cada nombre representa una pequeña anécdota cachaca.
Por ejemplo, la calle de la Cajita de Agua se llama así porque en alguna época allí quedaba la fuente del agua para los habitantes de la zona.
Y la de Las Culebras, lleva ese nombre porque allí cruzaban riachuelos y por su abundante maleza era frecuente la presencia de víboras.
El Triunfo, sinónimo de éxito y bienaventuranzas, es el nombre de otra calle donde estaban ubicadas las casas importantes de la época, entre ellas el Camarín del Carmen. Las hay con nombres obvios como La del Silencio, que fue una de las más silenciosas de su época. Dicen que la de La Paloma, se llama así porque en sus casas hay tesoros escondidos; la del Cubo, porque allí estaba ubicado el Molino del Cubo; y la del Suspiro quién sabe, de pronto porque su vecina se llama la del Afán.
Zona Rosa
El área del Chicó, comprende una amplia zona desde la Cll. 72 entre las Carreras 7a. y Caracas, hasta la Calle 100, es una zona de calles amplias y arborizadas, casas bonitas y varias zonas comerciales.
En el corazón de lo que ha venido a llamarse la Zona Rosa hay un ambiente grato quizás por su mismo tamaño recogido, en el cual es fácil encontrar lo que se está buscando, salas de cine, restaurantes, artesanías, centros comerciales y toda clase de almacenes. Ésta zona alberga una decena de solariegas quintas que caracterizan los barrios de prestante arquitectura, calles tranquilas de frondosa arborización y escaso tráfico.
Es la zona donde tuvieron su sede colegios de gran prestigio, su presencia era grata y muy cómoda para las familias del vecindario, ya que en sus claustros o más bien en sus salones y patios, y más preciso aún, en las calles y tiendas vecinas, se educaron por separado sus hijos e hijas.
Con la urbanización de El Lago, las primeras demoliciones en la Avenida Chile, la apertura de la Carrera 15 y su paulatina comercialización, los ávidos ojos inmobiliarios empezaron a posarse sobre estos extensos y jugosos lotes. Hoy, pocos sobreviven; unos cerraron o se convirtieron en universidades. La mayoría acosados por el " progreso ", o atraídos por las ofertas, o por la combinación de ambos factores, vendieron y se trasladaron a la periferia norte, anticipándose a un proceso irremediable.
A principios de la década de los 80, la Carrera 11 en medio de gran debate, fue decretada como vía de un solo sentido hacia el sur, medida que refrendaba la culminación de un proceso de profundos cambios en la estructura y los usos a lo largo del corredor vial que así se creaba, con efectos sobre todas sus calles afluentes. Una de ellas, la Calle 82, entre Carreras 11 y 15, dotada de una curiosa dosificación de elementos arquitectónicos y ambientales, atrajo a restaurantes, boutiques, almacenes de diseño y bares de terraza que pronto se poblaron de compradores y juveniles consuetudinarios del " Jet Set " bogotano. Nacía así con nombre presuntuosamente anticipado, la Zona Rosa de Bogotá, que tuvo su clímax hasta principios de la década de los 90.
Quinta Camacho
Quinta Camacho es desde principios de siglo **, uno de los barrios bogotanos que mantienen un estilo arquitectónico definido. Está comprendido entre la Carrera 7a. y la Avenida Caracas, y de las Calles 67 a 72. Existe la Corporación Quinta Camacho, el cual lucha por la preservación del patrimonio arquitectónico del sector. Su acción cívica de permanente colaboración ha hecho que la gente se interese por vivir allí.
Las casas son de estilo inglés, y de allí se afirma que " el inigualable ladrillo bogotano acoge amistoso la hiedra”. A las plantas que cubren sus fachadas se les llama Uña de Gato o Ficus Pumila. Esta Uña de Gato fue muy popular como revestimiento de fachadas de casas estilo inglés contemporáneas. Por requerir podas cuidadosas y constantes para asegurar la adecuada adherencia y cobertura, fue paulatinamente reemplazada por la hiedra y sólo sobreviven casos aislados.
Ciudad Kennedy
Empezando la década de los 60, los Estados Unidos entregaron a los países de América Latina, el programa denominado Alianza para el Progreso, que consistió en un apoyo económico que ayudaría a desarrollar a los países del sur. Este programa se creó como una alternativa a la revolución cubana que había triunfado en 1959.
Así nació Ciudad Kennedy, siendo Presidente de Colombia el Doctor Alberto Lleras Camargo. El primer adjudicatario fue el Señor Argemiro Plazas quien todavía reside allí.
Se considera este barrio como la mayor concentración de vivienda popular del país. Su construcción se comenzó en los terrenos de lo que fuera el Aeropuerto de Techo y comienza en el Monumento de Banderas, al sur de la ciudad.
El historiador José Ignacio Perdomo Escobar, en su libro "Las Haciendas de la Sabana a Vuelo de Pluma", dice que las tierras pertenecieron al Cacique Techotivá; después pertenecieron a los Jesuitas, luego a las monjas de Santa Clara y más tarde una parte fue propiedad del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, otra parte del Colegio Seminario de San Bartolomé, y una tercera parte a Don Juan de Aranda. Se encuentra al sur occidente de la capital y está conformado por conjuntos de apartamentos y casas, y está dividido en 4 zonas: Kennedy Oriental, Kennedy Occidental, Kennedy Norte y Kennedy Sur.
Cuenta con más de un millón de habitantes y se considera como uno de los barrios más completos de la ciudad, pues cuenta con un parque Distrital, campos deportivos, iglesias, hospital y almacenes variados. Se espera para el futuro que Kennedy tenga su centro administrativo y su universidad propios.
Teusaquillo
En tiempos lejanos el Barrio Teusaquillo era un gran sector que luego dio origen a barrios residenciales que guardan cierta identidad urbanística.
El lenguaje arquitectónico del barrio denota similitud en la altura, gracia en las fachadas, techos agudos para permitir que las lluvias corrieran, pórticos abrigados, chimeneas voluminosas, espacios abiertos y calles amplias. En su proceso de cambios, el 16% del área, pasó a su uso institucional, el 33% a comercio y sólo el 51% permanece como vivienda. En 1979 el Concejo dispuso su conservación como patrimonio urbano.
Su nombre se debe al entonces hermoso sitio y lugar de recreo de los Zipas llamado Thibzaquiyo, ubicado al pie de los clavados cerros de la cordillera. En 1933 era considerado como el mejor barrio de la capital.
En los últimos años se ha generado un cambio substancial del uso de la vivienda en el barrio a favor del comercio, los planteles educativos, sedes políticas, consultorios, centros de salud, entre otros. El territorio se encuentra rodeado y cruzado por vías importantes sobre las cuales se generan altos flujos vehiculares.
La Merced
La reliquia arquitectónica y urbanística mas íntegramente conservada de Bogotá, es el Barrio La Merced. Conformado por casas construidas por Karl Rich, en la década de los años 40; se caracterizan por los aleros, barandas y texturas de ladrillo en fachadas preconizadas por el Brujo Taliesin. Son de estilo inglés, altas, amplias y severas, todas en ladrillo y cubierta de teja.
La preservación del conjunto, único en la capital en donde es muy poca la casa que ha sido demolida, se debe a que el uso evolucionó de residencial a oficinas, a manos de entidades capacitadas para respetar la importancia de la obra, y también a que los dueños han sido personas muy enamoradas de sus viviendas.
Las edificaciones de uno y varios pisos, inclusive conjuntos de apartamentos, hechas en estilos diferentes del inglés y entreveradas entre las mayoritarias, no son remiendos recientes sino que se levantaron en los primeros años, pues no hubo imposición de estilo.
Museo del oro
Bogotá alberga uno de los mejores museos del mundo, el Museo del Oro. Entre su colección única en el mundo de más de 30.000 piezas de orfebrería en este metal realizadas por culturas precolombinas. Destacan los pectorales tolima, las figuras de Tayrona y, sobre todo, la mítica Balsa Muisca, origen de la leyenda de El Dorado.
Para divertirse
Pero la capital no es sólo historia y cultura, también es una ciudad con sabor a rumba, cuyo principal epicentro está en la Zona Rosa, aledaña al Centro Comercial Andino al norte de Bogotá. Igualmente, se encuentran otras alternativas en el Parque de la 93, Usaquén y para los más trasnochadores están la Calera, Chía y Cajicá, a los alrededores de la ciudad.
Al occidente encuentra en cambio, uno de los símbolos de la ciencia y el saber: el Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología Maloka, el más importante en su género en América Latina, diseñado y construido en un 95% por colombianos. Un museo de tercera generación que permite interactuar con los objetos que se exhiben.
También está el Jardín Botánico Celestino Mutis, El Museo de los Niños, el Acuaparque y el Parque Metropolitano Simón Bolívar.
2007-04-13 06:59:54
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answer #1
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answered by Anonymous
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