Si, en Colombia se han esfuerzos macroeconomicos inmensos, solo con Venezuela han crecido las inversiones comerciales en un 30%, el peso colombiano esta por encima del bolívar venezolano y el colombiano ha mejorado su estatus de vida.
2007-03-12 09:52:01
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answer #1
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answered by Alí 7
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EN los últimos años los esfuerzos de los gobiernos se orientaron a fijar el salario mínimo por debajo de la productividad de trabajo para bajar la inflación y estimular la producción.
La actitud generó una presión indebida sobre todos los ingresos laborales y, en mayor grado, en los de los trabajadores no calificados, los mayores damnificados de la globalización.
En este momento las baterías se inclinan para repetir la historia. En los círculos oficiales se dice que el ajuste del salario debe ser igual a la inflación esperada, y no la que ya ocurrió, más el aumento de la productividad. Lo más grave es que la metodología para calcular este aumento es la misma que se utilizó en el pasado. El Banco de la República y Anif lo evalúan con base en la productividad total de los factores, es decir, la diferencia entre el crecimiento del producto y la expansión ponderada del trabajo y el capital, y llegan a un estimativo alrededor de 1,5%. Pero esta cifra subestima la productividad del trabajo, medida como la diferencia entre el crecimiento del producto y el empleo, que es la que cuenta para efectos de la determinación del salario, y este año estará cerca de 5%.
Un ajuste de este orden (5% + inflación) no haría más que compensar a los trabajadores su contribución a la producción. La principal restricción es la competencia internacional, que ha llevado a ofrecer salarios de hambre y colocarlos por debajo de la productividad. Si a esto se agregan el desmonte arancelario del TLC y la cuantiosa revaluación, es fácil imaginar que las empresas colombianas quedarían en una clara desventaja. Sin embargo, el efecto podría compensarse con la intervención en el mercado abierto para elevar el tipo de cambio o con una exención tributaria a las actividades que emplean intensamente la mano de obra no calificada.
En las nuevas circunstancias de la economía mundial y la colombiana, el salario mínimo adquiere una connotación muy distinta a la del pasado. El crecimiento económico es insuficiente para reducir la pobreza. En una publicación reciente de The Wall Street Journal se muestra cómo las economías más dinámicas del mundo, China e India, avanzan al 10% y experimentan aumentos de la pobreza y ampliación de las desigualdades. También existen claras evidencias de que la inflación inercial es un volcán en extinción. Hoy en día el efecto de los agregados monetarios y los salarios sobre los precios es menor que en el pasado. En este contexto, el salario mínimo no sólo no es el monstruo que desestimula el empleo y aumenta la inflación, sino, más bien, emerge como una de las pocas opciones para enfrentar la pobreza. En Europa constituye una referencia obligada de las condiciones de equidad. En Brasil representa parte esencial de la estrategia que le permitió a Lula bajar la pobreza de 28% a 22% en cuatro años. En Estados Unidos se acepta que la congelación del salario mínimo por varios años fue un serio error que contribuyó a acentuar las desigualdades, y existe un acuerdo entre republicanos y demócratas de restituir, de una sola vez, su valor real.
Luego de que en el plan de desarrollo de la primera administración Uribe no se menciona la palabra social, en el nuevo plan hay un gran despliegue para reducir la pobreza. Sin embargo, no se avanza mayormente para definir los instrumentos que lo conviertan en realizaciones. El único medio concreto para lograr el buen propósito es el elevado crecimiento económico, cuya sostenibilidad plantea serias dudas. Aun más grave, no se advierte que dentro de las condiciones de la globalización, la relación entre las dos variables se ha debilitado e incluso se ha anulado. Así las cosas, la presencia del Estado en la tributación, los subsidios y el salario mínimo constituye una condición necesaria para erradicar la pobreza en períodos cortos. Por eso, si el Gobierno quiere hacer efectivas las promesas sociales, deberá colocar el salario mínimo en primera línea y dejar de lado las satanizaciones.
El retraso del salario con respecto a la productividad del trabajo y el aumento de ésta en el presente año, suministran un amplio margen para ajustar el salario. Sin embargo, por razones de prudencia, convendría limitarlo a 5% por encima de la inflación y de acuerdo con los resultados acentuarlo en los próximos años. Una decisión en estos términos no tendría mayor incidencia sobre la inflación y el empleo, la secuela negativa sobre la competitividad externa podría contrarrestarse de inmediato mediante la intervención en el mercado cambiario y contribuiría a reducir en forma considerable la pobreza y elevar el bienestar de los trabajadores cercanos a la remuneración mínima
2007-03-12 14:39:14
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answer #2
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answered by INCA 7
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