Nada más checate:
El fiasco en que se convirtió el proyecto cultural más importante del sexenio anterior se escribe con efe de Fox. A él mismo, y a la obsecuencia de la amiga de su esposa, Sari Bermúdez, se debe el fracaso de esa obra, o por lo menos su encarecimiento y la demora en el cumplimiento pleno de su propósito.
La idea fue mal parida y se consumó con contrahechuras. El entonces presidente de la República y la presidenta del Conaculta anunciaron radiantes la construcción de una biblioteca nacional, y no se ruborizaron cuando se les enteró que ya había una, establecida en el siglo XIX en el templo de San Agustín en el centro histórico de la Ciudad de México y con nueva, magnífica sede, en el Centro cultural universitario de la Universidad Nacional.
Bueno, de todas maneras hagamos una, perseveraron el presidente y la presidenta (aquí nos referimos a la de Conaculta, no a la esposa de Fox). Y decidieron erigir una suerte de sucursal de la Biblioteca México, creada ex profeso para Vasconcelos en la antigua fábrica de tabaco de La Ciudadela. Y aunque en la inauguración de la obra hicieron participar a Eduardo Lizalde, el notable poeta que dirige la México, para establecer la filiación de las dos casas, la verdad es que no obstante el nombre la megabiblioteca fue erigida como una entidad autónoma, presuntamente para ser el centro de la red nacional de bibliotecas.
Se convocó a un concurso internacional, al que acudieron cerca de seiscientos participantes, resuelto en diciembre de 2003 a favor del arquitecto mexicano Alberto Kalach, que a esta hora debe deplorar el irresponsable y triste modo en que su proyecto se convirtió en realidad. La obra fue encargada al Comité administrador del programa federal de construcción de escuelas (Capfce), cuyo director Fernando Larrazabal optó por ser diputado local (panista, por supuesto) en Nuevo León. Fueron contratadas 45 empresas para construir y equipar la biblioteca y algunas de ellas tendrán que hacerse cargo de las reparaciones necesarias.
En abril de 2005 se constituyó un patronato para captar recursos y contribuir al financiamiento de la obra, cuyo costo fue calculado inicialmente en seiscientos millones de pesos y terminó costando el doble (mil 189 millones de pesos). Los patronos fueron inducidos por la señora Bermúdez y eligieron presidente a Bernardo Domínguez, que se había hecho presente en la industria editorial al adquirir Jus, la empresa fundada por Manuel Gómez Morín y administrada por sus herederos. Su presencia al frente del patronato fue breve: designado el 11 de abril, el 18 el diario Reforma recordó que seis años atrás había estado en prisión, acusado de fraudes (al Fonatur y al fisco) cometidos por Grupo empresarial DSC. (La sigla quería decir Domínguez Servicios Constructivos). El 21 de abril renunció a su cargo, después de que miembros del patronatro hicieron notar la ineficacia con que con ese antecedente buscaría aportaciones para la biblioteca. Lo reemplazó Alejandro Burillo Azcárraga que en septiembre pasado renunció a la posición, en la que ahora figura el abogado Miguel Jáuregui.
La obra fue realizada con premura, y se obligó a los constructores a entregarla a catorce meses de su inicio, cuando debieron emplearse por lo menos diez más, es decir dos años, para concluirla. Una muestra de la prisa por entregarla fue el modo en que se terminó la escultura de Gabriel Orozco: apenas media hora antes de que con toda pompa y circunstancia la pareja presidencial y la señora Bermúdez la inauguraran. La ceremonia ocurrió el 16 de mayo del año pasado, pero el servicio al público comenzó en julio siguiente.
La megabiblioteca se levanta en un terreno en la colonia Guerrero, frontero a la antigua estación de Buenavista, abandonada desde que el señor presidente Zedillo nos hizo el favor de suprimir el servicio ferroviario de pasajeros y vender las líneas nacionales a empresas de carga. Sobre el predio de casi 38 mil metros cuadrados se erigió el proyecto de Kalach, que resultó en 44 mil metros de construcción. La obra está integrada a un jardín botánico que sólo adquirirá plenitud en dos o tres décadas, por lo que ahora aparece como un terreno ralo. La obra tiene capacidad para cuatro mil puntos de lectura y 790 computadoras, lo que permitió calcular un aforo de hasta quince mil usuarios por día. Esa capacidad no se alcanzó nunca en los meses anteriores, porque no está concluida la clasificación de los libros y por las incomodidades que afectan al público y fueron reconocidas el miércoles pasado por Ignacio Padilla, el novelista que dirige la Biblioteca, que la halló en estado lamentable, con goteras, elevadores averiados, malas instalaciones para la comunicación interna y externa. En un recorrido organizado con tres expertos, uno de ellos, Alejandro Aptilon resumió el desastre: “Tiene diez meses y parece un edificio que se inauguró hace 15 años, con materiales oxidados, fugas por todos lados, pisos desbalanceados...es muy triste”.
Está en curso una investigación de la Auditoría Superior de la Federación acerca del costo (y tendría que incluir las deficiencias). Lo que desde ahora queda claro es que la fastuosidad faraónica de Fox favoreció la frivolidad y fomentó el fracaso.
DE ESTO NADIE SE ACUERDA, MENOS LOS FOXISTAS QUE TANTO APOYARON A FOX EN EL 2000
¿RECORDARAN LOS FECALISTAS DENTRO DE 6 AÑOS LOS FRACASOS CON F DE FECAL DE SU FARSANTE Y FANTOCHE "PRESIDENTE"?
2007-03-22 06:46:34
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answer #1
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answered by Anonymous
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carlost.
tienes razón en lo que dices, te quedas corto, pues no debes dajar de seguir el caso de las Línes aereas nacionales?
de quien cres que son?.
Lastima que sigan pasando estas cosas... espera programa.
2007-03-22 13:48:58
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answer #2
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answered by PANCHO 2
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claro que tienes razón, por que nunca tuvimos a un presidente tan *******, para que dejara ver todos sus fracasos, además de que el amor que tenia por martita era tal que lo cegaba y la dejaba que hiciera lo que quisiera con mexico, por que la verdad ellos pensaban que mexico era suyo.
2007-03-22 13:39:41
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answer #4
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answered by Enfermero Pajaro 2
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