¡Ah con gusto te explico!
Verás, C. T. Russell nació en Estados Unidos, en Allegheny (hoy parte de Pittsburgh, Pensilvania), el 16 de febrero de 1852. Era el segundo hijo de Joseph L. y Ann Eliza (Birney) Russell, que eran presbiterianos descendientes de escoceses e irlandeses. Aunque su madre falleció cuando él solo tenía nueve años, Charles recibió desde tierna edad la influencia religiosa de ambos padres. Como dijo más tarde una persona que conoció a C. T. Russell, “enseñaron al pequeño vástago y este creció orientado hacia el Señor”. A pesar de su crianza presbiteriana, con el tiempo se unió a la Iglesia Congregacional porque prefería las ideas de esta.
El joven Charles era, sin duda, un buen hombre de negocios. Con solo 11 años de edad se hizo socio de su padre en una próspera tienda de ropa masculina. Amplió el negocio y con el tiempo dirigió personalmente varias tiendas. Aunque le iba bien en los negocios, se sentía muy perturbado en sentido espiritual. ¿Por qué?
Los padres de Charles creían de corazón las doctrinas de las iglesias de la cristiandad, y en ellas lo habían criado. Así pues, le habían enseñado que Dios, aunque es amor, creó al hombre con inmortalidad inherente y preparó un lugar que arde con fuego en el que atormenta para siempre a todo el que no hubiera sido predestinado a la salvación. Pero el corazón sincero de Charles, entonces un adolescente, rechazaba aquella idea. Llegó a la conclusión de que “un Dios que usara su poder para crear a seres humanos sabiendo de antemano que sufrirían tormentos eternos y predestinándolos a ello no sería ni sabio ni justo ni amoroso. Sus normas serían inferiores a las de muchos hombres”.
Pero el joven Russell no era ateo; sencillamente no podía aceptar ciertas enseñanzas comunes de las iglesias. Explicó: “Poco a poco me fui dando cuenta de que aunque todos los credos contenían elementos de la verdad, en general eran engañosos y contradecían la Palabra de Dios”. Sí, en los credos de las iglesias había “elementos de la verdad” enterrados en un enredo de enseñanzas paganas que se habían infiltrado en una cristiandad contaminada durante la apostasía de los siglos pasados. Russell se apartó de los credos eclesiásticos y emprendió una búsqueda de la verdad, que le llevó a examinar algunas de las principales religiones de Oriente, pero no quedó satisfecho.
Recupera la fe
No obstante, el vástago había sido educado por padres que temían a Dios; por eso estaba “orientado hacia el Señor”. Una noche de 1869, mientras aún buscaba la verdad, sucedió algo que restableció su fe vacilante. Mientras caminaba cerca de la tienda de los Russell en la calle Federal, escuchó cantos religiosos procedentes del sótano de un edificio. Él mismo nos cuenta lo que sucedió:
“Al parecer por accidente, una noche entré en un sucio y polvoriento salón donde sabía que se celebraban servicios religiosos, para ver si el puñado de personas que se reunía allí ofrecía algo más sensato que los credos de las principales iglesias. Allí escuché por primera vez algunas de las creencias de los segundoadventistas [Iglesia del Advenimiento de Cristo]; el predicador era el Sr. Jonas Wendell [...] Por lo tanto, me reconozco endeudado con los adventistas, así como con otras confesiones. Aunque la presentación bíblica que él hizo no fue muy clara, [...] me bastó, con la guía de Dios, para recuperar la fe, vacilante entonces, en la inspiración divina de la Biblia y para mostrarme que los escritos de los apóstoles y los profetas eran inseparables. Lo que oí me envió a la Biblia a estudiar con más celo y detenimiento que nunca antes, y siempre le agradeceré al Señor esa guía; pues aunque el adventismo no me llevó a ninguna verdad particular, me ayudó mucho a deshacerme de errores y así me preparó para la Verdad”.
Aquella reunión reavivó la determinación del joven Russell de hallar la verdad bíblica. Lo envió a su Biblia para investigarla con mayor determinación que nunca. Russell se convenció enseguida de que se había acercado el tiempo en que los que servían al Señor conocerían claramente Su propósito. De modo que en 1870, él y unos cuantos conocidos suyos de Pittsburgh y de la cercana Allegheny llenos de entusiasmo formaron una clase para estudiar la Biblia. Según un posterior colaborador de Russell, el estudio de la clase se efectuaba así: “Alguien planteaba una pregunta. La analizaban. Buscaban todos los textos bíblicos relacionados y luego, cuando estaban convencidos de cómo armonizaban los textos, exponían su conclusión final y tomaban nota de ella”. Como Russell reconoció más tarde, el período que transcurrió “entre 1870 y 1875 fue un tiempo de aumento constante en la gracia, el conocimiento y el amor a Dios y a su Palabra”.
La investigación de las Escrituras les aclaró muchas cosas a estos buscadores sinceros de la verdad. Entendieron las verdades bíblicas de que el alma humana muere y que la inmortalidad es un don que solo recibirán los que hereden con Cristo Su Reino celestial. (Eze. 18:20; Rom. 2:6, 7.) Empezaron a comprender la doctrina del sacrificio de rescate de Jesucristo y la oportunidad que esta provisión presentaba a la humanidad. (Mat. 20:28.) Se dieron cuenta de que si bien la primera vez que Jesús vino a la Tierra se presentó en carne como hombre, al regresar estaría presente invisiblemente como persona espiritual. (Juan 14:19.) Aprendieron, además, que el propósito de la vuelta de Jesús no sería destruir a todos, sino bendecir a las familias obedientes de la Tierra. (Gál. 3:8.) Russell escribió: “Nos apenó mucho el error de los segundoadventistas, que esperaban a Cristo en la carne y enseñaban que el mundo y todo cuanto hay en él, salvo los segundoadventistas, sería consumido por fuego”.
Ciertamente las verdades bíblicas que comprendió con claridad este grupito que estudiaba la Biblia diferían de las doctrinas paganas que se habían infiltrado en la cristiandad durante la apostasía, que había durado varios siglos. Pero ¿entendieron Russell y sus compañeros con intereses espirituales estas verdades bíblicas sin ayuda de otros?
La influencia de otros
Russell confesó con franqueza que otros le habían ayudado en el estudio de la Biblia. No solo reconoció que estaba endeudado con el segundoadventista Jonas Wendell, sino que también habló con afecto de otras dos personas que le habían ayudado en sus estudios de la Biblia. Russell dijo de estos dos hombres: “El estudio de la Palabra de Dios con estos estimados hermanos me llevó, paso a paso, a pastos más verdes”. Uno de ellos, George W. Stetson, era un celoso estudiante de la Biblia y pastor de la Iglesia del Advenimiento de Cristo en Edinboro (Pensilvania).
El otro, George Storrs, era el editor de la revista Bible Examiner, de Brooklyn (Nueva York). Storrs, que nació el 13 de diciembre de 1796, se sintió impulsado inicialmente a examinar lo que la Biblia dice sobre la condición de los muertos después de haber leído algo que publicó (aunque anónimamente en aquel tiempo) un meticuloso estudiante de la Biblia, Henry Grew, de Filadelfia (Pensilvania). Storrs defendió celosamente lo que se llamaba inmortalidad condicional, la enseñanza de que el alma es mortal y que la inmortalidad es un don que recibirán los cristianos fieles. También llegó a la conclusión de que, puesto que los inicuos no tienen inmortalidad, no existe el tormento eterno. Storrs hizo muchos viajes, durante los cuales presentó discursos sobre el tema de que los inicuos no tienen inmortalidad. Una de las obras que publicó es el libro Six Sermons (Seis sermones), del que con el tiempo se distribuyeron 200.000 ejemplares. Sin duda, los sólidos puntos de vista bíblicos de Storrs sobre la mortalidad del alma y la expiación y restitución (restauración de lo que se perdió debido al pecado adánico; Hech. 3:21) ejercieron una influencia fuerte y positiva en el joven Charles T. Russell.
Sin embargo, hubo otro hombre que afectó profundamente la vida de Russell y también puso a prueba su lealtad a la verdad bíblica.
Profecías cronológicas y la presencia del Señor
Una mañana de enero de 1876 el joven Russell, de 23 años de edad, recibió una revista religiosa titulada Herald of the Morning (El Heraldo de la Mañana). La ilustración de la portada le indicó que se identificaba con el adventismo. El redactor jefe de la revista, Nelson H. Barbour, de Rochester (Nueva York), no creía que Cristo volvía con el propósito de destruir a las familias de la Tierra, sino para bendecirlas, y tampoco creía que vendría en la carne, sino como espíritu. Pues bien, ¡esto cuadraba con lo que Russell y sus compañeros de Allegheny habían creído por algún tiempo! Sin embargo, era curioso que Barbour había deducido de las profecías cronológicas que Cristo ya estaba presente (invisiblemente) y que era el tiempo de segar o cosechar “el trigo” (los cristianos verdaderos que componen la clase del Reino). (Capítulo 13 de Mateo.)
Hasta entonces Russell había evitado todo lo relacionado con las profecías cronológicas. Sin embargo, entonces se preguntó: “¿Pudiera ser que las profecías cronológicas que yo había menospreciado por tanto tiempo debido a que los adventistas las habían usado erróneamente en realidad se hubieran dado para indicar cuándo estaría presente invisiblemente el Señor con el fin de establecer su Reino?”. Su insaciable sed de la verdad bíblica le impulsó a investigar más. De modo que concertó una reunión con Barbour en Filadelfia. Aquella reunión les confirmó que concordaban en muchas enseñanzas bíblicas y les permitió intercambiar opiniones. “Cuando mantuvimos aquella reunión —explicó más tarde Russell—, él podía aprender mucho de mí en cuanto al alcance total de la restitución basada en la suficiencia del rescate que se dio por todos, y yo podía aprender mucho de él sobre cronología.” Barbour logró convencer a Russell de que la presencia invisible de Cristo había comenzado en 1874.
‘Resuelto a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad’
C. T. Russell era un hombre de convicciones firmes. Una vez convencido de que la presencia invisible de Cristo había comenzado, se determinó a proclamarlo a otros. Posteriormente dijo: “El saber que ya estábamos en el tiempo de la cosecha me dio el ímpetu necesario para esparcir la Verdad como nunca antes. De modo que enseguida me resolví a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad”. Russell decidió entonces dedicar menos tiempo a su negocio a fin de dedicarse a predicar.
Para contrarrestar ideas erróneas respecto a la vuelta del Señor, Russell escribió el folleto The Object and Manner of Our Lord’s Return (El objeto y manera de la vuelta del Señor), que se publicó en 1877. Aquel mismo año, Barbour y Russell publicaron conjuntamente Three Worlds, and the Harvest of This World (Tres mundos, y la siega de este mundo). Este libro de 196 páginas consideraba la restitución y profecías bíblicas sobre cronología. Aunque otros habían escrito sobre estos asuntos antes, Russell opinaba que este libro era “el primero que combinaba la idea de la restitución con profecías cronológicas”. Presentaba el punto de vista de que la presencia invisible de Jesucristo había comenzado en el otoño de 1874.
Mientras Russell viajaba y predicaba, se dio cuenta de que hacía falta algo que mantuviera vivas y bien regadas las semillas de la verdad que estaba sembrando. ¿Qué pudiera ser? “Una publicación mensual”, dijo Russell. De modo que él y Barbour decidieron reanudar la publicación de la revista Herald, que se había suspendido por cancelación de suscripciones y falta de fondos. Russell contribuyó de su propio capital para publicar de nuevo la revista, y fue miembro de la redacción.
Todo marchó bien por algún tiempo, es decir, hasta 1878.
Russell se separa de Barbour
En el número de agosto de 1878 de Herald of the Morning apareció un artículo de Barbour que negaba el valor sustitutivo de la muerte de Cristo. Russell, que era casi 30 años más joven que Barbour, percibió que estas afirmaciones implicaban en realidad negar la parte fundamental de la doctrina del rescate. Por esa razón, en el número siguiente (septiembre de 1878) Russell defendió la enseñanza del rescate y contradijo las declaraciones de Barbour en un artículo titulado “La expiación”. La controversia continuó en las páginas de la revista durante los siguientes meses. Finalmente Russell decidió romper toda asociación con el Sr. Barbour y dejó de apoyar económicamente la revista Herald.
Sin embargo, a C. T. Russell le pareció que no bastaba con retirarse de la Herald. Creía necesario defender la doctrina del rescate y proclamar la presencia de Cristo. Por eso, en julio de 1879 comenzó a publicar la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence. Russell era el redactor jefe y editor, y otras cinco personas colaboraban en la redacción. Se imprimieron 6.000 ejemplares de la primera edición. Para el año 1914 se imprimían unos 50.000 ejemplares de cada número.
“No como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor”
C. T. Russell se valió de la revista Watch Tower (conocida posteriormente en español como La Torre del Vigía y en la actualidad como La Atalaya) y de otras publicaciones para defender las verdades bíblicas y refutar las enseñanzas religiosas falsas y las filosofías humanas que contradecían la Biblia. Sin embargo, no afirmó que hubiera descubierto verdades nuevas.
Desde finales del siglo XVIII, muchos ministros religiosos y escriturarios habían estado denunciando las enseñanzas falsas de la inmortalidad del alma y el castigo eterno de los inicuos. Se había informado en detalle sobre esta denuncia en el libro Bible Vs. Tradition (La Biblia contra la tradición), de Aaron Ellis, publicado originalmente en Inglaterra y después en Estados Unidos en 1853 por George Storrs. Pero en aquel tiempo los que sobresalieron en dar a conocer esta verdad fueron C. T. Russell y sus colaboradores.
¿Qué se puede decir de otras doctrinas bíblicas analizadas en la Watch Tower y en otras publicaciones? ¿Se atribuyó Russell la revelación de estas gemas de la verdad? Él explicó: “Descubrimos que por siglos diferentes sectas y personas se habían repartido las doctrinas bíblicas entre sí, mezclándolas en diversos grados con suposiciones y errores humanos. [...] Hallamos que la importante doctrina de la justificación por fe y no por obras había sido expuesta con claridad por Lutero y más recientemente por muchos cristianos; que los presbiterianos defendían cuidadosamente las cualidades divinas de justicia, poder y sabiduría, aunque sin entenderlas claramente; que los metodistas reconocían y ensalzaban el amor y la compasión de Dios; que los adventistas poseían la preciosa doctrina de la vuelta del Señor; que los bautistas sostenían correctamente, entre otros puntos, la doctrina del bautismo simbólico, aunque habían perdido de vista el bautismo verdadero, y que algunos universalistas habían sostenido sin mucha claridad algunas ideas referentes a la ‘restitución’. De modo que en casi toda organización religiosa se veía que sus fundadores habían buscado a tientas la verdad, pero obviamente el gran Adversario había luchado contra ellos y había conseguido dividir la Palabra de Dios, por no poder acabar totalmente con ella”.
Respecto a la cronología que normalmente enseñaba, Russell dijo: “Cuando decimos ‘nuestra’ cronología, nos referimos sencillamente a la que empleamos, la cronología bíblica, que pertenece a toda persona del pueblo de Dios que la acepta. De hecho, hace mucho tiempo se usó casi de la misma forma que la usamos actualmente, tal como varias profecías que utilizamos habían sido empleadas con un propósito diferente por los adventistas, y tal como varias doctrinas que aceptamos y que parecen tan nuevas y recientes y distintas ya se aceptaban en alguna forma desde hace mucho tiempo; por ejemplo: la elección, la gracia, la restitución, la justificación, la santificación, la glorificación y la resurrección”.
Entonces, ¿cuál era para Russell el papel que él y sus colaboradores desempeñaban en la publicación de las verdades bíblicas? Él explicó: “Nuestra labor [...] ha sido juntar estos fragmentos de la verdad que han estado esparcidos por largo tiempo y presentarlos al pueblo del Señor, no como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor. [...] No debemos atribuirnos siquiera el haber hallado y puesto en orden nuevo estas gemas de la verdad”. Declaró además: “La obra en que el Señor se ha complacido en utilizar nuestras humildes aptitudes ha consistido en reconstruir, ajustar y armonizar, más bien que en originar”.
Como se ve, Russell veía con modestia sus logros. No obstante, los “fragmentos de la verdad [...] esparcidos” que juntó y presentó al pueblo del Señor estaban libres de las doctrinas paganas de la Trinidad y la inmortalidad del alma, doctrinas que deshonraban a Dios y que se habían arraigado en las iglesias de la cristiandad como resultado de la gran apostasía. Russell y sus colaboradores proclamaron mundialmente como nadie había hecho en aquel tiempo el significado de la vuelta del Señor y del propósito divino y lo que este implicaba.
‘Fortaleciéndose mutuamente en la santísima fe’
Personas de corazón recto respondieron prestamente a las verdades libertadoras que C. T. Russell y sus colaboradores proclamaban tanto por página impresa como en discursos. Russell, que todavía no había cumplido 30 años de edad, vio enseguida la importancia de que los lectores de la Watch Tower se familiarizaran con los que compartían sus creencias y todos se animaran mutuamente. Los Estudiantes de la Biblia de Pittsburgh venían haciendo esto por medio de reuniones regulares, pero ¿qué se podía hacer para ayudar a los lectores de la revista Watch Tower de otros lugares?
La respuesta apareció en los números de mayo y junio de 1880. Russell anunció que planeaba visitar varias poblaciones de Pensilvania, Nueva Jersey, Massachusetts y Nueva York. ¿Con qué fin? “En algunos lugares —explicaba el anuncio— tenemos dos o tres lectores, en otros hasta 50. En muchos sitios no se conocen entre sí, de modo que se pierden el beneficio y el consuelo que, por designio de nuestro Padre, deberían recibir por ‘su común reunión, según es costumbre de algunos’. Es Su propósito que nos ‘edifiquemos el uno al otro’ y nos fortalezcamos mutuamente en la santísima fe. Esperamos que las reuniones que proponemos permitan que se conozcan personalmente.” (Heb. 10:24, 25.)
Las ‘reuniones propuestas’ se celebraron durante el viaje de Russell, y fueron un éxito; se estableció una relación más estrecha entre los lectores de la Watch Tower. Estos y otros viajes para visitar a “los grupitos que esperaban” pronto resultaron en la formación de clases, o “ecclesias” (que después se llamaron congregaciones), en las zonas ya mencionadas, así como en Ohio y Michigan. Se instó a estas clases a reunirse con regularidad. Ahora bien, ¿qué tipo de reuniones tendrían?
La clase de Pittsburgh había adoptado la costumbre de reunirse al menos dos veces por semana. Una reunión de la clase de Pittsburgh por lo general incluía un discurso a la entera ecclesia a cargo de un orador cualificado, que tal vez se pronunciaba en un salón alquilado. Pero en las otras reuniones, usualmente en hogares privados, se solía invitar a los concurrentes a llevar la Biblia, una concordancia, papel y lápiz, y a participar.
El afectuoso compañerismo de que se disfrutaba en aquellas reuniones semanales era reconfortante, a diferencia del ambiente frío e impersonal de los servicios religiosos de muchas iglesias de la cristiandad. Pero Russell y sus colaboradores no fueron quienes concibieron la idea de reunirse con regularidad. La costumbre de reunirse, incluso en casas privadas, fue establecida por los cristianos del siglo primero. (Rom. 16:3, 5; Col. 4:15.)
“¿Está predicando usted?”
C. T. Russell y los que con él se asociaban creían firmemente que vivían en un tiempo de siega y que la gente tenía que oír la verdad que les daría libertad. Sin embargo, eran muy pocos. La revista Watch Tower satisfacía una necesidad fundamental, pero ¿podría lograrse más? Russell y sus colaboradores estaban seguros de ello. En 1880 comenzaron a publicar Bible Students’ Tracts (Tratados para Estudiantes de la Biblia, conocidos más tarde como Old Theology Quarterly [Publicación trimestral de teología antigua]), que se daban gratis a los lectores de la Watch Tower para que los distribuyeran entre el público.
Se animó a los lectores de la Watch Tower a compartir con otros las verdades valiosas que aprendían. “¿Está predicando usted?”, fue la pregunta que se planteó en el número combinado de julio y agosto de 1881. ¿Cuánta importancia tenía para ellos la predicación? El artículo pasó a decir: “Creemos que solo los que prediquen formarán parte del rebaño pequeño. [...] Sí, se nos llamó a sufrir con él y a proclamar esas buenas nuevas ahora, para que al tiempo debido se nos glorifique y efectuemos las cosas que ahora predicamos. No se nos llamó ni ungió para recibir honra y acumular riquezas, sino para gastar y gastarnos, y para predicar las buenas nuevas”.
Fue apropiado que los Estudiantes de la Biblia de entonces percibieran vivamente la urgencia de predicar las buenas nuevas. De hecho, a los cristianos del siglo primero se les dio la comisión de predicar; es una responsabilidad que recae sobre todos los cristianos verdaderos hasta este día. (Mat. 24:14; 28:19, 20; Hech. 1:8.) Pero ¿con qué fin predicaban Russell y los primeros lectores de la Watch Tower? ¿Sencillamente para distribuir literatura bíblica o ayudar a los que asistían a las iglesias a entender las verdades bíblicas?
“Tiene que salir de ella”
Hace mucho tiempo la Biblia advirtió: “Sálganse de ella, pueblo mío”. ¿Salir de dónde? De “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra”. (Rev. 17:5; 18:4.) ¿Por qué salirse de Babilonia? “Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia.” (Rev. 18:5.) ¿Quién es esta ramera madre de la cual se debe separar la gente?
Martín Lutero y otros reformadores afirmaron que la Iglesia Católica y el papado eran Babilonia la Grande. ¿Qué se puede decir de las iglesias protestantes que surgieron como resultado de la Reforma? La verdad es que, aparte de que rechazaron la primacía del papa, su estructura eclesiástica no era muy diferente de la del catolicismo, y retuvieron doctrinas no bíblicas, como la Trinidad, la inmortalidad del alma y el tormento eterno. Por eso, algunos predicadores instaron a la gente a separarse no solo de la Iglesia Católica, sino también de los principales sistemas eclesiásticos protestantes.
C. T. Russell y sus colaboradores también se dieron cuenta de que esta ramera infame no era simplemente la Iglesia Católica. Así, aunque la Watch Tower de noviembre de 1879 identificó a Babilonia la Grande con el “SISTEMA del papado”, el artículo añadió: “Tenemos que ir más allá e implicar a otras iglesias (no a los individuos, sino a los sistemas eclesiásticos), que se han unido a los imperios del mundo. Tenemos que condenar a toda iglesia que asegure ser una virgen casta comprometida con Cristo, pero que en realidad esté unida al mundo (la bestia) y tenga su apoyo, y decir que en términos bíblicos es una iglesia ramera”.
Por lo tanto, ¿qué se instó a hacer a los lectores de la Watch Tower? Russell escribió: “Si la iglesia con la que usted se asocia mantiene una unión adulterina con el mundo, y usted desea conservar blanca su vestidura, tiene que salir de ella”. En aquel tiempo Russell y sus colaboradores no entendían hasta dónde llegaba la influencia de Babilonia la Grande. Con todo, se instó a los lectores de la Watch Tower a separarse de los sistemas eclesiásticos corruptos y mundanos. (Juan 18:36.)
“Desde el primer momento su verdad me cautivó el corazón”
La publicación de verdades bíblicas dio un significativo paso adelante en 1886 al presentarse el primer tomo de una prometida serie de libros llamada Millennial Dawn, escrita por C. T. Russell. El tomo I se tituló El Plan Divino de las Edades. Contenía estudios sobre dieciséis asuntos, entre ellos: “Existencia de un Supremo e Inteligente Creador establecida”, “La Biblia como una Revelación Divina examinada a la luz de la razón”, “La vuelta de Nuestro Señor—Su objeto, la restauración de todas las cosas” y “El permiso del mal y su relación con el Plan de Dios”. Con el tiempo, C. T. Russell escribió otros cinco libros de la serie Millennial Dawn.
Russell no vivió lo suficiente como para escribir el séptimo tomo de la serie, pero la amplia distribución de los seis tomos que completó tocó el corazón de personas sinceras. En 1889 una señora escribió: “Recibí su libro MILLENNIAL DAWN el otoño pasado, y fue la primera vez que supe de esta obra. Lo recibí un sábado por la noche, empecé a leerlo de inmediato y no lo puse a un lado, excepto cuando me veía obligada a ello, hasta que lo terminé. Desde el primer momento su verdad me cautivó el corazón; inmediatamente me aparté de la Iglesia Presbiteriana, en la que por largo tiempo había estado buscando la verdad a tientas en la oscuridad sin encontrarla”.
En aquellos días requería verdadero valor abandonar la iglesia a la que se pertenecía. Como prueba de esto tenemos el caso de una señora de Manitoba (Canadá), que en 1897 recibió un ejemplar de Millennial Dawn. Al principio, trató de seguir en su iglesia y enseñar en las escuelas dominicales de su localidad. Pero en 1903 decidió separarse de ella. Se puso de pie y dijo a todos los presentes por qué le parecía que debía separarse. Los vecinos más allegados (personas muy apreciadas en las comunidades pequeñas de entonces) trataron de persuadirla para que regresara. Pero ella permaneció firme, a pesar de que no tenía cerca una congregación de Estudiantes de la Biblia. Más tarde, su hijo explicó en qué situación se encontraba ella: “No había siervo de estudio [anciano] en quien pudiera apoyarse. No había reuniones. Un corazón contrito. Una Biblia gastada por el uso. Muchas horas de oración”.
¿Qué hacía que Millennial Dawn, la revista Watch Tower y otras publicaciones de la Sociedad llegaran al corazón de la gente y la motivaran a obrar con tanta decisión? C. T. Russell explicaba las enseñanzas bíblicas de un modo distinto del de muchos escritores de su tiempo. Creía que la Biblia era la Palabra infalible de Dios y que sus enseñanzas debían armonizar. Por lo tanto, le parecía que si alguna porción de la Biblia era difícil de entender, otra porción de la Palabra inspirada debería interpretarla y aclararla. No trató de apoyar sus explicaciones con el testimonio de los teólogos de su tiempo ni con las ideas de los llamados padres primitivos de la Iglesia. Como escribió en el volumen I de Millennial Dawn “creemos que es un error común de este tiempo, lo mismo que de tiempos anteriores, el aceptar ciertas doctrinas porque las adoptaron otros en quienes tenemos confianza. [...] Los que se hallan en busca de la verdad deben por completo vaciar de sus vasos las aguas turbias de la tradición para llenarlos en la fuente de la verdad: la Palabra de Dios”.
Cuando cantidades cada vez mayores de buscadores de la verdad respondieron a lo que leyeron en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, hubo que efectuar ciertos cambios inesperados en Allegheny.
Oficina central en la Casa Bíblica
A los Estudiantes de la Biblia de Allegheny, asociados con la publicación de la revista Watch Tower, se les consideraba los más experimentados en efectuar la obra del Señor, y para todas las ecclesias, o congregaciones, ellos eran quienes llevaban la delantera. Al principio tuvieron su oficina central en el número 101 de la Quinta Avenida, en Pittsburgh, y más tarde en el número 44 de la calle Federal, en Allegheny. Sin embargo, a finales de los años ochenta del siglo XIX quedó claro que se necesitaba más espacio. De modo que Russell dispuso que se construyera un local más amplio. En 1889 se finalizó un edificio de cuatro pisos en el número 56-60 de la calle Arch, en Allegheny. A este edificio, valorado en 34.000 dólares, se le conoció como la Casa Bíblica. Fue la oficina central de la Sociedad durante diecinueve años.
Para 1890, la pequeña familia que residía en la Casa Bíblica atendía las necesidades de cientos de personas que se asociaban activamente con la Sociedad Watch Tower. Pero al transcurrir la década de los noventa del siglo XIX, más personas se interesaban en lo que la familia hacía. De hecho, según un informe incompleto publicado en la Watch Tower, el 26 de marzo de 1899 se observó la Conmemoración de la muerte de Cristo en 339 diferentes reuniones y hubo 2.501 participantes. Pero ¿qué ayudaría a conservar la unión entre el número creciente de Estudiantes de la Biblia?
Se unifica al creciente rebaño
C. T. Russell instó a todos los lectores de la revista Watch Tower a reunirse en cualquier lugar donde pudieran para formar grupos —pequeños o grandes— a fin de edificarse mutuamente en sentido espiritual. Mediante las columnas de la Watch Tower se daba consejo bíblico. Desde la central se enviaban también representantes viajantes de la Sociedad Watch Tower, que mantenían el contacto con los diversos grupos y los edificaban espiritualmente.
De vez en cuando se celebraban asambleas especiales a las que asistían Estudiantes de la Biblia de muchos lugares. La Watch Tower de marzo de 1886 publicó el siguiente anuncio: “Extendemos una INVITACIÓN ESPECIAL a todo lector que pueda estar presente”. ¿A qué se invitaba? A la conmemoración anual de la Cena del Señor, que se efectuaría el domingo 18 de abril de 1886 en Allegheny. Sin embargo, se planeaba hacer algo más: se programó una serie especial de reuniones que se celebrarían la semana siguiente por la noche. Los Estudiantes de la Biblia de Allegheny abrieron sus hogares —y corazones— a los asistentes, y no cobraron por ello. En años posteriores se celebraron asambleas similares en Allegheny para la época de la Conmemoración de la muerte del Señor.
Durante los últimos años del siglo XIX, se comenzaron a organizar asambleas en muchos lugares. C. T. Russell solía presentar discursos en aquellas ocasiones. ¿Qué impresión causaba cuando hablaba?
Ralph Leffler, quien había escuchado a C. T. Russell, recordó: “En la plataforma, frente al auditorio, siempre vestía levita negra y corbata blanca. No gritaba, y nunca usó micrófono ni altavoces, pues aún no se habían inventado; con todo, su voz de alguna manera llegaba a todo rincón del auditorio. Podía mantener atenta a la concurrencia no solo por una hora, sino a veces hasta por dos o tres horas. Comenzaba sus discursos saludando al auditorio con una leve inclinación. No se quedaba inmóvil como una estatua mientras hablaba; más bien, estaba en constante movimiento, haciendo ademanes y caminando de un lado a otro de la plataforma. Nunca vi que llevara consigo notas o un manuscrito, sino solo la Biblia, que empleaba muy a menudo. Hablaba desde el corazón y con mucha convicción. En aquellos días lo único que había en la plataforma era una mesita con una Biblia, una jarra de agua y un vaso del cual el orador bebía un sorbo de vez en cuando”.
Aquellas primeras asambleas eran períodos de compañerismo afectuoso y refrigerio espiritual. Sirvieron para fortalecer la unidad de los Estudiantes de la Biblia y difundir las verdades bíblicas. Entretanto, durante las postrimerías de la última década del siglo XIX, los Estudiantes de la Biblia comprendieron que había que hacer mucho más para diseminar la verdad bíblica. No obstante, todavía eran relativamente pocos. ¿Habría algún medio de llegar a otros millones de personas con los métodos que entonces se usaban? ¡Claro que sí!
Se abre la puerta a la “evangelización periodística”
A finales del siglo XIX había líneas de telégrafo por todo el mundo. La comunicación telegráfica era barata y rápida; revolucionó la prensa. Las noticias podían transmitirse con rapidez a larga distancia e imprimirse en los periódicos. A principios del siglo XX, C. T. Russell y sus colaboradores se percataron de que los periódicos eran un medio eficaz de llegar a un gran número de personas. Russell dijo posteriormente: “Los periódicos se han convertido en un factor de gran influencia en la vida cotidiana del mundo civilizado”.
El número del 1 de diciembre de 1904 de la revista Watch Tower anunció que los sermones de C. T. Russell se publicaban entonces en tres periódicos. El número siguiente informó bajo el titular “Evangelización periodística”: “Con este método se han esparcido por todas partes millones de sermones; y por lo menos algunos han hecho algún bien. Si es la voluntad del Señor, con gusto mantendremos abierta esta ‘puerta’, o hasta la abriremos un poco más”. La puerta de la “evangelización periodística” se abrió aún más. De hecho, para 1913 se calculaba que los sermones de Russell llegaban a 15.000.000 de lectores mediante unos 2.000 periódicos.
Ahora bien, ¿cómo se las arreglaba Russell para hacer que se imprimiera un sermón semanalmente, hasta cuando se hallaba de viaje? Todas las semanas telegrafiaba un sermón (de unas dos columnas de periódico de largo) a una agencia de prensa, que a su vez lo telegrafiaba a periódicos de Estados Unidos, Canadá y Europa.
Russell estaba convencido de que el Señor había abierto de par en par la puerta a la predicación en los periódicos. En la primera década del siglo XX, el mensaje bíblico que proclamaban Russell y sus colaboradores se difundió extensamente mediante aquellos sermones en los periódicos. Una publicación llamada The Continent comentó en cierta ocasión de Russell: “Se dice que sus escritos se publican semanalmente en los periódicos y que alcanzan una circulación mayor que la de cualquier otra persona; puede que sus escritos tengan mayor circulación que los de todo otro sacerdote o predicador de Norteamérica combinados”.
La mudanza a Brooklyn
Al cobrar auge la predicación por medio de los periódicos, los Estudiantes de la Biblia empezaron a buscar otro lugar como punto de origen de los sermones. ¿Por qué? Porque para entonces la Casa Bíblica de Allegheny resultaba muy pequeña. Además, se opinaba que los sermones de Russell se publicarían en más periódicos si procedían de una ciudad mayor y más conocida. Pero ¿cuál sería esa ciudad? La revista Watch Tower del 15 de diciembre de 1908 explicó: “Llegamos a la conclusión, después de buscar la guía divina, de que Brooklyn (Nueva York), que tenía una gran población de clase media y era conocida como ‘la ciudad de las iglesias’, sería, por estas razones, el lugar más apropiado para la obra de recolección durante los pocos años restantes”.
Por consiguiente, en 1908 varios representantes de la Sociedad Watch Tower, entre ellos el asesor legal, Joseph F. Rutherford, fueron enviados a la ciudad de Nueva York. ¿Con qué fin? Para comprar un edificio que C. T. Russell había visto en un viaje anterior. Adquirieron el antiguo “Betel de Plymouth”, ubicado en el número 13-17 de la calle Hicks, en Brooklyn. Este había sido casa de misión para la cercana Iglesia Congregacional Plymouth, en la que fue pastor por algún tiempo Henry Ward Beecher. Los representantes de la Sociedad también compraron la anterior residencia de Beecher, un edificio de cuatro pisos con fachada de ladrillos rojos ubicado en el número 124 de Columbia Heights, a pocas manzanas de distancia.
Tras ser renovado, al edificio de la calle Hicks se le llamó el Tabernáculo de Brooklyn. Allí se ubicaron las oficinas de la Sociedad y un auditorio. Después de muchas reparaciones, la anterior residencia de Beecher, en el número 124 de Columbia Heights, llegó a ser el hogar del personal de la oficina central de la Sociedad. ¿Qué nombre recibiría? La Watch Tower del 1 de marzo de 1909 explicó: “Llamaremos ‘Betel’ [que significa “Casa de Dios”] al nuevo hogar”.
La “evangelización periodística”, como se la llamó, recibió un mayor impulso después de la mudanza a Brooklyn. Sin embargo, no era el único medio de llegar a las multitudes.
Crece la proclamación de las buenas nuevas
En 1912 Russell y sus colaboradores acometieron una intrépida empresa docente que se adelantaba por mucho a su tiempo. De hecho, llegaría a millones de personas por toda la Tierra. Se trataba del “Foto-Drama de la Creación”, una combinación de películas cinematográficas y diapositivas, sincronizadas con música y discursos grabados. Duraba unas ocho horas y se presentaba en cuatro partes. Además del “Foto-Drama” regular, se hizo disponible el “Drama Eureka”, que consistía en los discursos y la música grabados, o en las grabaciones además de las diapositivas. Aunque no tenía las películas, se presentaba con éxito en zonas menos pobladas.
Imagínese el histórico acontecimiento: En enero de 1914, durante la era del cine mudo, 5.000 espectadores se reunieron en un edificio llamado “The Temple” en la calle 63 oeste de la ciudad de Nueva York. Muchas otras personas no pudieron entrar. ¿Para qué se reunieron? Para el estreno en Nueva York del “Foto-Drama de la Creación”. El público se halló ante una gran pantalla de cine. Mientras observaban —y oían— algo realmente sorprendente ocurrió. C. T. Russell, entonces de poco más de sesenta años, apareció en la pantalla. Empezó a mover los labios, ¡y se pudieron escuchar sus palabras! Durante la presentación, transportó a los presentes —por las palabras, las imágenes en color y la música— desde la creación de la Tierra hasta el fin del Reinado Milenario de Cristo. Durante la presentación también vieron (por un proceso de fotografía acelerada) otros espectáculos que los asombraron, como un capullo que se abría y un polluelo que salía del cascarón. Quedaron realmente impresionados.
Hacia el fin de 1914 el “Foto-Drama” se había presentado ante millones de personas en Norteamérica, Europa, Nueva Zelanda y Australia. El “Foto-Drama” fue sin duda un medio eficaz de llegar a las muchedumbres en un período de tiempo relativamente corto.
Entretanto, ¿qué ocurrió en octubre de 1914? Russell y sus colaboradores llevaban décadas proclamando que los Tiempos de los Gentiles concluirían ese año. Se esperaban acontecimientos de importancia. C. T. Russell había criticado a los que habían fijado diversas fechas para la vuelta del Señor, entre ellos William Miller y algunos grupos segundoadventistas. No obstante, desde que comenzó a asociarse con Nelson Barbour, se convenció de que existía una cronología exacta basada en la Biblia, y de que esta indicaba que en 1914 terminarían los Tiempos de los Gentiles.
Al acercarse aquel año significativo, los Estudiantes de la Biblia esperaban acontecimientos importantes, pero no todo lo que esperaban se había expuesto directamente en las Escrituras. ¿Qué sucedería?
Un tiempo de prueba (1914 - 1918)
“Recordemos que nos hallamos en un período de prueba. [...] Si por alguna razón alguien abandona al Señor y Su Verdad y cesa de sacrificarse por la Causa del Señor, entonces lo que ha despertado su interés en el Señor no ha sido sencillamente el amor a Dios en su corazón, sino otra cosa; quizás la idea de que no habría que esperar mucho tiempo; la consagración fue solamente temporal. Si así es, este es un buen momento para apartarse.”
ESTAS palabras, que se publicaron en The Watch Tower (La Torre del Vigía) del 1 de noviembre de 1914, no podían ser más oportunas. El tiempo comprendido entre 1914 y 1918 resultó ser un verdadero “período de prueba” para los Estudiantes de la Biblia. Algunas pruebas fueron de origen interno; otras, de origen externo. Sin embargo, todas ellas presionaron a los Estudiantes de la Biblia para que se revelara si tenían o no ‘el amor a Dios en el corazón’. ¿Se apegarían “al Señor y Su Verdad”, o se apartarían?
Esperaban grandes cosas
El 28 de junio de 1914 murió asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría. A raíz de aquel acto estalló la Gran Guerra, como originalmente se conoció a la I Guerra Mundial. El conflicto comenzó en agosto de 1914, cuando Alemania invadió Bélgica y Francia. Para el otoño de aquel año el derramamiento de sangre estaba en todo su apogeo.
“[¡]Los Tiempos de los Gentiles han terminado; el día de sus reyes ha pasado[!]” Esto exclamó el hermano Russell cuando entró en el comedor de la central de la Sociedad Watch Tower en Brooklyn, el viernes 2 de octubre de 1914 por la mañana. Fue una ocasión muy emocionante. La mayoría de los presentes había estado anhelando la llegada del año 1914. Pero ¿qué traería el fin de los Tiempos de los Gentiles?
La I Guerra Mundial cobraba ímpetu, y entonces se creía que conduciría a un tiempo de anarquía mundial que resultaría en el fin del sistema de cosas actual. Además, había otras expectativas con relación a 1914. Alexander H. Macmillan, que se había bautizado en septiembre de 1900, mencionó más tarde: “Unos cuantos de nosotros pensábamos seriamente que iríamos al cielo durante la primera semana de aquel mes de octubre”. De hecho, Macmillan, al recordar la mañana en que Russell anunció el fin de los Tiempos de los Gentiles, reconoció lo siguiente: ‘Estábamos sumamente entusiasmados, y no me hubiera sorprendido que en aquel momento sencillamente hubiéramos empezado a elevarnos como señal del comienzo de nuestra ascensión al cielo... pero, por supuesto, no sucedió nada semejante’.
En el siglo XIX muchos seguidores de William Miller y varios grupos adventistas perdieron la fe cuando no se cumplieron sus expectativas respecto a la vuelta del Señor Jesús. Pero ¿qué podemos decir de los Estudiantes de la Biblia que se asociaban con Russell? ¿Les había atraído a algunos la idea de alcanzar en poco tiempo la salvación, más bien que el amor a Dios y un intenso deseo de hacer Su voluntad?
‘Hermano Russell, ¿no se decepcionó usted?’
El hermano Russell había estado animando a los Estudiantes de la Biblia a mantenerse alerta y resueltos a seguir en la obra del Señor, aunque todo no se realizara tan pronto como habían esperado.
Transcurrió el mes de octubre de 1914, y C. T. Russell y sus colaboradores siguieron todavía en la Tierra. Después pasó octubre de 1915. ¿Se sintió desilusionado Russell? En The Watch Tower del 1 de febrero de 1916 escribió: “Usted quizás pregunte: ‘Pero, hermano Russell, ¿qué piensa del tiempo en que esperábamos nuestro cambio?, ¿no se decepcionó porque no vino cuando lo esperábamos?’. Nuestra respuesta es: No, no nos hemos decepcionado. [...] Hermanos, a nosotros los que tenemos la actitud correcta para con Dios no nos decepciona ninguna de Sus disposiciones. No queríamos hacer nuestra propia voluntad; por eso, cuando descubrimos que estábamos equivocados respecto a lo que esperábamos en octubre de 1914, nos regocijó que el Señor no cambiara Su Plan para ajustarlo a nuestras expectativas. No deseábamos que Él hiciera eso. Solo queremos comprender Sus planes y Sus propósitos”.
No, los Estudiantes de la Biblia no fueron ‘llevados a casa’, al cielo, en octubre de 1914. Sin embargo, los Tiempos de los Gentiles sí terminaron en aquel año. Evidentemente los Estudiantes de la Biblia tenían que aprender más en cuanto al significado de 1914. Mientras tanto, ¿qué tenían que hacer? Trabajar. Como explicó The Watch Tower del 1 de septiembre de 1916: “Creíamos que la Siega que reuniría a la Iglesia [de los ungidos] se completaría antes del fin de los Tiempos de los Gentiles; pero en la Biblia no se decía eso. [...] ¿Nos pesa que la Siega prosiga? No; de ninguna manera. [...] Nuestra actitud actual, estimados hermanos, debe ser de profundo agradecimiento a Dios, de aprecio creciente a la hermosa Verdad que por Él tenemos el privilegio de conocer, y con la cual se nos identifica, y de ayudar con más celo a otros a adquirir el conocimiento de esta Verdad”.
Pero ¿quedaba mucho más por hacer en la siega? Parece que Russell así lo creía. Una conversación que tuvo con el hermano Macmillan en el otoño de 1916 indicó eso. Después de llamarle a su oficina en el Betel de Brooklyn, Russell le dijo: “La obra está aumentando con rapidez, y el crecimiento seguirá, pues hay que efectuar una obra mundial de predicar el ‘evangelio del reino’ por todo el mundo”. Russell pasó tres horas y media explicándole a Macmillan lo que le indicaba su lectura de la Biblia acerca de la gran obra que había que hacer.
Los Estudiantes de la Biblia acababan de pasar por una prueba difícil. Sin embargo, vencieron el desaliento gracias a la fortaleza que les infundió The Watch Tower. No obstante, faltaba mucho para el fin del período de prueba.
“¿Qué ocurrirá ahora?”
El 16 de octubre de 1916 el hermano Russell y su secretario, Menta Sturgeon, partieron para presentar una serie de conferencias previamente programadas en el oeste y sudoeste de Estados Unidos. No obstante, para aquel tiempo Russell estaba gravemente enfermo. Llegaron primero a Detroit (Michigan), vía Canadá. Después de parar en Illinois, Kansas y Texas, llegaron a California, donde Russell pronunció su último discurso el domingo 29 de octubre, en Los Ángeles. Dos días después, a primeras horas de la tarde del martes 31 de octubre, en un tren en Pampa (Texas), moría Charles Taze Russell a los 64 años de edad. En The Watch Tower del 15 de noviembre de 1916 se anunció su muerte.
¿Qué efecto tuvo en la familia de Betel el anuncio de su muerte? A. H. Macmillan, ayudante de Russell en la oficina mientras este se hallaba de viaje, recordó después la mañana en que leyó el telegrama a la familia de Betel: “Se escuchó un gemido por todo el comedor. A algunos se les oía llorar. Nadie pudo desayunar aquella mañana. Les afectó mucho la noticia. Después del desayuno hubo grupitos que hablaban y susurraban: ‘¿Qué ocurrirá ahora?’. Aquel día se trabajó poco. No sabíamos qué hacer. Nos sorprendió lo que había pasado, a pesar de que Russell había tratado de prepararnos para ello. ¿Qué haríamos? La sacudida inicial por la pérdida de C. T. Russell fue lo peor. En aquellos primeros días el futuro nos pareció incierto. Durante su vida, Russell había sido ‘la Sociedad’. La obra giró en torno a su dinámica resolución de que se efectuara la voluntad de Dios”.
De acuerdo con los deseos del hermano Russell, fue enterrado en Allegheny, en la parcela de la familia de Betel, después que se celebraron sus funerales en el edificio “The Temple”, de Nueva York, y el “Carnegie Hall” de Pittsburgh. En The Watch Tower del 1 de diciembre de 1916, así como en ediciones posteriores del primer tomo de Estudios de las Escrituras, se publicó una breve biografía de Russell junto con su testamento.
¿Qué ocurriría ahora? Era difícil para los Estudiantes de la Biblia imaginar a otra persona en el lugar del hermano Russell. ¿Seguirían comprendiendo las Escrituras, o ya no habría más progreso? ¿Formarían una secta en torno a él? El mismo Russell había dicho con claridad que esperaba que la obra continuara. Por lo tanto, al morir él surgieron algunas preguntas obvias: ¿Quién supervisaría el contenido de The Watch Tower y de otras publicaciones? ¿Quién reemplazaría a Russell como presidente?
Un cambio de administración
En su testamento el hermano Russell estipuló que se formara un Comité Editorial de cinco miembros que determinara lo que contendría The Watch Tower. Además, la junta de directores de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract organizó un Comité Ejecutivo de tres miembros —A. I. Ritchie, W. E. Van Amburgh y J. F. Rutherford— para que, en sujeción a la junta de directores, supervisara toda la obra de la Sociedad. Sin embargo, ¿quién sería el nuevo presidente? Aquella decisión se tomaría en la siguiente reunión anual de la Sociedad, unos dos meses después, el 6 de enero de 1917.
Al principio el Comité Ejecutivo hizo lo que pudo para mantener estable la situación; animó a los Estudiantes de la Biblia a seguir activos y a no desanimarse. The Watch Tower siguió publicándose con artículos que Russell había escrito antes de morir. No obstante, al acercarse la reunión anual la tensión aumentó. Algunos hacían campaña para que se eligiera como presidente al hombre que apoyaban. Otros, debido al profundo respeto que tenían al hermano Russell, parecían preocuparse más por imitar sus cualidades y desarrollar una especie de culto en torno a él. Sin embargo, la mayoría de los Estudiantes de la Biblia se interesaba principalmente en seguir efectuando la obra a la que Russell se había entregado por completo.
Al acercarse el tiempo para la elección persistía la pregunta: ¿Quién sucedería a Russell como presidente? The Watch Tower del 15 de enero de 1917 informó del resultado de la reunión anual, y explicó: “El hermano Pierson, con declaraciones muy oportunas y expresiones de agradecimiento y de amor hacia el hermano Russell, dijo que como poderhabiente había recibido de hermanos de todo el país la encomienda de votar por la elección de J. F. Rutherford como presidente; añadió además que concordaba por completo con aquello”. Después de proponer el nombre de Rutherford y tras recibir el apoyo necesario, no se propuso ningún otro nombre, de modo que “el secretario, en conformidad con lo estipulado, dio paso a la votación, y los asambleístas eligieron como presidente, por unanimidad, al hermano Rutherford”.
Después de la elección, ¿cómo se recibió al nuevo presidente? El número de The Watch Tower ya mencionado informó: “Los hermanos de todas partes habían orado fervorosamente pidiendo que el Señor guiara y dirigiera la elección; y cuando concluyó, todos quedaron contentos y felices, pues estaban seguros de que el Señor había guiado sus deliberaciones y contestado sus oraciones. Entre los presentes reinó armonía perfecta”.
No obstante, aquella “armonía perfecta” no duró mucho. El nuevo presidente recibió la cálida acogida de muchos, pero no de todos.
El nuevo presidente sigue adelante
La intención del hermano Rutherford no era cambiar el rumbo de la organización, sino seguir el modo de obrar progresivo establecido por Russell. Los representantes viajeros de la Sociedad (conocidos como peregrinos) aumentaron de 69 a 93. Se aceleró la distribución de los tratados gratuitos de la Sociedad, que se hacía de vez en cuando los domingos frente a las iglesias y con regularidad en el ministerio de casa en casa.
También se dio impulso a la “obra pastoral” iniciada por Russell antes de su muerte. Esta consistía en visitar de nuevo a los que habían mostrado interés, una actividad similar a la obra de revisitas que efectúan actualmente los testigos de Jehová. A fin de revitalizar la predicación, el nuevo presidente de la Sociedad amplió la obra de los repartidores. El número de ellos (que precedieron a los precursores de hoy) aumentó de 372 a 461.
The Watch Tower del 15 de diciembre de 1917 declaró: “El año 1917 no presentaba buenas perspectivas en su comienzo”. Sí, después de la muerte de C. T. Russell hubo inquietudes, dudas y temores. Sin embargo, al finalizar el año el informe fue muy alentador; la actividad en el campo había aumentado. Se hacía patente que la obra seguía hacia adelante. ¿Habían superado con éxito los Estudiantes de la Biblia otra prueba, la muerte de C. T. Russell?
Esfuerzos por tomar el control
No todos apoyaban al nuevo presidente. C. T. Russell y J. F. Rutherford diferían mucho el uno del otro. Eran de personalidades muy distintas y tenían diferentes antecedentes. A algunos se les hacía difícil aceptar aquellas diferencias. Pensaban que nadie podría reemplazar al hermano Russell.
Algunos, especialmente en la oficina central, hasta llegaron a albergar resentimiento contra el hermano Rutherford. No les impresionaba ni el que la obra siguiera adelante ni el que el nuevo presidente estuviera haciendo cuanto le era posible por seguir las disposiciones que Russell había dejado establecidas. Pronto aumentó la oposición. Cuatro miembros de la junta de directores de la Sociedad llegaron hasta el punto de intentar arrebatar de las manos de Rutherford el control administrativo. La situación culminó durante el verano de 1917, cuando se presentó el libro The Finished Mystery (El misterio terminado), el séptimo tomo de Estudios de las Escrituras.
El hermano Russell tenía la intención de publicar este tomo, pero no pudo realizarlo durante su vida. Después de su muerte, el Comité Ejecutivo de la Sociedad dispuso que dos hermanos, Clayton J. Woodworth y George H. Fisher, prepararan este libro, que consistía en un comentario sobre Revelación, El Cantar de los Cantares y Ezequiel. Se basó en parte en lo que Russell había escrito sobre estos libros bíblicos, con comentarios y explicaciones adicionales. El manuscrito ya completo fue aprobado para su publicación por los directores principales de la Sociedad y fue presentado a la familia de Betel reunida en el comedor el martes 17 de julio de 1917. En aquella ocasión se hizo un anuncio que causó sorpresa: los cuatro miembros opositores de la junta directiva habían sido destituidos, y el hermano Rutherford había efectuado otros cuatro nombramientos para llenar las vacantes. ¿Qué reacción produjo el anuncio?
Fue como si hubiera estallado una bomba. Los cuatro directores destituidos aprovecharon la oportunidad para provocar ante la familia de Betel una acalorada disputa de cinco horas sobre cómo se manejaban los asuntos de la Sociedad. Algunos miembros de la familia simpatizaban con los opositores. Esta oposición continuó por varias semanas, en las que los agitadores amenazaron, según sus propias palabras, con “derrocar la tiranía existente”. Sin embargo, el hermano Rutherford tenía base sólida para la acción que había tomado. ¿Cuál era esta base?
Aunque los cuatro directores que se oponían habían sido nombrados por el hermano Russell, estos nombramientos nunca fueron confirmados mediante el voto de los miembros de la corporación en la reunión anual de la Sociedad. Por lo tanto, aquellos cuatro no eran miembros legítimos de la junta de directores. Desde el comienzo Rutherford sabía esto, pero no había mencionado nada. ¿Por qué no? No había querido dar la impresión de que iba contra los deseos del hermano Russell. Sin embargo, cuando se hizo patente que no tenían intención de abandonar su oposición, Rutherford actuó en armonía con la autoridad y la responsabilidad que como presidente tenía para reemplazarlos por otras cuatro personas cuyos nombramientos serían confirmados en la siguiente reunión anual, que se celebraría en enero de 1918.
El 8 de agosto los ex directores descontentos y sus apoyadores dejaron la familia de Betel; se les pidió que salieran debido a la perturbación que habían estado causando. Poco después empezaron a difundir su oposición mediante una gran campaña de discursos públicos y cartas en Estados Unidos, Canadá y Europa. El resultado de esto fue que, después del verano de 1917, algunas congregaciones de los Estudiantes de la Biblia se dividieron en dos grupos: el de los que eran leales a la Sociedad y el de los que habían sido presa fácil del habla melosa de los opositores.
Pero ¿tratarían los directores destituidos de influir en los que asistieran a la reunión anual, para apoderarse del control de la organización? Previendo que esto sucedería, Rutherford consideró apropiado llevar a cabo un plebiscito en todas las congregaciones. ¿Qué indicó este? Según el informe publicado en The Watch Tower del 15 de diciembre de 1917, los que votaron apoyaron arrolladoramente a J. F. Rutherford y a los directores que cooperaban con él. Esto quedó confirmado en la reunión anual. Los esfuerzos de los opositores por tomar el control habían fracasado.
¿Qué les ocurrió a los opositores y a los que los apoyaban? Después de la reunión anual de enero de 1918 los opositores se apartaron, e incluso decidieron celebrar la Conmemoración, el 26 de marzo de 1918, por su propia cuenta. Su unidad no duró, y poco después se dividieron en varias sectas. En la mayoría de los casos menguó la cantidad de sus miembros, y su actividad disminuyó o cesó por completo.
Está claro que después de la muerte del hermano Russell la lealtad de los Estudiantes de la Biblia fue sometida a una verdadera prueba. Como explica Tarissa P. Gott, quien se bautizó en 1915: “Muchas personas que habían parecido muy firmes, muy devotas al Señor, empezaron a apartarse. [...] Nada de aquello parecía correcto, pero estaba sucediendo, y nos inquietaba. Yo, sin embargo, me dije: ‘¿No ha sido esta la organización que Jehová ha usado para libertarnos de la religión falsa? ¿No hemos gustado su bondad? Si ahora nos fuéramos, ¿a dónde iríamos? ¿No terminaríamos siguiendo a algún hombre?’ No veíamos razón para seguir a los apóstatas, y por eso no nos alejamos”. (Juan 6:66-69; Heb. 6:4-6.)
Algunos de los que se apartaron de la organización se arrepintieron después y volvieron a asociarse y a adorar junto con los Estudiantes de la Biblia. La gran mayoría, entre ellos la hermana Gott, siguieron cooperando con la Sociedad Watch Tower y con el hermano Rutherford. El amor y la unidad que los vinculaban se habían forjado durante años de asociación en reuniones y asambleas. No permitirían que nada rompiera ese vínculo de unión. (Col. 3:14.)
Para 1918 los Estudiantes de la Biblia habían sobrevivido a las pruebas de origen interno. Pero ¿qué pasaría si venía oposición de afuera?
Se les ataca
Durante los últimos meses de 1917 y los primeros de 1918, los Estudiantes de la Biblia distribuyeron con entusiasmo el nuevo libro The Finished Mystery. A finales de 1917 los impresores estaban ocupados imprimiendo 850.000 ejemplares. The Watch Tower del 15 de diciembre de 1917 informó: “La venta del Séptimo Tomo no ha sido igualada por la venta de ningún otro libro conocido, en el mismo período, con la excepción de la Biblia”.
Pero no todo el mundo se alegró por el éxito del libro The Finished Mystery. Este hacía referencias que desenmascaraban al clero de la cristiandad. El clero se encolerizó tanto que instó al gobierno a prohibir las publicaciones de los Estudiantes de la Biblia. A comienzos de 1918, y como resultado de aquella oposición fomentada por el clero, se proscribió el libro The Finished Mystery en Canadá. Poco después aumentó la oposición contra los Estudiantes de la Biblia en Estados Unidos.
Para denunciar esta presión de origen clerical, la Sociedad Watch Tower publicó el 15 de marzo de 1918 el tratado Kingdom News (Noticias del Reino) núm. 1. ¿Qué mensaje contenía? El encabezamiento se extendía por seis columnas y decía: “Intolerancia religiosa. Los seguidores del pastor Russell perseguidos porque hablan la verdad a la gente”. Bajo el título “Tratamiento [dado a] los Estudiantes de la Biblia huele a ‘edad del oscurantismo’”, se expusieron los hechos sobre la persecución y la proscripción que habían empezado en Canadá. ¿Quiénes eran los instigadores? El tratado acusó abiertamente al clero de ser una clase de “hombres intolerantes que ha intentado de manera sistemática impedir que la gente entienda la Biblia y suprimir su enseñanza a menos que provenga de ellos”. ¡Qué contundente era aquel mensaje!
¿Cómo reaccionó el clero ante aquella denuncia? Ya había creado dificultades a la Sociedad Watch Tower. Pero ahora se pusieron rabiosos. En la primavera de 1918 se desencadenó una ola de persecución violenta contra los Estudiantes de la Biblia en Norteamérica y Europa. La oposición promovida por el clero culminó el 7 de mayo de 1918, cuando el gobierno federal emitió órdenes para el arresto de J. F. Rutherford y varios de sus colaboradores más allegados. Para mediados de 1918 Rutherford y otros siete hermanos estaban recluidos en la penitenciaría federal de Atlanta (Georgia).
Pero si el juez Rutherford y sus colaboradores estaban en prisión, ¿cómo siguió funcionando la oficina central?
La obra continúa
En Brooklyn se nombró a un Comité Ejecutivo que se encargara de la obra. Los hermanos nombrados se interesaron principalmente en mantener en circulación la revista The Watch Tower. Ciertamente, todos los Estudiantes de la Biblia de aquel tiempo necesitaban todo el estímulo espiritual que pudieran recibir. De hecho, en ningún momento durante aquel “período de prueba” dejó de imprimirse siquiera un número de The Watch Tower.
¿Qué espíritu dominaba en la central? Thomas (Bud) Sullivan, quien más tarde perteneció al Cuerpo Gobernante, recordó: “Tuve el privilegio de visitar el hogar Betel de Brooklyn a fines del verano de 1918, durante el tiempo en que los hermanos estuvieron en la cárcel. Los que estaban a cargo de la obra en Betel no mostraban temor alguno ni estaban desanimados. De hecho, sucedía todo lo contrario. Eran optimistas y tenían confianza en que Jehová daría finalmente la victoria a su pueblo. Tuve el privilegio de estar a la mesa para el desayuno el lunes por la mañana cuando los hermanos que habían sido enviados a asignaciones durante el fin de semana presentaron sus informes. Se obtuvo un excelente cuadro de la situación. En todo caso los hermanos mostraban confianza y esperaban que Jehová siguiera dirigiendo sus actividades”.
Sin embargo, se encararon con muchos problemas. La I Guerra Mundial continuaba. Escaseaban el papel y el carbón, que se necesitaban con urgencia para la obra en la central. Puesto que el patriotismo estaba en su apogeo, existía mucha animosidad contra la Sociedad; la gente consideraba traidores a los Estudiantes de la Biblia. En aquellas circunstancias extremas, parecía imposible continuar funcionando desde Brooklyn. Por lo tanto, el Comité Ejecutivo, después de consultar con otros hermanos, vendió el Tabernáculo de Brooklyn y cerró el Hogar Betel. El 26 de agosto de 1918 se trasladaron de nuevo a Pittsburgh, a un edificio de oficinas ubicado en la esquina de las calles Federal y Reliance.
No obstante, imperaba un buen espíritu. Martha Meredith dijo: “Los que vivíamos en Pittsburgh convinimos en seguir activos hasta que los hermanos salieran de la cárcel. En aquel tiempo la oficina de Brooklyn fue trasladada a Pittsburgh, de modo que los hermanos escribieron artículos para The Watch Tower y se encargaron de que la revista se imprimiera. Cuando las revistas estaban listas para ser despachadas, las hermanas les poníamos las envolturas y las enviábamos a la gente”.
Los Estudiantes de la Biblia se habían enfrentado a pruebas difíciles desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914. ¿Seguirían sobreviviendo? ¿Tenían realmente ‘el amor a Dios en el corazón’? ¿Se aferrarían “al Señor y Su Verdad”, como Russell les había aconsejado, o se apartarían?
¡Anuncien al Rey y el Reino! (1919 - 1941)
“¿Creen ustedes que el glorioso Rey ha comenzado a reinar? Entonces, ¡otra vez al campo, oh hijos del Dios altísimo! ¡Cíñanse la armadura! Sean sobrios, sean vigilantes, sean activos, sean valientes. Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de importancia máxima. ¡Miren, el Rey rige! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino.”
ESTA emocionante llamada a la acción hecha por J. F. Rutherford en la asamblea internacional de Cedar Point (Ohio), en 1922, tuvo una gran influencia en los concurrentes. Los Estudiantes de la Biblia partieron de aquella asamblea con un deseo ardiente de anunciar el Reino. Sin embargo, solo unos pocos años antes las perspectivas que tenían de servir de agentes de publicidad del Reino no eran en realidad muy prometedoras. J. F. Rutherford y siete de sus colaboradores estaban en prisión, y no se sabía con claridad qué papel desempeñarían dentro de la organización. ¿Cómo se vencieron aquellas dificultades?
“Sé algo sobre la ley de los leales”
Mientras el hermano Rutherford y sus colaboradores se hallaban en prisión, se programó la celebración de una asamblea en Pittsburgh (Pensilvania) del 2 al 5 de enero de 1919. Pero esta no sería una asamblea cualquiera, pues en combinación con ella tendría lugar la reunión anual de la Sociedad Watch Tower, el sábado 4 de enero de 1919. El hermano Rutherford estaba muy al tanto de la importancia de aquella reunión. Aquel sábado por la tarde buscó al hermano Macmillan, y lo halló en la cancha de tenis de la prisión. Según Macmillan, esto fue lo que ocurrió:
“Rutherford dijo: ‘Mac, quiero hablarte’.
”‘¿De qué me quiere hablar?’
”‘De lo que está pasando en Pittsburgh.’
”‘Yo quisiera terminar este partido primero.’
”‘¿No te interesa lo que pasa? ¿No sabes que hoy se elige a los directores principales? Pudieran pasarte por alto y no elegirte, y nos quedaríamos aquí para siempre.’
”‘Hermano Rutherford —dije—, permítame decirle algo en lo que quizás no haya pensado. Por primera vez desde que se constituyó la Sociedad se verá de manera clara a quién quiere Jehová Dios como presidente.’
”‘¿Qué quieres decir con eso?’
”‘Que el hermano Russell tenía el voto decisivo y nombraba a los directores principales. Pero ahora que parece que no podemos hacer nada, la situación es diferente. Porque si pudiéramos salir de la cárcel a tiempo para asistir a esa asamblea y estar presentes en la reunión en la que se elegirá a los directores principales, entraríamos y se nos aceptaría para que tomáramos el lugar del hermano Russell y recibiríamos el mismo honor que él recibió. Eso entonces parecería ser obra de hombres y no de Dios.’
”Rutherford meditó un poco sobre el asunto y se marchó.”
Aquel día, en Pittsburgh tenía lugar una tensa reunión. Sara C. Kaelin, quien creció en la zona de Pittsburgh, recuerda que “por unos momentos hubo confusión, discordia y discusiones. Algunos querían posponer la reunión por seis meses; otros ponían en tela de juicio la legalidad de elegir como directores principales (presidente, vicepresidente y secretario) a personas que estuvieran en prisión; otros proponían elegir a todo un nuevo grupo de directores principales”.
Tras un prolongado debate, W. F. Hudgings, uno de los directores de la Peoples Pulpit Association, leyó al auditorio una carta que había enviado el hermano Rutherford. En ella mandaba su amor y sus saludos a los presentes, y daba la siguiente advertencia: “Las principales armas de Satanás son el ORGULLO, la AMBICIÓN y el TEMOR”. Mostrando su deseo de someterse a la voluntad de Jehová, hasta propuso con toda humildad a hombres adecuados en caso de que los miembros con derecho a voto eligieran a un nuevo grupo de directores principales para la Sociedad.
Las discusiones siguieron por algún tiempo, hasta que E. D. Sexton, quien había sido nombrado presidente de un comité para proponer nominaciones, dijo:
“Acabo de llegar. El tren en el que venía se retrasó cuarenta y ocho horas debido a una nevada. Tengo algo que decir, y para mi propia tranquilidad tengo que decirlo ahora. Estimados hermanos, como todos ustedes, he venido con ciertas ideas, unas a favor y otras en contra. [...] No existe obstáculo legal. Si deseamos reelegir a nuestros hermanos que están en el sur para cualquier puesto que puedan desempeñar, no veo, ni deduzco de ningún asesoramiento [legal] que he recibido, que eso pudiera afectar de algún modo su caso ante el Tribunal Federal o ante el público.
”Creo que el mayor cumplido que le podemos hacer a nuestro querido hermano Rutherford sería elegirlo de nuevo como presidente de la Sociedad W[atch] T[ower] B[ible] & T[ract]. No creo que haya duda alguna en la mente del público en cuanto a nuestra postura en esta cuestión. Si nuestros hermanos de alguna manera violaron la letra de la ley por no entenderla, sabemos que sus motivos eran buenos. Y ante el [Dios] Todopoderoso no han violado ninguna ley de Dios ni del hombre. Mostraríamos la mayor confianza si elegimos de nuevo presidente de la Asociación al hermano Rutherford.
”No soy abogado, pero en cuanto a la legalidad de esta situación sé algo sobre la ley de los leales. Lo que Dios exige es lealtad. No creo que haya mejor manera de manifestar nuestra confianza que la de tener una elección Y ELEGIR PRESIDENTE DE NUEVO AL HERMANO RUTHERFORD.”
Pues bien, parece que el hermano Sexton expresó el sentir de la mayoría de los presentes. Se propusieron candidatos; se hizo la votación, y J. F. Rutherford fue elegido presidente; C. A. Wise, vicepresidente, y W. E. Van Amburgh, secretario-tesorero.
Al día siguiente el hermano Rutherford golpeó en la pared de la celda de Macmillan y le dijo: “Saca la mano”. Entonces le pasó a Macmillan un telegrama que decía que Rutherford había sido reelegido presidente. “Le hizo muy feliz —recordó después Macmillan— ver aquella prueba palpable de que Jehová dirigía la Sociedad.”
La elección había terminado, pero el hermano Rutherford y los otros siete hermanos seguían en prisión.
“Una campaña nacional” en favor de los prisioneros
The Watch Tower (La Torre del Vigía) del 1 de abril de 1919 dijo: “Durante las últimas semanas se ha dado comienzo a una campaña nacional en favor de estos hermanos”. Ciertos periódicos pedían la libertad para J. F. Rutherford y sus colaboradores. Los Estudiantes de la Biblia de todas partes de Estados Unidos mostraron su apoyo escribiendo cartas a directores de periódicos, congresistas, senadores y gobernadores para instarlos a tomar medidas en favor de los ocho prisioneros. Era obvio que los Estudiantes de la Biblia no cejarían hasta que sus ocho hermanos fueran puestos en libertad.
En marzo de 1919 los Estudiantes de la Biblia estaban haciendo circular en Estados Unidos una petición en la que solicitaban al presidente Woodrow Wilson que se valiera de su influencia para lograr alguno de los siguientes puntos en favor de los hermanos encarcelados:
“PRIMERO: De ser posible ahora, conceder un indulto completo; O SI NO,
”SEGUNDO: Dar instrucciones al Ministerio de Justicia para declarar sin lugar los cargos contra ellos y ponerlos en completa libertad; O SI NO,
”TERCERO: Concederles inmediatamente la oportunidad de salir bajo fianza mientras se resuelve su caso en los tribunales superiores.”
En dos semanas los Estudiantes de la Biblia obtuvieron 700.000 firmas. Sin embargo, la petición no llegó a presentarse al presidente ni al gobierno. ¿Por qué no? Porque los ocho hermanos fueron puestos en libertad bajo fianza antes de que se hiciera. No obstante, ¿qué se logró con aquella campaña? The Watch Tower del 1 de julio de 1919 dijo: “Hay prueba abrumadora de que la razón por la cual el Señor deseaba que se efectuara esta obra no era tanto para que los hermanos salieran de la cárcel como para que fuera un testimonio de la verdad”.
“Bienvenidos, hermanos”
El martes 25 de marzo los ocho hermanos partieron de Atlanta hacia Brooklyn. La noticia de que habían salido de la prisión se divulgó con rapidez. Fue realmente conmovedor el que los Estudiantes de la Biblia se dieran cita en las estaciones del ferrocarril a lo largo de la ruta, con la esperanza de ver a los hermanos y expresarles el gozo que les causaba verlos libres. Otros acudieron de prisa al Hogar Betel de Brooklyn, que había sido cerrado, para organizar un banquete de bienvenida. De regreso en Brooklyn, el 26 de marzo los hermanos pagaron una fianza de 10.000 dólares cada uno, y recobraron su libertad.
La revista The Watch Tower del 15 de abril de 1919 informó que “de inmediato una gran cantidad de hermanos los acompañó hasta el Hogar Betel, donde de quinientos a seiscientos se habían reunido para darles la bienvenida”. En el comedor, un letrero decía: “Bienvenidos, hermanos”. Casi cincuenta años después, Mabel Haslett, quien estuvo en aquel banquete, dijo: “Recuerdo que horneé cien rosquillas, y parece que los hermanos disfrutaron mucho de ellas después de haber consumido durante nueve meses la comida de la prisión. Aún puedo ver al hermano Rutherford estirando el brazo para servirse más. Las experiencias que contaron él y los demás hermanos hicieron inolvidable aquella ocasión. Recuerdo también que el hermano DeCecca, que era de baja estatura, se puso de pie en una silla para que todos lo vieran y oyeran”.
El martes 1 de abril por la mañana el hermano Rutherford llegó a Pittsburgh, donde se encontraba en aquel tiempo la oficina central. Allí también, cuando los hermanos se enteraron de su llegada, prepararon un banquete para aquella misma noche en el Hotel Chatham. No obstante, las condiciones de la penitenciaría habían perjudicado su salud. Se le debilitaron los pulmones y, como consecuencia, después de ser puesto en libertad contrajo una fuerte pulmonía. Así que, por razones de salud, poco después tuvo que viajar a California, donde tenía familiares.
La prueba de Los Ángeles
Con el hermano Rutherford y sus colaboradores en libertad, surgió la pregunta: ¿Qué se haría en cuanto a la obra de proclamar el Reino de Dios? Mientras aquellos hermanos estuvieron en prisión, hubo poca superintendencia de la organización sobre la obra de predicar. Se había vendido el Tabernáculo de Brooklyn y se había cerrado el Hogar Betel. Las oficinas centrales de Pittsburgh eran pequeñas y el dinero escaseaba. Además de eso, ¿cuánto interesaba en realidad a la gente el mensaje del Reino? Mientras se hallaba en California, el hermano Rutherford decidió hacer una prueba para determinar cuánto interés había.
Se organizó una reunión en el Auditorio de Clune (Los Ángeles) el domingo 4 de mayo de 1919. El título del discurso al que se invitó al público fue: “La esperanza para la humanidad angustiada”. Pero el discurso lo iba a dar J. F. Rutherford, un hombre que acababa de salir de la cárcel. Mediante una extensa campaña en los periódicos, Rutherford prometió presentar los hechos con imparcialidad e incluso explicar por qué habían sido condenados ilegalmente los directores principales de la Sociedad. ¿Habría quien se interesara lo suficiente como para asistir?
La respuesta fue sorprendente. De hecho, unas tres mil quinientas personas estuvieron presentes para escuchar el discurso, y unas seiscientas más no pudieron entrar. ¡Cómo emocionó aquello al hermano Rutherford! Concordó en hablar el lunes por la noche a los que no habían podido entrar, y en esa ocasión hubo una concurrencia de 1.500 personas. Sin embargo, estaba tan enfermo que no pudo terminar el discurso. Después de una hora lo reemplazó uno de sus colaboradores. A pesar de todo, la prueba que se hizo en Los Ángeles fue un éxito. El hermano Rutherford quedó convencido de que había muchas personas interesadas en el mensaje del Reino, y se resolvió a que este se proclamara.
¡Adelante con la obra!
En julio de 1919 el hermano Rutherford estaba de nuevo trabajando en la oficina central de Pittsburgh. Durante los meses siguientes los acontecimientos sucedieron con rapidez. Se hicieron preparativos para una asamblea de los Estudiantes de la Biblia del 1 al 8 de septiembre de 1919 en Cedar Point (Ohio). Las oficinas de la Sociedad fueron trasladadas de nuevo a Brooklyn, y el 1 de octubre empezaron a funcionar.
¿Qué habrían de hacer a partir de entonces? En la asamblea de Cedar Point se dio énfasis específico a la misión del cristiano. El martes 2 de septiembre el hermano Rutherford explicó: “La misión del cristiano mientras está en la Tierra [...] es la de proclamar el mensaje del reino de justicia del Señor, que bendecirá a toda la creación que gime”. Tres días más tarde, el viernes 5 de septiembre, llamado Día de los Colaboradores, el hermano Rutherford hizo, además, esta declaración: “En ocasiones serias, como algo natural el cristiano se pregunta: ¿Para qué estoy en la Tierra? Y por necesidad la respuesta tiene que ser: Por su bondad el Señor me ha hecho su embajador para que lleve al mundo el mensaje divino de la reconciliación, y mi privilegio y deber es anunciar ese mensaje”.
Sí, era hora de proseguir con la proclamación del Reino de Dios. Y el hermano Rutherford anunció algo que ayudaría a efectuar aquella comisión: “Por providencia del Señor hemos preparado la publicación de una revista nueva que lleva el nombre y el título de THE GOLDEN AGE (La Edad de Oro)”. Los asistentes no se imaginaban siquiera lo valerosa que sería aquella publicación.
“La primera asamblea celebrada después de la I Guerra Mundial nos estimuló mucho a todos”, recuerda Herman L. Philbrick, quien viajó a la asamblea desde su hogar, en Boston (Massachusetts). La asamblea de Cedar Point realmente puso en acción a los Estudiantes de la Biblia. Estuvieron dispuestos a proseguir con la obra de proclamar las buenas nuevas. Era como si se les hubiera resucitado. (Compárese con Ezequiel 37:1-14; Revelación 11:11, 12.)
Mientras tanto, en el escenario mundial ocurrían sucesos importantes. El Tratado de Versalles se firmó el 28 de junio de 1919 y entró en vigor el 10 de enero de 1920. Así terminaron oficialmente las acciones militares contra Alemania en la I Guerra Mundial; además, el tratado también estipuló la formación de la Sociedad de Naciones, una asociación internacional creada para mantener la paz en el mundo.
‘Anuncien al Rey y el Reino’
En 1922 los Estudiantes de la Biblia se reunieron de nuevo en Cedar Point para celebrar una asamblea de nueve días, del 5 al 13 de septiembre. La emoción aumentaba a medida que llegaban los asistentes a aquella asamblea internacional. El viernes 8 de septiembre se llegó al punto culminante de la asamblea, cuando el hermano Rutherford presentó el discurso: “El Reino”.
Años más tarde, Thomas J. Sullivan recordó: “Los que tuvieron el privilegio de asistir a aquella reunión todavía pueden visualizar la seriedad con que el hermano Rutherford dijo a las pocas personas inquietas que deambulaban por el lugar a causa del intenso calor que ‘SE SENTARAN’ y ‘ESCUCHARAN’ el discurso a toda costa”. Los que hicieron lo que él pidió no quedaron defraudados, pues aquel fue el histórico discurso en el que el hermano Rutherford instó a sus oyentes a ‘anunciar al Rey y el Reino’.
El auditorio respondió con gran entusiasmo. La revista The Watch Tower informó: “Todos los presentes quedaron profundamente impresionados porque desde ese momento en adelante cada uno de los consagrados tendría la responsabilidad de actuar como agente de publicidad del Rey y el reino”. Los Estudiantes de la Biblia regresaron de aquella asamblea con celo ardiente para predicar. La hermana Ethel Bennecoff, una repartidora que se acercaba entonces a los treinta años de edad, lo expresó así: “Se nos estimuló a ‘anunciar, anunciar, anunciar al Rey y su reino’; sí, con más celo y amor que nunca”.
A medida que la luz del entendimiento espiritual se fue haciendo más brillante, los Estudiantes de la Biblia comenzaron a percibir algunas verdades bíblicas sumamente emocionantes. (Pro. 4:18.) La comprensión de aquellas preciosas verdades dio gran impulso a la obra de proclamar el Reino de Dios. A la misma vez tenían que ajustar su manera de pensar, y esto fue una verdadera prueba para algunos.
“No solo en nuestros días ha habido esperanzas no realizadas”
En 1920 el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás dijo lo siguiente: “Podemos confiar en que en 1925 regresen [de entre los muertos] Abrahán, Isaac, Jacob y los profetas fieles del pasado [...] a una condición de perfección humana”. No solo se esperaba que en 1925 se produjera la resurrección de hombres fieles del pasado; algunos esperaban también que los cristianos ungidos recibirían su recompensa celestial en aquel año.
Transcurrió el año 1925. Algunos abandonaron su esperanza. Pero la gran mayoría de los Estudiantes de la Biblia permaneció fiel. “Nuestra familia —explicó Herald Toutjian, cuyos abuelos paternos habían llegado a ser Estudiantes de la Biblia a principios de siglo— reconoció que no solo en nuestros días ha habido esperanzas no realizadas. Los apóstoles mismos esperaron cosas que no se realizaron. [...] Jehová merece nuestro servicio leal y nuestra alabanza, sea que recibamos o no la recompensa final.” (Compárese con Hechos 1:6, 7.)
¿Qué organización? ¿La de Jehová, o la de Satanás?
“Nacimiento de la nación” fue el título de un sorprendente artículo que se publicó en The Watch Tower del 1 de marzo de 1925. Presentaba un mejor entendimiento del capítulo 12 de Revelación, que a algunos se les hizo difícil de aceptar.
Los personajes simbólicos mencionados en este capítulo de Revelación fueron identificados de la siguiente manera: la “mujer” que da a luz (vv. 1 y 2), como la “organización [celestial] de Dios”; el “dragón” (v. 3), como “la organización del diablo”, y el “hijo varón” (v. 5 Versión Autorizada), como “el nuevo reino o nuevo gobierno”. Con esto como base, por primera vez se explicó de manera clara el siguiente punto: Hay dos organizaciones diferentes y opuestas: la de Jehová y la de Satanás. Además, después de la “guerra en el cielo” (v. 7 VA), Satanás y los demonios que lo apoyaban fueron echados de allí y arrojados a la Tierra.
Earl E. Newell, quien más tarde fue representante viajante de la Sociedad Watch Tower, escribió: “Nos sentamos a estudiar la revista y la estudiamos toda la noche hasta que pude entenderla bien. Asistimos a una asamblea en Portland (Oregon), y allí hallamos a los hermanos muy inquietos, algunos hasta estaban dispuestos a rechazar The Watch Tower a causa de aquel artículo”. ¿Por qué se les hizo tan difícil a algunos aceptar la explicación que se dio del capítulo 12 de Revelación?
Por un lado, difería mucho de lo que se había publicado en el libro The Finished Mystery (El misterio terminado), que fue principalmente una compilación póstuma de los escritos del hermano Russell. Walter J. Thorn, quien fue peregrino viajante, explicó: “El artículo sobre el ‘Nacimiento de la nación’ fue [...] difícil de aceptar debido a una interpretación previa que había dado nuestro querido hermano Russell, la cual considerábamos la explicación definitiva de Revelación”. No fue extraño, pues, que algunos tropezaran a causa de ella. J. A. Bohnet, quien fue peregrino también, hizo notar lo siguiente: “Indudablemente esta interpretación podrá causar un zarandeo, pero los que son realmente sinceros en la fe permanecerán firmes y se regocijarán”.
A los que eran realmente sinceros les alegró de verdad la nueva explicación. En ese momento entendían con claridad que toda persona pertenece o a la organización de Jehová o a la de Satanás. “Recuerden —explicaba el artículo ‘Nacimiento de la nación’—, será nuestro privilegio [...] luchar con valentía por la causa de nuestro Rey proclamando el mensaje que nos ha encomendado.”
Con el paso de los años veinte y treinta, siguieron recibiéndose más destellos de entendimiento bíblico. Se desecharon las celebraciones y los días de fiesta mundanos, como la Navidad. También se descontinuaron otras prácticas y creencias cuando se vio que su origen deshonraba a Dios. Sin embargo, más importante que abandonar prácticas y creencias equivocadas fue que los Estudiantes de la Biblia siguieron buscando revelaciones progresivas de la verdad de parte de Jehová.
“Ustedes son mis testigos”
“Ustedes son mis testigos —es la expresión de Jehová—, y yo soy Dios.” (Isa. 43:12.) A partir de los años veinte, los Estudiantes de la Biblia adquirieron cada vez mayor consciencia del profundo significado de esas palabras del profeta Isaías. Mediante las páginas de la revista que hoy se conoce en español como La Atalaya, en varias ocasiones se dirigió la atención a la responsabilidad de testificar acerca del nombre de Jehová y de su Reino. Sin embargo, la asamblea de Columbus (Ohio), en 1931, hizo historia a este respecto.
Al mediodía del domingo 26 de julio, el hermano Rutherford presentó el discurso público “El Reino, la esperanza del mundo”, que se transmitió mediante una inmensa red de radio; más de trescientas radioemisoras lo transmitieron después. Al final del discurso, el hermano Rutherford puso sobre aviso a la cristiandad al leer una resolución punzante titulada “Advertencia de Jehová”, que fue dirigida “a los gobernantes y a la gente”. A la invitación que hizo para que se adoptara la resolución, todo el auditorio presente se puso de pie y contestó con voz fuerte: “¡Sí!”. Los telegramas que se recibieron después indicaron que muchos de los que lo escucharon por radio también dijeron en voz alta que estaban de acuerdo.
Desde la una de la tarde, cuando terminó el discurso público, hasta las cuatro, cuando el hermano Rutherford entró de nuevo en el auditorio, el ambiente estuvo lleno de expectación. Él había solicitado especialmente a toda persona interesada de verdad en la advertencia dada al mediodía a la cristiandad, que estuviera en su asiento a las cuatro de la tarde.
A las cuatro en punto el hermano Rutherford comenzó diciendo que consideraba que lo que iba a decir era de suma importancia para todo el que pudiera oír su voz. El auditorio estaba a la expectativa. En su discurso presentó otra resolución, que llevaba el título de “Un nuevo nombre”, y culminó con esta declaración: “Deseamos ser conocidos como, y llamados por el nombre de, testigos de Jehová”. Una vez más los emocionados asambleístas se pusieron de pie y respondieron con un estruendoso: “¡Sí!”. Desde entonces se les conocería como testigos de Jehová.
“El espíritu de Jehová nos hacía intrépidos”
Durante el año 1927 se instó al pueblo de Jehová a pasar parte de cada domingo testificando en grupos. Inmediatamente surgió oposición jurídica. En pocos años empezaron a aumentar los arrestos: tan solo en Estados Unidos hubo 268 en 1933, 340 en 1934, 478 en 1935 y 1.149 en 1936. ¿De qué se les acusaba? En realidad los cargos variaban; entre ellos estaban: vender sin licencia, perturbar la paz y violar las leyes del descanso dominical. Los grupos locales de Testigos no sabían cómo tratar con la policía ni con los tribunales. La ayuda legal en la localidad era o muy cara o imposible de conseguir debido al prejuicio. Por lo tanto, la Sociedad Watch Tower tomó la sabia decisión de establecer en Brooklyn un departamento de asuntos jurídicos para dar asesoramiento.
Sin embargo, no bastaba con una defensa jurídica eficaz. Aquellos sinceros testigos de Jehová estaban decididos a vivir a la altura del nombre que habían abrazado. De modo que a principios de los años treinta contraatacaron y pasaron a la ofensiva. ¿De qué manera? Mediante misiones especiales de predicación conocidas como campañas de las divisiones. Por todo Estados Unidos se organizó a millares de voluntarios en divisiones. Cuando se arrestaba a los Testigos en un pueblo por predicar de casa en casa, se enviaba una división de voluntarios de otros sectores para que “asediaran” el pueblo, y así se daba un testimonio cabal.
Aquellas campañas de las divisiones fortalecieron mucho a los Testigos locales. En cada división había hermanos capacitados a los que se había preparado para tratar con las autoridades. Saber que no estaban solos mientras proclamaban el Reino de Dios estimulaba mucho a los hermanos de los sectores donde había dificultades, quizás un pueblo pequeño.
La participación en las campañas de las divisiones en los años treinta requería mucho valor. Durante la Gran Depresión los empleos escaseaban. No obstante, Nicholas Kovalak, hijo, quien fue superintendente viajante por unos cuarenta años, recuerda: “Cuando se pedía abarcar un lugar donde había dificultades, el ‘director de servicio’ pedía voluntarios. Se les decía que no se ofrecieran si temían perder su empleo. [...] Sin embargo, era un gozo ver que todos ellos respondían siempre afirmativamente”. John Dulchinos, un superintendente de Springfield (Massachusetts), dijo: “Aquellos fueron años emocionantes y los recuerdo con mucho cariño. El espíritu de Jehová nos hacía intrépidos”.
Mientras tanto, se preparaba un destello de discernimiento bíblico que tendría un impacto tremendo en la obra.
¿Qué hay de los Jonadab?
En 1932 se explicó que Jehonadab (Jonadab), colaborador del rey Jehú, prefiguró a una clase de personas que disfrutaría de vida eterna en la Tierra. (2 Rey. 10:15-28.) Los Jonadab, como se les llegó a conocer, consideraban un privilegio asociarse con los siervos ungidos de Jehová y participar con ellos, hasta cierto grado, en anunciar el Reino. Pero en aquel tiempo no se hacía ningún esfuerzo especial por recoger ni organizar a aquellas personas que tenían esperanza terrenal.
Sin embargo, los Jonadab recibieron verdadero estímulo mediante La Torre del Vigía de enero de 1935 (en inglés, 15 de agosto de 1934). El artículo “Su misericordia” decía: “¿Debe consagrarse un Jonadab al Señor y ser bautizado? Respuesta: [Con toda seguridad] es propio que un Jonadab se consagre a hacer la voluntad de Dios. Nadie llegará a recibir la vida sin hacer eso. La inmersión en el agua es sólo un símbolo de haber hecho una consagración [o, como decimos ahora, dedicación] para hacer la voluntad de Dios, y eso no estaría fuera de [lugar]”. ¡Cómo conmovió esto a los Jonadab!
Sin embargo, les esperaba un gozo aún mayor. En la siguiente primavera, el número de mayo de 1935 de La Torre del Vigía llevaba el anuncio: “La convención general de los testigos de Jehová para 1935, bajo la superintendencia de la Watch Tower Bible & Tract Society, se celebrará en Washington, D.C., comenzando el 30 de mayo continuando hasta el 3 de junio inclusive. Esta será una convención de los testigos de Jehová y de los de la clase Jonadab”. Los Jonadab esperaron con anhelo aquella asamblea.
El discurso que el hermano Rutherford presentó la segunda tarde de la asamblea trató sobre la “grande muchedumbre” predicha en Revelación 7:9-17 (VA). En él explicó que la gran muchedumbre se componía de los Jonadab de nuestros tiempos y que estos Jonadab tenían que mostrar a Jehová el mismo grado de fidelidad que los ungidos. ¡Cómo emocionó esto al auditorio! El orador pidió que los Jonadab se pusieran de pie. “Al principio hubo un momento de silencio —recuerda Mildred Cobb, quien se había bautizado en el verano de 1908—, después un grito alegre, y la aclamación fue vigorosa y larga”.
Aquel destello de entendimiento bíblico tuvo un profundo efecto en la actividad de los testigos de Jehová. “Con mucho entusiasmo —dijo Sadie Carpenter, predicadora de tiempo completo por más de sesenta años—, volvimos a nuestros territorios a buscar a estas personas semejantes a ovejas que había que recoger todavía.” Más tarde, el Anuario de los testigos de Jehová para 1936 informó: “Esta revelación estimuló a los hermanos y los impulsó a participar en diferentes actividades con celo renovado, y de todas partes se reciben informes que manifiestan gozo por el hecho de que el resto ahora tiene el privilegio de llevar el mensaje a la grande muchedumbre, y todos estos trabajan juntos para la honra del nombre del Señor”. A fin de ayudarles en aquella labor, en 1936 se publicó el libro Riquezas, que contenía un estudio extenso de las perspectivas bíblicas de la gran muchedumbre.
Por fin los miembros dedicados y bautizados de la gran muchedumbre hallaban el lugar que les correspondía junto a los ungidos en dar a conocer el Reino de Dios.
‘Se dan unos castañazos a la vieja’
El mensaje que aquellos celosos Testigos proclamaban en los años treinta incluía un desenmascaramiento hiriente de la religión falsa. Un instrumento muy valioso a este respecto se presentó en la asamblea general de los testigos de Jehová en Columbus (Ohio), del 15 al 20 de septiembre de 1937.
El sábado 18 de septiembre, el hermano Rutherford presentó después de su discurso de la mañana el libro de color castaño claro titulado Enemigos. Este denunciaba a la religión falsa como ‘una gran enemiga, que siempre perjudicó mucho a la humanidad’. Se identificó a los fanáticos religiosos como “agentes del Diablo, ya sea que se den cuenta de ello o no”. Al presentar el libro a la concurrencia, el hermano Rutherford dijo: “Notarán que la cubierta del libro es de color castaño claro, y con él le daremos unos castañazos a la vieja”. El auditorio dio su aprobación con clamores de entusiasmo.
Durante algunos años, el gramófono (precursor del tocadiscos) había desempeñado su papel en ‘dar castañazos a la vieja’. Sin embargo, en la asamblea de 1937 se presentó una sorpresa respecto a la obra con los gramófonos. “En aquella asamblea se introdujo el gramófono portátil en la obra de predicar —recuerda Elwood Lunstrum, que entonces tenía 12 años de edad—. Anteriormente habíamos llevado el gramófono al servicio del campo, pero solo lo habíamos utilizado dentro de las casas, después que se nos había invitado a entrar. [...] En la asamblea de Columbus se trazaron las líneas generales de una organización de ‘Precursores Especiales’ que sería la vanguardia en servir con el gramófono en las puertas y en la obra de atender a los que mostraban interés —obra a la que entonces por primera vez se llamó ‘revisitas’— y de conducir estudios bíblicos según lo que se llamó ‘el estudio modelo’.”
Después de aquella asamblea, el pueblo de Jehová quedó bien equipado para la obra de proclamar el Reino de Dios. Realmente necesitaban todo el estímulo que pudieran recibir. La marea creciente de nacionalismo de los años treinta trajo la oposición de personas que estaban resueltas a impedir que los testigos de Jehová se reunieran y predicaran, personas que en algunos casos recurrieron a la acción violenta de chusmas.
“Un grupo de pícaros”
Una fuerte oposición provino de ciertos grupos de la Acción Católica. El 2 de octubre de 1938 el hermano Rutherford habló francamente en el discurso “Fascismo o libertad”, que más tarde se publicó como folleto y se distribuyó por millones. En su discurso, el hermano Rutherford dio detalles de varios casos de actos ilegales para demostrar la confabulación que existía entre ciertos funcionarios públicos y la Iglesia Católica.
Después de presentar los hechos, Rutherford señaló lo siguiente: ‘Cuando a la gente se le hace saber que un grupo actúa al amparo de la religión para privarla de sus derechos, la Jerarquía grita con ira y dice: “¡Mentiras! Amordácenlos y no les permitan hablar”’. Luego preguntó: ‘¿Es impropio publicar la verdad acerca de un grupo de pícaros que roban a la gente? ¡Ciertamente que no! ¿Se debe amordazar a la gente honrada y obligarla a callar mientras esa banda de asaltantes destruye su libertad? Sobre todo, ¿se negarán a la gente los privilegios que Dios les ha dado de reunirse pacíficamente, de rendirle adoración y de gozar de libertad de expresión para hablar acerca de su reino y de los que se oponen a él?’.
La oposición de grupos de la Acción Católica siguió por todo Estados Unidos después de aquella mordaz reprensión. Los testigos de Jehová libraron batallas jurídicas en favor de la libertad de culto y el derecho de proclamar el Reino de Dios. Pero la situación no hizo más que empeorar cuando el mundo se envolvió en la guerra. También se impusieron restricciones legales y sentencias de prisión a los testigos de Jehová de Europa, África y Asia.
“Todos queríamos ir a [San Luis]”
“En 1941 —recuerda Norman Larson, que poco antes había comenzado su ministerio de tiempo completo—, todos sabíamos que pasaríamos por tiempos críticos debido a la guerra que se peleaba en Europa. De modo que todos queríamos ir a [San Luis].” ¿Para qué? Pues para asistir a la Asamblea Teocrática de los Testigos de Jehová que se celebraría en San Luis (Misuri), del 6 al 10 de agosto de 1941. Y “todos” fueron. El local de asamblea se llenó por completo. Según un cálculo estimado de la policía, la asistencia máxima fue de unas ciento quince mil personas.
El programa de la asamblea suministró desde el primer día el estímulo oportuno. El discurso de apertura del hermano Rutherford, titulado “Integridad”, puso de relieve la idea fundamental de la asamblea. Hazel Burford, quien fue misionera por casi cuarenta años hasta su muerte, en 1983, comentó: “Nos dimos cuenta más claramente que nunca de por qué Jehová permitía aquella intensa persecución de su pueblo por todo el mundo”. En un informe sobre dicha asamblea, el Anuario de los testigos de Jehová para 1942 añadió: “Todos podían darse cuenta de que les quedaba por hacer una inmensa obra de testificar, y de que al efectuarla mantendrían su integridad a pesar del odio de todos los hombres y de las organizaciones mundanas”.
El domingo 10 de agosto, el “Día de los hijos”, hubo una escena conmovedora en la asamblea. Al comenzar la sesión de la mañana, 15.000 niños —entre 5 y 18 años de edad— se reunieron en la sección principal frente a la plataforma y en una sección separada con el mismo propósito en el estacionamiento de remolques, donde se hallaba una multitud para la que no había cabida. Cuando el hermano Rutherford, que entonces tenía poco más de 70 años, subió a la plataforma, los niños comenzaron a ovacionarlo y a aplaudir. Él sacó su pañuelo y empezó a saludarlos, y los niños hicieron lo mismo. Luego, con tono bondadoso y claro se dirigió al entero auditorio con el tema “Hijos del Rey”. Después de hablar por una hora al auditorio en general, centró sus declaraciones en los niños sentados en las secciones reservadas.
‘Niños —dijo fijando su atención en los rostros radiantes de los jóvenes sentados frente a él—, ustedes que han convenido en hacer la voluntad de Dios y se han puesto de parte de su Gobierno Teocrático en manos de Cristo Jesús, y que han concordado en obedecer a Dios y a su Rey, pónganse de pie, por favor.’ Todos los niños se pusieron de pie a la misma vez. “¡Miren! —exclamó el orador con entusiasmo—, ¡más de quince mil nuevos testigos del Reino!” Hubo entonces una tremenda explosión de aplausos. ‘Todos ustedes los que están dispuestos a hacer lo que puedan para hablar a otros acerca del Reino de Dios y sus bendiciones, digan sí, por favor.’ Entonces se escuchó un atronador: “¡Sí!”.
El punto culminante llegó cuando el hermano Rutherford anunció la presentación del nuevo libro Hijos, que fue recibido con gritos de gozo y muchos aplausos. Después del discurso, el orador, un hombre alto, participó en distribuir ejemplares gratuitos del libro a medida que una larga fila de niños subía a la plataforma y pasaba junto a él. Esto hizo llorar a muchos.
Aquel domingo por la mañana había en el auditorio muchos niños que cumplieron la palabra que dieron al gritar: “¡Sí!”. Entre los que recibieron el libro Hijos en aquella ocasión estaban LaVonne Krebs, Merton Campbell y Eugene y Camilla Rosam. En 1992 estos todavía servían en la oficina central de la Sociedad, y habían pasado cincuenta y uno, cuarenta y nueve, cuarenta y nueve y cuarenta y ocho años, respectivamente, en el ministerio de tiempo completo. Algunos de aquellos niños con el tiempo fueron a servir de misioneros en el extranjero, entre ellos Eldon Deane (Bolivia), Richard y Peggy Kelsey (Alemania), Ramon Templeton (Alemania) y Jennie Klukowski (Brasil). Ciertamente aquel programa del domingo por la mañana en la asamblea de San Luis dejó una impresión duradera en el corazón de muchos jóvenes.
El domingo por la tarde, el hermano Rutherford dirigió a los asambleístas unas palabras de despedida. Los animó a cumplir con la obra de proclamar el Reino de Dios. Les dijo: “Estoy completamente seguro de que de ahora en adelante [...] va a haber un rápido aumento de los que formarán la grande muchedumbre”. Los instó a regresar a sus lugares respectivos, a “trabajar con mayor empeño [...] y a dedicar la mayor cantidad de tiempo posible a servir en el campo”. A continuación pronunció sus palabras finales al auditorio: “Pues bien, hermanos queridos, que el Señor los bendiga. No les voy a decir adiós, pues espero verlos de nuevo en alguna ocasión”.
Sin embargo, muchos no verían más al hermano Rutherford.
Últimos días de J. F. Rutherford
El hermano Rutherford tenía cáncer de colon, y se encontraba mal de salud durante la asamblea de San Luis. A pesar de todo, pudo presentar cinco vigorosos discursos. Sin embargo, después de la asamblea su estado empeoró, y tuvieron que hacerle una colostomía. Arthur Worsley recuerda el día en que el hermano Rutherford se despidió de la familia Betel. “Nos dijo confidencialmente que iba a someterse a una operación peligrosa y que, tanto si sobrevivía como si no, confiaba en que seguiríamos proclamando el nombre de Jehová. Concluyó diciendo: ‘Por eso, si es la voluntad de Dios, los veré de nuevo. Si no, sigan adelante en la batalla’. No hubo nadie en la familia que no llorara.”
El hermano Rutherford, que entonces tenía 72 años de edad, sobrevivió a la operación. Poco después lo llevaron a una residencia en California a la que había dado el nombre de Beth-Sarim. Quedó claro para sus seres amados y para los médicos que no se recobraría. De hecho, tuvieron que operarlo de nuevo.
A mediados de diciembre los hermanos Nathan H. Knorr, Frederick W. Franz y Hayden C. Covington llegaron de Brooklyn. Hazel Burford, quien cuidó del hermano Rutherford en aquellos tristes y difíciles momentos, dijo después: “Pasaron varios días con él revisando el informe anual para el Anuario y otros asuntos de organización. Después que partieron, el hermano Rutherford continuó debilitándose y, unas tres semanas después, el jueves 8 de enero de 1942, terminó fielmente su carrera terrestre”.
¿Cómo se recibió en Betel la noticia de la muerte del hermano Rutherford? “Nunca olvidaré el día en que supimos que el hermano Rutherford había muerto —recordó William A. Elrod, quien había sido miembro de la familia de Betel por nueve años—. Fue al mediodía, cuando la familia estaba reunida para el almuerzo. El anuncio fue breve. No hubo discursos. Nadie tomó el día libre para lamentarse. Más bien, volvimos a la fábrica y trabajamos con más empeño que nunca.”
Aquellos fueron tiempos sumamente difíciles para los testigos de Jehová. La guerra se convirtió en un conflicto mundial. La lucha se extendió de Europa a África, y luego a lo que se conocía como la Unión Soviética. El 7 de diciembre de 1941, solo un mes antes de la muerte del hermano Rutherford, el ataque japonés a Pearl Harbor hizo que Estados Unidos entrara en la guerra. En muchos lugares los Testigos fueron objeto de la acción violenta de chusmas y de otras formas de persecución intensa.
¿Qué sucedería a partir de entonces?
Declaran las buenas nuevas sin aflojar el paso (1942 - 1975)
‘A TODOS LOS QUE AMAN LA TEOCRACIA:
El 8 de enero de 1942 nuestro amado hermano J. F. Rutherford terminó fielmente su carrera terrestre [...]. Para él era un gozo y un consuelo ver y saber que ningún testigo del Señor sigue a hombre alguno como su Guía, sino al Rey Cristo Jesús, y que todos seguirán adelante en la obra en completa unidad de acción.’ —Carta que anunciaba la muerte del hermano Rutherford.
LA NOTICIA de la muerte del hermano Rutherford sacudió momentáneamente a los testigos de Jehová de todo el mundo. Muchos sabían que él había estado enfermo, pero no esperaban que muriera tan pronto. Les entristeció su muerte, pero estaban decididos a ‘seguir adelante en la obra’ de proclamar el Reino de Dios. No consideraban a J. F. Rutherford como su caudillo. Charles E. Wagner, quien había trabajado en la oficina con el hermano Rutherford, indicó: “Por todas partes los hermanos habían llegado a la firme convicción de que la obra de Jehová no dependía de ningún hombre”. No obstante, era necesario que alguien cumpliera con las responsabilidades que el hermano Rutherford había atendido como presidente de la Sociedad Watch Tower.
‘Nos quedaremos cerca del Señor’
El deseo sincero del hermano Rutherford era que los testigos de Jehová declararan las buenas nuevas sin aflojar el paso. Por eso, a mediados del mes de diciembre de 1941, varias semanas antes de su muerte, reunió a cuatro directores de las dos principales corporaciones legales que los testigos de Jehová utilizaban y sugirió que, tan pronto como fuera posible después de su muerte, todos los miembros de ambas juntas de directores se reunieran en una sesión conjunta para elegir un presidente y un vicepresidente.
En la tarde del 13 de enero de 1942, solo cinco días después de la muerte de Rutherford, todos los miembros de las juntas de las dos corporaciones se reunieron en el Betel de Brooklyn. Unos días antes, el vicepresidente de la Sociedad, Nathan H. Knorr, de 36 años de edad, había sugerido que buscaran encarecidamente la sabiduría divina mediante la oración y la meditación. Los miembros de las juntas reconocían que aunque el hermano que fuera elegido presidente administraría los asuntos legales de la Sociedad Watch Tower, también sería uno de los principales superintendentes de la organización. ¿Quién llenaba los requisitos espirituales necesarios para asumir la seria responsabilidad de atender la obra de Jehová? Se abrió la sesión conjunta con oración, y después de un examen cuidadoso se eligió por unanimidad al hermano Knorr como presidente de ambas corporaciones, y al hermano Hayden C. Covington, de 30 años de edad, abogado de la Sociedad, como vicepresidente.
Aquel mismo día, W. E. Van Amburgh, secretario y tesorero de la Sociedad, anunció a la familia de Betel el resultado de la elección. R. E. Abrahamson, quien estuvo presente en aquella ocasión, recordó que Van Amburgh dijo: ‘Recuerdo cuando C. T. Russell murió y fue reemplazado por J. F. Rutherford. El Señor siguió dirigiendo la obra y haciéndola prosperar. Ahora espero que esta siga adelante con Nathan H. Knorr como presidente, porque esta es la obra del Señor, y no del hombre’.
¿Cuál fue la reacción de los miembros de la familia del Betel de Brooklyn ante los resultados de la votación? Una carta conmovedora que enviaron el 14 de enero de 1942, el día después de la elección, responde: “Su cambio [el de Rutherford] no hará que aminoremos el paso en el cumplimiento de la tarea que nos ha asignado el Señor. Estamos decididos a quedarnos cerca del Señor y unos de otros, llevando con firmeza la batalla a la puerta, peleando hombro a hombro. [...] Nuestra asociación íntima con el hermano Knorr por unos veinte años [...] nos capacita para apreciar la dirección del Señor en la selección del hermano Knorr como presidente y por ella ver el cuidado amoroso que ejerce el Señor sobre Su pueblo”. Pronto se empezaron a recibir en la oficina central cartas y telegramas de apoyo procedentes de todo el mundo.
No tenían incertidumbre en cuanto a qué hacer. Se preparó un artículo especial para The Watchtower del 1 de febrero de 1942 (en español apareció en La Atalaya de junio de 1942), el mismo número que anunciaba la muerte del hermano J. F. Rutherford. Decía: “El recogimiento final por el Señor está en progreso. Que nada ni por un instante interrumpa el avance progresivo de su pueblo [...] en su servicio. [...] Ahora el retener firmemente nuestra integridad [al] Dios Todopoderoso es la cosa de TODA IMPORTANCIA”. Se instó a los testigos de Jehová a seguir declarando celosamente las buenas nuevas.
Pero el ‘retener firmemente su integridad’ a principios de los años cuarenta era un verdadero desafío. El mundo todavía estaba en guerra. Las restricciones impuestas en muchos lugares de la Tierra debido al conflicto dificultaban la predicación de los testigos de Jehová. Los arrestos y la acción de chusmas contra los Testigos no disminuían. Hayden Covington, como abogado de la Sociedad, dirigió la lucha jurídica, a veces desde su oficina en la central de Brooklyn y en otras ocasiones desde trenes mientras viajaba para atender casos judiciales. Trabajando con abogados locales, como Victor Schmidt, Grover Powell y Victor Blackwell, el hermano Covington se esforzó mucho por hacer valer los derechos constitucionales de los testigos de Jehová de predicar de casa en casa y distribuir literatura bíblica sin impedimentos por parte de los funcionarios locales.
Se da la señal de ‘seguir adelante’
A pesar del racionamiento de comestibles y gasolina a causa de la guerra, a principios de marzo de 1942 se anunciaron los preparativos para la Asamblea Teocrática del Nuevo Mundo, que se celebraría del 18 al 20 de septiembre. Para facilitar el viaje se escogieron 52 ciudades como sedes de asamblea en Estados Unidos, muchas de las cuales se conectaron por línea telefónica con Cleveland (Ohio), que era la ciudad clave. Para aquel mismo tiempo los testigos de Jehová se reunieron en otras 33 ciudades por todo el mundo. ¿Qué propósito tenía esta asamblea?
En sus palabras de introducción en la sesión de apertura, el hermano Covington, presidente del programa, declaró: ‘No nos hemos reunido para meditar sobre el pasado o sobre lo que algunos han hecho’. Entonces anunció el discurso clave, “La única luz”, basado en los capítulos 59 y 60 de Isaías, que estuvo a cargo del hermano Franz. Al referirse al mandato profético de Jehová que escribió Isaías, el orador declaró con vigor: “Aquí tenemos, pues, la señal de ‘¡Adelante!’ dada por la Suprema Autoridad a efecto de proseguir en su [obra] de testificar sin importar lo que suceda antes que el Armagedón venga”. (Isa. 6:1-12.) No era tiempo de aflojar el paso y descansar.
En el siguiente discurso del programa N. H. Knorr declaró: “Hay más trabajo que hacer; ¡mucho trabajo!”. Para ayudar a sus oyentes a responder a la señal de ‘seguir adelante’, el hermano Knorr anunció una edición de la Versión Autorizada de la Biblia (en inglés), impresa en las propias prensas de la Sociedad, con una concordancia que había sido preparada especialmente para que los testigos de Jehová la usaran en el ministerio del campo. Aquella publicación reflejaba el gran interés del hermano Knorr en la impresión y distribución de la Biblia. De hecho, después de ser elegido presidente de la Sociedad a principios de aquel año, actuó con rapidez para conseguir los derechos de impresión de esa traducción y coordinar la preparación de la concordancia y otras de sus características. En unos meses esa edición especial de la Versión Autorizada estuvo lista para ser presentada en la asamblea.
El último día de la asamblea el hermano Knorr pronunció el discurso “Paz... ¿será duradera?”. En él presentó prueba clara, basada en Revelación 17:8, de que la II Guerra Mundial, que entonces estaba en su apogeo, no conduciría al Armagedón, como algunos pensaban, sino que terminaría y entonces vendría un período de paz. Aún había trabajo que hacer respecto a proclamar el Reino de Dios. A los que estaban presentes en la asamblea se les dijo que para dar la atención debida al crecimiento que se esperaba en la organización, a partir del mes siguiente la Sociedad enviaría “siervos para los hermanos” a trabajar con las congregaciones. Estas serían visitadas cada seis meses.
“Aquella Asamblea Teocrática del Nuevo Mundo unió sólidamente a la organización de Jehová para su obra futura”, dice Marie Gibbard, quien asistió con sus padres en Dallas (Texas). Y había mucho trabajo que hacer. Los testigos de Jehová quedaron a la expectativa del período de paz que vendría. Estaban decididos a seguir adelante a pesar de la oposición y la persecución, declarando sin cesar las buenas nuevas.
Una era de más educación
Hasta entonces los Testigos habían empleado la tarjeta de testimonio y el gramófono para predicar de casa en casa; pero, ¿podría cada testigo de Jehová mejorar sus aptitudes docentes y explicar la razón de su esperanza a partir de las Escrituras? El tercer presidente de la Sociedad, N. H. Knorr, pensaba que eso se podía lograr. C. James Woodworth, cuyo padre fue por años el director de las revistas The Golden Age y Consolation, declaró: “Mientras que en el tiempo del hermano Rutherford se recalcó que ‘La religión es un lazo y un fraude’, [entonces] dio comienzo la era de la expansión mundial, y la educación —bíblica y de organización— empezó a una escala hasta entonces desconocida por el pueblo de Jehová”.
La era de educación comenzó casi inmediatamente. El 9 de febrero de 1942, aproximadamente un mes después de haber sido elegido presidente de la Sociedad N. H. Knorr, se hizo un anuncio de gran trascendencia en el Betel de Brooklyn. Se habían hecho preparativos para conducir en Betel un Curso Avanzado en el Ministerio Teocrático, que consistía en estudios que destacaban la investigación bíblica y la oratoria pública.
Para el año siguiente se habían sentado las bases para un curso similar que se conduciría en las congregaciones locales de los testigos de Jehová. En la Asamblea “Llamada a la Acción”, que se celebró a través de Estados Unidos el 17 y 18 de abril de 1943, se presentó en inglés el folleto Curso en el Ministerio Teocrático. Se instó a cada congregación a instituir la nueva escuela, y la Sociedad nombró instructores que dirigieran el curso de estudios y ofrecieran consejo edificante sobre los discursos que presentaran los estudiantes varones matriculados. Tan pronto como fue posible el curso se tradujo y empezó a funcionar en otros países.
Como resultado, oradores capacitados que habían sido preparados en esta escuela del ministerio comenzaron a participar en una campaña mundial de proclamar el mensaje del Reino mediante discursos públicos. Muchos pudieron después dar buen uso a su preparación al servir de oradores en asambleas y al atender responsabilidades de peso en la organización.
Entre los que se beneficiaron estuvo Angelo C. Manera, hijo, quien fue superintendente viajante por unos cuarenta años. Fue uno de los primeros de su congregación que se matricularon en la escuela, e indicó: “Todos los que hemos asistido a las reuniones y hemos salido al servicio del campo durante muchos años sin el beneficio de esta provisión la hemos llegado a ver como un gran paso adelante en nuestro progreso personal y en el de la organización”.
Con relación a la preparación que recibió en la escuela inaugurada en el Betel de Brooklyn en 1942, George Gangas, que entonces era traductor al griego, dijo más tarde: ‘Recuerdo la vez que presenté mi primer discurso de seis minutos. No tenía confianza en mí mismo, y por eso lo escribí. Pero, cuando me levanté para darlo, el temor al auditorio se apoderó de mí y tartamudeé y hablé entre dientes, y olvidé lo que quería decir. Entonces recurrí a leer lo que llevaba escrito. Pero me temblaban tanto las manos que veía las líneas saltando hacia arriba y hacia abajo’. Sin embargo, no se dio por vencido. Con el tiempo llegó a dar discursos en grandes asambleas e incluso es miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová.
Una escuela fundada en la fe
El 24 de septiembre de 1942 se dio otro paso adelante durante este tiempo de intensificación educativa. En una reunión conjunta de las juntas de directores de las dos corporaciones legales el hermano Knorr sugirió que la Sociedad estableciera otra escuela, y que para esto se empleara un edificio que se había construido en la Hacienda del Reino, en South Lansing (Nueva York), a 410 kilómetros al noroeste de la ciudad de Nueva York. El propósito de la escuela era preparar misioneros para que sirvieran en países extranjeros donde se necesitaban urgentemente proclamadores del Reino. Aquella sugerencia fue aprobada por unanimidad.
Albert D. Schroeder, que tenía entonces 31 años de edad, fue designado secretario general, y presidió el comité encargado de organizar la nueva escuela. Dice: “¡Cómo nos conmovió esta extraordinaria nueva asignación!”. Los instructores se pusieron a trabajar inmediatamente; solo tenían cuatro meses para preparar los cursos y las conferencias, además de organizar una biblioteca. “El curso de educación cristiana adelantada duraría 20 semanas, y el libro de texto principal era la Biblia”, explica el hermano Schroeder, quien ahora es miembro del Cuerpo Gobernante.
El lunes 1 de febrero de 1943, en un frío día de invierno, comenzó la primera clase con 100 estudiantes en el norte del estado de Nueva York. Esta era una escuela que realmente tenía como fundamento la fe. En medio de la II Guerra Mundial había muy pocos lugares en el mundo adonde enviar misioneros. Sin embargo, con absoluta confianza en que habría un período de paz durante el cual se les podría utilizar, siguió la preparación misional.
Reorganización después de la guerra
En mayo de 1945 cesaron las hostilidades en Europa. Cuatro meses después, en septiembre, acabó la lucha en el Pacífico. Había terminado la II Guerra Mundial. El 24 de octubre de 1945, poco más de tres años después que el presidente de la Sociedad presentó el discurso “Paz... ¿será duradera?”, entró en vigor la Carta Constitucional de la Organización de las Naciones Unidas.
De Europa habían estado llegando poco a poco informes de la actividad de los testigos de Jehová. Hasta un grado que asombró a los hermanos de todo el mundo, la obra de proclamar el Reino había continuado firmemente en los países europeos a pesar de la guerra. La Atalaya del 15 de octubre de 1945 informó: ‘En 1940, en Francia había 400 publicadores; ahora hay 1.100 que proclaman el Reino. [...] En 1940 había 800 publicadores en Holanda. Cuatrocientos de ellos fueron enviados a campos de concentración en Alemania. Los restantes siguieron anunciando el Reino. ¿Con qué resultados? Ahora hay 2.000 publicadores del Reino en ese país’. La puerta abierta de la libertad presentó entonces mayores oportunidades para declarar las buenas nuevas, no solo en Europa, sino en todo el mundo. Pero primero era necesaria una gran labor de reconstrucción y reorganización.
Deseosos de conocer las necesidades de los testigos de Jehová en los países asolados por la guerra, el presidente de la Sociedad y su secretario, Milton G. Henschel, efectuaron una gira por Gran Bretaña, Francia, Suiza, Bélgica, los Países Bajos y Escandinavia en noviembre de 1945 a fin de estimular a los hermanos e inspeccionar las sucursales de la Sociedad. Su objetivo era reorganizar la obra para el período de la posguerra. Se hicieron preparativos para enviar literatura, alimento y ropa a los hermanos necesitados. Se abrieron de nuevo las sucursales.
El hermano Knorr reconocía que se necesitaba una buena organización en las sucursales para mantenerse al paso con el progreso en la obra de predicar. Empleó a fondo sus aptitudes naturales de organizador para aumentar la cantidad de sucursales de la Sociedad por todo el mundo. En 1942, cuando fue elegido presidente, había veinticinco sucursales. A pesar de las proscripciones y las dificultades causadas por la II Guerra Mundial, para 1946 había sucursales en 57 países. En los siguientes treinta años, hasta 1976, el número de ellas ascendió a 97.
Capacitados para ser maestros
Los viajes internacionales que el presidente de la Sociedad realizó poco después de la guerra le ayudaron a determinar que los testigos de Jehová tenían que estar mejor capacitados para ser maestros de la Palabra de Dios. Era necesario que se impartiera más instrucción bíblica y se proveyeran instrumentos útiles para el ministerio del campo. Al principio del período de la posguerra se dio atención a aquellas necesidades.
En la Asamblea Teocrática de Naciones Alegres, celebrada en Cleveland (Ohio) del 4 al 11 de agosto de 1946, el hermano Knorr presentó el discurso “Equipado para toda buena obra”. Despertó el interés del entero auditorio con preguntas como: “¿No sería una ayuda extraordinaria el tener información sobre cada uno de los sesenta y seis libros de la Biblia? ¿No resultaría útil para el entendimiento de las Escrituras el que supiéramos quién escribió cada libro de la Biblia, cuándo y dónde?”. Todos estaban a la expectativa cuando declaró: ‘Hermanos, ¡tienen toda esa información y mucha más en el nuevo libro titulado “Equipado para toda buena obra”!’. Al anuncio siguió una salva de aplausos. La nueva publicación se utilizaría en las congregaciones como libro de texto para la escuela del ministerio.
Los testigos de Jehová no solo fueron equipados con una publicación que aumentaba su conocimiento de las Escrituras; además recibieron ayudas excelentes que podían utilizar en el servicio del campo. La asamblea de 1946 se recordará siempre porque fue allí donde se presentó el primer número de Awake! (¡Despertad!). Esta nueva revista reemplazó a la revista Consolation. También se presentó en inglés el libro “Sea Dios veraz”. Henry A. Cantwell, quien más tarde fue superintendente viajante, explica: “Por algún tiempo habíamos necesitado un libro que pudiéramos emplear con eficacia para conducir estudios bíblicos con la gente que mostraba interés, un libro que abarcara las doctrinas y verdades básicas de la Biblia. Ahora, con la presentación del libro ‘Sea Dios veraz’, teníamos precisamente lo que necesitábamos”.
Equipados con estas valiosas ayudas docentes, los testigos de Jehová esperaban que continuara la rápida expansión. Al hablar a la asamblea sobre “Los problemas de la reconstrucción y la expansión”, el hermano Knorr explicó que durante los años de la guerra mundial no se habían detenido los esfuerzos por testificar. De 1939 a 1946 aumentó en más de 110.000 la cantidad de proclamadores del Reino. La Sociedad tenía planes de agrandar la fábrica y el Hogar Betel de Brooklyn con el fin de satisfacer la creciente demanda mundial de literatura bíblica.
El esperado período de paz había llegado. La era de expansión mundial y educación bíblica adelantaba a buen paso. Los testigos de Jehová regresaron de la Asamblea Teocrática de Naciones Alegres mejor equipados para ser maestros de las buenas nuevas.
La proclamación del Reino recibe impulso
Con miras a la expansión mundial, el 6 de febrero de 1947 el presidente de la Sociedad y su secretario, Milton G. Henschel, emprendieron una gira mundial de servicio en la que recorrieron 76.916 kilómetros. En su viaje visitaron islas del Pacífico, Nueva Zelanda, Australia, el sudeste de Asia, la India, el Oriente Medio, la zona del Mediterráneo, Europa central y oriental, Escandinavia, Inglaterra y Terranova. Esta era la primera vez desde 1933 que representantes de la oficina central de la Sociedad en Brooklyn habían podido visitar a sus hermanos de Alemania. Los testigos de Jehová de todo el mundo pudieron seguir el viaje de los dos representantes a medida que se publicaban informes del mismo en La Atalaya.
“Era la primera oportunidad que teníamos de conocer a los hermanos de Asia y de otros lugares, y de enterarnos de sus necesidades —explica el hermano Henschel, quien ahora es miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová—. Pensábamos enviar misioneros, de modo que teníamos que saber en qué condiciones vivirían y lo que iban a necesitar.” Después de aquella gira, un flujo continuo de misioneros preparados en Galaad llegó a países extranjeros para llevar la delantera en la obra de proclamar el Reino. Los resultados fueron impresionantes. En los siguientes cinco años (1947-1952) el número de predicadores del Reino aumentó por todo el mundo a más del doble, de 207.552 a 456.265.
El aumento de la teocracia
El 25 de junio de 1950 los ejércitos de la República Popular Democrática de Corea invadieron la República de Corea que está al sur. Con el tiempo, soldados de otros dieciséis países participaron en el conflicto. Pero mientras la guerra enfrentaba a las principales naciones del mundo, los testigos de Jehová se preparaban para una asamblea internacional que iba a demostrar no solo la unidad mundial de que disfrutaban, sino también que Jehová los estaba bendiciendo con aumento. (Isa. 60:22.)
La Asamblea Aumento de la Teocracia se celebraría del 30 de julio al 6 de agosto de 1950. Sería con mucho, la mayor asamblea que los testigos de Jehová habrían celebrado hasta entonces en un solo lugar. Unos 10.000 representantes extranjeros de Europa, África, Asia, Latinoamérica y las islas del Pacífico —67 diferentes países en total— llegaron al Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York. La concurrencia máxima para el discurso público sobrepasó las 123.000 personas —en comparación con la asistencia máxima de unas 80.000 a la Asamblea Teocrática de Naciones Alegres celebrada solo cuatro años antes—, y fue en sí misma una prueba sobresaliente de aumento.
Un factor importante para el aumento de los testigos de Jehová ha sido la impresión y distribución de la Palabra de Dios. Un suceso que hizo historia a este respecto tuvo lugar el 2 de agosto de 1950, cuando el hermano Knorr anunció que se acababa de publicar en inglés moderno la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas. Algo que emocionó a los asambleístas fue saber que esta traducción volvió a poner el nombre de Jehová en el lugar que le correspondía en el texto principal, unas 237 veces, desde Mateo hasta Revelación. Al concluir su discurso el orador hizo este emocionante llamamiento: “Tomen esta traducción. Léanla toda. Estúdienla, pues les ayudará a mejorar su comprensión de la Palabra de Dios. Distribúyanla a otras personas”. Durante la década siguiente se publicarían otras porciones, de modo que con el tiempo los testigos de Jehová tendrían una traducción de toda la Biblia exacta y fácil de leer, que podrían ofrecer con entusiasmo a otras personas.
Se invitó a los presentes a que antes de partir visitaran los nuevos edificios de Betel, ubicados en el 124 de la calle Columbia Heights, y las instalaciones de la imprenta, en el 117 de la calle Adams, que habían sido objeto de una extensa ampliación. Construidas con el apoyo financiero de los Testigos de todo el mundo, estas nuevas instalaciones completaban el inmenso programa de expansión que se había anunciado y aprobado con entusiasmo en la asamblea de Cleveland en 1946. Poco se imaginaban los testigos de Jehová cuánta expansión habría aún, no solo en Brooklyn, sino en todo el mundo. Se necesitarían más y mayores imprentas para satisfacer las necesidades de los publicadores del Reino cuyo número aumentaba constantemente.
Se intensifica la preparación para el ministerio de casa en casa
En la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo”, celebrada en la ciudad de Nueva York del 19 al 26 de julio de 1953, se proveyeron nuevas publicaciones para los testigos de Jehová mismos y para que las emplearan especialmente al proclamar el Reino de casa en casa. Por ejemplo, los 125.040 presentes el lunes 20 de julio recibieron con un ensordecedor aplauso la presentación del libro “Asegúrense de todas las cosas”. Este libro de tamaño de bolsillo tenía 416 páginas y era muy útil para el servicio del campo, pues contenía más de 4.500 textos bíblicos presentados bajo 70 temas principales. Los testigos de Jehová tenían ahora a su disposición respuestas bíblicas para las preguntas que la gente les presentaba mientras predicaban de casa en casa.
El miércoles por la mañana, durante el discurso “El principal trabajo de todos los siervos”, el hermano Knorr anunció lo que sería un paso más en la educación continua de los testigos de Jehová, es decir, un extenso programa de preparación para predicar de casa en casa que se pondría en vigor en todas las congregaciones. Se pidió a los publicadores de experiencia que ayudaran a los menos experimentados a ser proclamadores más eficientes y regulares del Reino. Este programa de gran alcance empezó el 1 de septiembre de 1953. Jesse L. Cantwell, un superintendente viajante que participó en aquella labor, hizo notar lo siguiente: “Este programa en realidad hizo más eficientes a los publicadores”.
En los meses que siguieron a julio de 1953 se celebraron asambleas en los cinco continentes, que fueron una extensión de la que se celebró aquel mes, con versiones del mismo programa adaptadas a las necesidades locales. De esa manera, se inició el programa intensificado de instrucción para el ministerio de casa en casa en las congregaciones de los testigos de Jehová de todo el mundo. Ese año se alcanzó un máximo de 519.982 proclamadores del Reino.
Se satisfacen las necesidades de la expansión mundial
A mediados de los años cincuenta se dieron otros pasos para atender el rápido crecimiento de la organización. Por más de una década N. H. Knorr había viajado por todo el mundo e inspeccionado el funcionamiento de las sucursales. Aquellos viajes ayudaron mucho a proveer la supervisión adecuada de la obra en cada país y a fortalecer la unidad mundial de los testigos de Jehová. El hermano Knorr amaba profundamente a los misioneros y a los hermanos que servían en las sucursales de todo el mundo. Dondequiera que iba sacaba tiempo para hablar con ellos sobre sus problemas y sus necesidades y para animarlos en su ministerio. Pero en 1955 había 77 sucursales de la Sociedad Watch Tower y 1.814 misioneros educados en Galaad que servían en 100 diferentes países. Al percibir que aquello era más de lo que él podía atender por sí mismo, el hermano Knorr se encargó de que otros participaran también en esta importante obra de visitar las sucursales y los hogares misionales.
La Tierra fue dividida en diez zonas, cada una de las cuales abarcaba algunas sucursales de la Sociedad. Se nombró para que fueran siervos de zona (conocidos ahora como superintendentes de zona) a hermanos capacitados de las oficinas de Brooklyn y a superintendentes de sucursal experimentados, a los que el hermano Knorr preparó para efectuar esta labor. El 1 de enero de 1956 el primer siervo de zona inauguró este nuevo servicio de visitar las sucursales. En 1992, más de treinta hermanos, entre ellos miembros del Cuerpo Gobernante, servían de superintendentes de zona.
Educación en la voluntad divina
En el verano de 1958 se perfilaba la amenaza de guerra en el Oriente Medio. A pesar de la tensión en las relaciones internacionales, los testigos de Jehová hicieron planes para reunirse en una asamblea internacional que los educaría aún más con relación a la voluntad divina. Aquella asamblea también resultaría ser la mayor que se había celebrado en una sola ciudad.
Un máximo de 253.922 representantes de 123 países acudieron al Estadio Yanqui y al Polo Grounds de la ciudad de Nueva York para la Asamblea Internacional “Voluntad Divina”, que se celebró del 27 de julio al 3 de agosto. El periódico Daily News de Nueva York del 26 de julio de 1958 decía: “A raudales los testigos de Jehová llenan los estadios. [...] Ocho trenes especiales, 500 autobuses alquilados y 18.000 automóviles, además de dos barcos y 65 aviones fletados, se han empleado para traer a los miembros”.
Los misioneros preparados en la Escuela de Galaad habían informado a la oficina central de la Sociedad lo difícil que se les hacía enseñar la verdad bíblica a los que no estaban familiarizados con las creencias y las doctrinas de las iglesias de la cristiandad. ¡Si solo pudieran tener una publicación que presentara las verdaderas enseñanzas de la Biblia y que a su vez fuera fácil de leer y entender! Para deleite de los 145.488 presentes el jueves 31 de julio por la tarde, el hermano Knorr anunció el nuevo libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.
El hermano Knorr instó a todos a usar el nuevo libro en el ministerio del campo. También sugirió a los padres que lo usaran al enseñar a sus hijos la verdad bíblica. Muchos padres tomaron a pecho aquella sugerencia. Grace A. Estep, una maestra de escuela que se crió en un pueblecito cerca de Pittsburgh (Pensilvania), señaló que ‘una generación entera de niños había crecido hojeando el libro Paraíso, llevándolo consigo a las reuniones, compartiéndolo con sus amiguitos y relatando, incluso mucho antes de haber aprendido a leer, series enteras de historias bíblicas con solo ver las ilustraciones’.
También se proveyó alimento sólido para estudiantes adelantados de la Palabra de Dios. Al concluir su emocionante discurso “Cúmplase tu voluntad”, el hermano Knorr entusiasmó al auditorio cuando presentó el nuevo libro titulado “Hágase tu voluntad en la Tierra”. Esta nueva publicación, que contenía un estudio detallado del libro de Daniel, mostró a sus lectores cómo se ha efectuado y se efectúa actualmente la voluntad divina. El orador declaró: “¡Disfrutarán muchísimo de este libro!”. El ensordecedor aplauso de los 175.441 presentes sirvió para expresar el regocijo que sentían por recibir aquel nuevo instrumento que les permitiría apreciar mejor la voluntad de Dios.
En sus comentarios de conclusión el hermano Knorr anunció otros programas especiales de educación que beneficiarían a la organización mundial. “La obra educativa no está en decadencia —declaró Knorr—; más bien, adelanta.” Mencionó los planes que había para adiestrar en Brooklyn a los superintendentes de todas las sucursales de la Sociedad mediante un curso de diez meses. Además, en muchos países alrededor del mundo habría cursos de un mes para capacitar mejor a los superintendentes viajantes y a los que supervisaban las congregaciones. ¿Qué propósito tenía toda esta educación? “Queremos alcanzar niveles más altos de comprensión —explicó— para entender mejor los pensamientos de Jehová, tal como él los ha expresado en su Palabra.”
Inmediatamente comenzó la preparación de los cursos de estudio para estos programas educativos. Siete meses más tarde, el 9 de marzo de 1959, empezó la primera clase de una nueva escuela, la Escuela del Ministerio del Reino, en South Lansing (Nueva York), donde había comenzado la Escuela de Galaad. De allí pronto se extendió a todo el mundo, pues la nueva escuela se utilizó para preparar a los superintendentes de las congregaciones.
Fortalecidos para ‘estar firmes en la fe’
Durante los años sesenta una marejada de cambios religiosos y sociales azotó a la sociedad humana. Algunos clérigos calificaron de míticas o anticuadas ciertas porciones de la Biblia. Se popularizó la ideología de que “Dios está muerto”. La humanidad se hundió más y más en el cenagal de la inmoralidad sexual. Mediante La Atalaya, otras publicaciones y programas de asambleas, se fortaleció al pueblo de Jehová para que ‘estuviera firme en la fe’ durante aquella turbulenta década. (1 Cor. 16:13.)
En una serie de asambleas celebradas alrededor del mundo en 1963, el discurso “El libro de ‘buenas nuevas eternas’ es provechoso” defendió a la Biblia del ataque furioso de los críticos. “Los críticos de la Biblia no tienen que señalar que este libro fue escrito por hombres —explicó el orador—. La Biblia misma nos informa de esto con toda honradez. Pero lo que hace que este libro difiera de todo otro libro escrito por hombres es que la Santa Biblia es ‘inspirada de Dios’.” (2 Tim. 3:16, 17.) Aquel animador discurso llevó a la presentación del libro “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”. En la nueva publicación había un análisis de cada libro de la Biblia, que incluía datos sobre quién lo escribió, cuándo y dónde, y daba prueba de su autenticidad. Continuaba con un resumen del libro bíblico, al que seguía una sección titulada “Por qué es provechoso”, que mostraba por qué ese libro bíblico en particular le era muy valioso al lector. Casi treinta años después de haberse presentado esta publicación, todavía se emplea como libro de texto en la Escuela del Ministerio Teocrático y ha sido un instrumento muy valioso en el programa de educación continua de los testigos de Jehová.
La revolución sexual de los años sesenta afectó también a los testigos de Jehová. De hecho, durante aquellos años varios miles de ellos —una parte pequeña de la cantidad total— tuvieron que ser expulsados, en la mayoría de los casos, por inmoralidad sexual. Por eso, con buena razón el pueblo de Jehová recibió consejo directo en una serie de asambleas de distrito celebradas en 1964. Lyle Reusch, superintendente viajante natural de Saskatchewan (Canadá), recuerda el discurso “Manteniendo pura y casta la organización de siervos públicos”. Reusch dijo: “En un discurso sencillo y con un lenguaje franco y preciso se explicó con claridad todo lo relativo a las cuestiones morales”.
En español la información del discurso se publicó en La Atalaya del 15 de mayo de 1965. Entre otras cosas, dijo: “Muchachas, no se hagan ustedes una toalla sucia para uso público, disponible para las manos sucias de cualquier tratante con rameras, cualquier ‘perro’ simbólico”. (Compárese con Revelación 22:15.)
Aquel consejo franco tenía el fin de ayudar a los testigos de Jehová como pueblo a mantenerse en una condición moral limpia, listos para seguir proclamando el mensaje del Reino. (Compárese con Romanos 2:21-23.)
“Díganos, ¿qué significa esto de 1975?”
Por mucho tiempo los Testigos habían compartido la creencia de que al cumplirse seis mil años de historia humana comenzaría el Reinado Milenario de Cristo. Pero ¿cuándo terminarían los seis mil años de existencia humana? El libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios, presentado en una serie de asambleas de distrito celebradas en 1966, señalaba al año 1975. En aquella asamblea, mientras los hermanos examinaban su contenido, el nuevo libro provocó muchos comentarios en cuanto a 1975.
En la asamblea que se celebró en Baltimore (Maryland), F. W. Franz presentó el discurso de conclusión. Comenzó diciendo: “Precisamente antes de subir a la plataforma un joven vino a verme y dijo: ‘Díganos, ¿qué significa esto de 1975?’”. El hermano Franz entonces se refirió a las muchas preguntas que habían surgido en cuanto a si la información del nuevo libro significaba que para 1975 habría terminado el Armagedón y Satanás habría sido atado. En esencia dijo: ‘Pudiera ser. Pero eso no es lo que decimos. Para Dios todo es posible. Pero eso no es lo que decimos. Y que ninguno de ustedes diga algo específico sobre lo que va a suceder de aquí a 1975. Pero el punto importante, estimados hermanos, es este: El tiempo es corto. El tiempo se está acabando, y no hay duda de ello’.
En los años que siguieron a 1966 muchos testigos de Jehová obraron en armonía con el espíritu de aquel consejo. Sin embargo, se publicaron otras declaraciones sobre esta cuestión, y algunas fueron probablemente más categóricas de lo recomendable. Se reconoció este hecho en La Atalaya del 15 de septiembre de 1980 (página 17). Pero también se advirtió a los testigos de Jehová que se concentraran principalmente en hacer la voluntad de Jehová y no se preocuparan mucho por las fechas ni estuvieran a la expectativa de una salvación inminente.
Una ayuda para acelerar la obra
A fines de los años sesenta, los testigos de Jehová declaraban las buenas nuevas con un sentido de expectación y de urgencia. Durante 1968 la cantidad de publicadores del Reino había aumentado a 1.221.504 en 203 países. Sin embargo, no era raro que algunas personas estudiaran la Biblia por años sin empezar a poner en práctica lo que aprendían. ¿Habría algún medio de acelerar la obra de hacer discípulos?
La respuesta llegó en 1968 cuando se presentó una nueva ayuda para el estudio de la Biblia, La verdad que lleva a vida eterna. Este libro de 192 páginas y de tamaño de bolsillo se preparó teniendo en cuenta a las personas recién interesadas en la verdad. Contenía veintidós atrayentes capítulos que trataban asuntos como “Lo sabio de examinar uno su religión”, “Por qué envejecemos y morimos”, “¿Dónde están los muertos?”, “¿Por qué ha permitido Dios la iniquidad hasta nuestro día?”, “Cómo identificar la religión verdadera” y “Edificando una vida de familia feliz”. El libro La verdad se preparó con el fin de animar al estudiante de la Biblia a razonar sobre la información que se analizaba y a aplicarla en su propia vida.
Este nuevo libro se emplearía en un programa de estudio de la Biblia que duraría seis meses. El Ministerio del Reino (para Estados Unidos) de noviembre de 1968 explicó cómo funcionaría el nuevo programa de estudio: “Sería bueno tratar de estudiar un capítulo entero del libro ‘La verdad’ cada semana, aunque esto quizás no sea posible con todo amo de casa ni con todos los capítulos del libro. [...] Si al fin de seis meses de estudio intenso y de esfuerzos concienzudos por conseguir que vayan a las reuniones todavía no se asocian con la congregación, entonces puede que sea mejor usar su tiempo para estudiar con alguna otra persona que realmente quiera aprender la verdad y progresar. ¡Tenga como meta el presentar las buenas nuevas en los estudios de la Biblia de tal modo que las personas interesadas actúen dentro de seis meses!”.
¡Y la gente actuó! En poco tiempo el programa de estudiar la Biblia en seis meses resultó ser un éxito rotundo. En los siguientes tres años de servicio, desde el 1 de septiembre de 1968 hasta el 31 de agosto de 1971, se bautizaron 434.906 personas, más del doble de las que se habían bautizado durante los tres años de servicio anteriores. Puesto que llegaron en un tiempo de expectación y de urgencia para los testigos de Jehová, el libro La verdad y la campaña de estudiar la Biblia en seis meses ayudaron muchísimo a acelerar la obra de hacer discípulos. (Mat. 28:19, 20.)
“Tiene que surtir efecto; procede de Jehová”
Por muchos años las congregaciones de los testigos de Jehová estuvieron organizadas de modo que un hombre capacitado espiritualmente recibía de la Sociedad el nombramiento de siervo de congregación, o “superintendente”, y le ayudaban otros “siervos” nombrados. (1 Tim. 3:1-10, 12, 13.) Estos hombres habían de servir al rebaño, no gobernarlo. (1 Ped. 5:1-4.) Pero ¿podrían las congregaciones conformarse más de lleno a la estructura de las congregaciones cristianas del siglo primero?
En 1971, en una serie de asambleas celebradas por todo el mundo, se presentó el discurso “La organización teocrática en medio de las democracias y el comunismo”. El 2 de julio, F. W. Franz presentó el discurso en el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York. En el discurso indicó que cuando en las congregaciones del siglo primero había suficientes hombres capacitados, estas tenían más de un superintendente. (Fili. 1:1.) “El grupo de superintendentes de congregación —declaró— componía un cuerpo o ‘grupo de hombres de mayor edad’ [...] Los miembros de tal ‘grupo [o asamblea] de hombres de mayor edad’ eran todos iguales, [tenían] la misma posición oficial, y ninguno de ellos era el más importante, el más prominente, el más poderoso miembro de la congregación.” (1 Tim. 4:14.) Aquel discurso verdaderamente conmovió a toda la asamblea. ¿Qué efecto tendría aquella información en las congregaciones de los testigos de Jehová en todo el mundo?
La respuesta se recibió dos días después, durante el discurso de conclusión presentado por N. H. Knorr. A partir del 1 de octubre de 1972 entrarían en vigor por todo el mundo modificaciones en la supervisión de las congregaciones. Ya no habría un solo siervo de congregación, o superintendente. Pero en los meses anteriores al 1 de octubre de 1972, hombres responsables y maduros de cada congregación recomendarían los nombres de los que formarían el cuerpo de ancianos (y los de aquellos que servirían de siervos ministeriales) para que la Sociedad los nombrara. Se nombraría presidente a un anciano, pero todos los ancianos tendrían igual autoridad y compartirían la responsabilidad de tomar las decisiones. “Estos ajustes de organización —explicó el hermano Knorr— ayudarán a poner [el funcionamiento] de las congregaciones en más estrecha conformidad con la Palabra de Dios, y con seguridad eso resultará en mayores bendiciones de Jehová.”
¿Cómo recibieron los asambleístas esta información sobre los cambios en la organización? Un superintendente viajante dijo: “Tiene que surtir efecto; procede de Jehová”. Otro Testigo que tenía muchos años de experiencia añadió: “Será un estímulo para que todos los hombres maduros asuman responsabilidad”. Sí, todo hombre capacitado podía esforzarse ahora y ser nombrado para el “puesto de superintendente”. (1 Tim. 3:1.) De esa manera un mayor número de hermanos podría adquirir experiencia valiosa en cuanto a atender responsabilidades de congregación. Aunque ninguno se dio cuenta de ello al principio, se necesitaría a todos estos hombres para pastorear a la gran cantidad de nuevos que entrarían en los años futuros.
La información que se presentó en la asamblea también ayudó a aclarar algunas cuestiones y a efectuar cambios que afectaban al Cuerpo Gobernante. El 6 de septiembre de 1971 se decidió que la presidencia del Cuerpo Gobernante rotaría entre sus miembros, siguiendo el orden alfabético. Varias semanas después, el 1 de octubre de 1971, F. W. Franz fue nombrado presidente del Cuerpo Gobernante por un año.
El año siguiente, en septiembre de 1972, tuvo lugar el primer cambio de responsabilidades en las congregaciones, y para el 1 de octubre ya se había completado la rotación en la mayoría de estas. En los siguientes tres años los testigos de Jehová experimentaron un crecimiento asombroso, pues más de 750.000 personas se bautizaron durante aquel espacio de tiempo. Pero ahora se acercaba el otoño de 1975. Si no se realizaban todas las expectativas relacionadas con 1975, ¿cómo afectaría esto su celo por la predicación que se efectuaba por todo el mundo así como su unidad mundial?
Además, por décadas Nathan H. Knorr, un hombre de personalidad dinámica y sobresaliente aptitud como organizador, había desempeñado un papel clave en el adelanto de la educación dentro de la organización y en hacer que la Biblia llegara a manos de la gente y se le ayudara a comprenderla. ¿Qué efecto tendría en estos objetivos el que a partir de entonces hubiera una supervisión más estrecha por parte del Cuerpo Gobernante?
La palabra de Jehová sigue moviéndose rápidamente (1976 - 1992)
“Finalmente, hermanos, ocúpense en orar por nosotros, para que la palabra de Jehová siga moviéndose rápidamente [o, ‘esté corriendo’, “Kingdom Interlinear”] y siendo glorificada así como lo es de hecho entre ustedes.” (2 Tes. 3:1.)
CON estas palabras el apóstol Pablo pidió a sus compañeros de creencia de Tesalónica que oraran para que él y sus colaboradores pudieran proclamar la palabra de Jehová sin estorbos. Jehová contestó aquella oración. Pero eso no quiso decir que el apóstol no tuviera que afrontar ciertos problemas. Se encaró con la intensa oposición del mundo y tuvo que tratar con hermanos falsos que obraban engañosamente. (2 Cor. 11:23-27; Gál. 2:4, 5.) A pesar de todo, unos diez años más tarde Pablo pudo escribir que como resultado de la bendición de Dios las buenas nuevas ‘llevaban fruto y aumentaban en todo el mundo’. (Col. 1:6.)
De modo similar, en nuestro tiempo —pero en escala nunca vista— las buenas nuevas producen fruto. Hoy se está llegando a más personas con las buenas nuevas del Reino que nunca antes, y un mayor número de ellas está aceptando el mensaje. El cumplimiento de lo que predijo la Palabra de Dios adelanta con rapidez, como un corredor en una carrera. (Isa. 60:22.)
Reajustes de organización
Para 1976, el hermano Knorr había trabajado diligentemente por más de tres décadas en la presidencia de la Sociedad Watch Tower. Varias veces había viajado alrededor del mundo para visitar y animar a los misioneros, y enseñar e instruir al personal de las sucursales. Tuvo el privilegio de ver aumentar el número de Testigos activos de 117.209 en 1942 a 2.248.390 en 1976.
Pero en el verano de 1976 el hermano Knorr, que entonces tenía 71 años, notó que tendía a tropezar con los objetos que le rodeaban. Exámenes posteriores revelaron que tenía un tumor cerebral inoperable. Durante varios meses luchó por seguir llevando su carga de trabajo, pero su condición física no le favorecía. ¿Se vería afectado el progreso de la obra a causa de su mal estado de salud?
En 1971 se había empezado a aumentar la cantidad de miembros del Cuerpo Gobernante. En 1975 constaba de diecisiete miembros. Durante la mayor parte de aquel año el Cuerpo Gobernante había considerado detenidamente, y con oración, cómo atender mejor todo lo relacionado con la obra mundial de predicar y enseñar que la Palabra de Dios delinea para nuestro día. (Mat. 28:19, 20.) El 4 de diciembre de 1975 el Cuerpo Gobernante aprobó por unanimidad uno de los reajustes de organización más significativos de la historia moderna de los testigos de Jehová.
Desde el 1 de enero de 1976 todas las actividades de la Sociedad Watch Tower y de las congregaciones de los testigos de Jehová alrededor del mundo se pusieron bajo la supervisión de seis comités administrativos del Cuerpo Gobernante. En armonía con esta medida, el 1 de febrero de 1976 se hicieron cambios en las sucursales de la Sociedad por toda la Tierra. Ninguna de ellas estaba ya bajo la supervisión de un solo superintendente de sucursal; más bien, tres o más hermanos maduros formaban un Comité de Sucursal, y uno de sus miembros era el coordinador permanente. Después que los comités funcionaron por varios meses, el Cuerpo Gobernante dijo: “Ha resultado provechoso el que haya varios hermanos [reunidos] en consejo para [atender] los intereses de la obra del Reino.—Pro. 11:14; 15:22; 24:6”.
En el otoño de 1976, a pesar de su mala salud, el hermano Knorr participó en dar instrucción en las reuniones que se celebraron en la oficina central con miembros de los comités de las sucursales y otros representantes de estas que vinieron de todo el mundo. Además de participar en las reuniones durante el día, el hermano Knorr invitaba a grupitos de aquellos hermanos para pasar un rato de esparcimiento en su habitación por las noches. De ese modo él y su esposa Audrey disfrutaron de asociación con los hombres que lo conocían y lo amaban, y con quienes había estado en estrecha relación por años. Después de aquellas reuniones en la central su salud empeoró hasta su muerte el 8 de junio de 1977.
El 22 de junio de 1977, dos semanas después de morir el hermano Knorr, Frederick W. Franz, de 83 años, fue elegido presidente de la Sociedad Watch Tower. Con relación al hermano Franz, La Atalaya del 15 de agosto de 1977 declaró: “Su reputación sobresaliente como eminente docto bíblico y su obra incansable a favor de los intereses del Reino le han ganado la confianza y el apoyo leal de los testigos de Jehová por todas partes”.
Para esa época de transición ya funcionaban nuevos procedimientos de organización que aseguraban el adelanto de la obra.
Literatura bíblica para satisfacer las necesidades espirituales
Antes de 1976 los testigos de Jehová disfrutaban de una buena alimentación espiritual. No obstante, según revela un examen de lo que ha sucedido desde entonces, las aguas de la verdad han fluido con mayor abundancia y diversificación bajo la dirección del Cuerpo Gobernante y de su Comité de Redacción.
Muchas de las publicaciones han satisfecho las necesidades específicas de los propios Testigos. Se ha manifestado interés especial en los jóvenes. Para ayudarles a aplicar los principios bíblicos a las situaciones de la vida, en 1976 se publicó el libro Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera, y en 1989 la obra Lo que los jóvenes preguntan.—Respuestas prácticas. En 1978 salió a la luz la publicación ilustrada Mi libro de historias bíblicas, pensada para los niños. Aquel mismo año se publicaron consejo y guía prácticos, fortalecedores para las familias, en el libro Cómo lograr felicidad en su vida familiar.
A veces se han atendido las necesidades específicas del pueblo de Jehová mediante consejo oportuno en las páginas de La Atalaya. Por ejemplo, el informe mundial de la actividad de los testigos de Jehová para 1977/1978 reflejó una disminución en el número de los que predicaban. ¿Se debió la disminución, en parte, a las esperanzas no realizadas con relación a 1975? Era posible. Pero otros factores tuvieron su influencia. ¿Qué se podría hacer?
El Cuerpo Gobernante dio pasos para que se fortaleciera la convicción de los testigos de Jehová de que había que seguir proclamando celosamente el Reino de casa en casa. La Atalaya del 1 de diciembre de 1979 presentó los artículos “Celo por la casa de Jehová”, “Predicando en un mundo desaforado”, “Predicaron de casa en casa” y “Lo que otros han dicho sobre testificar de casa en casa”. Estos y otros artículos recalcaron que el predicar de casa en casa tiene sólida base bíblica, e instaron a participar en esta importante actividad con celo y de toda alma. (Hech. 20:20; Col. 3:23.)
Otro problema también requirió atención. Para 1980, varias personas que por algunos años habían sido miembros activos de los testigos de Jehová, incluso algunas que habían ocupado puestos prominentes en la organización, por diversos medios habían estado causando división y oponiéndose a la obra de los Testigos. Para fortalecer al pueblo de Jehová contra esa influencia apóstata, La Atalaya publicó artículos como “Permanezcan ‘sólidos en la fe’” (1 de agosto de 1980), “Introduciendo silenciosamente sectas destructivas” (1 de febrero de 1984) y “¡Rechace la apostasía y adhiérase a la verdad!” (1 de octubre de 1983), mientras que el libro “Venga tu reino” (1981), enfatizó la realidad de que el Reino está muy cerca, pues se estableció en los cielos en 1914. El Cuerpo Gobernante no permitió que los esfuerzos de los opositores distrajeran su atención del objetivo principal de los testigos de Jehová, a saber, la proclamación del Reino de Dios.
Sin embargo, ¿cómo se atendió la necesidad de los testigos de Jehová de seguir ampliando su conocimiento de las verdades bíblicas? En 1984 se presentó en inglés una edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo con extensas referencias marginales, notas y apéndices que resultaba muy útil para el estudio concienzudo de la Biblia. En 1988 el pueblo de Jehová se alegró de recibir un comentario actualizado, versículo por versículo, sobre Revelación, en el libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, además se presentó en inglés la enciclopedia bíblica en dos volúmenes Perspicacia para comprender las Escrituras. Después, en 1991 se publicó el libro de hermosas ilustraciones El hombre más grande de todos los tiempos, un estudio cabal sobre la vida y las enseñanzas de Jesucristo.
Pero ¿qué se hizo en cuanto a las necesidades de los que no son testigos de Jehová? En 1982 se presentó el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, útil para enseñar a los recién interesados en la verdad. Se preparó con el fin de ayudar al estudiante de la Biblia a satisfacer los requisitos de Jehová para la vida en un paraíso terrenal. Para beneficio de los que quizás tengan preguntas sobre el origen y el propósito de la vida en la Tierra, en 1985 se publicó el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? A este le siguió, en 1989, el libro La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?, una publicación que fortalece la fe.
También se dio atención a personas humildes que tal vez necesitaran ayuda especial debido a sus antecedentes culturales o religiosos. Para enseñar la verdad del Reino de Jehová a los analfabetos o a los que no pueden leer bien, en 1982 se presentó el folleto de 32 páginas ¡Disfrute para siempre de la vida en la Tierra! Para 1992 se habían impreso más de 76.000.000 de ejemplares, y se distribuía en 200 idiomas por todo el mundo, de modo que este folleto es la publicación que la Sociedad Watch Tower ha traducido en más idiomas.
En 1983 se prepararon tres folletos con el fin especial de ayudar a musulmanes, budistas e hindúes. Para poder llegar a personas de estos y otros antecedentes religiosos, es bueno conocer algo de su religión: sus enseñanzas y su historia. Con este propósito se presentó en 1990 el libro El hombre en busca de Dios.
El Cuerpo Gobernante estaba muy interesado en que el mensaje del Reino llegara a la mayor cantidad posible de personas, personas “de todas las naciones y tribus [...] y lenguas”. (Rev. 7:9.) Con ese fin se dispuso la traducción de literatura en muchos otros idiomas. Por ejemplo, desde 1976 hasta 1992 hubo un aumento del 42% aproximadamente en la cantidad de idiomas en que se imprimía La Atalaya. En octubre de 1992 se traducía a 111 idiomas. Para que la información se tradujera con rapidez, ese mismo año más de 800 traductores participaban en esta labor por todo el mundo.
Se enriquecen y diversifican los programas docentes
Bajo la dirección del Cuerpo Gobernante y de su Comité de Enseñanza se enriquecieron e hicieron más variados los programas de instrucción para el personal de la central y de las familias de Betel en las sucursales de todo el mundo. Además de la lectura de la Biblia y del Anuario como parte del programa de la adoración matutina, se introdujo un análisis profundo de la porción de la Biblia que se había leído la semana anterior con una aplicación para los que servían en Betel. También se introdujeron informes regulares de diferentes departamentos de Betel, así como informes más frecuentes de superintendentes de zona.
Se prepararon y pusieron en función otros programas educativos en beneficio de los que tienen responsabilidades adicionales en la organización. En 1977 se preparó para los ancianos un curso de quince horas de la Escuela del Ministerio del Reino. (Hech. 20:28.) Desde entonces, cada cierto número de años se han organizado sesiones similares de diversa duración; y comenzando en 1984 los siervos ministeriales también han recibido preparación en la Escuela del Ministerio del Reino. En diciembre de 1977 comenzó en Brooklyn un curso especial de cinco semanas preparado especialmente para miembros de los comités de las sucursales.
También se manifestó un interés especial por los que se gastaban en el ministerio de tiempo completo al servir de precursores. En diciembre de 1977 comenzó a funcionar en Estados Unidos la Escuela del Servicio de Precursor, un curso de dos semanas para preparar a ministros precursores, y con el tiempo entró en funcionamiento por toda la Tierra. Durante los siguientes catorce años la cantidad de precursores aumentó más de cinco veces, ¡de 115.389 a 605.610!
En el otoño de 1987 se inauguró otra nueva escuela, la Escuela de Entrenamiento Ministerial. Se estableció para preparar a hermanos solteros capacitados que tuvieran experiencia como ancianos o siervos ministeriales y que estuvieran dispuestos a servir donde se necesitara su ayuda en el campo mundial. Para 1992 se habían conducido clases en Alemania, Australia, Austria, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, México, Nigeria y Suecia. El resultado no ha sido una clase de individuos que se consideran superiores a los demás de la congregación, sino más bien un aumento en la cantidad de hombres bien capacitados para servir a sus hermanos.
Para dar más expansión a la obra mundial de educación bíblica se programaron asambleas internacionales en ciudades estratégicas, algunas en países donde los testigos de Jehová habían estado proscritos. Esas asambleas fortalecieron a los hermanos de aquellas zonas y dieron más ímpetu a la predicación de las buenas nuevas en esos países.
Instalaciones para atender el crecimiento
Como la palabra de Jehová seguía moviéndose rápidamente, se tuvieron que hacer cambios impresionantes en los campos de la construcción y la impresión, campos que son supervisados por el Cuerpo Gobernante y su Comité de Publicación.
Testigos con experiencia en la construcción ofrecieron voluntariamente sus servicios, y se coordinaron sus esfuerzos para construir edificios e instalaciones nuevos y más grandes por todo el mundo. De 1976 a 1992 se construyeron en unos sesenta países sucursales completamente nuevas. Además, en treinta países se emprendieron proyectos para agrandar los edificios ya existentes. El método que se siguió —usar voluntarios de muchas congregaciones y a veces de países extranjeros— fortaleció los lazos de amor y unidad entre el pueblo de Jehová.
Puesto que cada vez era más urgente el que la Sociedad imprimiera publicaciones en diversos idiomas, Testigos con experiencia en el campo de los ordenadores idearon un sistema computarizado de preimpresión llamado MEPS (siglas en inglés para Sistema Electrónico de Fotocomposición Plurilingüe). El proyecto se completó en 1986. Como resultado de esto, para 1992 La Atalaya se imprimía simultáneamente en 66 idiomas. Gracias a ello, la gran mayoría de los testigos de Jehová pudieron recibir el mismo alimento espiritual al mismo tiempo.
Al continuar la expansión de las instalaciones de la Sociedad Watch Tower se necesitaron más voluntarios tanto en la central de Brooklyn como en las sucursales alrededor del mundo. De 1976 a 1992 el tamaño de la familia internacional de Betel se triplicó, de unos 4.000 miembros a más de 12.900 que sirven por toda la Tierra. El Cuerpo Gobernante y su Comité de Personal han atendido las necesidades personales y espirituales de este gran ejército de voluntarios que trabaja de tiempo completo.
Atención a las congregaciones y a la evangelización
Como la palabra de Jehová seguía en rápido movimiento, el Cuerpo Gobernante y su Comité de Servicio canalizaron sus esfuerzos hacia el fortalecimiento de las congregaciones de todo el mundo y la expansión de la evangelización mundial.
¿Se podría hacer más a favor de la gran cantidad de nuevos que se bautizaban cada año? A comienzos de 1977 se dieron pasos para fortalecer espiritualmente a los nuevos Testigos. Nuestro Servicio del Reino explicó: “Creemos que por lo menos deben estudiarse dos libros con todas las personas que entran en la verdad. [...] Así es que el estudio debería continuarse después del bautismo hasta que se haya completado el segundo libro”. Así se dio a los Testigos recién bautizados mayor oportunidad de adquirir conocimiento y entendimiento, a la vez que llegaban a tener más aprecio por lo que significaba estar bautizado. Asimismo este nuevo paso hizo que se estrechara más la relación entre los nuevos y los Testigos que les ayudaban a estudiar la Biblia en sus hogares.
Para dar atención a los que fluyen a la organización de Jehová, entre 1976 y 1992 se formaron más de 29.000 nuevas congregaciones por todo el mundo. (Miq. 4:1.) El Cuerpo Gobernante nombró y envió más superintendentes de circuito y de distrito para dar ayuda. La cantidad de estos superintendentes viajantes aumentó de unos 2.600 en 1976 a 3.900 aproximadamente en 1992.
Al crecer el número de congregaciones se necesitaron más lugares de reunión. ¿Habría alguna manera de acelerar la construcción de Salones del Reino? En los años setenta, testigos de Jehová de Estados Unidos organizaron un programa por el cual obreros experimentados de construcción de diferentes partes del país podrían ayudar a Testigos de otros lugares a edificar sus propios Salones del Reino. Con la ayuda de centenares de voluntarios, a menudo se podía terminar un salón en solo dos o tres días. Para los años ochenta se erigían Salones del Reino de construcción rápida en otras partes de la Tierra.
Los cambios políticos de Europa oriental también afectaron a los testigos de Jehová. ¡Qué emocionante fue para nuestros hermanos de países como Alemania oriental (el nombre que se le daba entonces), Hungría, Polonia, Rumania y lo que se conocía como la Unión Soviética enterarse de que habían recibido reconocimiento legal, en algunos casos después de cuarenta años de proscripción! El mayor grado de libertad de que disfrutan ahora en esos países les facilita llevar las buenas nuevas a unos 380.000.000 de personas. Los testigos de Jehová aprovecharon enseguida la nueva situación de libertad para participar en la predicación pública.
¿Y qué resultados ha tenido esto? La palabra de Jehová se ha movido rápidamente. Por ejemplo, en abril de 1992 Polonia informó 106.915 proclamadores del Reino. Y las perspectivas de aumento son excepcionales: la asistencia a la Conmemoración de la muerte de Cristo, que tuvo lugar ese mismo mes, fue de 214.218 personas. Del mismo modo, en los países que entonces formaban la Unión Soviética 173.473 personas asistieron a la Conmemoración en 1992, lo que representó un aumento del 60% sobre el año anterior.
Sin embargo, la persecución continua y los desastres naturales han sido obstáculos en algunos países. Por ejemplo, en 1992 las actividades de los testigos de Jehová todavía estaban bajo restricciones gubernamentales en veinticuatro países. El Comité del Presidente del Cuerpo Gobernante hace lo posible por proveerles ayuda y por mantener informada a la hermandad internacional sobre lo que pueden hacer para ayudar a sus compañeros Testigos que sirven en medio de condiciones adversas. (Compárese con 1 Corintios 12:12-26.) Ni las campañas de persecución ni los desastres naturales han podido detener la predicación de la palabra de Jehová.
“Un pueblo peculiarmente suyo”
Como se ve, desde 1976 hasta 1992 la palabra de Jehová ciertamente se ha movido con rapidez. Durante ese período el número de publicadores del Reino de la organización casi se duplicó, superando los 4.470.000.
El pueblo de Jehová ha seguido proclamando celosamente el Reino de Dios, ahora en más idiomas que nunca antes. Valiéndose de las publicaciones que se han provisto, ha profundizado su conocimiento de la Biblia y ayudado a los interesados en su mensaje a aprender las verdades bíblicas. Se ha beneficiado de los programas educativos preparados para los que tienen más responsabilidades de las usuales dentro de la organización. No hay duda de que Jehová ha bendecido su proclamación del Reino.
Desde los años setenta del siglo XIX hasta ahora algunos hombres han contribuido de manera sobresaliente al progreso de la obra del Reino, hombres como Charles T. Russell, Joseph F. Rutherford, Nathan H. Knorr y Frederick W. Franz, así como otros que han sido miembros del Cuerpo Gobernante. Pero los testigos de Jehová no se han convertido de modo alguno en una secta que gire en torno a la personalidad de alguno de estos hombres. Más bien, tienen un solo caudillo, “el Cristo”. (Mat. 23:10.) Él es el Cabeza de estos testigos organizados de Jehová, aquel a quien “toda autoridad [...] ha sido dada” para que dirija esta obra “todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”. (Mat. 28:18-20.) Los Testigos están resueltos a someterse a la jefatura de Cristo, a seguir estrechamente adheridos a la Palabra de Dios y a cooperar con la dirección del espíritu santo, con el fin de seguir adelante en la adoración del único Dios verdadero y así demostrar que son “un pueblo peculiarmente suyo, celoso de obras excelentes”. (Tito 2:14.)
Sin embargo, ¿cuáles son algunas de las enseñanzas básicas y de las normas de conducta en las que difieren los testigos de Jehová de las demás religiones? ¿Cómo se les llegó a conocer como testigos de Jehová? ¿Cómo se financian sus actividades? ¿Por qué se mantienen totalmente separados de otras iglesias y del mundo en general? ¿Por qué se les ha perseguido tan intensamente en tantos lugares de la Tierra? Estas preguntas y otras, se contestarán en los capítulos que siguen.
2007-03-11 14:37:02
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answer #1
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answered by Azazel 6
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