Mientras Jesús colgaba del madero, uno de los malhechores que estaban junto a él comentó que Jesús no merecÃa tal castigo, y a continuación le solicitó: “Acuérdate de mà cuando entres en tu reino”. Jesús respondió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el ParaÃso”. (Lu 23:42, 43.) Jesús le estaba diciendo en realidad: ‘En este dÃa sombrÃo, cuando el que yo pretenda tener un reino parece muy improbable, tú expresas fe. Efectivamente, cuando yo entre en mi reino, me acordaré de ti’. (Véase PARAÃSO.) Esta promesa hacÃa necesario que el malhechor resucitase. Este hombre no era un fiel seguidor de Jesucristo. HabÃa tenido una mala conducta, habÃa transgredido la Ley, por lo que merecÃa la pena de muerte. (Lu 23:40, 41.) De modo que no podÃa esperar que fuese a recibir la primera resurrección. Además, murió cuarenta dÃas antes de que Jesús ascendiera al cielo y, por lo tanto, antes del Pentecostés, que se celebró diez dÃas después de la ascensión y fue cuando Dios ungió por medio de Jesús a las primeras personas que recibirÃan la resurrección celestial. (Hch 1:3; 2:1-4, 33.)Jesús dijo que el malhechor estarÃa en el ParaÃso. Esa palabra significa “parque; jardÃn o finca de recreo”. En Génesis 2:8, la Septuaginta traduce la palabra hebrea para “jardÃn” (gan) por la griega pa·rá·dei·sos. El paraÃso en el que estará el malhechor no es el “paraÃso de Dios” que se promete en Revelación 2:7 “al que venza”, pues el malhechor no habÃa vencido al mundo con Jesucristo. (Jn 16:33.) Por consiguiente, el malhechor no será miembro del Reino celestial (Lu 22:28-30), sino que será un súbdito de ese Reino cuando los que experimentan la “primera resurrección” se sienten sobre tronos para gobernar con Cristo mil años en calidad de reyes establecidos de Dios y de Cristo. (Rev 20:4, 6.)El apóstol Pablo dijo a un grupo de judÃos que también abrigaban la esperanza de la resurrección: “Va a haber resurrección asà de justos como de injustos”. (Hch 24:15.)La Biblia muestra con claridad quiénes son los “justos”. Los primeros en ser declarados justos son los que van a recibir una resurrección celestial. (Ro 8:28-30.)La Biblia también llama justos a hombres fieles de la antigüedad, como Abrahán. (Gé 15:6; Snt 2:21.) Muchos de estos hombres se encuentran en la lista del capÃtulo 11 de Hebreos, y el escritor dice de ellos: “Y, no obstante, todos estos, aunque recibieron testimonio por su fe, no obtuvieron el cumplimiento de la promesa, puesto que Dios previó algo mejor para nosotros, para que ellos no fueran perfeccionados aparte de nosotros”. (Heb 11:39, 40.) De modo que se les perfeccionará después que se perfeccione a los que tienen parte en “la primera resurrección”.Después está la gran muchedumbre, de la que se habla en el capÃtulo 7 de Revelación, cuyos integrantes no forman parte de los 144.000 “sellados”, y por consiguiente no tienen la “prenda” del espÃritu al no haber sido engendrados por él. (Ef 1:13, 14; 2Co 5:5.) Las Escrituras dicen que “salen de la gran tribulación” como sobrevivientes de ella, lo que permite ubicar el recogimiento de este grupo en los últimos dÃas, poco antes de esa tribulación. Estas personas son justas por fe, y están vestidas con largas ropas blancas lavadas en la sangre del Cordero. (Rev 7:1, 9-17.) No será necesario resucitarlas como clase, pero Dios resucitará a su debido tiempo a los fieles de ese grupo que mueran antes de la gran tribulación.Además, hay muchos “injustos” enterrados en el Seol (Hades), el sepulcro común de la humanidad, o en “el mar”, bajo las aguas. En Revelación 20:12, 13 se habla del juicio de estos y de los “justos” a los que se resucita en la Tierra. “Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. Y el mar entregó los muertos que habÃa en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que habÃa en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos.”Cuándo acontece la resurrección terrestre. Este juicio se ubica en la Biblia durante el reinado milenario de Cristo y sus reyes y sacerdotes asociados. El apóstol Pablo dijo que estos “juzgarán al mundo”. (1Co 6:2.) “Los grandes y los pequeños”, personas de toda condición, estarán allà para ser juzgados imparcialmente. Se les juzgará “de acuerdo con las cosas escritas en los rollos” que se abrirán entonces. Estos no pueden referirse al registro de su vida pasada ni a un conjunto de normas con el que juzgar los hechos de su vida pasada. Como el “salario que el pecado paga es muerte”, estas personas ya habrán saldado con su muerte sus pecados pasados. (Ro 6:7, 23.) Entonces se les resucitará a fin de que puedan demostrar su actitud hacia Dios y si desean beneficiarse del sacrificio de rescate de Jesucristo para toda la humanidad. (Mt 20:28; Jn 3:16.) Aunque no se les contarán sus pecados pasados, necesitarán el rescate para ser elevados a la perfección. Tendrán que cambiar su modo de pensar y vivir anterior y amoldarlo a la voluntad y disposiciones divinas para la Tierra y su población. Por ello, “los rollos” deberán contener la voluntad y la ley de Dios para ellos durante el DÃa de Juicio, y su fe y obediencia a las instrucciones escritas en estos rollos suministrarán la base para el juicio y para al fin escribir sus nombres indeleblemente en el “rollo de la vida”.Resurrección para vida y para juicio. Jesús dio esta consoladora seguridad a la humanidad: “La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán. [...] No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio”. (Jn 5:25-29.)Un juicio de condenación. En las susodichas palabras de Jesús, “juicio” traduce el término griego kr÷sis. El helenista Parkhurst, en su obra A Greek and English Lexicon to the New Testament (Londres, 1845, pág. 342), da los siguientes significados para kr÷sis en las Escrituras Griegas Cristianas: “I. Juicio; [...] II. Juicio, justicia, Mat. XXIII. 23. Comp. con XII. 20; [...] III. Sentencia condenatoria, condenación, perdición. Marcos III. 29; Juan V. 24, 29; [...] IV. La causa o base de condenación o castigo. Juan III. 19; V. Un determinado tribunal de justicia de los judÃos. [...] Mat. V. 21, 22”.Si Jesús hubiera tenido presente un juicio que podrÃa resultar en vida al hablar de una resurrección de juicio, no habrÃa habido ningún contraste entre esta y la “resurrección de vida”. Por lo tanto, el contexto indica que por “juicio” Jesús se referÃa a un juicio con sentencia condenatoria.Los “muertos” que oyeron hablar a Jesús cuando estuvo en la Tierra. Cuando examinamos las palabras de Jesús, notamos que algunos de los “muertos” estaban escuchando su voz mientras hablaba. Pedro usó un lenguaje similar cuando dijo: “De hecho, con este propósito las buenas nuevas fueron declaradas también a los muertos, para que fueran juzgados en cuanto a la carne desde el punto de vista de los hombres, pero vivieran en cuanto al espÃritu desde el punto de vista de Dios”. (1Pe 4:6.) Esto es asà porque los que escuchaban a Cristo estaban ‘muertos en ofensas y pecados’ antes de oÃrle, pero empezarÃan a ‘vivir’ espiritualmente al ejercer fe en las buenas nuevas. (Ef 2:1; compárese con Mt 8:22; 1Ti 5:6.)Juan 5:29 se refiere al fin de un perÃodo de juicio. Para comprender bien en qué momento se sitúan la ‘resurrección de vida y la resurrección de juicio’ de que habló Jesús, es muy importante recordar lo que dijo un poco antes en ese mismo contexto respecto a los que vivÃan entonces y que estaban muertos espiritualmente (como se explica en el subtema ‘Pasar de muerte a vida’). Dijo: “La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso [literalmente, “los que hayan oÃdo”] vivirán”. (Jn 5:25, Int.) Esto indica que no hablaba de los que oyeran audiblemente su voz, sino, más bien, de ‘los que habÃan oÃdo’, es decir, los que después de oÃr, aceptaron como verdad lo que habÃan oÃdo. Los términos “oÃr” y “escuchar” se usan con mucha frecuencia en la Biblia con el significado de “hacer caso” u “obedecer”. (Véase OBEDIENCIA.) Los que resulten ser obedientes vivirán. (Compárese con el uso del mismo término griego [a·kóu·Å], “oÃr” o “escuchar”, como en Jn 6:60; 8:43, 47; 10:3, 27.) No se les juzga teniendo en cuenta lo que hicieron antes de oÃr su voz, sino lo que hicieron después de oÃrla.Por lo tanto, cuando Jesús habló de “los que hicieron cosas buenas” y de “los que practicaron cosas viles”, se debÃa estar colocando al final del perÃodo de juicio, como si mirase atrás en retrospección o en repaso de las acciones de estos resucitados después de tener la oportunidad de obedecer o desobedecer las “cosas escritas en los rollos”. Solo al final del perÃodo de juicio se demostrarÃa quién habÃa hecho bien o mal. El resultado para “los que hicieron cosas buenas” (según las “cosas escritas en los rollos”) serÃa la recompensa de vida; para “los que practicaron cosas viles”, un juicio con sentencia condenatoria. De modo que la resurrección habrÃa resultado ser de vida o de condenación.En la Biblia es frecuente hablar de cosas como si ya se hubieran cumplido, verlas retrospectivamente, desde la óptica de su realización. No en vano Dios es “Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho”. (Isa 46:10.) Asà lo hace Judas cuando dice sobre ciertos hombres que se habÃan introducido en la congregación: “¡Ay de ellos, porque han ido en la senda de CaÃn, y por la paga se han precipitado en el curso erróneo de Balaam, y han perecido [literalmente, “se destruyeron”] en el habla rebelde de Coré!”. (Jud 11.) Algunas profecÃas emplean lenguaje similar. (Compárese con Isa 40:1, 2; 46:1; Jer 48:1-4.)Por consiguiente, en Juan 5:29 no se hace referencia al mismo asunto que en Hechos 24:15, donde Pablo habla de la resurrección de ‘justos y de injustos’. Pablo alude claramente a los que han tenido una posición justa o injusta delante de Dios durante esta vida, y que serán resucitados. Ellos son “los que están en las tumbas conmemorativas”. (Jn 5:28.) En Juan 5:29, Jesús habla de esas personas después que salen de las tumbas conmemorativas y después que, por su proceder durante el reinado de Jesucristo y sus reyes y sacerdotes asociados, hayan resultado ser obedientes, con la “vida” eterna como recompensa, o desobedientes y, por lo tanto, merecedores de “juicio [de condenación]” de parte de Dios.La recuperación del alma del Seol. El rey David de Israel escribió: “PreveÃa al Señor delante de mà continuamente; porque está a mi diestra, para que yo no sea conmovido [...] y además también mi carne residirá en esperanza. Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea la corrupción”. (Sl 15:8-11, LXX [16:8-11 NM].) En el dÃa del Pentecostés del año 33 E.C., el apóstol Pedro aplicó este salmo a Jesucristo cuando explicó a los judÃos la verdad sobre su resurrección. (Hch 2:25-31.) Por consiguiente, tanto las Escrituras Hebreas como las Griegas muestran que el “alma” de Jesucristo resucitó. Fue “muerto en la carne, pero hecho vivo en el espÃritu”. (1Pe 3:18.) “Carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1Co 15:50), lo que también excluye carne y huesos, que no tienen vida a menos que tengan sangre. Esto se debe a que en ella está el “alma”, es decir, que es necesaria para la vida de la criatura carnal. (Gé 9:4.)Las Escrituras muestran sin ambages que no hay un “alma inmaterial” separada y distinta del cuerpo. El alma muere cuando muere el cuerpo. Hasta de Jesucristo está escrito que “derramó su alma hasta la mismÃsima muerte”. Su alma estaba en el Seol. Ãl no existÃa como alma o persona durante ese tiempo. (Isa 53:12; Hch 2:27; compárese con Eze 18:4; véase ALMA.) Por consiguiente, en la resurrección no se efectúa ninguna unión entre alma y cuerpo. Sin embargo, la persona ha de tener un cuerpo, sea espiritual o terrestre, pues todas las personas, tanto celestiales como terrestres, poseen un cuerpo. Para que vuelva a ser una persona, el que ha muerto debe tener un cuerpo, sea fÃsico o espiritual. La Biblia dice: “Si hay cuerpo fÃsico, también lo hay espiritual”. (1Co 15:44.)Pero, ¿vuelven a juntarse las células del cuerpo anterior en la resurrección? ¿Es acaso una reproducción exacta del cuerpo anterior, hecho precisamente tal como era cuando la persona murió? Las Escrituras responden de manera negativa cuando hablan de la resurrección de los hermanos ungidos de Cristo: “No obstante, alguien dirá: ‘¿Cómo han de ser levantados los muertos? SÃ, ¿con qué clase de cuerpo vienen?’. ¡Persona irrazonable! Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera; y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás; pero Dios le da un cuerpo asà como le ha agradado, y a cada una de las semillas su propio cuerpo”. (1Co 15:35-38.)Los que alcanzan la herencia celestial reciben un cuerpo espiritual, pues Dios se complace en que tengan cuerpos que correspondan al ámbito celestial. Pero ¿qué cuerpo reciben aquellos a quienes Jehová se deleita en dar una resurrección terrestre? No podrÃa ser el mismo cuerpo, con exactamente los mismos átomos. Cuando una persona muere y es enterrada, el proceso de descomposición convierte el cuerpo en elementos quÃmicos orgánicos que la vegetación absorbe. Cabe la posibilidad de que otras personas coman de esa vegetación, de modo que los elementos, los átomos de la persona muerta, pueden estar en otras muchas personas. Es obvio que cuando se produzca la resurrección, esos mismos átomos no podrán estar en la persona resucitada y en todas las demás al mismo tiempo.El cuerpo resucitado tampoco tiene por qué ser una copia exacta del cuerpo al momento de la muerte. Si el cuerpo de una persona antes de morir estaba mutilado, ¿volverá de la misma manera? SerÃa irrazonable, porque pudiera darse el caso de que no estuviera ni siquiera en condición de oÃr y hacer “las cosas escritas en los rollos”. (Rev 20:12.) Digamos que una persona murió por haberse desangrado. ¿Volverá sin sangre? No, porque no podrÃa vivir con un cuerpo humano sin sangre. (Le 17:11, 14.) Más bien, recibirá un cuerpo del agrado de Dios. Como la voluntad y el gusto de Dios es que la persona resucitada obedezca las “cosas escritas en los rollos”, deberá tener un cuerpo sano, que posea todas sus facultades. (Jesús resucitó a Lázaro con un cuerpo entero y sano, aunque ya habÃa empezado a descomponerse; Jn 11:39.) De esta manera, toda persona podrá ser considerada, debida y justamente, responsable de sus hechos durante el perÃodo de juicio. Sin embargo, no será perfecto en el momento en que se le resucite, pues tendrá que ejercer fe en el sacrificio de rescate de Cristo y recibir los servicios sacerdotales de Cristo y su “sacerdocio real”. (1Pe 2:9; Rev 5:10; 20:6.)Pasar de muerte a vida.’ Jesús habló de los que ‘tienen vida eterna’ porque oyen sus palabras con fe y obediencia y creen en el Padre que le envió. Dijo en cuanto a cada uno de ellos: “No entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Muy verdaderamente les digo: La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán”. (Jn 5:24, 25.)Los que han ‘pasado de la muerte a la vida ahora’ no son los que habÃan muerto literalmente y estaban en las sepulturas. Cuando Jesús dijo estas palabras, toda la humanidad estaba condenada a muerte ante Dios el Juez de todos. Por lo tanto, Jesús se referÃa a personas que estaban muertas en sentido espiritual, a la clase de muertos espirituales que debió tener presente cuando dijo al judÃo que querÃa ir primero a su casa a enterrar a su padre: “Continúa siguiéndome, y deja que los muertos entierren a sus muertos”. (Mt 8:21, 22.)Los que se han hecho cristianos verdaderos se encontraron en un tiempo entre las personas del mundo que estaban muertas espiritualmente. El apóstol Pablo recordó a la congregación este hecho, diciendo: “A ustedes Dios los vivificó aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados, en los cuales en un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo [...]. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, nos vivificó junto con el Cristo, aun cuando estábamos muertos en ofensas —por bondad inmerecida han sido salvados ustedes— y nos levantó juntos y nos sentó juntos en los lugares celestiales en unión con Cristo Jesús”. (Ef 2:1, 2, 4-6.)De modo que Jehová retiró su condenación debido a que ya no andaban en ofensas y pecados contra Dios y por su fe en Cristo. Los levantó de la muerte espiritual y les dio la esperanza de vida eterna. (1Pe 4:3-6.) El apóstol Juan describe este cambio de muerte en ofensas y pecados a vida espiritual con estas palabras: “No se maravillen, hermanos, de que el mundo los odie. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos”. (1Jn 3:13, 14.)Una bondad inmerecida de parte de Dios. La provisión de la resurrección para la humanidad es realmente una bondad inmerecida de Dios, pues Ãl no estaba obligado a suministrarla. Su amor al mundo de la humanidad le impulsó a dar a su Hijo unigénito a fin de que millones de personas —es más: miles de millones que han muerto sin tener un verdadero conocimiento de Dios— pudieran recibir la oportunidad de conocerle y amarle, y a fin de que los que le aman y le sirven puedan tener esta esperanza e incentivo para aguantar con fidelidad, incluso hasta la muerte. (Jn 3:16.) Con el fin de consolar a sus compañeros cristianos con la esperanza de la resurrección, el apóstol Pablo escribió a la congregación de Tesalónica sobre los que habÃan muerto con la esperanza de una resurrección celestial: “Además, hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza. Porque si nuestra fe es que Jesús murió y volvió a levantarse, asÃ, también, a los que se han dormido en la muerte mediante Jesús, Dios los traerá con él.” (1Te 4:13, 14.)De igual manera, los cristianos no deben apesadumbrarse, como les ocurre a los que no tienen esperanza, por aquellas personas fieles a Dios que han muerto con la esperanza de vivir en la Tierra durante Su Reino mesiánico o por los que han muerto sin haber conocido a Dios. Cuando se abra el Seol (Hades), saldrán todos los que estén allÃ. La Biblia menciona a muchos de los que allà se encuentran, entre ellos gente de los antiguos Egipto, Asiria, Elam, Mesec, Tubal, Edom y Sidón. (Eze 32:18-31.) Jesús indicó que al menos algunas personas impenitentes de Betsaida, CorazÃn y Capernaum estarán presentes en el DÃa de Juicio. Aunque su actitud anterior hará muy difÃcil que se arrepientan, se les dará la oportunidad de hacerlo. (Mt 11:20-24; Lu 10:13-15.)El rescate se aplicará a todos aquellos por los que se ha pagado. La grandeza y generosidad del amor y la bondad inmerecida de Dios al dar a su Hijo para que ‘todo el que crea en él tenga vida’ no permite una aplicación limitada del rescate solo a los que Dios escoge para el llamamiento celestial. (Jn 3:16.) De hecho, el sacrificio de rescate de Jesucristo no serÃa completo si únicamente beneficiase a los que pasan a ser miembros del Reino de los cielos. No cumplirÃa todo el propósito para el que Dios lo ha provisto, pues Ãl se propuso que el Reino tuviera súbditos terrestres. Jesucristo no solo es el Sumo Sacerdote de los sacerdotes que están con él, sino del mundo de la humanidad que vivirá cuando sus asociados también gobiernen con él como reyes y sacerdotes. (Rev 20:4, 6.) Ãl “ha sido probado en todo sentido igual que nosotros [sus hermanos espirituales], pero sin pecado”. Por consiguiente, puede condolerse de las debilidades de las personas que se esfuerzan a conciencia por servir a Dios; y a sus reyes y sacerdotes asociados se les ha probado de la misma manera. (Heb 4:15, 16; 1Pe 4:12, 13.) ¿A favor de quiénes podrÃan ser sacerdotes, si no fuera a favor de la humanidad, entre la que se cuenta a los que serán resucitados durante el reinado y juicio de mil años?Los siervos de Dios han esperado ansiosos el dÃa de la resurrección. En el planteamiento de sus propósitos, Dios ha fijado el tiempo exacto para ello, cuando su sabidurÃa y gran paciencia serán completamente vindicadas. (Ec 3:1-8.) Tanto Dios como su Hijo pueden y desean efectuar la resurrección y la completarán en ese tiempo fijado.Jehová espera gozoso la resurrección. Jehová y su Hijo deben esperar con gran gozo la completa realización de esa obra. Jesús mostró esta disposición y deseo cuando un leproso le suplicó: “‘Si tan solo quieres, puedes limpiarme.’ Con esto, él se enterneció, y extendió la mano y lo tocó, y le dijo: ‘Quiero. Sé limpio’. E inmediatamente la lepra desapareció de él, y quedó limpio”. Este conmovedor incidente, que demuestra la bondad y el amor de Cristo a la humanidad, se registró en tres evangelios. (Mr 1:40-42; Mt 8:2, 3; Lu 5:12, 13.) Y sobre el amor de Dios a la humanidad y su deseo de ayudarla, el fiel Job reflexionó: “Si un hombre fÃsicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir? [...] Tú llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo”. (Job 14: 14, 15.)Algunos no serán resucitados. Aunque es verdad que el sacrificio de rescate de Cristo se ofreció para beneficio de toda la humanidad, Jesús indicó que su verdadera aplicación estarÃa limitada. Dijo: “Asà como el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”. (Mt 20:28.) Jehová Dios tiene el derecho de negarse a aceptar un rescate a favor de cualquiera que no considere merecedor. El rescate de Cristo cubre los pecados cometidos como consecuencia de la herencia pecaminosa de Adán; pero una persona puede añadir a esos pecados un proceder de pecado deliberado y voluntario, en cuyo caso su muerte se deberÃa a ese proceder que el rescate no cubre.El pecado contra el espÃritu santo. Jesucristo dijo que el que peque contra el espÃritu santo no tendrá perdón ni en este sistema de cosas ni en el venidero. (Mt 12:31, 32.) La persona que, según el juicio de Dios, peque contra el espÃritu santo en este sistema de cosas no obtendrÃa ningún beneficio de resucitar, pues como es imposible que se le perdonen los pecados, tal resurrección resultarÃa inútil. Jesús dictó sentencia en el caso de Judas Iscariote al llamarle “el hijo de destrucción”. A él no le aplicará el rescate, de modo que no resucitará, pues su destrucción es una sentencia establecida judicialmente. (Jn 17:12.)Jesucristo dijo a sus opositores, los lÃderes religiosos judÃos: “¿Cómo habrán de huir del juicio del Gehena [un sÃmbolo de destrucción eterna]?”. (Mt 23:33.) Sus palabras indican que si no se volvÃan a Dios antes de morir, recibirÃan un juicio final adverso. La resurrección no tendrÃa sentido para ellos, pues no les servirÃa de nada. Ese también parece ser el caso del “hombre del desafuero”. (2Te 2:3, 8.)Pablo dice que los que han conocido la verdad, han sido partÃcipes del espÃritu santo y luego han apostatado, han caÃdo en un estado del que es imposible “revivificarlos otra vez al arrepentimiento, porque de nuevo fijan en un madero al Hijo de Dios para sà mismos y lo exponen a vergüenza pública”. El rescate ya no puede ayudarlos; por esa razón, no serán resucitados. El apóstol los asemeja a un campo que solo produce espinos y cardos, por lo que se le rechaza y al fin se le quema. Esto ilustra el futuro que tienen ante ellos: aniquilación completa. (Heb 6:4-8.)Pablo vuelve a manifestar que para los que “voluntariosamente [practican] el pecado después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectación de juicio y hay un celo ardiente que va a consumir a los que están en oposición”. Luego pone una ilustración: “Cualquiera que ha desatendido la ley de Moisés muere sin compasión, por el testimonio de dos o tres. ¿De cuánto más severo castigo piensan ustedes que será considerado digno el que ha hollado al Hijo de Dios y que ha estimado como de valor ordinario la sangre del pacto por la cual fue santificado, y que ha ultrajado con desdén el espÃritu de bondad inmerecida? [...] Es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo”. El juicio es más severo porque a ellos no solo se les da muerte y se les entierra en el Seol, como les sucedÃa a los violadores de la ley de Moisés, sino que van al Gehena, de donde no hay resurrección. (Heb 10:26-31.)Pedro indica a sus hermanos que por ser “casa de Dios”, están bajo juicio, y luego cita de Proverbios 11:31 (LXX) y les advierte del peligro de la desobediencia. En esos versÃculos muestra que el juicio actual de ellos podrÃa finalizar con una sentencia de destrucción eterna, tal como Pablo habÃa escrito. (1Pe 4:17, 18.)El apóstol Pablo también menciona que algunos “sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza, al tiempo en que él viene para ser glorificado con relación a sus santos”. (2Te 1:9, 10.) Estas personas no sobrevivirán para hallarse bajo el reinado milenario de Cristo, y como su destrucción es “eterna”, no serán resucitados.Resurrección durante los mil años. Se calcula que la cantidad de personas que han vivido en la Tierra asciende a unos 30.000 millones. Este es un cálculo muy liberal, y muchos estudiosos de la materia creen que el total ni siquiera se aproxima a esa cifra. Como ya se ha mostrado anteriormente, no todas esas personas resucitarán, pero aun suponiendo que asà fuera, no se producirÃan problemas alimentarios ni de habitabilidad del planeta. La tierra seca tiene una superficie de unos 148 millones de Km2 (14.800 millones de hectáreas). Incluso si se dedicara la mitad de esa superficie a otros propósitos, todavÃa le corresponderÃa a cada persona más de la tercera parte de una hectárea. Esta superficie bastarÃa para proveer alimento a una persona, sobre todo si se tiene en cuenta que, como ya quedó demostrado en el caso de la nación de Israel, la bendición de Dios resulta en abundancia de alimento. (1Re 4:20; Eze 34:27.)Con respecto a la cuestión de si la Tierra podrá producir suficiente alimento, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura sostiene que con solo algunas mejoras básicas en la agricultura, la Tierra podrÃa alimentar hasta nueve veces la población que se prevé para el año 2000, incluso en las zonas en desarrollo. (Land, Food and People, Roma, 1984, págs. 16, 17.)Pero, ¿cómo se podrá atender adecuadamente a los miles de millones de resucitados, si se tiene en cuenta que la mayorÃa de ellos no conocÃan a Dios en el pasado y deberán aprender a conformarse a Sus leyes? En primer lugar, la Biblia dice que el reino del mundo llega a ser “el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él [reina] para siempre jamás”. (Rev 11:15.) Y el principio bÃblico indica que “cuando hay juicios procedentes de [Jehová] para la tierra, justicia es lo que los habitantes de la tierra productiva ciertamente aprenden”. (Isa 26:9.) A su debido tiempo, cuando sea necesario hacérselo saber a Sus siervos, Dios revelará cómo se propone realizar esta obra. (Am 3:7.)
¿Cómo será posible resucitar y educar en solo mil años a los millones de personas que en la actualidad están muertas?
Supongamos, no con ánimo de profetizar, sino únicamente a modo de ejemplo, que la “gran muchedumbre” de personas justas que sobreviven a “la gran tribulación” (Rev 7:9, 14) se compone de unos 8.000.000 de personas (aproximadamente 1/1666 de la población mundial actual). Si tras permitir unos cien años para su formación y para que ‘sojuzguen’ parte de la Tierra (Gé 1:28), Dios decidiese devolver a la vida a un 3% de esa cantidad, entonces por cada resucitado, habrÃa 33 personas que podrÃan atenderle. Puesto que un incremento anual del 3% duplica la cantidad aproximadamente cada veinticuatro años, el número total de 20.000 millones de personas podrÃa resucitar antes de que hubiesen transcurrido cuatrocientos años del Reino de mil años de Cristo, con lo que se darÃa suficiente tiempo para educar y juzgar a los resucitados sin afectar la armonÃa ni el orden de la Tierra. De esta manera, Dios, con su poder y sabidurÃa infinitos, puede llevar su propósito a un fin glorioso dentro del marco de las leyes y disposiciones que ha dado a la humanidad desde su comienzo, con la bondad inmerecida añadida de la resurrección. (Ro 11:33-36.)
2007-03-06 17:19:12
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answer #9
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answered by dexter2005ve 2
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