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Y el pan en su carne? Realmente? Esto es dogma de fe de la Iglesia? Alguien en su sano juicio puede creer que esto realmente ocurre, y que no es simplemente una metáfora, una escenificación del rito de la Misa? Por favor...

2007-03-26 05:19:50 · 34 respuestas · pregunta de Bassanio 4 en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

34 respuestas

La iglesia católica enseña la transustanciación, es decir, que el vino y el pan se transforman realmente en la sangre y el cuerpo de Cristo. Reclama así el poder de crear a su Creador mediante este rito. La prueba está, entre otras cosas, en que se habla del "sacrificio de la misa", dando a entender que se vuelve a sacrificar al Señor en cada misa.
Cuando Jesús dijo "este es mi cuerpo" y "esta es mi sangre", estaba hablando simbólicamente. ¿Cómo podemos saberlo? Porque todavía no había muerto!! Su cuerpo no había sido aun lastimado, ni su sangre derramada.
Además, otras veces había hablado de la misma forma, simbólicamente, y nadie lo interpretó literalmente: "yo soy la puerta", "yo soy la luz del mundo",etc.
El pan y el vino usados en el rito conmemorativo de su muerte sólo sirven como símbolos, para recordarnos su enorme sacrificio. No se transforman en su cuerpo y sangre.

2007-03-26 05:42:53 · answer #1 · answered by chess fan 7 · 1 1

El pan y el vino son símbolos que utilizo Jesús para que sus seguidores celebraran su muerte año con año el pan sin eleva dura representa su cuerpo sin contaminación, la eleva dura representa corrupción, o fermentación y el vino su sangre.

2007-03-26 05:35:30 · answer #2 · answered by lluvia_1211 2 · 2 0

..el mío si


....Jesús

2007-03-26 05:31:31 · answer #3 · answered by Rider 3 · 2 0

fisicamente obviamente no ocurre ese cambio, cuando tomas el vino consagrado fisicamente no bebes sangre, es el acto simbolico que jesus entro su sangre y su cuerpo para perdonarnos de nuestros pecados, y cuando hacemos eso en la eucaristia lo recordamos, pero si simbolicamente si el vino es la sangre de jesus y la hostia su cuerpo, al comulgar tienes a jesus ahi cerquita en tu corazon,

2007-03-26 05:32:58 · answer #4 · answered by tere 3 · 1 0

el vino es el simbolo de la sangre de Cristo, no se convierte... el pan es el simbolo del cuerpo de cristo.
mateo 26:26-28 para que recordaramos el pacto hecho con sus discipulos. saludos

2007-03-26 05:32:45 · answer #5 · answered by Anonymous · 1 0

Sí, es Jesús a quien recibimos al acercarnos al banquete de la eucaristía, para ayudarte a resolver tu duda aquí te dpy estos tres textos que tratan este tema de manera excepcional y clara.

Autor: Juan García Inza | Fuente: Cartas de Jesús a ti

En este tiempo se habla de muchas cosas: alegría, esperanza, cambio, resurrección... Y todo eso es correcto. Yo quiero que estés alegre, y que tengas esperanza, y que experimente un cambio profundo en tu alma, y que resucites de tus muertes… Iremos hablando de estas cosas poco a poco. Pero yo quiero hablarte hoy de algo que dejé a la Iglesia y al mundo entero, y que muchos todavía no se han enterado. Me refiero a la Eucaristía. Mi presencia en el Pan consagrado, en el Sacramento del Amor, en la celebración pascual de cada día en el altar, en mi casita del Sagrario en donde vivo muy cerca de vosotros. El mundo busca prodigios, los creyentes reclaman milagros, y el milagro diario de la Eucaristía no les llama la atención a la gran mayoría. En cierto modo lo comprendo, porque esa transformación tan substancial que experimenta el Pan consagrado, gracias a mis palabras que pronuncia el sacerdote, no es algo espectacular, mágico, llamativo… No lo es porque no es eso lo que Yo pretendo. No olvides que yo no soy un “mago”. Ni mis sacerdotes son “magos” e “ilusionistas”. No quiero que la gente se quede con la boca abierta admirando un prodigio que se impone por la evidencia a través de los sentidos. No, la Religión no es “malabarismo”, ni juego de luces, ni fenómenos extraños, ni emociones fuertes... Y el caso es que muchos me la están convirtiendo en eso. Me da pena que mis amigos vayan a los actos religiosos como el que va a la feria, o al circo, o buscar maravillas alucinantes. La religión no es eso, porque todo eso se queda en el puro fenómeno psicológico, o si quieres parasicológico. Yo vine ofreciendo algo más sencillo, más profundo, más auténtico, más sobrenatural, y al mismo tiempo más humano. La Religión es la relación amorosa entre los hombres y Dios. Entre tú y Yo. Es la presencia Nuestra (de la Trinidad Santísima) en vuestra vida. Es sencillamente un encuentro amoroso entre el Creador y la criatura, entre el Padre y los hijos, entre el Amigo y los suyos, entre nosotros. Por eso quise quedarme en la Eucaristía, para hacer más posible esta realidad.

Es verdad que Yo estoy presente en todos los sacramentos, pero de un modo especial en la Eucaristía. En este Sacramento, que soy Yo mismo, está el centro de todo lo demás, la fuente de todas las gracias, la vida de la Iglesia. No lo dudes, en la Eucaristía estoy Yo vivo. De un modo real y no simbólico que algunos piensan. Por eso este tiempo de Pascua, en el que celebramos mi Resurrección, celebramos también mi presencia junto a vosotros en la Eucaristía. En el santo sacrificio del Altar, en la comunión y en el sagrario, te espero a ti con la ilusión de pasar juntos un buen rato, y ofrecerte mi ayuda.

Los que reciben Mi Cuerpo en las debidas condiciones de aprovechamiento espiritual, tendrán Vida Eterna, vivirán para siempre. Todo esto no es fácil de comprender. Cuando yo anuncié que me iba a dar en comida oí que algunos decían “duras son estas palabras”, y muchos se marcharon porque me tomaron por loco. Pero Yo no podía decir lo contrario a la Verdad. Y le dije a los míos: “¿Vosotros también queréis marcharos?”. Mi amigo querido Pedro dijo con toda su alma: “Señor, ¿A dónde vamos a ir? ¡Sólo Tú tienes palabras de vida eterna!”.




Autor: P. Jorge Loring, S.I. | Fuente: Catholic.net
Eucaristía , Misterio de Fe
¿Por qué llamamos a la eucaristía “Misterio de Fe”?

Porque la Eucaristía requiere y presupone la fe.

Se nos dice que es Cristo quien celebra la Eucaristía, y vemos a un hombre subir las gradas del altar, y oímos una voz humana, y vemos un rostro humano y unas facciones humanas. ¡Qué fe!

Se nos dice que asistimos al Calvario, al Viernes Santo, y vemos unas paredes frías, unos bancos o sillas. ¡Qué fe!

Se nos dice que Dios nos habla en las lecturas, y escuchamos una voz humana, a veces femenina, a veces masculina. ¡Qué fe!

Se nos dice que todos los ángeles asisten absortos y comparten nuestra misa, alrededor del altar, y nosotros sólo vemos unas velas, un mantel y unos monaguillos, y gente de carne y hueso. ¿Dónde se han escondido los ángeles? ¡Qué fe!

Se nos dice que Dios está real y sacramentalmente ahí presente, bajo las especies del pan y vino, y nuestros ojos no ven nada, sólo oímos una voz humana, a veces entrecortada por sollozos o por algún ruido de niños. ¡Qué fe!

Se nos dice que, después de la consagración, ese trozo de pan que vemos es el Cuerpo de Cristo, y nos sabe a pan, y sólo a pan, y vemos pan, sólo pan. Y sin embargo, ¡es verdaderamente el cuerpo de Cristo!¡Qué fe!

Se nos dice que somos una comunidad de hermanos, y vemos a veces a gente extraña, que ni siquiera conocemos y con la que no siempre estamos en plena comunión. ¡Qué fe!

Se nos dice que la Misa termina en misión, y resulta que yo termino igual, vuelvo a casa a hacer lo mismo de siempre, a la rutina de siempre, a las penas de siempre, a los sufrimientos de siempre.


Sí, la eucaristía es un misterio de fe. Y sólo quien tiene fe, podrá entrar en esa tercera dimensión que se requiere para vivirla y disfrutarla.

¿Cómo preparó Cristo a sus discípulos para la eucaristía, misterio de fe?

Primero en Cafarnaúm les hizo la promesa. Después en Jerusalén, en el Cenáculo, la institución. Allí hizo realidad la gran promesa.

Lo veían día a día entregado a los demás. Se hacía pan tierno para los niños, consuelo para los tristes, consejo para los suyos, médico para los enfermos. Jesús vivía a diario las exigencias de la eucaristía. Donación y banquete que alimenta, sacrificio que se ofrece, presencia que consuela.

La Eucaristía no son ideas bonitas, no son discursos demostrativos. Es un Pan que se ofrece, una Sangre que se derrama y limpia, una Presencia que conforta y consuela. Y esto fue Cristo durante su vida aquí, en la tierra, y hoy, en la eucaristía, en cada Sagrario. Y, mañana, en el cielo.

Llegó el día de la gran promesa que narra San Juan en el capítulo 6 de su evangelio: “Yo soy el Pan vivo; quien me come, vivirá. El pan que les daré es mi carne, para la vida del mundo”. Sonaba duro: comer su carne, beber su sangre, no estaban acostumbrados a ese lenguaje.

¿Cuál fue la repuesta de los oyentes?

La incredulidad. Muchos le abandonaron, les parecía un escándalo, les parecía una irracionalidad, les parecía un canibalismo. ¡Esto es insoportable! Este rechazo fue ciertamente una profunda desilusión para Jesús.

Miró a sus Apóstoles, esperando encontrar en ellos la fe, la adhesión, el afecto: “¿También vosotros queréis marcharos?”. Jesús estaba dispuesto a dejarlos irse si no creían en la eucaristía, que acababa de anunciarles. Es que no es posible seguir a Cristo sin creer en la eucaristía.

Afortunadamente, la confesión de Pedro, en nombre de todos, permitió a los apóstoles continuar en el seguimiento del Maestro. Jesús siempre exigió la fe en la eucaristía. Sólo con la fe y desde la fe, comulgando obtendremos los frutos que Él nos quiere dar. Si no, sólo recibimos un trozo de pan, pero sin ningún fruto.

La Eucaristía requiere un impulso de fe siempre renovado. Hay que dar un gran salto, de lo visible a lo invisible. Esto se da en cada Sacramento. Ese salto es la fe.

Jesús pidió fe a sus primeros seguidores. ¿Acaso queréis iros? Renovemos nuestra fe cada vez que vivamos la eucaristía. Señor, creemos, pero aumenta nuestra credulidad. Creemos, pero queremos crecer en nuestra fe.


Jesucristo ¿realmente presente en la Eucaristía?
Las interpretaciones simbólicas y alegóricas de los no católicos son inadmisibles


Jesucristo ¿realmente presente en la Eucaristía?
Jesucristo es Dios y Hombre verdadero. Como Dios está en todas partes. Como Hombre está solamente en el cielo y en el sagrario, en el Sacramento de la Eucaristía. El sagrario es lo principal de la iglesia; aunque a veces no está en el altar mayor. El sagrario es una especie de casita, con su puerta y con su llave. Allí está Jesucristo, y por eso, al lado hay encendida una lamparita. Siempre que pasemos por delante, debemos poner la rodilla derecha en tierra, en señal de adoración, lo mismo si está reservado que si está expuesto.


La Eucaristía, una Persona

Es muy importante que consideres a Jesucristo en el sagrario, no como una cosa, sino como una Persona que siente, que ama, que te está esperando. Jesucristo está en el sagrario, deseando que vayamos a visitarle. Debemos ir con frecuencia a contarle nuestras penas y necesidades, y a pedirle consuelo y ayuda. Es muy buena costumbre entrar a saludar a Jesucristo al pasar por delante de una iglesia, al menos una vez al día. Aunque sea brevemente. Por mucha prisa que tengas puedes entrar un momento y decir:

Señor:
Yo creo que estás aquí presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Te adoro con todo mi corazón, como al único Dios verdadero.
Te amo sobre todas las cosas.
Te doy gracias por todos los beneficios que de Ti he recibido.
Te pido por todo por todas mis intenciones.
Te ruego que me ayudes en todo lo que necesite. Amén.

No has tardado ni un minuto.

Algunas veces, se hace la exposición del Santísimo Sacramento. Los fieles se arrodillan ante Él para adorar al Señor, darle gracias por su amor, y pedirle su ayuda. Al final de la exposición, se da la bendición con el Santísimo a los fieles: entonces, es el mismo Cristo quien les bendice y derrama sobre ellos sus gracias.


La Transubstanciación

En la Eucaristía permanecen el olor, color y sabor del pan y del vino; pero su substancia se ha convertido en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Substancia es aquello por lo cual algo es lo que es. Lo que hay de permanente en el ser, por lo cual subsiste. No lo que es transitorio y accidental, que no es esencial y constante, y que necesita una substancia donde residir: como son el color, el olor y el sabor.

La Hostia, antes de la Consagración, es pan de trigo. La Hostia, después de la Consagración, es el Cuerpo de Jesucristo, con su Sangre, su Alma y su Divinidad. Del pan sólo quedan las apariencias, que se llaman especies sacramentales.

En el cáliz, antes de la Consagración, hay vino de uva. En el cáliz, después de la Consagración, está la Sangre de Cristo, con su Cuerpo, su Alma y su Divinidad. Del vino sólo quedan las apariencias, que se llaman especies sacramentales. Jesucristo en razón de su única Persona está entero en cada una de las dos especies sacramentales; por eso, para recibirlo, no es necesario comulgar bajo las dos especies de pan y vino: basta cualquiera de las dos para recibirlo entero.

Por esto, las normas litúrgicas dicen que durante la consagración los fieles deben ponerse de rodillas, si no hay motivo razonable que lo impida. Y así lo han recordado varios obispos. En la elevación podrías decir en silencio: «Señor mío y Dios mío, que tu santa redención consiga mi salvación eterna y la de todos los que han de morir hoy. Amén».

La palabra griega «soma» en la antropología hebrea significa cuerpo en su totalidad; no en contraposición con la sangre. Igualmente la palabra «aima» (sangre) significa lo que es el hombre en su totalidad. Cristo repite la misma idea para confirmarla, para remacharla. Es un paralelismo llamado «climático» muy frecuente en el modo de hablar hebreo.

Jesucristo instituyó la Eucaristía para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y alimentar nuestras almas para la vida eterna. En su Última Cena, Jesucristo instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre. Jesús ofreció aquel día en el cenáculo el mismo sacrificio que iba a ofrecer pocas horas más tarde en el calvario: con anticipación, se entregó por todos los hombres bajo las apariencias de pan y vino.

Con las palabras «haced esto en memoria mía», Jesús dio a los Apóstoles y a sus sucesores el poder y el mandato de repetir aquello mismo que Él había hecho: convertir el pan y el vino, en su Cuerpo y en su Sangre, ofrecer estos dones al Padre y darlos como manjar a los fieles.


Jesús presente en la Eucaristía

Jesucristo está en todas las Hostias Consagradas, entero en cada una de ellas. Aunque sea muy pequeña. También un paisaje muy grande se puede encerrar en una fotografía muchísimo más pequeña. No es lo mismo; pero esta comparación puede ayudar a entenderlo.

La presencia de Cristo en la Eucaristía es inextensa, es decir, todo en cada parte. Por eso al partir la Sagrada Forma, Jesucristo no se divide, sino que queda entero en cada parte, por pequeña que sea. Lo mismo que cuando uno habla y le escuchan dos, aunque vengan otros dos a escuchar, también oyen toda la voz. La voz se divide en doble número de oídos, pero sin perder nada. Esta comparación, que es de San Agustín, puede ayudar a entenderlo.

Todo esto es un gran misterio, pero así lo hizo Jesucristo que, por ser Dios, lo puede todo. Lo mismo que, con su sola palabra hizo milagros así, con su sola palabra, convirtió el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre cuando dijo: «Esto es mi Cuerpo..., éste es el cáliz de mi Sangre...». En otra ocasión dijo: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida». Y los que oyeron estas palabras las entendieron en su auténtico sentido; por eso no pudieron contenerse y dijeron «dura es esta doctrina».

Los discípulos que las oyeron las entendieron de modo real, no simbólico. Por eso dice San Juan que cuando le oyeron esto a Jesús algunos, escandalizados, le abandonaron diciendo: esto es inaceptable. Les sonaba a antropofagia. Si lo hubieran entendido en plan simbólico no se hubieran escandalizado. El mismo San Pablo también las entendió así. Por eso después de relatar la institución de la Eucaristía añade rotundamente: «de manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere este cáliz indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor».

Por todo esto los católicos creemos firmemente que en la Eucaristía está el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Jesucristo. Las interpretaciones simbólicas y alegóricas de los no católicos son inadmisibles. La presencia de Cristo en la Eucaristía es real y substancial.

El sentido de las palabras de Jesús no puede ser más claro. Si Jesucristo hablara simbólicamente, habría que decir que sus palabras son engañosas. Hay circunstancias en las que no es posible admitir un lenguaje simbólico. ¿Qué dirías de un moribundo que te promete dejarte su casa en herencia y lo que luego te dejara fuera una fotografía de ella?. Si no queremos decir que Jesucristo nos engañó, no tenemos más remedio que admitir que sus palabras sobre la Eucaristía significan realmente lo que expresan.

La Biblia de los Testigos de Jehová traduce falsamente en el relato de la Cena: «esto significa mi Cuerpo». Sin embargo, todos los manuscritos y versiones, sin excepción, traducen «esto es mi Cuerpo». No es lo mismo el verbo «ser» que el verbo «significar». La bandera significa la Patria, pero no es la Patria.


La Eucaristía, un misterio

Es cierto que nosotros no podemos comprender cómo se convierten el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; pero tampoco comprendemos cómo es posible que la fruta, el pan, un huevo, un tomate o una patata se conviertan en nuestra carne y en nuestra sangre, y sin embargo esto ocurre todos los días en nosotros mismos. Claro que la transformación que sufren los alimentos en nuestro estómago es del orden natural, en cambio la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es de orden sobrenatural y misterioso.

Este misterio se llama Santísimo Sacramento del Altar y también, la Sagrada Eucaristía.

La presencia de Cristo en la Eucaristía está confirmada por varios milagros eucarísticos que, ante las dudas del sacerdote celebrante u otras circunstancias, las especies sacramentales se convirtieron en carne y sangre humana, como consta por los exámenes científicos realizados en los milagros de Lanciano, Casia y otros.

2007-03-26 05:32:39 · answer #6 · answered by Estrella 3 · 1 0

Yo lo creo

2007-03-26 10:44:22 · answer #7 · answered by Primus 4 · 0 0

tú lo has dicho es un dogma de fé de la iglesia, algo metáforico, y tú los has entendido, pero dime despues de cuanto tiempo y de que has estudiado ciencia algunos años, caso contrario a la mayoria de la gente que solo se guia por costumbres o dichos de sus abuelos, asi que no seas tan duro al juzgar en los que si creen, no le puedes pedir peras al olmo, si la gente no conoce más alla de leyendas urbanas!!! no les puedes pedir que razonen de la manera que tú lo haces!

2007-03-26 10:01:29 · answer #8 · answered by renyain 5 · 0 0

Jesús mismo dijo....esto SIGNIFICA MI CUERPO refiriéndose al pan sin levadura y esto SIGNIFICA MI SANGRE refiriéndose al vino, como ya dijeron muchos es simbolismo, después también dijo.....sigan haciendo esto en memoria de mi.

2007-03-26 06:03:56 · answer #9 · answered by »AM£RI©A« 5 · 0 0

Nop, eso no puede pasar!!! ademas seria canibvalismo no crees? segun se en la iglesia catolica asi lo creen. En mi iglesia practicamos "la santa cena"pero solo es un simbolo, de la sangre y el cuerpo de Cristo, para nada creemos que nos los estamos comiendo

2007-03-26 05:55:20 · answer #10 · answered by llezzika!!! 7 · 0 0

por supuesto que es una metafora. ..te hace recordar todo lo que sufrio Cristo por la salvacion de los que decidimos aceptar su sacrificio;.quiere decir que al comer el pan aceptamos el sacrificio y al beber el vino estamos dispuestos a aceptar que la sangre de cristo nos lave todos nuestros pecados ...........ademas es una manera que tiene Jesus de decirnos que el quiere vivir en nosotros; asi de estrecha quiere El que sea nuestra relacion ; nos deja saber que el quiere que seamos sostenidos por el ,el quiere ser nuestra fuerza nuestra vida _eso no es catolisismo _ al beber el vino tengamos delicadeza de no usar el mismo vaso todos. Dios quiere que tengamos salud.__seamos realistas__ (la palabra de Dios prohibe beber sangre pues no somos vampiros) Jesus no puede morir en cada misa pues la B dice que Cristo murio una sola vez por los pecados de muchos.y la B no se comtradice aunque como dijo el apostol pedro :muchos tuersen las escrituras. un abrazo chao.

2007-03-26 05:50:57 · answer #11 · answered by libertad de opinion 2 · 0 0

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