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La travesía aislada de una nación por la Historia presente es inimaginable. Desde
siempre, las naciones se han aliado con otras para conseguir sus fines y mantener sus
intereses. En el pasado, la gran mayoría de esas alianzas eran temporales y de
carácter militar, normalmente coaliciones entre varios países, que compartían objetivos
estratégicos, para vencer a otra u otras naciones que amenazaban esos objetivos. Y
cuando se conseguía lo perseguido, se disolvía la coalición, de igual forma que si,
tiempo más tarde, los países aliados dejaban de compartir esos intereses, se volvían
enemigos con la misma facilidad con que fueron aliados.
Cuando los intereses comunes eran duraderos, en la época de las grandes
monarquías, las alianzas -en lugar de temporalmente militares- se consolidaban
políticamente, más estables, a través de matrimonios entre miembros de las
respectivas Casas Reales. Así surgieron sucesivos imperios, cuando un mismo
heredero asumía la soberanía de varias naciones, partiendo de esas alianzas políticas
de tipo matrimonial. Y también con no poca facilidad se volvía a fracturar la unidad de
esos imperios, fragmentándose sus territorios, con herederos diferentes, en los mismos
países que los habían conformado o en otros más acordes con la nueva coyuntura
histórica.
En cualquier caso, las naciones han tendido, a lo largo de toda la Historia, a juntarse o
a separarse en grandes o pequeñas alianzas, unas veces militares, otras veces
políticas (o ambas cosas a la vez), y durante mayor o menor tiempo, por imperativo del
devenir histórico y por la voluntad de sus dirigentes en aras de la consecución de sus
intereses, primero particulares -cuando la soberanía era personal- y luego nacionales -
cuando la soberanía llegó a ser popular-. Y este proceso permaneció sucesivamente
así hasta que desembocó en las dos grandes guerras mundiales del siglo **, que
cambiaron el rumbo de la Historia.
La desaparición del concepto imperialista de las grandes monarquías históricas
europeas, incluida la española, la transformación en repúblicas de tres de los cuatro
grandes países de la Europa occidental (Francia, primero, y Alemania e Italia después),
y la emergencia de los dos grandes colosos antagónicos vencedores de la Segunda
Guerra Mundial, los Estados Unidos y la Unión Soviética, sumada a la devastación
masiva de la vieja y poderosa Europa, representada por aquellos países, produjeron un
cambio radical en el concepto clásico de alianzas.
Las intenciones ofensivas, y en muchos casos agresivas, de las alianzas conocidas
hasta entonces, dejaron paso a la intención puramente defensiva de las alianzas
nacidas a raíz de la segunda gran guerra. Ya no se coaligaban las naciones para
alcanzar unos nuevos objetivos superiores a los históricamente alcanzados, en
detrimento de otros países, sino que se aliaban -de forma más estable y duradera- para
mantener simplemente los objetivos ya alcanzados y que la Historia les había
finalmente otorgado. Las fronteras se volvieron sagradas, con lo cambiantes que
habían sido en los siglos anteriores, y toda consecución de nuevas realidades sociales
o políticas, tanto en el campo nacional como en el internacional, no se concebía sino a
través de la acción pacífica de los actores implicados.
En ese momento, en el mundo Occidental, y sobre todo en Europa, comenzó a
concebirse un nuevo tipo de unión multinacional, cuya capacidad decisoria no estuviera
tanto en la yuxtaposición de las soberanías convergentes de los Estados-Nación
miembros de una unión estrictamente internacional, como habían sido hasta entonces,
con relaciones claramente intergubernamentales, sino que se buscaba una unión
multinacional cuya capacidad decisoria estuviera ya depositada en las propias
autoridades supranacionales que gobernaran esas alianzas, con la correspondiente
pérdida de soberanía por parte de las naciones miembro, a cambio de conseguir un fin
superior común a todas ellas, de beneficio compartido, acaso político, militar o
económico, y en la mayoría de los casos, las tres cosas a la vez.
A la antigua clasificación de las alianzas, entre militares y económicas, se sumaba
ahora otra nueva que las separaba entre internacionales (o intergubernamentales) y
supranacionales. Con ello, por arte del discurrir cíclico de la Historia, se volvía al
concepto de “imperio”, como poder supranacional, pero sin la connotación agresiva del
vocablo en su acepción clásica, al definirse uniones (entre naciones) con claro
componente federalista. Este puede que sea el caso de la actual Unión Europea, que
en los últimos diez años, desde la firma en Maastricht del Tratado que la constituye (en
vigor desde el 7 de febrero de 1992), ha avanzado progresivamente hacia una unión
real económica y política.
Inicialmente, hasta que se produjo la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y
la desaparición de la Unión Soviética en diciembre de 1991 (un imperio federalista en sí
mismo), se fueron alternando en el mundo occidental, y en Europa en particular,
alianzas unas veces militares y otras veces económicas, la mayoría
intergubernamentales y algunas de ellas supranacionales, cuyo peso mundial dependía
del poder vinculante de sus decisiones. Después de aquellos hechos históricos, se
pasa a una situación de impasse en la que las alianzas, al menos las claramente
militares, parecían estar injustificadas. Se olvidaba por momentos la bipolaridad entre
los dos bloques de la guerra fría y el mundo occidental se quedaba sin enemigo.
Sin embargo, tres hechos recientes han marcado nuevamente un punto de inflexión en
la trayectoria mostrada acerca de los tipos de alianzas imperantes en el mundo. El
primero, y por cierto los más espectaculares, han sido los ataques terroristas contra
Estados Unidos el día 11 de septiembre de 2001 (Pentágono y World Trade Center),
contra España el día 11 de marzo de 2004 (Estación de Atocha) y contra Inglaterra el
07 de Julio de 2005 (Metro de Londres). El segundo, más notorio, es la unión monetaria
global llevada a cabo en doce países de esa Unión Europea (España, Francia,
Alemania, Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda, Portugal, Austria, Finlandia y
Grecia), y en otros cinco micropaíses dependientes monetariamente de alguno de
aquellos (Andorra, Mónaco, Vaticano, San Marino y Liechtenstein), que se consolidó
hace ya casi cuatro años (1 de enero de 2002). Y un tercer acontecimiento, es el revés
que ha tenido la aprobación de la Constitución de la U.E. por parte de Francia y
Holanda que observan una orientación mas bien bélica que social en el Tratado
Constitucional. Cuando se supere en alguna medida el “golpe” que significó este
rechazo a la Constitución, se estima que habrá argumentos para observar con
optimismo el futuro de la UE y sacar lecciones positivas de esta crisis, y de esta forma
poder corregir aquellas deficiencias observadas que están haciendo fracasar el marco
jurídico imprescindible y por el que se tienen que regir las relaciones entre sus 25
miembros.
Estos tres sucesos, que definen el posible comienzo del definitivo despegue de Europa
como potencia mundial supranacional, y el acaso principio del posible final del imperio
económico estadounidense en el mundo, ante la fortaleza y el crecimiento del nuevo
actor europeo, hacen plantearse la cuestión de cuáles serán las alianzas
multinacionales que se formen con éxito en el siglo XXI, cuáles de las existentes
podrían llegar a desaparecer, qué conceptos imperarán en aquellas que permanezcan
(militares, económicos, políticos, sociales o culturales), y con qué tipo de sistema
decisorio estarán dotadas (intergubernamental o supranacional).
Todo ello, en íntima relación con la más que necesaria y sucesiva adecuación del
concepto actual de Nación y de Estado que hasta ahora se ha tenido, y hacia dónde
podría evolucionar en el siglo que comienza, así como con el cambio manifiesto de las
amenazas sobre la seguridad de las naciones de nuestro entorno internacional, que ha
pasado desde la confrontación horizontal Este-Oeste, entre bloque políticos, del
pasado, hasta la más que probable confrontación vertical Norte-Sur, entre placas
culturales, del futuro.

2007-03-15 09:55:32 · answer #1 · answered by Ana P 2 · 0 0

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