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¿Nos acerca
la ciencia
a Dios?
Artículos de esta serie:
¿Es anticientífico creer en Dios?
Razones por las que creen en Dios algunos científicos
¿Dónde hallar las respuestas?
En sus propias palabras
Tema relacionado:
Por qué creo en la Biblia. Un científico nuclear narra su historia
¿Es anticientífico creer en Dios?
EN LAS alusiones al mundo científico suele encontrarse fraseología religiosa. Así, las publicaciones califican a los investigadores de “sumos sacerdotes de la nueva cultura tecnológica”, y a sus laboratorios, de “templos” o “santuarios”. Si bien es cierto que son expresiones metafóricas, suscitan una pregunta trascendental: ¿media un abismo entre ciencia y religión?
Existe la opinión de que cuanto más saben los especialistas, más se apartan de la creencia en Dios. Pero aunque un buen número menosprecie la fe religiosa, no son pocos los que están profundamente impresionados ante los diversos aspectos de la naturaleza que manifiestan diseño. Hay quienes incluso van más allá y se plantean preguntas referentes al propio Diseñador.
Vientos de cambioEl predominio de las teorías evolutivas de Darwin se ha extendido siglo y medio, y muchas mentes bien formadas previeron que la fe en Dios sería a estas alturas patrimonio exclusivo de ignorantes, crédulos e ingenuos. Pero de ningún modo ha sido así. Aunque no siempre acepten la Biblia ni la idea de un Dios personal, muchos científicos confiesan que admiten la existencia de un Creador, ya que la naturaleza revela un diseño que exige un Artífice inteligente.
¿Puede tachárseles de ingenuos? Una reseña bibliográfica del diario The New York Times incluye este comentario sobre diversos investigadores que ven diseño inteligente en el cosmos y sus seres vivos: “Tienen doctorados y trabajan en prestigiosas universidades. Su rechazo al darwinismo no parte de la autoridad de las Escrituras, sino de premisas científicas”.
El citado artículo agrega que los defensores del diseño inteligente “no hacen afirmaciones descabelladas. [...] Únicamente aseveran que, a la hora de explicar la totalidad de la vida, resultan insuficientes tanto la hipótesis darwinista más aceptada como las demás teorías ‘naturalistas’ que se circunscriben a la acción gradual de causas mecánicas sin inteligencia. Aseguran que el mundo biológico rebosa de testimonios de planificación, los cuales señalan, casi con certeza absoluta, a la intervención de un Diseñador inteligente”.*
Dichas conclusiones son sorprendentemente comunes entre los hombres de ciencia. Según un estudio publicado en 1997, en Estados Unidos creen en un Dios personal 4 de cada 10 científicos, proporción que apenas ha cambiado con respecto a una encuesta semejante realizada en 1914.
Naturalmente, en los países más secularizados, como los de Europa, la relación es menor. Con todo, “hay un mayor número de creyentes entre quienes se han especializado en ciencias más exactas, como la física y la geología, que entre quienes dominan ciencias más especulativas, como la antropología —señala el rotativo británico The Guardian—. De hecho, en el Reino Unido hay organizaciones como Christians in Science (Cristianos en la Ciencia) y el porcentaje de alumnos asistentes a la iglesia es mucho mayor en las carreras de ciencias que en las de letras”.
No obstante, se ve que la mayoría de los científicos se mofan de la idea de un Creador, y tal desdén constituye una poderosa presión de grupo. Como señala el astrónomo Allan Sandage, “hay cierta reticencia a admitir que uno es creyente”. ¿Por qué? Él mismo contesta: “Se cae en un gravísimo descrédito” al ser el blanco de la desaprobación y las críticas de los colegas.
Como consecuencia, los entendidos que se atreven a indicar que la ciencia no excluye forzosamente la creencia en el Creador ven sus voces ahogadas por las opiniones más escépticas. Los siguientes artículos se centran en estos planteamientos que suelen desdeñarse y en los motivos que los fundamentan. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con usted, lector? ¿Acaso puede la ciencia acercarle a Dios? No deje de leer los artículos subsiguientes.
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* Entre los grandes académicos y científicos que suscriben públicamente la idea de “un Diseñador inteligente” figuran Phillip E. Johnson, profesor de Derecho de la Universidad de California (Berkeley); Michael J. Behe, bioquímico y autor del libro La caja negra de Darwin. El reto de la bioquímica a la evolución; William A. Dembski, matemático; Alvin Plantinga, especialista en Filosofía de la Lógica; John Polkinghorne y Freeman Dyson, físicos; Allan Sandage, astrónomo, y muchos más que omitimos por razones de espacio.
Publicado en ¡Despertad! del 22 de junio de 2004
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Razones por las que creen en Dios algunos científicos
AUNQUE la ciencia no cesa de aclarar enigmas sobre el cosmos y las criaturas de nuestro entorno, tanto los investigadores como la gente común siguen afrontando cuestiones tan trascendentales como las siguientes: ¿Qué origen tuvo el universo, y qué hubo antes de él? ¿Por qué parece que fue preparado para albergar seres vivos? ¿Cómo surgió la vida en la Tierra?
La ciencia aún no ha contestado satisfactoriamente estos interrogantes, y hay quienes dudan que lo haga algún día. Por ello, muchos se sienten obligados a revaluar sus opiniones y creencias. Examinemos tres misterios que han llevado a algunos entendidos a reflexionar sobre la existencia de un Creador.
¿Surgió por casualidad un universo bien regulado?El primer gran interrogante tiene que ver con lo bien regulado que está el cosmos. En efecto, ¿por qué está regido por leyes físicas de carácter inmutable y constantes naturales que resultan ideales para la Tierra y la vida que alberga?
Antes que nada, ¿qué se quiere decir con “bien regulado”? Tomemos por caso la intensidad de las fuerzas físicas fundamentales: el electromagnetismo, la gravedad, la interacción nuclear fuerte y la interacción nuclear débil.* Las cuatro actúan sobre todos los objetos del universo y están ajustadas y equilibradas con tanta precisión, que el menor cambio acabaría con la vida existente.
Interacción nuclear débil: permite que el Sol se consuma a un ritmo constante
Interacción nuclear fuerte: mantiene unido el núcleo del átomo
Gravedad: es responsable de que los objetos se queden en el suelo
Electromagnetismo: es la fuerza que interviene en los rayos
La vida sería imposible si estas cuatro fuerzas no estuvieran ajustadas y equilibradas con tanta precisión y exactitud
A muchas mentes pensantes no les satisface la explicación de que tal exactitud sea pura coincidencia. El físico John Polkinghorne, que trabajó en la Universidad de Cambridge, llegó a esta conclusión: “Al comprender que las leyes de la naturaleza deben estar ajustadas con extraordinaria precisión para que exista el mundo visible, surge con fuerza en nuestro interior la idea de que este no se originó por casualidad, sino con una finalidad”.
El físico australiano Paul Davies suscribe la misma opinión: “No cabe duda de que muchos científicos se oponen temperamentalmente [...]. Desdeñan la idea de que pueda existir un Dios, o inclusive un sustrato o principio creativo impersonal [...]. Personalmente, no comparto su desdén. [...] No puedo creer que nuestra existencia en el universo sea un mero capricho del destino, [...] un destello fortuito en el gran drama cósmico”.
Enigmas que desconciertan a los científicos
¿Por qué están calibradas con tanta precisión las cuatro fuerzas físicas fundamentales, lo cual posibilita la existencia del universo y la vida?
¿Qué explicación tiene la extrema y a menudo irreducible complejidad de los organismos?
¿Por qué es tan fragmentario el registro fósil, y dónde están los eslabones (organismos intermedios) entre las principales categorías de seres vivos?
El registro fósil no ha demostrado la evolución de las especies
El reto de la complejidadEl segundo interrogante científico lo plantea la inmensa complejidad del mundo que nos rodea. Es de sentido común: cuanto más complicado es algo, menos probable es que haya surgido por casualidad. Veamos un ejemplo.
Para que se forme una molécula de ADN, unidad esencial de la vida, tienen que sucederse con precisión múltiples reacciones químicas. Hace tres decenios, el doctor Frank Salisbury, de la Universidad del Estado de Utah (EE.UU.), calculó que la aparición espontánea de una molécula básica de ADN contaba con unas posibilidades tan ínfimas que cabía calificarla de imposibilidad matemática.#
La complejidad resulta aún más obvia cuando los seres vivos poseen órganos compuestos que serían inútiles de no existir otros órganos igualmente especializados. Sirva de botón de muestra la facultad de la reproducción.
Según las teorías evolucionistas, los organismos fueron reproduciéndose al tiempo que se hacían más intrincados. Pero en algún punto, la hembra de ciertas especies tuvo que haber desarrollado células reproductivas que requerían la fertilización por parte de las células complementarias del macho. Además, a fin de transmitir a su descendencia el número debido de cromosomas, las células reproductivas de ambos padres pasan por la meiosis, singular proceso que les reduce a la mitad el número usual de cromosomas. De este modo, no se produce un exceso cromosómico en la descendencia.
Ahora bien, este proceso tuvo que haberse dado en otras especies. Entonces, ¿de qué manera se las arregló cada “primera madre” para reproducirse con un “primer padre” plenamente desarrollado? ¿Cómo consiguieron de golpe reducir a la mitad el número de cromosomas en sus células reproductoras respectivas a fin de tener descendientes sanos con las características de los dos? Además, si estos medios genéticos surgieron poco a poco, hubo un momento en que su formación fue parcial. En tales circunstancias, ¿cómo pudo haber sobrevivido cada macho y cada hembra?
¿Cuántas probabilidades hay de que la interdependencia reproductiva sea fruto del azar? Si el cálculo se limita a una sola especie, el resultado es inconmensurablemente bajo, pero si se aplica a todas, la cifra ya desafía toda lógica. ¿Logran explicar tal complejidad las hipótesis evolucionistas? ¿Cómo es posible que una serie de accidentes, sucesos aleatorios sin finalidad alguna, hayan dado origen a sistemas interrelacionados de forma tan compleja? Los seres vivos presentan un sinnúmero de características que indican previsión y planificación, lo que a su vez implica la existencia de un Planificador inteligente.
Muchos especialistas han llegado a esa conclusión. Por ejemplo, el matemático William A. Dembski escribió que el “diseño inteligente” que se manifiesta en determinados “aspectos observables del mundo natural [...] solo puede explicarse adecuadamente recurriendo a causas inteligentes”. Michael Behe, bioquímico molecular, resume así la situación: “Es posible ser buen católico y creer en el darwinismo. Sin embargo, a consecuencia de la bioquímica, es cada vez más difícil ser un científico serio y aceptar dicha hipótesis”.
¿Cómo podrían las fuerzas aleatorias producir, no ya un ser humano, sino algo tan complejo como una célula con su ADN?
La irregularidad del registro fósilEl tercer misterio que desconcierta a algunos científicos se deriva del registro fósil. Si, como dicen, la evolución duró millones de años, deberíamos encontrar un sinfín de eslabones, u organismos de transición, que unan entre sí a las principales categorías de seres vivos. Pero en la multitud de fósiles descubiertos desde los días de Darwin no hallamos dichas formas intermedias. Más que perdidos, los eslabones son inexistentes.
Por estas razones, un número apreciable de científicos ha concluido que las pruebas aducidas a favor de la evolución son muy débiles y contradictorias. El ingeniero aeroespacial Luther D. Sutherland hizo este comentario en su libro Darwin’s Enigma: “Los testimonios científicos indican que cada vez que apareció en la Tierra una forma de vida básicamente distinta —desde seres unicelulares, como los protozoos, hasta el propio hombre— estaba completa, con organismos y estructuras del todo funcionales. De ello se deduce de forma ineludible que hubo cierta inteligencia preexistente antes del inicio de la vida en nuestro planeta”.
Por otro lado, el orden de aparición de los seres vivos en el registro fósil corresponde al que presenta la Biblia en el libro de Génesis. Donald E. Chittick, físico químico doctorado por la Universidad del Estado de Oregón, señala: “Un examen directo del registro paleontológico nos conduce a la conclusión de que los animales se reproducen según su género, como indica Génesis. No pasan de una especie a otra. Los hechos, tanto hoy como en tiempos de Darwin, concuerdan con la crónica de Génesis sobre la creación directa. Los animales y las plantas aún se reproducen según su género. Tan fuerte es el conflicto entre paleontología (el estudio de los fósiles) y darwinismo, que algunos científicos empiezan a creer que nunca aparecerán las formas intermedias”.
Se enfrentan a los hechosTodo lo anterior es una muestra mínima del cúmulo de preguntas que quedan sin respuesta si se desestiman las pruebas de que existe un Creador. Algunos científicos comprenden que rechazar a Dios no es una senda fundada en hechos demostrados y lógica cuidadosa, sino en conjeturas aventuradas.
Tras una vida coronada de éxitos en sus investigaciones y labores en el campo de la astronomía, Allan Sandage dijo: “Fueron mis conocimientos científicos los que me llevaron a concluir que el mundo presenta complicaciones mucho mayores que las que logra esclarecer la ciencia. Solo puedo entender el misterio de la existencia recurriendo al elemento sobrenatural”.
¿Puro azar?
Hace unos meses, National Geographic publicó una llamativa cubierta que ilustraba el amor existente entre una madre y su niño, y que impulsó a un lector a escribir lo siguiente a la revista: “La imagen de portada de la mamá y el recién nacido es una obra maestra. No me cabe en la cabeza que haya quien vea esta encantadora criatura, que solo nueve meses antes fue un óvulo no mayor que la cabeza de un alfiler, y crea que su fantástico desarrollo se debe a un accidente ciego de la casualidad”.
Muchas personas opinan igual: el escritor Gerald Schroeder, ex profesor de Física Nuclear, compara las probabilidades de que el universo y la vida hayan surgido por puro azar a las de ganar la lotería tres veces seguidas: “Antes de que podamos cobrar el tercer billete premiado, ya iremos de camino a la cárcel por haber hecho trampa. La posibilidad de que alguien la gane tres veces —sean seguidas o en el transcurso de toda una vida— es tan pequeña que se descarta por insignificante”.
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* Para más información, véase el cap. 2 del libro ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?, editado por los testigos de Jehová.
# Partió del supuesto de que dicha molécula pudiera desarrollarse a partir de reacciones químicas naturales en 100 trillones (1020) de planetas propicios para la vida durante cuatro mil millones de años. ¿Cuáles eran las probabilidades de obtener una sola molécula de ADN? Según sus cálculos, ¡una entre 10415!
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¿LE INCOMODAN las encarnizadas disputas entre evolucionistas y creacionistas? Si así es, no es el único.
En un bando se sitúan científicos y académicos muy instruidos que acostumbran expresarse con tecnicismos y que recalcan que toda persona educada e inteligente ha de aceptar como verdad incuestionable la teoría de la evolución. En el otro frente hallamos a religiosos, igual de prepotentes, quienes con su retórica emocional argumentan que la verdadera fe implica abrazar su peculiar visión del creacionismo.
A mucha gente razonable le repelen tales extremismos. La cuestión de la existencia de Dios merece algo más que altivas afirmaciones dogmáticas. En efecto, no es un mero tema de debate, puro ejercicio intelectual, ya que repercute en nuestra vida y nuestro futuro.
Escollo común entre los científicosComo hemos visto, no son pocos los prestigiosos entendidos que ven en la naturaleza pruebas de que hay un Diseñador o Creador. Otros van más allá y cuestionan la integridad científica de aquellos colegas suyos que rechazan dogmáticamente la existencia de Dios.
Así, el geofísico John R. Baumgardner señala: “Frente a unas probabilidades desfavorables en grado sumo, ¿qué científico honrado puede apelar a la acción del azar como explicación de la complejidad de los seres vivos? Actuar así cuando se tiene conciencia de estos números es, en mi opinión, una grave violación de la integridad científica”.
El distinguido físico Richard Feynman destacó otro rasgo de la integridad científica. En un discurso de graduación universitaria habló de “cierto tipo de integridad extraordinaria” que incluye “hacer lo imposible por mostrar que uno pudiera estar equivocado”. “Esa es —añadió— nuestra responsabilidad como hombres de ciencia, ante otros colegas, y creo que también ante la ciudadanía.”
Al exponer sus teorías, ¿emplean los evolucionistas con frecuencia frases como “pudiera estar equivocado”? Lamentablemente, tal modestia es muy rara entre ellos. En realidad, la modestia y la integridad deberían impulsar a muchos expertos a admitir que la ciencia, la cual se limita al estudio del mundo físico, no cuenta con los medios necesarios para contestar las preguntas referentes a la existencia de un Creador. Sin embargo, ¿qué hay de los guías espirituales que defienden el creacionismo?
Escollo común entre los religiososLa modestia y la integridad tampoco abundan entre los líderes religiosos. Para empezar, ¿actúa con integridad quien afirma que la Biblia enseña doctrinas que en realidad no contiene? ¿Y da muestra de modestia quien antepone a las Escrituras las opiniones y dogmas de su preferencia? Pues eso es, ni más ni menos, lo que hacen muchos creacionistas.
Por ejemplo, suelen asegurar que el universo fue creado en seis días de veinticuatro horas hace seis mil años. Con tales doctrinas no se ajustan a la Biblia, la cual enseña que Dios formó los cielos y la Tierra “en el principio”, es decir, en un momento que no se precisa anterior a los “días” creativos, que son más específicos (Génesis 1:1). Es significativo que el relato del primer libro bíblico emplea la expresión “día” con flexibilidad. Así, Génesis 2:4 habla del conjunto de seis días del capítulo anterior como de un solo día. Por tanto, no son divisiones de veinticuatro horas, sino períodos mucho más largos, épocas milenarias.
Otro punto en el que yerran bastantes maestros religiosos es el de la fe. Algunos dan a entender que se trata de creer apasionadamente en algo que carece de pruebas serias, lo que para muchas mentes razonables no es más que credulidad. Pero la Biblia da una definición muy distinta: “Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). Así pues, no se trata de ser ingenuo, pues se parte de pruebas sólidas, de garantías lógicas.
Entonces, ¿qué fundamentos tiene la fe en Dios? Los hay de dos tipos, ambos igualmente persuasivos.
La Biblia habla de seis períodos creativos
Juicio sobre la crónica de GénesisGerald Schroeder, ex profesor de Física Nuclear, escribe: “ La Biblia refiere en treinta y un versículos, con tan solo varios centenares de palabras, acontecimientos que abarcan dieciséis mil millones de años y sobre los cuales se han escrito millones de palabras en la prensa científica. Todo el desarrollo de la vida animal se resume en la Escritura en ocho oraciones. Teniendo en cuenta la brevedad de dicha narración, es extraordinario que coincidan los descubrimientos de la ciencia moderna con las afirmaciones de Génesis 1 y el orden en que se suceden, y más aún cuando nos percatamos de que toda la interpretación que presenta la Biblia en este capítulo se puso por escrito siglos —mejor dicho, milenios— antes de que tuvieran lugar los hallazgos de la ciencia moderna. Por consiguiente, es la ciencia la que ha llegado a demostrar su conformidad con el relato bíblico sobre nuestros orígenes ”
(THE SCIENCE OF GOD—THE CONVERGENCE OF SCIENTIFIC AND BIBLICAL WISDOM [LA CIENCIA DE DIOS: CONVERGEN LA SABIDURÍA CIENTÍFICA Y LA BÍBLICA]).
Evaluación de las pruebasEl apóstol Pablo se sintió movido a escribir lo siguiente sobre Dios: “Las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20). Durante miles de años, hombres y mujeres sabios han hallado en la naturaleza pruebas de la existencia del Altísimo.
Ya hemos visto que la ciencia puede ser una ayuda muy útil. Cuanto más aprendamos acerca de la complejidad y el orden del cosmos, más razones tendremos para reverenciar a Quien lo concibió. Hay científicos que mantienen una actitud abierta ante tales testimonios y los encuentran convincentes, por lo que seguramente acepten que la ciencia los ha ayudado a encontrar a Dios. Otros, sin embargo, no se convencen ni con un torrente de pruebas. ¿Y usted?
Si desea evaluar tales pruebas, le instamos a hacerlo valiéndose quizá del libro ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?, preparado para quienes realizan esta trascendental búsqueda de respuestas.* Además, le conviene examinar un segundo conjunto de pruebas: el que ofrece la Biblia.
Las Escrituras presentan múltiples indicaciones de estar inspiradas por una inteligencia sobrehumana. Entre ellas, un sinnúmero de profecías sobre situaciones que tendrían lugar en diversas épocas, incluida la actual (Mateo 24:3, 6, 7; Lucas 21:10, 11; 2 Timoteo 3:1-5). Dado que el hombre es incapaz de hacer predicciones tan exactas, tienen que proceder de Dios.
Además de permitirnos constatar que Dios existe, la Biblia nos revela su nombre, su personalidad y el interés que él ha mostrado en los seres humanos a lo largo de los siglos. Hasta nos manifiesta sus designios acerca de nuestro futuro. En estos particulares, la ciencia humana no nos ayuda a encontrar ni respuestas ni motivos para la esperanza ni tampoco valores morales firmes.
Fuente de valores moralesLamentablemente, la práctica científica actual tiende en muchos casos a minar los principios de la ética. El biólogo Richard Dawkins, quien rechaza la idea de Dios, señaló: “En un universo de fuerzas físicas ciegas y reproducción genética, unos sufrirán daños y otros no, y es imposible encontrarle el sentido o la justicia”. ¿Verdad que es una visión muy pesimista? ¿No cree que la sociedad necesita un código moral que recompense el bien y castigue el mal?
En este particular, la Biblia y la evolución atea tienen concepciones muy opuestas sobre la humanidad. La primera subraya que el hombre ocupa un lugar especial entre los seres vivos, y la segunda lo presenta como fruto accidental de procesos naturales ciegos. A diferencia de las Escrituras, según las cuales estamos hechos a la imagen de un Dios justo y amoroso —y por ello podemos regirnos por el bien y la virtud—, la evolución, con su lucha por la supervivencia, no logra explicar que demostremos cualidades como el amor y el altruismo.
Mientras que la evolución no nos brinda ni esperanza ni finalidad, las Escrituras nos ofrecen un magnífico futuro con sentido. En efecto, declaran el grandioso propósito del Creador para el día de mañana: “Les daré un porvenir lleno de esperanza” (Jeremías 29:11, Biblia de América).
La Biblia contiene pruebas convincentes de su inspiración divina
Aprenda más sobre el CreadorEn muestra de humildad y sabiduría, un salmista escribió: “Sepan que Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos” (Salmo 100:3). Muchas mentes pensantes encuentran que este reconocimiento tiene mucho más sentido que las teorías modernas que atribuyen la existencia del hombre a la casualidad.
Los científicos promueven en ocasiones la arrogante idea de que la guía definitiva se halla en el razonamiento y el saber del hombre, y las religiones organizadas a menudo caen en el mismo error. Sin embargo, el conocimiento humano es, y siempre lo será, limitado. Aunque el apóstol Pablo poseía gran sabiduría espiritual, mantuvo la humildad. De hecho, afirmó con realismo: “Ahora vemos todo como el reflejo tenue de un espejo oscuro [...]. Ahora mi conocimiento es parcial” (1 Corintios 13:12, La Palabra de Dios para todos).
Hay que reconocer que la auténtica fe en Dios no depende de la ciencia moderna. Aun así, podemos fortalecerla valiéndonos de ella, siempre que lo hagamos con observación meditativa. La fe y la espiritualidad genuinas son las claves de una vida feliz y plena (Mateo 5:3). Así pues, si recurre a la Biblia para conocer a fondo a Jehová y su propósito para la humanidad y la Tierra, usted encontrará el verdadero sentido de la vida y buenas razones para la esperanza.
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* Editado por los testigos de Jehová.
Publicado en ¡Despertad! del 22 de junio de 2004
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Muchos científicos admiten sin vacilar que creen en un Diseñador inteligente, en un Creador. Aunque a veces tengan vagas nociones sobre quién es, coinciden en que hay pruebas de su existencia. He aquí algunos comentarios:
“ Como científico, encuentro en el mundo que me rodea mecanismos de ingeniería tan complicados que me veo obligado a concluir que tras un orden tan complejo existe diseño inteligente. ”
ANDREW MCINTOSH, MATEMÁTICO (GALES, REINO UNIDO)
“ El carácter intrincado de la naturaleza indica con claridad que hay un Creador. Una vez comprendido, todo sistema biológico y físico manifiesta increíble complejidad. ”
JOHN K. G. KRAMER, BIOQUÍMICO (CANADÁ)
“ Entre los seres vivos resulta patente el orden, obra de un Poder superior al que yo llamo Dios. Es en este punto donde coinciden la fe y la verdad científica. La primera de ningún modo contradice a la segunda, sino que la completa al aportar una comprensión más sencilla del universo. ”
JEAN DORST, BIÓLOGO (FRANCIA)
“ No concibo el universo y la vida humana sin un comienzo inteligente, sin una fuente de ‘calidez’ espiritual que trasciende a la materia y sus leyes. ”
ANDREY DMITRIYEVICH SAKHAROV, FÍSICO NUCLEAR (RUSIA)
“ Todos los animales presentan de algún modo un diseño singular adaptado a un ambiente determinado, y no puedo menos que atribuir la complejidad de dicho diseño a un Creador, más bien que a fuerzas evolutivas aleatorias. ”
BOB HOSKEN, BIOQUÍMICO (AUSTRALIA)
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2007-03-15 12:46:08
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answer #1
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answered by Edgar 5
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