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¿Cuál fue la reacción de los conservadores hacia la rebelión de ayutla y que fue la guerra de los tres años?

lo necesito para hoy..

2007-03-21 15:40:49 · 2 respuestas · pregunta de omarnelson 2 en Política y gobierno Otros - Política y gobierno

por favor las respuestas que sean rapidas porque es mi tarea para mañana

2007-03-21 16:27:11 · update #1

2 respuestas

a los conservadores no les gustó xq se quitaron los titulos de nobleza como el de Su Alteza Serenísima. También se abolió constitucionalmente la dictadura. Se quita la republica centralista.
La guerra de los 3 años fue la de los liberales contra conservadores, x lo de las leyes de reforma.

2007-03-21 15:48:47 · answer #1 · answered by Learning how to hack 4 · 0 0

La rebelión de Ayutla y las primeras leyes de reforma.

Álvarez comunico a los habitantes de Guerrero las verdaderas intenciones del gobierno, hizo saber que la invasión de los soldados del ejercito era con la intención de hacerlos caer en una tiranía. El grupo de desterrados por Santa Anna, al saber de la rebelión de Álvarez, envío un emisario a hablar con él. Una vez dispuesta la lucha, se reunieron con éste Ignacio Comonfort y un grupo de opositores al régimen santannista. Comonfort hizo algunas reformas al plan original y diez días después proclamo el plan de Ayutla. Santa Anna tomó severas disposiciones, como la de amenazar a muerte a quienes poseyeran un ejemplar del plan y no lo entregaran a la autoridad. Santa Anna patrio para Acapulco para controlar la rebelión. La revolución se propagó después de la expedición de Santa Anna y para contenerla el gobierno apeló al terror. El gobierno multiplicaba las disposiciones tiránicas y el espionaje hacia diariamente víctimas que eran desterradas.

A principios de 1855 nuevos caudillos se unieron a la causa, Santa Anna hizo otra expedición al sur a finales de febrero y un mes después otra a Michoacán, sin lograr sofocar la insurrección. A su regreso a México en junio, temiendo que la rebelión le cortara la retirada, decidió abandonar la presidencia de la república, el 9 de agosto salió de la capital rumbo al puerto de Veracruz.

Finalmente, los rebeldes firmaron con Comonfort, en Lagos una convención por la cual aceptaron que sus propios planes no se oponían con el de Ayutla, y reconocieron como general en jefe de la revolución a Juan Álvarez y a Comonfort como su representante. En seguida se nombro la junta de representantes que habría de elegir presidente interino. La mayoría se inclino por Juan Álvarez, quien estableció su gobierno en Cuernavaca y dispuso que Comonfort fuera a la capital para iniciar las reformas que exigía la revolución.

Juárez tenia preparado un proyecto de ley, que vino a ser la primera de las cinco medidas reformistas dictadas por el gobierno interino. La ley de la administración de justicia y orgánica de los tribunales de la Nación del Distrito y Territorios, mas conocida como la ley Juárez, suprimía los tribunales especiales, con excepción de los eclesiásticos y militares. Meses después de publicada la ley Juárez, se dio la del 25 de julio, que desamortizaba los bienes del clero.

LA GUERRA DE TRES AÑOS

Desde tres distintos campamentos liberales, Juárez ganó la Guerra de Tres Años en medio de cien desastres dolorosos y tres victorias fulgurantes.

En Guanajuato, donde la Reforma como la Independencia tuvo su primer refugio y su primer lucero, Juárez lanzó su primera proclama de Presidente, dictando a su pueblo la única regla de su conducta y su primer mandamiento de paz:

La voluntad general expresada en la Constitución y en las leyes que la nación se ha dado por medio de sus legítimos representantes, es la única regla a que deben sujetarse los mexicanos para labrar su felicidad a la sombra benéfica de la paz.

En Guadalajara, en cuyo Palacio de Gobierno y en la hora misma de los fusilamientos, Guillermo Prieto, quemando todos los ardimientos de su sangre de gran republicano y todos los fuegos de su ensueño de poeta en aras de la salvación de su patria, cubrió el pecho y la vida de Juárez y detuvo la descarga de los fusiles con aquel grito sublime: ¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan! Allí en Guadalajara —repito—, Juárez proclamó su amor al pueblo y su fe en la justicia:


¡Pueblo de México: Tened fe en la posibilidad de restableceros! ¡Un poco de energía, una ciega sumisión a la justicia, la proclamación y respeto de los verdaderos derechos, volverán a la República la paz!
Con esas creencias que son la vida de mi corazón, con esta fe ardiente, único título que enaltece mi persona hasta la grandeza de mi encargo, incidentes de la guerra son despreciables. ¡El pensamiento está sobre el dominio de los cañones y la esperanza inmortal nos promete la victoria decisiva del pueblo!

Y en Veracruz, desde cuya invicta muralla el pensamiento liberal mexicano respondió al estruendo del cañon enemigo don el fuego glorioso de las Leyes de Reforma, Juárez expresó en su arenga a los heroicos defensores del puerto la razón sagrada de su causa:

Ni la libertad, ni el orden constitucional, ni el progreso, ni la paz ni la independencia de la nación, hubieran sido posibles fuera de la Reforma.
¡Mexicanos: inmensos sacrificios han santificado la libertad de esta nación! ¡Sed tan grandes en la paz como lo fuisteis en la guerra y la República se salvará!
La justicia reinará en nuestra tierra: la paz labrará su prosperidad; la libertad será una realidad magnífica y la nación atraerá y fijará sobre sí la consideración de todos los pueblos libres o dignos de serlo.

El júbilo del triunfo esperado estalló allí mismo en Veracruz, donde el presidente Juárez asistía a una función de gala en el teatro. Su presencia comunicaba una profunda emoción patriótica al pueblo, cuyo interés se repartía entre la escena que evocaba la Guerra Santa en Inglaterra en el siglo XVI, y la figura austera y recia de aquel indio estoico, nuevo capitán del destino de México.

De pronto un correo corrió la cortina y, al ponerse Juárez en pie, la orquesta enmudeció y aquella multitud de patriotas se levantó como un hombre para escuchar la voz de Juárez leyendo el parte que anunciaba la derrota de Miramón bajo la espada victoriosa de González Ortega, en la batalla de Calpulalpan.

La atenta admiración del público pasó del escenario al palco del Presidente, y el grupo de artistas olvidó los trajes y los cantos que evocaban las luchas de la vieja Inglaterra, para llenar el aire con las notas marciales de La Marsellesa, que hicieron estremecer el bronce impasible del pecho de Juárez, al desbordar el sentimiento del pueblo en un grito sonoro: ¡Viva la Independencia! ¡Viva la Reforma! ¡Viva Benito Juárez!

En medio del fuego y la esperanza de las multitudes, Juárez volvió triunfante a la capital de la República, en enero de 1861, terminada la Guerra de Tres Años y vencido, definitivamente, el Partido Conservador.

2007-03-24 11:22:35 · answer #2 · answered by Anonymous · 0 0

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