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¿Cuál fue el emperador romano que mandó hacer, en las persecuciones contra los cristianos, la reserva legal "conquirendi non sint ."?
¿En qué consistía?

2007-03-12 15:35:49 · 4 respuestas · pregunta de Anonymous en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

4 respuestas

Fue Trajano, después de una revisión completa de todos los asuntos militares y políticos del Estado para evitar que se repitieran los conflictos de sus antecesores no pudo menos que planteársele el precedente de que dos emperadores romanos, antes que él, habian puesto fuera de la ley a los cristianos, y, no obstante seguia habiendo cristianos en el imperio. Trajano, emperador esclarecido, en vez de lanzarse a una persecución ciega quiso informarse acerca del supuesto delito de ser cristiano, y no pudo hallarlo. No se encontraba en las creencias ni en las prácticas cristianas nada que dañase a los súbditos del imperio. Tan solo habia un problema, originado no en las mismas leyes romanas,sino en una imposición política del régimen imperial: existia el mandato de que los súbditos del césar habian de hacer sacrificios al césar como a un dios. Trajano dio entonces una norma según la cual, si se sorprendia algún cristiano cometiendo algún delito común, se le debería castigar con más rigor que a otro delincuente no cristiano; pero de paso, aconsejaba que no se fuese a interrogar ni a coaccionar a un cristiano por el mero hecho de sus creencias: conquirendi non sunt, expresión que podriamos traducir por "que no se metan con ellos" (con motivo de su religión, se entiende). Aquella fórmula reflejaba claramente dos cosas: primera, que subsistía el prejuicio de que los cristianos debían ser vigilados como sospechosos; y segunda, que la ley romana no habia logrado definir el "delito de ser cristiano."

2007-03-13 06:08:51 · answer #1 · answered by claudio 6 · 0 0

http://www.catacombe.roma.it/es/ricerche/ricerca2.html

2007-03-12 22:57:48 · answer #2 · answered by Lilian 4 · 0 0

Los 36 últimos años del siglo I y el siglo II

-El «Institutum neronianum». Cuando en el Imperio los cristianos comienzan a ser diferenciados de los judíos, quedan fuera de la general tolerancia con la que los romanos amparaban a todas las religiones. Cae entonces sobre ellos un absoluto edicto de proscripción: «que no haya cristianos» -christiani non sint-. Tal edicto se atribuye a Nerón, y Tertuliano lo llama institutum neronianum (Apol. 5; Ad nat. I,7). La excusa pudo ser el incendio producido en Roma, que Nerón imputa calumniosamente a los cristianos. Una terrible carnicería se produce contra ellos en agosto del año 64 (Tácito, Annal. XV, 44). No conocemos los nombres de los mártires.

-Rescripto de Trajano. Al principio del siglo II la legislación contraria a los cristianos se concreta más y, en cierto sentido, se atenúa. Por el año 112, cuando Plinio el Joven llega a Bitinia como legado imperial, poblada entonces de cristianos, se ve asediado por las denuncias de los paganos contra ellos, y consulta con el emperador Trajano. Éste le responde con un rescripto imperial de suma importancia. Aunque al parecer trata de resolver un problema concreto, su norma se hizo general y perdurable a lo largo del siglo II:

-Los cristianos no han de ser buscados ni perseguidos de oficio (conquirendi non sunt).

-Han de ser condenados aquéllos que, acusados regularmente, se reconozcan cristianos (si deferentur et arguantur, puniendi sunt).

-Y han de ser absueltos los que declaren no ser cristianos o abjuren de su fe, dando pruebas de su apostasía con algún acto de idolatría (qui negaverit se christianum esse, idque reipsa manifestum fuerit, id est supplicando diis nostris, quamvis suspectus in præteritum, veniam ex poenitentiam impetret).

La primera parte de este edicto no hace sino repetir antiguas reglas jurídicas. Entre los romanos, salvo casos especiales, nadie era condenado si no había algún acusador que llevase al reo ante el tribunal competente. De este modo la paz pública, también en el caso de los cristianos, no se vería perturbada por denuncias anónimas.

La segunda parte del edicto constituye, en cambio, una verdadera innovación, pues se subordina la absolución o la condenación a la respuesta del acusado. Se crea así un derecho extraordinario, que a un tiempo es adverso o favorable para el acusado. Según lo que él declare de sí mismo será absuelto o condenado.

La primera parte de la norma fue reiterada por Adriano (124) y por Antonino (entre 147 y 161). La segunda fue confirmada por Marco Aurelio (177). San Justino, a mediados del siglo II, combate la norma en sus dos Apologías. Tertuliano, hacia 197, protesta igualmente contra tal disposición jurídica, también aplicada en África.

Esta ley no sufrió variación de Trajano a Marco Aurelio, y su relativa moderación cuadra bien con la dinastía antonina, que dio emperadores humanos por temperamento e inexorables por política.

Como hemos señalado, tanto Justino como Tertuliano, ponen de relieve con gran fuerza persuasiva que es absurdo no buscar a los cristianos, reconociendo así que la autoridad no los considera peligrosos, y al mismo tiempo castigarlos como culpables si, habiendo sido denunciados, confiesan su religión; sin perjuicio, al mismo tiempo, de absolverlos como inocentes si reniegan de ella.

Queda claro que se perseguía a los cristianos solamente por causa de su religión, pero no porque la profesión cristiana se considerase como presunción de crimen alguno de derecho común. Si fuera por esto último, la negación o abjuración de las creencias cristianas no hubiera sido bastante para dictar sentencia absolutoria. Y sin embargo, ésta era la norma del Imperio: la persistencia en la profesión de la fe traía la condenación del cristiano; y la apostasía ponía fin absolutorio al proceso.

Si los cristianos, según esta situación jurídicamente absurda, podían substraerse al castigo no con probar que no habían cometido crimen alguno -prueba acerca de un hecho-, sino simplemente renunciando al cristianismo -renuncia de un orden espiritual y doctrinal-, es evidente que el solo hecho de ser cristiano, el nomen christianum, y no delito alguno positivo, era lo que en ellos se perseguía.

En opinión de algunos autores, los cristianos eran perseguidos por crimen de lesa majestad. Profesando el cristianismo, en efecto, los fieles rehusaban honores religiosos al emperador, considerándolo un acto de idolatría, y de este modo infringían un derecho común, y se hacían reos de la lex majestatis.

En todo caso, es evidente que el proceso contra los mártires será siempre un proceso de religión, una excepción única y original en la historia de los procedimientos. No se cita a testigos que aporten pruebas de un hecho concreto. Tampoco el juez exige al acusado que confiese su crimen. Una sola cosa le pide: que declare que no es cristiano o que ha dejado de serlo. Con esa condición quedará absuelto. Y si se niega a hacer tal declaración, será sometido a tortura, pero no para arrancarle una confesión, no para conseguir que reconozca su culpabilidad, sino para forzarle con padecimientos a que declare que no ha sido o que ya no es cristiano.

Esto, como ya hicieron notar los apologistas, es invertir todo el procedimiento criminal. Es el juez quien finalmente pronuncia la sentencia, pero, en último término, es el acusado el que la ha dictado de antemano, puesto que ha quedado a su libre arbitrio la absolución o la condenación, según persevere en su fe o abjure de ella.

Así sucede en todos los procesos que conocemos de mártires del siglo II -los mártires de Lión o los de Scillium, los casos de Policarpo, Justino, Ptolomeo, Apolonio-. Conforme al rescripto de Trajano, la condenación del mártir sólo se pronuncia con su pleno consentimiento

2007-03-12 22:39:46 · answer #3 · answered by Bella Swan 3 · 0 1

SEPTIMIO SEVERO
SIGUIENTE

Apenas acababa de morir su padre, cuando Cómodo, ansioso de entrar en Roma como emperador, hizo una paz con los marcomanos y los cuados por la que se malversó gran parte del esfuerzo de Marco Aurelio. Una vez en Roma, se entregó a los lujos y placeres y dejó el gobierno en manos de subalternos, no de los que habían formado parte del equipo de Marco Aurelio, cuya eficiencia estaba más que probada, sino de favoritos sin más interés que su propio provecho. El primero fue Tigidio Perennis, al que nombró jefe de la guardia pretoriana.

En 182 el Senado urdió una conjuración contra el despotismo de Cómodo, encabezada por Claudio Pompeyano. El intento fracasó y fue seguido de numerosas ejecuciones entre los senadores. Cómodo instauró de nuevo un reinado del terror, volvieron los tiempos de las acusaciones anónimas y las condenas caprichosas.

En China se multiplicaban las amenazas contra el emperador Lingdi. Un rebelde llamado Zhang Jue quiso iniciar una nueva dinastía de emperadores, por lo que preparó a conciencia un levantamiento que debía estallar simultáneamente en diversos lugares, en un día determinado de 184. Una traición le obligó a adelantar sus planes, que pese a los imprevistos tuvo éxito y se produjeron levantamientos al sur, al este y al noroeste. Los rebeldes fueron conocidos como Turbantes amarillos, por el color de su uniforme.

De forma independiente, otra secta cuyo origen se remonta a los tiempos del emperador Shundi, conocida como "la de las cinco fanegas de arroz", se levantó al mismo tiempo en el oeste bajo su líder Zhang Lu, que constituyó un estado independiente basado en nuevos ideales comunitarios y religiosos.

El populacho romano protestó contra Tigidio, y Cómodo no dudó en entregarlo para que lo lincharan. En su lugar puso a un frigio llamado Cleandro, que estimuló en el emperador las conductas propias de los monarcas orientales. Cómodo decía ser Hércules y se hizo llamar Hijo de Júpiter. Cambio el nombre de Roma por el de Colonia Commodiana. Su mayor diversión era matar animales en el anfiteatro (desde una posición segura). Incluso parece ser que participó en combates de gladiadores. Esto deterioró considerablemente su imagen pues, aunque el pueblo disfrutaba con las luchas, consideraba que los gladiadores estaban en lo más bajo del escalafón social, y era completamente indigno de un emperador rebajarse a ese nivel. Las numerosas fiestas, los dispendios y los juegos arruinaron al estado.

En China murió Lingdi, y su hijo Xian era menor de edad, así que He Jin fue nombrado regente. La facción de la corte contraria a los eunucos pidió al emperador que tomara medidas contra ellos, pero He Jin no estaba seguro de la fuerza de este partido y vaciló, a la espera de conseguir la ayuda de las regiones fronterizas. Los eunucos descubrieron la trama y dieron un golpe de estado y asesinaron a He Jin en 189. Sus enemigos reaccionaron con una masacre en la que murieron unos dos mil eunucos. A partir de ese momento el gobierno quedó a merced de las disputas de los generales más poderosos: Dong Zhuo, Yuan Shu, su primo Yuan Shao, Cao Cao, nieto por adopción de un eunuco, y Sun Ce. Ninguno de ellos consiguió las alianzas necesarias que le aseguraran el predominio, y de las disputas salieron fortalecidos Yuan Shao y Cao Cao. Sin embargo, el poder de Yuan Shao residía en las provincias orientales, y fue decayendo a causa de conflictos internos, de modo que fue sucumbiendo ante los ataques que le infligió Dong Zhuo a partir de 190. Mientras tanto Cao Cao reunía un potente ejército que lo terminaría convirtiendo en el general más poderoso. Hay que decir, por otra parte, que Cao Cao fue también un gran poeta.

Ireneo, el obispo de Lyon, tuvo que interceder por segunda vez ante el obispo de Roma por los cristianos orientales y el asunto del día de la Pascua, pues un año antes había muerto san Eleuterio y el nuevo obispo, Víctor, amenazaba de nuevo con la excomunión.

En 191 murió el rey parto Vologeso III y fue sucedido por Vologeso IV.

Finalmente, en 192 triunfó una conjura en Roma: Macia, la amante de Cómodo, trató de envenenarlo y, como el veneno no hizo efecto, hizo que un atleta lo estrangulara. Ahora Roma se encontraba en la misma situación que tras la muerte de Nerón y la de Domiciano. En el primer caso lo que siguió fue un año de guerra civil, mientras que en el segundo el Senado supo canalizar la sucesión a través de un "emperador de transición", como fue Nerva. Ahora el Senado trató de imitar el segundo precedente, pero el resultado fue peor que el primero. En efecto, los conjurados habían dispuesto que el nuevo emperador fuera el anciano y respetado Publio Helvio Pertinax, y la guardia pretoriana estaba dispuesta a aceptarlo como tal. De origen humilde, Pertinax había ascendido poco a poco hasta convertirse en el equivalente al "alcalde" de Roma. Pertinax se sentía muy mayor para hacerse cargo del imperio, pero la guardia pretoriana insistió, y el anciano tuvo que aceptar a su pesar. Pero cuando trató de reorganizar la economía maltrecha por los derroches de Cómodo, la guardia pretoriana se rebeló, y cuando Pertinax se presentó ante los amotinados para explicarles la situación fue asesinado. Había sido emperador tres meses.

Entonces se produjo un triste suceso que demostraba lo mal que andaban las cosas en Roma: la guardia pretoriana decidió subastar el cargo de emperador: sería mperador quien les prometiera mayor paga. En la puja participó un senador llamado Marco Didio Juliano, tal vez bromeando, incapaz de dar crédito a la situación, pero ganó la subasta y se vio convertido en el nuevo emperador. Ahora bien, las cosas no eran tan fáciles. Al igual que a la muerte de Nerón, los principales generales reclamaron el Imperio. Ahora los candidatos eran los generales al mando de las legiones de Britania, el Danubio y Asia Menor. El que estaba más cerca era el del Danubio, Lucio Septimio Severo, que se apresuró a entrar en la capital. Entró en Italia en junio de 193, y la guardia pretoriana se puso de su parte (tenía varias legiones bajo su mando, y Juliano no). El Senado hizo lo mismo, con lo que Juliano fue arrastrado al cadalso mientras gritaba "Pero, ¿a quién he hecho daño?, ¿a quién he hecho daño?"

Su primer decreto fue disolver la guardia pretoriana para reconstruirla con soldados de las provincias leales a su persona. A continuación tuvo que ocuparse de los otros aspirantes al Imperio. Uno era Décimo Clodio Séptimo Albino, apoyado por las legiones de Britania, el otro Cayo Pescenio Níger Justo, en Asia Menor. (Curiosamente, Albino y Níger significan en latín Blanco y Negro.)

Severo nombró heredero a Clodio Albino, con lo que logró mantenerlo neutral mientras se enfrentaba a Pescenio Níger. Las provincias orientales se decantaron por Níger, que confiado en su popularidad no creyó necesario hacer nada, y esperó a que Severo acudiera a presentarle batalla. El emperador llegó a Bizancio antes de que acabara julio. Allí se encontraba el grueso de los partidarios de Níger. A lo largo de 194 Severo libró tres batallas y las ganó todas. Finalmente capturó a Níger mientras trataba de huir a Partia y fue decapitado en el acto. Sin embargo los partidarios de Níger, que sabían que correrían la misma suerte, resistían en Bizancio. La situación de la ciudad la hacía casi inexpugnable, pero Severo persistió en el cerco.

El rey parto Vologeso IV aprovechó los desórdenes entre los romanos para invadir un territorio de la Alta Mesopotamia que estaba en poder de Roma desde los tiempos de Adriano.

En 196 el emperador Chino Xian llamó ante su presencia a los dos generales más poderosos: Yuan Shao y Cao Cao. El primero se negó a comparecer, pues tenía pretensiones al trono, mientras que el segundo sí compareció y se convirtió en el principal apoyo del monarca. Se puso al mando del gobierno y reorganizó la corte. Dio brillantes títulos a sus camaradas de lucha y reorganizó la administración para asegurar la competencia de los funcionarios.

Tras dos años de asedio, Bizancio cayó finalmente, pero Severo, irritado por la resistencia que había ofrecido, mandó saquearla y arrasó sus murallas. Cuando volvió a Roma, Clodio Albino comprendió que no tardaría mucho en tocarle el turno, así que decidió atacar primero y pasó a la Galia con sus legiones en 197. Severo corrió hacia el norte y los dos ejércitos se encontraron cerca de Lyon, por entonces la ciudad más populosa de la Galia. Fue la mayor batalla entre romanos desde Filipos, y Severo obtuvo una victoria completa. Lyon fue arrasada y ya no se recuperó. Finalmente Septimio Severo fue el dueño indiscutible del Imperio.

Es difícil saber si por elección o por necesidad, pero Severo no trató de imitar la política de Augusto, sino que reconoció al ejército como el primer poder de Roma y basó en él la autoridad imperial. Los soldados vieron incrementada su paga, y se les concedió algunos privilegios, como el poder casarse mientras prestaban servicio o el ser convertidos en equites tras su retiro. El número de legiones aumentó a treinta y tres, y en cada una de ellas aumentó el número de tropas auxiliares, con lo que Roma llegó a tener unos 400.000 soldados, todos los cuales estaban bajo el mando directo del emperador. Todo vestigio de autoridad del Senado sobre las legiones fue suprimido. El Imperio se centralizó. Severo dividió algunas provincias en otras menores para que ningún gobernador fuera muy poderoso. Italia pasó a ser una provincia más.

No había acabado el año antes de que Septimio partiera hacia el Este para discutir sobre fronteras con Vologeso IV. Las legiones romanas pasaron de nuevo por Babilonia, pero esta vez ya no había nada allí. Ya no quedaba nada de la que había sido la mayor ciudad del mundo.

También este año volvió a Cartago, su ciudad natal, Quinto Septimio Florente Tertuliano. Había tratado de hacer carrera como abogado en Roma, pero dos años atrás se había convertido al cristianismo (más concretamente, al montanismo), y decidió retirarse a Cartago para escribir contra el paganismo y contra el gnosticismo, abogando por la vida puritana según las concepciones montanistas. Fue el primer pensador cristiano que escribió en latín.

En 198 Ctesifonte fue tomada por tercera vez. Severo la saqueó. Mató a los hombres y se llevó a las mujeres y niños como esclavos. En el camino de vuelta puso sitio a Hatra, una ciudad entre los dos ríos cuya conquista se había resistido a Trajano, y había sido una de las causas que detuvieron su avance. La fortaleza continuó inexpugnable y Severo tuvo que retirarse no sin cierta humillación.

Severo estaba casado con Julia Domna, hija de Julio Basiano, el gran sacerdote de un templo de la ciudad siria de Emesa, consagrado al dios del Sol Elagabal. La emperatriz hizo que afluyeran a la corte muchos intelectuales sirios. Entre sus protegidos estaba el ya anciano Galeno, que continuaba siendo el médico de la corte, cargo que le había permitido reunir una respetable fortuna. También estaba Diogenes Laercio, nacido en la ciudad de Laerte, en Asia Menor. Escribió varias biografías breves de varios filósofos antiguos. Se centra principalmente en anécdotas y citas curiosas, pero precisamente por esta superficialidad la obra tuvo mucho éxito, se hicieron muchas copias y algunas de ellas han sobrevivido y son nuestra única fuente de información sobre algunos personajes.

Otra figura destacada de la época fue Dión Casio, nacido en Bitinia, descendía de Dión Crisóstomo por parte de su madre. Su padre había sido gobernador de Dalmacia y luego de Cilicia. Dión llegó a Roma el año en que murió Marco Aurelio, donde se hizo amigo de Septimio Severo y fue senador durante el reinado de Cómodo. Severo lo nombró curador de Esmirna, que fue el primero de una serie de altos cargos que ocuparía en los años siguientes.

Cuando Severo fue convertido en emperador adoptó el sobrenombre de Pertinax para vincularse a su antecesor. Ahora decidió hacer algo similar con sus hijos. El mayor tenía diez años y se llamaba Basiano, como su abuelo materno, pero pasó a llamarse Marco Aurelio Antonino, y recibió el título de Augusto, lo que lo convertía en heredero del Imperio. Severo tenía un segundo hijo, de nueve años, cuyo nombre pasó a ser Publio Septimio Antonino Geta, y recibió el título de César, lo que lo situaba en el segundo lugar en la línea sucesoria.

Por esta época, el rey de Connacht, en Irlanda, descendiente del rey Conn, conquistó el reino de Ulster.

En 200 murió Panteno, el director de una escuela cristiana en Alejandría, y fue sucedido por Tito Flavio Clemente. Como los gnósticos, Clemente combinaba la filosofía griega con la teología cristiana y consideraba igualmente el conocimiento (gnosis) como el ideal cristiano. No obstante, sus teorías no fueron tan radicales como las de los gnósticos. Más en la línea de san Justino, Clemente consideró al cristianismo como una filosofía, pero una filosofía superior a la filosofía griega. "Demostró" que los textos hebreos eran más antiguos que los textos de la filosofía griega, así como que contenían toda la verdad, mientras que los textos griegos sólo contenían parte de la verdad.

En 201 murió Galeno. En 202 volvió Severo a Roma de su campaña en el este y celebró un triunfo que conmemoró con el Arco de Severo. A partir de este momento se abrió un nuevo periodo de paz que Severo aprovechó para reorganizar la legislación. Ese mismo año promulgó un decreto por el que prohibía a los cristianos hacer proselitismo, el cual sirvió de base para varias persecuciones en los años siguientes.

En 205 Severo cesó al jefe de la guardia pretoriana, Plautiano, detestado por la emperatriz, y lo sustituyó por el jurisconsulto Emilio Papiniano, tutor de los hijos del emperador, con quien colaboró en la reforma legislativa. Los comentarios de Papiniano constituyeron la base del Derecho Romano durante los tres siglos siguientes. La economía del Imperio fue saneada mediante varias medidas, entre ellas una política de confiscaciones.

Mientras tanto, el general chino Cao Cao lograba derrotar a su principal enemigo, Yuan Shao, con lo que dominaba la mitad norte del Imperio Chino. Más al norte y al noreste, los hunos trataban de imponerse contra los Xianbei. Cao Cao restableció las antiguas colonias de soldados-agricultores, que debían garantizar el abastecimiento de las tropas, al tiempo que ellas mismas participaban en las tareas defensivas. Sin embargo, ahora no sólo se establecían en las fronteras exteriores, sino también en el interior del país. La parte sur estaba fuera del dominio imperial y se la repartían dos generales: Sun Quan (hermano de Sun Ce, que había muerto cinco años antes) y Liu Bei.

En 208 murió San Ireneo, el obispo de Lyon. En Britania, los acosos de los caledonios eran cada vez más intensos. Tras la construcción de la muralla de Antonino los romanos descuidaron el mantenimiento de la muralla de Adriano, pero la muralla de Antonino era más débil, y los caledonios terminaron filtrándose por ambas. Además, el número de soldados romanos en Britania había disminuido desde que Albino transportó sus legiones a la Galia, y Severo había dividido en dos la provincia para debilitar a sus gobernadores, debilidad que también se hacía sentir frente a los bárbaros.

El emperador decidió ocuparse personalmente del asunto, y se trasladó a Britania junto con sus dos hijos. El mayor había popularizado en Roma una capa larga de origen galo llamada caracallus, por lo que era más conocido por el sobrenombre de Caracalla. En 209, tras un año de intensos combates, el emperador tuvo que conformarse con unos gestos formales de sumisión por parte de los caledonios, pero conseguidos al precio de abandonar la muralla de Antonino y retirar la frontera a la muralla de Adriano, que fue restaurada y reforzada. Geta recibió el título de Augusto, lo que significaba que él y su hermano Caracalla serían coemperadores a la muerte de Severo, al igual que lo habían sido Marco Aurelio y Lucio Vero.

Ese mismo año murió el rey parto Vologeso IV, y fue sucedido por Artabán IV.

En Indochina se habia formado un nuevo reino llamado Shampa, situado entre China y el reino de Fu-nan, a orillas del mar de China.

Por esta época, Yehudá ha-Nasi codificó por escrito en sesenta y tres tratados una serie de comentarios de los rabinos judíos sobre la Torá, o ley escrita, que hasta entonces se habían transmitido oralmente y que se conocen como la Mishná.
Marco Aurelio
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2007-03-12 22:39:43 · answer #4 · answered by Anonymous · 0 1

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