El pecado y la muerte han reinado durante unos seis mil años de historia humana, es decir, desde que se rebelaron nuestros primeros padres humanos, Adán y Eva. (Romanos 5:14; 6:12, 23.) La Biblia no nos dice cómo les afectó el asesinato de su hijo Abel a manos de su hermano CaÃn. Por varias razones debió ser un duro golpe para ellos. Por primera vez conocieron la muerte humana, reflejada en el rostro de su propio hijo. Vieron los efectos de su rebelión y del uso indebido del libre albedrÃo. Pese a las advertencias de Dios, CaÃn decidió cometer el primer fratricidio. Sabemos que a Eva le afectó profundamente la muerte de Abel, porque cuando dio a luz a Set, dijo: “Dios ha nombrado otra descendencia en lugar de Abel, porque CaÃn lo mató”. (Génesis 4:3-8, 25.)Nuestros primeros padres humanos también constataron el cumplimiento de la sentencia divina que habÃan recibido: si se rebelaban y desobedecÃan, ‘positivamente morirÃan’. A pesar de la mentira de Satanás, parece que no se habÃa ideado aún el mito de la inmortalidad del alma, de modo que no podÃan obtener ningún falso consuelo de él. Dios habÃa dicho a Adán: “[Volverás] al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”. No mencionó ninguna existencia futura como alma inmortal en el cielo, el infierno, el limbo, el purgatorio ni en ningún otro lugar. (Génesis 2:17; 3:4, 5, 19.) Como almas vivientes que habÃan pecado, Adán y Eva con el tiempo morirÃan y dejarÃan de existir. El rey Salomón escribió por inspiración: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado. También, su amor y su odio y sus celos ya han perecido, y no tienen ya más porción hasta tiempo indefinido en cosa alguna que tenga que hacerse bajo el sol”. (Eclesiastés 9:5, 6.)¡Qué ciertas son esas palabras! En realidad, ¿quién recuerda a los antepasados de hace doscientos o trescientos años? En muchos casos incluso sus tumbas son desconocidas o están muy abandonadas. ¿Significa esto que no hay esperanza para los seres queridos que han muerto? En absoluto. Marta dijo a Jesús respecto a su hermano Lázaro, que habÃa muerto: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último dÃa”. (Juan 11:24.) Los hebreos creÃan que Dios resucitarÃa a los muertos en el futuro. Sin embargo, eso no impidió que lloraran la pérdida de sus seres queridos. (Job 14:13.)Hace cuatro mil años, cuando Sara murió, “Abrahán [su esposo] entró a plañir a Sara y a llorarla”. Aquel siervo fiel de Dios manifestó su profundo dolor por la muerte de su esposa amada y leal. Aunque era un valiente hombre de acción, no se avergonzó de expresar su dolor con lágrimas. (Génesis 14:11-16; 23:1, 2.)A Jacob le ocurrió algo parecido. ¿Cómo reaccionó cuando le hicieron creer que a su hijo José lo habÃa matado un animal salvaje? Génesis 37:34, 35 lee: “Con eso, Jacob rasgó sus mantos y se puso saco sobre las caderas y se dio al duelo de su hijo por muchos dÃas. Y todos sus hijos y todas sus hijas siguieron levantándose para consolarlo, pero él siguió rehusando recibir consuelo, y diciendo: ‘¡Porque en duelo bajaré a donde mi hijo, al Seol!’. Y su padre continuó llorándolo”. Asà pues, es humano y natural expresar dolor cuando muere un ser querido.Teniendo en cuenta las costumbres modernas o locales, algunos pueden pensar que la reacción de Jacob fue exagerada o melodramática. Sin embargo, él se crió en una época y en una cultura diferentes. Esta es la primera ocasión en que la Biblia menciona la costumbre de vestirse de saco como manifestación de dolor. Según las Escrituras Hebreas, el duelo también se expresaba mediante plañidos, endechas y sentándose en cenizas. Por lo visto, los hebreos expresaban su dolor con sinceridad y sin inhibiciones. (Ezequiel 27:30-32; Amós 8:10.)¿Qué se puede decir de los primeros discÃpulos de Jesús? Por ejemplo, Marta y MarÃa, las hermanas de Lázaro, lloraron la muerte de este. ¿Cómo reaccionó Jesús, un hombre perfecto, cuando llegó al lugar? El relato de Juan dice: “MarÃa, cuando llegó a donde Jesús estaba y alcanzó a verlo, cayó a sus pies, y le dijo: ‘Señor, si tú hubieras estado aquÃ, mi hermano no habrÃa muerto’. Jesús, pues, cuando la vio llorando, y a los judÃos que vinieron con ella llorando, gimió en el espÃritu y se perturbó; y dijo: ‘¿Dónde lo han puesto?’. Ellos le dijeron: ‘Señor, ven y ve’. Jesús cedió a las lágrimas”. (Juan 11:32-35.) “Jesús cedió a las lágrimas.” Esas breves palabras dicen mucho acerca de la humanidad de Jesús, su compasión y sus sentimientos. Aunque estaba perfectamente enterado de la esperanza de la resurrección, “Jesús lloró”. (Juan 11:35, Versión Popular.) El relato pasa a decir que los allà presentes comentaron: “Mira, ¡cuánto cariño le tenÃa [a Lázaro]!”. Desde luego, si Jesús, un hombre perfecto, lloró por la muerte de un amigo, no es ninguna vergüenza el que un hombre o una mujer llore o se lamente hoy dÃa. (Juan 11:36.)¿Qué podemos aprender de estos ejemplos bÃblicos? Que es humano y natural sentir dolor, y que no debemos avergonzarnos de exteriorizar nuestros sentimientos. La muerte de un ser querido representa una pérdida traumática que sentimos profundamente, aunque la mitiguemos con la esperanza de la resurrección. Terminan súbitamente y de modo trágico años, o quizás décadas, de compañerismo estrecho y amistad. Es cierto que no nos apesadumbramos como los que no tienen esperanza o como los que abrigan esperanzas falsas. (1 Tesalonicenses 4:13.) Tampoco nos dejamos engañar por los mitos de que el hombre posee un alma inmortal o de que continúa su existencia mediante la reencarnación. Sabemos que Jehová ha prometido ‘unos nuevos cielos y una nueva tierra en los que la justicia habrá de morar’. (2 Pedro 3:13.) Dios “limpiará toda lágrima de [nuestros] ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación [Apocalipsis] 21:4.)¿Qué esperanza hay para los muertos? Pablo, el escritor cristiano, fue inspirado para darnos consuelo y esperanza cuando escribió: “Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada”. (1 Corintios 15:26.) La Biblia de Jerusalén dice: “El último enemigo en ser destruido será la Muerte”. ¿Por qué estaba tan seguro Pablo? Porque a él lo habÃa convertido y enseñado alguien que habÃa sido levantado de entre los muertos: Jesucristo. (Hechos 9:3-19.) Por eso Pablo pudo decir también: “Dado que la muerte es mediante un hombre [Adán], la resurrección de los muertos también es mediante un hombre [Jesús]. Porque asà como en Adán todos están muriendo, asà también en el Cristo todos serán vivificados”. (1 Corintios 15:21, 22.)La enseñanza de Jesús nos ofrece mucho consuelo y esperanza para el futuro. Por ejemplo, ¿qué hizo en el caso de Lázaro? Fue a la tumba donde yacÃa su cadáver desde hacÃa cuatro dÃas. Pronunció una oración, “y cuando hubo dicho estas cosas, clamó con fuerte voz: ‘¡Lázaro, sal!’. El hombre que habÃa estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: ‘Desátenlo y déjenlo ir’”. ¿Puede imaginarse la sorpresa y el gozo que reflejaban en el rostro Marta y MarÃa? ¡Qué asombrados debieron quedar los vecinos al contemplar este milagro! No es de extrañar que muchos de los presentes pusieran fe en Jesús. Sin embargo, sus enemigos religiosos “entraron en consejo para matarlo”. (Juan 11:41-53.)Jesús realizó aquella memorable resurrección ante muchos testigos presenciales. Fue una muestra de la resurrección futura que habÃa predicho anteriormente, cuando dijo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la voz del Hijo de Dios] y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio”. (Juan 5:28, 29.)Como ya se mencionó, el apóstol Pablo creÃa en la resurrección. ¿En qué basaba su creencia? Ãl habÃa sido un hombre infame llamado Saulo, perseguidor de los cristianos. Su nombre y reputación causaban pánico entre los creyentes. No sorprende que asà fuera, pues, ¿acaso no habÃa aprobado la lapidación de Esteban, el mártir cristiano? (Hechos 8:1; 9:1, 2, 26.) Sin embargo, mientras Saulo viajaba hacia Damasco, Cristo, ya resucitado, le hizo recobrar el juicio hiriéndolo con una ceguera temporal. Saulo oyó una voz que le dijo: “‘Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?’. Dijo él: ‘¿Quién eres, Señor?’. Ãl dijo: ‘Soy Jesús, a quien estás persiguiendo’”. Luego, el mismo Cristo resucitado mandó a AnanÃas, que vivÃa en Damasco, a la casa donde Saulo estaba orando, para que le devolviera la vista. De modo que, por experiencia personal, tanto Saulo como AnanÃas tenÃan mucha razón para creer en la resurrección. (Hechos 9:4, 5, 10-12.)Observe cómo respondió Saulo, el apóstol Pablo, cuando lo persiguieron por ser cristiano y lo llevaron ante el gobernador Félix. Hechos 24:15 dice: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección asà de justos como de injustos”. Es obvio que Pablo no creÃa en el concepto griego pagano de la inmortalidad inherente del alma humana, que supuestamente pasa a una mitológica vida de ultratumba. CreÃa en la resurrección, y enseñó que tuviéramos fe en esa esperanza. Para algunos significarÃa recibir el don de la vida inmortal como criaturas espirituales en el cielo con Cristo, y para la mayorÃa significarÃa regresar a la vida en una Tierra perfecta. (Lucas 23:43; 1 Corintios 15:20-22, 53, 54; Revelación 7:4, 9, 17; 14:1, 3.)De modo que la Biblia nos da una promesa clara y una esperanza segura de que mediante la resurrección muchas personas volverán a ver a sus seres queridos aquà en la Tierra, pero en circunstancias muy distintas. (2 Pedro 3:13; Revelación 21:1-4.)
2007-03-13 05:39:29
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answer #6
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answered by dexter2005ve 2
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