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En la Universidad elabore una monografia sobre este tema y aunque tuve excelente calificacion me quede con la duda de que pensarian los Catolicos Mexicanos de este tema...

LA GUERRA DE LOS CRISTEROS

Que fue, motivacion, fundamentacion, climax y conclusion.
Apreciare respuestas que cumplan con los requsitos antes mencionados, pero si quieres entrar a rebuznar por 2 puntitos, hombre adelante!

2007-03-20 05:09:08 · 20 respuestas · pregunta de Nemesis 2 en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

Un "no se"
Un curiosos
Una burra rebuznando
Una buena respuesta, bien abogado69... tenias que ser colega!

que mas hay? es todo? saben mucho de las cruzadas, de los mormones, de russell y smith... y de su pais que pasho?

2007-03-20 05:21:59 · update #1

dos curiosos mas!
Tal vez suba mi trabajo a un sitio, luego les paso el link

2007-03-20 05:23:06 · update #2

Muy bien Jesus S
Lord charles y yeffri de donde copiaron? De todos modos buenas aportaciones.

NABUCODONOSOR rebuznas como burro y no entiendes nada... el objetivo de mi pregunta es saber quien sabe, tienes el complejo del indio perseguido?
Si no vas a aportar entonces usa tus deditos para algo mas productivo, gracias.

2007-03-20 06:12:42 · update #3

Adam2 excelente!

Chichita... de nada, yo siempre apoyare a los que se esfuerzan!

2007-03-20 11:20:29 · update #4

20 respuestas

Ya te contestaron casi todo a nivel sociopolitico e histórico, pero yo te rebuzno algo, esta guerra no fue mas que la negociacion de la partida de pastel entre las diversas iglesias y el gobierno en México, a los mexicanos se les llevo como si fuera la independencia, es decir, a punta de estandarte y con falsas promesas de revolucion; cabe destacar que la comunidad rural fue la mas cooperativa con la iglesia, ya fuese por que son mas apegados a la religion o porque eran un tanto menos informados que la comunidad urbana.

Suerte

P.D: soy ateo.

2007-03-20 08:12:31 · answer #1 · answered by - 7 · 1 1

A poco la guerra cristera es parte de la historia oscura de Mexico? si ya hasta la enseñan en los libros de texto oficiales. Todavia sobreviven algunos cristeros muy ancianos y en las comunidades en donde surgio el movimiento sigue siendo un tema muy, pero muy sensible. Si te paras en el pueblo de mi papa en los Altos de Jalisco con tus rollos y tu monografia segurito que te meten un plomazo. Andenle Testigos, los invito a que pasen a predicar de puerta en puerta en Tepatitlan, Jalisco! Ahi me cuentan como les va

2007-03-20 17:43:44 · answer #2 · answered by Fredo 1 · 5 0

La radicalización hizo que en zonas del Bajío (Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Nayarit, Colima, Michoacán y parte de Zacatecas), en la Ciudad de México, y en la península de Yucatán creciera un movimiento social que reivindicaba los derechos de libertad de culto en México. La dirigencia del movimiento, cercana pero autónoma respecto de los obispos mexicanos, creyó viable una salida militar al conflicto. En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron conocidos como los cristeros.

El origen del sustantivo cristero es disputado. Hay quienes consideran que fueron ellos mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, pero hay investigadores del fenómeno, como Jean Meyer, quienes consideran que, en sus orígenes, era una expresión despectiva, usada por agentes del gobierno federal, derivada de cristiano.

En todo caso, los así llamados cristeros fueron capaces de articular rápidamente una serie de descontentos locales con las consecuencias de la Revolución Mexicana, así como de aglutinar en torno suyo a grupos que, por distintas razones, se oponían a lo que ya para entonces se conocía como el "Grupo Sonora", nombre creado por el origen sonorense de los presidentes Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. No sólo eso, la Cristiada, como también se le conoce, logró un uso muy eficaz de símbolos religiosos profundamente arraigados en las prácticas colectivas en México. Este uso de símbolos como la Virgen de Guadalupe unen, por cierto, a grupos tan disímiles en la historia de México como los primeros insurgentes encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla, el líder revolucionario Emiliano Zapata y más recientemente grupos vinculados al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.


[editar] La Guerra
Los alzamientos comenzaron en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, luego se sumó casi la totalidad del centro del país. El conflicto tuvo un carácter fundamentalmente rural aunque la dirección de la Liga fue eminentemente urbana. Los cálculos más optimistas consideran que hacia 1927, las fuerzas cristeras rondaban los 12 000 efectivos y dos años después, en 1929, habían alcanzado los 20 000. Semejantes números son dignos de consideración por varias razones. En primer lugar, los obispos mexicanos, con muy contadas excepciones se distanciaron rápidamente del movimiento armado, desconocieron a la Liga y trataron de negociar la paz con el gobierno de Calles con la mediación del gobierno de Estados Unidos.

En segundo lugar, porque México recién había superado un prolongado y muy costoso conflicto armado que ensagrentó durante poco más de siete años buena parte del país. No sólo eso, los cristeros eran un ejército irregular (a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y que no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos. A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así llamada "leva" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y antes durante el siglo XIX, el mercado estadunidense de armas estuvo--al menos formalmente--cerrado para este grupo, por lo que no pudieron adquirir armas o municiones y debían depender de armamento anticuado (mucho de él excedentes de la Revolución de 1910-7) y operar con muy escasa munición.


El General Heliodoro Charis y sus hombres recuperaron la Ciudad de Manzanillo dejando cuantiosas bajas a los CristerosEn 1928, luego de una tortuosa reforma de la Constitución de 1917 y a pesar de que la Revolución mexicana había iniciado al grito de "sufragio efectivo, no reelección", el ex presidente Álvaro Obregón contendió como candidato virtualmente único en las elecciones presidenciales. El Grupo Sonora, se pensaba en ese entonces, repetiría la fórmula seguida 40 años antes por el grupo Oaxaca, encabezado por Porfirio Díaz, para reformar paulatinamente la Constitución. Se decía, sin embargo, que Obregón--a diferencia de Calles--no tenía interés en continuar con el conflicto, por lo que llegaría a un acuerdo para acabar con la guerra. Obregón, sin embargo fue asesinado por José de León Toral en el restaurante "La Bombilla" en el Distrito Federal. Obregón había acudido ahí a participar de un desayuno ofrecido por los legisladores del bloque parlamentario que le apoyaba.

Al llegar a la presidencia interina Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador estadounidense Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los obispos, la mayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero habían tres, muy combativos, opuestos al acuerdo. El más decidido de los obispos en contra del acuerdo fue monseñor Leopoldo Lara y Torres, obispo de Tacámbaro en Michoacán. En el otro extremo, presionando para que se lograra un acuerdo con el gobierno, se encontraban los obispos de la Ciudad de México José Mora y del Río y de Tabasco Pascual Díaz Barreto S.J.

Más importantes, acaso, que las divisiones fueron las consecuencias que el conflicto y el desempeño de los laicos católicos vinculados a la Liga tuvieron para marcar el futuro de las relaciones entre laicos y obispos en el seno de la Iglesia católica en México. Como consecuencia de la ruptura entre la Liga Nacional para la Defensa de las Libertades Religiosas y los obispos mexicanos, estos últimos desarrollaron una política de creciente centralización y control de las actividades de los laicos católicos mexicanos por medio de la Acción Católica Mexicana.

En todo caso, la Liga y la mayoría de los efectivos de los ejércitos cristeros no aceptaron el acuerdo, así que estimaciones de personajes cercanos a la Liga señalan que de unas 50 mil personas involucradas directa o indirectamente en las acciones militares, sólo 14 mil depusieron las armas, aunque estas cifras han sido motivo de debate.

2007-03-20 05:35:22 · answer #3 · answered by YEFRI 5 · 2 0

La Guerra de los cristeros (también conocida como cristiada o Cristiada) en México consistió en un conflicto armado de 1926 a 1929, entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resintieron la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia católica.

La original Constitución mexicana de 1917 establecía una política que lejos de separar al Estado de la Iglesia, negaba la personalidad jurídica a las iglesias, subordinaba a éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias de su derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los así llamados "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos. Se estima que a lo largo de la lucha fueron muertos más de 250 mil personas, entre civiles y soldados.

aqui esta mas completo: http://www.sololiteratura.com/rul/rulhistoriade.htm

2007-03-20 05:18:06 · answer #4 · answered by Anonymous · 3 1

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É realmente funciona! Você precisa experimentá-lo absolutamente !!

2014-12-02 10:48:17 · answer #5 · answered by Tamohara 2 · 1 0

Pero que naca sos!!! super pelotuda!! ínfulas de grandeza!! Miss abogada, que viaja mucho y se conoce mundo entero, en la Universidad tengo excelente calificación soy genio ves? pero que te crees que sos? igual nos da chana que juana!!!ubicate greñuda!!! creetelo vos misma!! anda a la litigaciòn a la corte, pero aqui todos somos iguales, tenemos nuestra propias ideas y no tenes porque burlarte de nadie, conchuda!

2007-03-20 12:56:06 · answer #6 · answered by Anonymous · 2 1

La Guerra de los cristeros (también conocida como cristiada o Cristiada) en México consistió en un conflicto armado de 1926 a 1929, entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resintieron la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia católica.

La original Constitución mexicana de 1917 establecía una política que lejos de separar al Estado de la Iglesia, negaba la personalidad jurídica a las iglesias, subordinaba a éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias de su derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los así llamados "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos. Se estima que a lo largo de la lucha fueron muertos más de 250 mil personas, entre civiles y soldados.

Antecedentes

La Ley Calles
En 1926, el presidente Plutarco Elías Calles, general revolucionario y reputado masón, promovió la reglamentación del artículo 130 de la Constitución a fin de imponer controles sobre la Iglesia católica que en los hechos buscaban limitar o suprimir su participación en la vida pública. La ley reglamentaria del 130 constitucional facultaba, siguiendo el dictado de la Constitución, a los gobernadores de los estados de la República a imponer cuotas y requisitos especiales a los "ministros del culto". Los gobernadores más radicales, como Tomás Garrido Canabal pusieron en vigor decretos de distinta naturaleza. Garrido en Tabasco promulgó un decreto que obligaba a los "ministros del culto" a casarse para poder oficiar, mientras que en estados como Chihuahua se pretendió forzar a la Iglesia católica a operar con un número mínimo de presbíteros, mientras que en Tamaulipas se prohibió oficiar a los sacerdotes extranjeros.

Es de 1925, con apoyo de la CROM, dotándola de edificios (tomados de la Iglesia católica), recursos y medios para romper con El Vaticano, ésta no logró ninguno de el Congreso una demanda de reforma constitucional, con dos millones de firmas, la cual fue rechazada. Los católicos llamaron y realizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar lotería, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones dentro de la propia Iglesia católica en México se radicalizaran.


Los Cristeros
La radicalización hizo que en zonas del Bajío (Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Nayarit, Colima, Michoacán y parte de Zacatecas), en la Ciudad de México, y en la península de Yucatán creciera un movimiento social que reivindicaba los derechos de libertad de culto en México. La dirigencia del movimiento, cercana pero autónoma respecto de los obispos mexicanos, creyó viable una salida militar al conflicto. En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron conocidos como los cristeros.

El origen del sustantivo cristero es disputado. Hay quienes consideran que fueron ellos mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, pero hay investigadores del fenómeno, como Jean Meyer, quienes consideran que, en sus orígenes, era una expresión despectiva, usada por agentes del gobierno federal, derivada de cristiano.

En todo caso, los así llamados cristeros fueron capaces de articular rápidamente una serie de descontentos locales con las consecuencias de la Revolución Mexicana, así como de aglutinar en torno suyo a grupos que, por distintas razones, se oponían a lo que ya para entonces se conocía como el "Grupo Sonora", nombre creado por el origen sonorense de los presidentes Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. No sólo eso, la Cristiada, como también se le conoce, logró un uso muy eficaz de símbolos religiosos profundamente arraigados en las prácticas colectivas en México. Este uso de símbolos como la Virgen de Guadalupe unen, por cierto, a grupos tan disímiles en la historia de México como los primeros insurgentes encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla, el líder revolucionario Emiliano Zapata y más recientemente grupos vinculados al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.


La Guerra
Los alzamientos comenzaron en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, luego se sumó casi la totalidad del centro del país. El conflicto tuvo un carácter fundamentalmente rural aunque la dirección de la Liga fue eminentemente urbana. Los cálculos más optimistas consideran que hacia 1927, las fuerzas cristeras rondaban los 12 000 efectivos y dos años después, en 1929, habían alcanzado los 20 000. Semejantes números son dignos de consideración por varias razones. En primer lugar, los obispos mexicanos, con muy contadas excepciones se distanciaron rápidamente del movimiento armado, desconocieron a la Liga y trataron de negociar la paz con el gobierno de Calles con la mediación del gobierno de Estados Unidos.

En segundo lugar, porque México recién había superado un prolongado y muy costoso conflicto armado que ensagrentó durante poco más de siete años buena parte del país. No sólo eso, los cristeros eran un ejército irregular (a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y que no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos. A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así llamada "leva" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y antes durante el siglo XIX, el mercado estadunidense de armas estuvo--al menos formalmente--cerrado para este grupo, por lo que no pudieron adquirir armas o municiones y debían depender de armamento anticuado (mucho de él excedentes de la Revolución de 1910-7) y operar con muy escasa munición.


El General Heliodoro Charis y sus hombres recuperaron la Ciudad de Manzanillo dejando cuantiosas bajas a los CristerosEn 1928, luego de una tortuosa reforma de la Constitución de 1917 y a pesar de que la Revolución mexicana había iniciado al grito de "sufragio efectivo, no reelección", el ex presidente Álvaro Obregón contendió como candidato virtualmente único en las elecciones presidenciales. El Grupo Sonora, se pensaba en ese entonces, repetiría la fórmula seguida 40 años antes por el grupo Oaxaca, encabezado por Porfirio Díaz, para reformar paulatinamente la Constitución. Se decía, sin embargo, que Obregón--a diferencia de Calles--no tenía interés en continuar con el conflicto, por lo que llegaría a un acuerdo para acabar con la guerra. Obregón, sin embargo fue asesinado por José de León Toral en el restaurante "La Bombilla" en el Distrito Federal. Obregón había acudido ahí a participar de un desayuno ofrecido por los legisladores del bloque parlamentario que le apoyaba.

Al llegar a la presidencia interina Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador estadounidense Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los obispos, la mayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero habían tres, muy combativos, opuestos al acuerdo. El más decidido de los obispos en contra del acuerdo fue monseñor Leopoldo Lara y Torres, obispo de Tacámbaro en Michoacán. En el otro extremo, presionando para que se lograra un acuerdo con el gobierno, se encontraban los obispos de la Ciudad de México José Mora y del Río y de Tabasco Pascual Díaz Barreto S.J.

Más importantes, acaso, que las divisiones fueron las consecuencias que el conflicto y el desempeño de los laicos católicos vinculados a la Liga tuvieron para marcar el futuro de las relaciones entre laicos y obispos en el seno de la Iglesia católica en México. Como consecuencia de la ruptura entre la Liga Nacional para la Defensa de las Libertades Religiosas y los obispos mexicanos, estos últimos desarrollaron una política de creciente centralización y control de las actividades de los laicos católicos mexicanos por medio de la Acción Católica Mexicana.

En todo caso, la Liga y la mayoría de los efectivos de los ejércitos cristeros no aceptaron el acuerdo, así que estimaciones de personajes cercanos a la Liga señalan que de unas 50 mil personas involucradas directa o indirectamente en las acciones militares, sólo 14 mil depusieron las armas, aunque estas cifras han sido motivo de debate.


Batallas Importantes
Batalla de Tepatitlán
Asalto de Manzanillo
Batalla de Piedra Imán
Batalla de Caucentla
Batalla de Los Rubios
Batalla de Tenaxcamilpa
Batalla de Nogueras
Batalla del Borbollón

Fin del conflicto
Bajo la fuerte presión del gobierno de Estados Unidos, que a su vez respondía a las peticiones repetidas de obispos y laicos católicos en ese país, el presidente Portes Gil anunció que la Iglesia católica se sometería a la ley sin que la Constitución sufriera alguna modificación. A partir de ese momento , sin embargo, el país entró en lo que investigadores de la relación Iglesia-Estado en México han calificado ocomo un periodo de "relaciones nicodémicas", en referencia a Nicodemo, el fariseo que se acercaba a Jesús de noche (de ahí el término nicodemo, "el que viene de noche"). Otros calificaron a este periodo, que se extendería hasta 1992, como un "modus vivendi", un modo de vivir, en el que el Estado renunciaba a la aplicación de la ley y la Iglesia renunciaba a exigir sus derechos. Estas relaciones nicodémicas o modus vivendi debieron enfrentar, sin embargo un severo momento de prueba cuando Calles, presionado por los efectos devastadores de la crisis de 1929 pronunció el así llamado Grito de Guadalajara.

En ese Grito, 21 de julio de 1934, Calles--en su oficiosa condición de "jefe máximo de la Revolución mexicana"--hacía un llamado para que Revolución, triunfante en lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la educación y, de manera más específica, de la educación de los niños. El Grito de Guadalajara marcó el inicio de una serie de reformas al sistema educativo mexicano que culminaron con el proyecto de la así llamada "educación socialista".

Las tensiones creadas por el Grito fueron de tales dimensiones que, una vez más, se organizaron una serie de movilizaciones que, por su magnitud son conocidas como "La Segunda", es decir, la segunda cristiada, aunque en esta ocasión no hubo fracturas en el seno del episcopado.

No sólo eso. Desde Roma, el Papa Pío XI, consternado ante lo que parecía el inicio de un nuevo ciclo de violencia en México, publicó la encíclica Acerba Animi en septiembre de 1932. Acerba Animi[1] pertenece, junto con Non abbiamo bisogno (junio de 1931), Mit Brennender Sorge (Con viva preocupación) de marzo de 1937, y Nos es muy conocida de marzo de 1937 a un muy reducido número de encíclicas dedicadas a criticar las políticas de los gobiernos de México (Acerba Animi y Nos es muy conocida[2]), de la Alemania Nazi (Con viva preocupación[3]), y de la Italia de Mussolini (Non abbiamo bisogno[4]), especialmente por las políticas anti-católicas desarrolladas durante este periodo por los gobiernos de esos tres países.


El modus vivendi
A pesar de las tensiones generadas por el Grito de Guadalajara, el gobierno mexicano contribuyó a esta fórmula de relaciones nicodémicas decidiéndose a no aplicar la legislación en materia de cultos, a moderar las reformas en materia educativa (la así llamada "educación socialista" era un lejano recuerdo ya para finales de la década de los cuarenta), pero sobre todo a centralizar, una vez más en la figura del presidente, el manejo de la relación con la Iglesia, con lo que se evitaban nuevos episodios de radicalización a cargo de gobernadores como sucedió en Tabasco con Tomás Garrido Canabal.

Esta decisión fue correspondida por la Iglesia. Los obispos mexicanos "ungieron" al arzobispo de México como interlocutor oficioso con las autoridades federales (los obispos del país no se pronunciarían en materias de política nacional, dejando cualquier opinión en manos del arzobispo de México). No sólo eso, México fue uno de los pocos países del mundo en el que el delegado apostólico fue un obispo del propio país. Esto fue así en el periodo 1927-1951. Durante este tiempo, la representación de la Santa Sede en México fue ejercida sucesivamente por los arzobispos Pascual Díaz Barreto (de la ciudad de México de 1929 a 1936), Leopoldo Ruiz y Flores (de Morelia de 1936 a 1941) y Luis María Martínez (de la ciudad de México de 1941 a 1951).

Al hacerlo así, se constituyó en México lo que distintos analistas de las relaciones Estado-Iglesia han calificado como un modus vivendi, un "modo de vivir" entre las autoridades civiles que optaban por no aplicar las leyes y las autoridades religiosas que decidieron no disputar de manera pública las condiciones que les habían sido impuestas.

Durante este periodo, las relaciones Iglesia-Estado en México oscilaron de buenas con Manuel Ávila Camacho, el primer presidente en mucho tiempo en declararse públicamente como católico, a excelentes con Miguel Alemán (monseñor Luis María Martínez se convirtió en una figura omnipresente en las giras y actividades públicas del presidente veracruzano), a ser de colaboración con Adolfo López Mateos (quien logró que en su campaña presidencial de 1958 un sacerdote en el de Zacatecas--Antonio Quintanar, párroco de Tlaltenango--pronunciara, a pesar del artículo 130, un discurso apoyando su candidatura el 1 de febrero de ese año), a tensas con Luis Echeverría Álvarez y finalmente a insostenibles con José López Portillo, quien debió asistir--acaso sin reconocerlo--a los "funerales públicos" del modus vivendi y la legislación entonces vigente en México. Lo que es más, los "funerales" fueron presididos por el entonces recién electo Papa Juan Pablo II.

Juan Pablo II acudió a México, en enero de 1979, a inaugurar la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México. Sin embargo, su viaje motivó una serie de espontáneas expresiones de apoyo y alegría por su presencia en la capital del país, que hicieron impensable la aplicación de lo dispuesto por el artículo 130 de la constitución y sus leyes reglamentarias, en materia de expresiones de culto público.

En los próximos años, la Iglesia, especialmente los líderes de la Conferencia del Episcopado Mexicano como Ernesto Corripio Ahumada, lanzaron una serie de retos a la legislación vigente en el país que culminaron en 1992. Fue entonces cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari promovió una serie de reformas a los artículos 3, 5, 27, 28 y 130 de la Constitución, apoyadas por una abrumadora mayoría de diputados y senadores del Congreso electos por los tres principales partidos políticos de México (Partido Revolucionario Institucional, Partido Acción Nacional y Partido de la Revolución Democrática). El siguiente paso ocurrió cuando se reanudaron, luego de más de un siglo de estar interrumpidas, las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede para dar paso, finalmente, a la promulgación de nuevas leyes reglamentarias de las relaciones Estado-iglesias.

La nueva legislación otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió parcialmente los derechos políticos a los así llamados "ministros de culto", que ahora pueden votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el derecho de los "ministros de culto" a ser votados, además de que impone mecanismos muy restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a México. La personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que hace a su capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente para ser propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.

La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un sentido, dejó en clara la disposición de grupos de laicos dentro de la Iglesia a confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano, especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas de organización y financiamiento de sus actividades. Este modelo, sin paralelo en América Latina, ha hecho del catolicismo mexicano un caso atípico cuando se le compara con las experiencias del catolicismo en el resto de hispanoamérica.

Otra consecuencia clave de la guerra cristera para el futuro de México lo fue la de su contribución a la conformación de movimiento social y partido político de distinta orientación ideológica. El más importante de todos fue, durante la década de los treinta, el sinarquismo, como un movimiento social de base católica y campesina, que nutrió primero a la Unión Nacional Sinarquista, y, ya durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte, a varios partidos políticos, como el Partido Demócrata Mexicano y la Unión Nacional Opositora. Esta vertiente, sin embargo, se agotó durante los noventa para terminar fusionándose de manera informal en el Partido Acción Nacional.

Esa es la informacion que te doy, fue una guerra por que el Presidente de esa epoca era un fanatico Mason desde niño llamada Plutarco Elias Calles (Era simpatizante de Hitler y era muy racista) y odiaba a toda religion cristiana, judia y todo lo que tenia que ver con la biblia, era intolerante, mando asesinar a muchos martires que ahora son santos y beatos, mas adelante Calles fundo el PRI y el Banco de Mexico, pero en el sexenio de Lazaro Cardenas (1934-1940) fue desterrado del Pais en 1935 y vivio en California pero regreso a Mexico en 1941 por invitacion del nuevo presidente Manuel Avila Camacho y fallecio en 1945 es lo que te puedo decir del autor de dicha guerra cristera....
SALUDOS....

2007-03-20 05:32:52 · answer #7 · answered by Anonymous · 2 1

que fue? una guerra entre el govierno y catolicos
motivacion? prohibieron practivas religiosas
fundamentacion?¿?
climax? corrijo= no tengo fechas pero fue entre los 26 29 y eso creo
CONCLUSION? muchos muertos y al final el govierno acepto las religiones

2007-03-20 05:24:27 · answer #8 · answered by ROBARROPA 5 · 2 1

Pues mira, no soy católico (¡ni Dior lo quiera!) sino un ateo de lo peor, pero sí mexicano. Y me encantaría recibir una copia de tu monografía, para conocer más de ese punto oscuro de la historia de mi país.

Solamente tengo un comentario, los cristeros comenzaron una lucha que no podían ganar, y al final, como siempre, fueron abandonados. Hay por ahí una película de los años 70's del siglo pasado que trata ése tema, y creéme, al final dices "Qué poca abuela tuvieron". En cuanto recuerde el nombre, te lo hago llegar.

2007-03-20 05:20:41 · answer #9 · answered by Anonymous · 1 0

LA REVUELTA DE LOS CRISTEROS: UNA VISIÓN PERSONAL
La "Cristiada" o "Guerra de los cristeros" es un episodio casi desconocido en España; es un ejemplo de hasta dónde es capaz de llegar la Iglesia en su enfrentamiento con los poderes públicos cuando ve mermados sus intereses por la legislación civil. En CAGONDIOS creemos necesario divulgar estos hechos, no solo porque forman parte de la historia de un país hermano, sino para recordárselos cuando nos digan aquello de "mi reino no es de este mundo".
Se conoce como Cristiada o Guerra de los cristeros al enfrentamiento entre el gobierno y la Iglesia mexicanos que tuvo lugar entre los años 1926 y 1929. Las relaciones entre ambas entidades no eran lo que se dice muy cordiales desde la politización que la Iglesia había adquirido durante las pasadas guerras civiles. La Iglesia había apoyado a los conservadores frente a los liberales y proponía la cristiandad como modelo a seguir. Por su parte, los liberales proponían la secularización de los bienes del clero y la supresión de las órdenes religiosas.

En 1924 alcanza la presidencia de México el general Plutarco Elías Calles. Porfirio Díaz había cedido la explotación del petróleo mexicano a empresas estadounidenses y una de las primeras decisiones del nuevo presidente fue imponer un férreo control a estas empresas, lo cual supuso un conflicto con su vecino del norte. A este primer conflicto siguieron otros, entre los que cabe destacar el surgido entre la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM), sindicato oficialista, y el resto de sindicatos, entre los que figuraban los católicos.
Resultado de este enfrentamiento fue que la CROM, con la intención de debilitar a sus antagonistas, creó su propia Iglesia, llegando incluso a nombrar un Papa mexicano. El proyecto no tuvo el éxito que esperaban sus promotores, pero sirvió a la Iglesia de excusa para jugar a la contra y crear la Liga Nacional de Defensa de las Libertades religiosas (LNDLR), auspiciada por el llamado Partido Negro, que era como se conocía al Partido Católico Nacional.
El hecho de que el Partido Negro fuera adicto al Papa, considerado un jefe de estado extranjero, y de que el petróleo estuviera en manos estadounidenses, exacerbó los ánimos nacionalistas. Entre los católicos y los liberales el conflicto llegó a extremos que forzaron al gobierno a tomar medidas y el presidente Calles firmó una ley que regulaba el
artículo 130 de la Constitución, que limitaba los poderes de la Iglesia. Esta ley entró en vigor el 31 de julio de 1926. Todos los sacerdotes deberían registrarse en Gobernación, ordenó que los sacerdotes extranjeros abandonasen el país y cerró un determinado número de escuelas católicas, de templos y de conventos.

La Iglesia, tras consultar con Roma y con la venia papal, respondió a esta decisión gubernamental procediendo a la inmediata suspensión de cultos y el boicot a la economía nacional, aconsejando a los católicos que comprasen solo lo estrictamente necesario para su subsistencia.
A la huelga de de cultos respondió el gobierno precintando las iglesias y haciendo inventario de su contenido. La Iglesia, por su parte, atizó a los creyentes contra el gobierno y comenzó a correr la sangre en diversos amotinamientos, el más importante de los cuales fue el de los cristeros. Los obispos presentaron al gobierno una propuesta de reforma constitucional, que -naturalmente- no fue atendida. Fue entonces cuando los dirigentes de la Liga decidieron tomar las armas, demostrando así que no se trataba tanto de luchar contra unas leyes que no gustaban a la Iglesia, como de derribar al gobierno y alcanzar el poder.
En julio de 1927 los cristeros, enfrentados al ejército federal sumaban eran más de veinte mil y actuaban en grupos independientes de guerrilleros, sin seguir una estrategia común. Las sucesivas derrotas forzaron a la Liga a buscar un mando común que fuera un buen estratega. Así fue como se hizo con la dirección el general Gorostieta, que no era un cristiano ejemplar, pero que sentía un odio visceral hacia el gobierno y el presidente de la república.
Durante las guerras cristeras los dos bandos contendientes cometieron actos de salvajismo, aunque conviene no olvidar que fue la Iglesia quien se rebeló contra un gobierno legítimo.

Los cristeros, en particular, se dedicaban a quemar escuelas, multilando de paso a los maestros de las zonas campesinas, a quienes cortaban las orejas y la lengua para impedirles su labor de impartir clases. Muchas veces los castraban. Todas estas barbaridades eran publicitadas, comentadas y ensalzadas con singular regocijo por las publicaciones religiosas cristeras. La propaganda cristera denunció la educación sexual como un plan metódico, ideado y promovida por el judaísmo y la masonería internacionales para terminar con la civilización cristiana.
La táctica cristera consistía en atacar intempestivamente y huir enseguida a través de un terreno que conocían a la perfección. El ejército, acostumbrado a la lucha tradicional a base de infantería y frentes establecidos, se veía desbordado.
Aprovechando el conflicto cristero se produjeron unas cuantos levantamientos contra el gobierno, que tardó tiempo en sofocar, debiendo dedicar parte de sus efectivos en perjuicio de la lucha contra los cristeros. Resueltos estos conflictos, el ejército en pleno se dedico a la lucha contra la rebelión católica. Esta circunstancia, unida a una suavización de su conducta hacia los civiles y a la aceleración de la reforma agraria hizo disminuir el apoyo de la población a los cristeros.
Por otra parte, la presión de los EEUU obligó a ceder a Calle en el asunto del petróleo mexicano, tras lo cual los yanquis se ocuparon de buscar una solución al problema de los cristeros y envían a Morrow, un hábil político como embajador. La Santa Sede nombró negociador a mons. Ruiz y Flores.
El 2 de junio, antes de iniciar las negociaciones, monseñor Ruiz y Flores escribió al presidente de la Liga Nacional de Defensa de las Libertades religiosas: No creemos que la hostilidad al gobierno logre lo que deseamos, porque ya se ha visto que la Defensa Armada no es capaz de derrocar al gobierno, contando éste, como cuenta, con todo el apoyo material y moral del gobierno americano [...] El Papa está por un arreglo decoroso y quiere que todos, Obispos, sacerdotes y fieles ayuden en eso [...] Si esa transigencia del Papa produce los males que lamentas, creo que son mayores los males que el Papa prevé en la intransigencia.

El clero mexicano ya no abrigaba ninguna ilusión respecto al fin de la lucha armada de los cristeros.
Entre el 12 y el 21 de junio se conjura la guerra. El día 22 son publicados los "arreglos": la ley de Calles era suspendida, pero no derogada; se otorgaba amnistía a los rebeldes; se restituían las iglesias y la Iglesia podía realizar nuevamente los cultos.
Regresar a la situación anterior a la guerra costó unos 90.000 muertos. 60.000 federales y 30.000 cristeros. Demasiada sangre para semejante resultado.

Desgraciadamente la lucha de los cristeros no sirvió para la liberación de los humildes. La Iglesia manipuló al pueblo y lo levantó en armas contra el gobierno porque no legislaba como ella quería. Al acabar la revuelta, el pueblo estaba formado por mucha menos gente, pero a la Iglesia, naturalmente, le pareció bien. ¿Cómo iba a parecerle mal si fue ella la organizadora de la masacre? ¿Y los muertos? Los liberales, agrarios o federales estarán asándose en el infierno. Los suyos, por el contrario, estarán sentados a la diestra de Dios Padre. El Papa Wojtyla lo certificó con la beatificación de unos cuantos de ellos y la propaganda católica ha convertido en epopeya lo que no fue más que una escabechina que urdió para defender sus más espurios intereses.
Los siguientes grupos fueron organizados y auspiciados directamente por la Iglesia Católica desde el movimiento cristero en 1925 hasta la transformación del movimiento Sinarquista en dos grandes corrientes de la derecha radical cristiana y la derecha secular entre 1929-1935.

PCN: Partido Católico Nacional.
ACJM: Asociación Católica de la Juventud Mexicana.
DM: Damas Católicas.
ANCPF: Asociación Nacional Católica de Padres de Familia.
ACM: Acción Católica Mexicana.
LNDR: Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.
CNE: Confederación Nacional de Estudiantes.
UNEC: Unión Nacional de Estudiantes Católicos.
TECOS: Grupo Integrado en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
UNS: Unión Nacional Sinarquista.
PFP: Partido Fuerza Popular.
PUN: Partido Unión Nacional.
PNM: Partido Nacional Mexicanista.
PDM: Partido Demócrata Mexicano.
FTM: Falanges Tradicionalistas Mexicanas.
CEM: Corporación de Estudiantes Mexicanos.
FUA: Frente Universitario Anticomunista
MURO: Movimiento Universitario de Renovadora Orientación.
GUIA: Guardia Iberoamericana.
MFC: Movimiento Familiar Cristiano.
CON: Confederación de Organizaciones Nacionales.
CNL: Consejo Nacional de Laicos.
EVC: El Verdadero Catolicismo.

2007-03-20 12:57:15 · answer #10 · answered by Ricko 5 · 1 1

UNA GUERRA DONDE LOS TÍTERES SALIERON A PELEAR Y A MORIR POR LOS TITIRITEROS

2007-03-20 07:40:33 · answer #11 · answered by I'm Just a Jealous Guy 3 · 2 2

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