El capitalismo
¿Qué es el capitalismo? Esa palabra puede tener muchos significados. Posiblemente cada persona que la usa tiene un concepto diferente de lo que es capitalismo y de sus implicaciones económicas, políticas y éticas. Si buscamos una definición aceptable para la mayoría podríamos decir que el capitalismo es el sistema económico dominante en el mundo actual.
Pero lo cierto es que esa definición no nos proporciona mucha claridad porque ¿Cuándo empezó el mundo actual? Algunos economistas entienden que el capitalismo comenzó en la baja edad media, hacia los siglos XIII o XIV. Otros identifican el feudalismo con la edad media y consideran que el capitalismo es el sistema que vino después, es decir, a partir del siglo XVI, ya que el final de la edad media suele fijarse en la caída de Constantinopla (1453) o el descubrimiento de América (1492). Otros consideran que una característica definitoria del capitalismo es la producción industrial en grandes cantidades, por lo que solo consideran capitalista al sistema que surgió en Inglaterra tras el invento de la máquina de vapor y la industrialización, en el Siglo XVIII.
Si se acepta el sentido más amplio, se pueden distinguir diversas fases. Se llama capitalismo mercantil al surgido en la edad media y capitalismo industrial al surgido tras la industrialización. Lenin utilizó la palabra imperialismo para referirse a la “fase superior del capitalismo”. Otros prefieren hablar de capitalismo financiero para referirse al sistema económico dominante en los países de occidente durante la mayor parte del siglo XX.
Sea cual sea el espacio temporal que se utilice para definir el concepto de ‘capitalismo’ una característica que la mayoría de las personas consideran distintiva del sistema capitalista es el papel preponderante de la libre iniciativa empresarial y de la libertad de contratación. Otra posible definición, por tanto, sería decir que el capitalismo es el sistema económico en el que la economía de libre mercado es dominante. Pero esa definición también puede ser muy insatisfactoria ya que entra en contradicción con las que hemos ofrecido más arriba.
Al estudiar la historia encontramos multitud de períodos y países en los que la libertad de mercado ha sido dominante. Pensemos, por ejemplo, en el Imperio Romano, en el que todos los ciudadanos podían comprar, vender y comerciar. Sabemos que también hubo entonces producción en masa de muchos productos (salsa garum, lámparas de aceite, ánforas, etc.). También fue dominante el libre mercado en la Grecia clásica, en las ciudades fenicias, en los países atravesados por la Ruta de la Seda… E incluso en los imperios de Mesopotamia y Egipto, en los que había un mayor peso del aparato político, militar y religioso, sabemos que los mercaderes circulaban con gran libertad: se han encontrado documentos contables y contratos mercantiles entre particulares de miles de años de antigüedad procedentes de todas las épocas de todos los imperios. No tenemos información suficiente para medir que proporción del producto nacional de los Hititas, por ejemplo, estaba bajo el control del palacio, del templo o de los particulares.
Ahora sí. Ahora si podemos medir con precisión la proporción que representa sobre el PIB los ingresos y los gastos públicos de los estados modernos. Además, la legislación actual de los países más desarrollados controla con extraordinaria minuciosidad la actividad económica privada. Posiblemente más que nunca. La información de que disponen los gobiernos actuales y los desarrollos de la ciencia económica y de la técnica jurídica nos puede permitir afirmar que nunca en la historia hubo un control tan grande de los gobiernos sobre el sistema económico como el que hay en estos momentos.
Después de lo que acabamos de ver ¿Se puede seguir creyendo en la existencia de un sistema capitalista? ¿Se puede seguir creyendo que el sistema económico actual es esencialmente distinto del que hubo en la Babilonia de Nabucodonosor? Algunos lo dudamos.
Para encontrar las características distintivas del sistema económico actual debemos mirar quizá no al papel del estado y la iniciativa privada, sino al papel de las tecnologías de la información.
Hace mil años, en el occidente de Europa, se inicia una lentísima recuperación económica y cultural. A partir de las pequeñas comunidades aldeanas aisladas de las épocas más obscuras de la edad media, empiezan a recomponerse diminutos y débiles imperios. Aquitania, Bretaña, Inglaterra, Borgoña, Sajonia, Bohemia... no son sino sociedades de muy bajo nivel de desarrollo cultural y económico si las comparamos con los imperios asiáticos de su tiempo. Las pésimas comunicaciones fluviales y terrestres prolongan durante siglos el lento proceso de aglutinamiento y reconstrucción del acervo cultural. En gran parte su desarrollo se debe a las aportaciones culturales del exterior. Algunos libros romanos y griegos son recuperados a partir de las versiones árabes. Del lejano imperio Chino empiezan a llegar nuevas técnicas productivas textiles y gráficas.
Una de esas técnicas importadas de China, la impresión mecánica sobre papel con tipografía móvil, adaptada y popularizada por Gutemberg, tiene unas consecuencias sociales y económicas revolucionarias. El abaratamiento de los libros por la imprenta y el papel permite la transmisión y acumulación de conocimientos de forma masiva. Hasta entonces tenía muy poco sentido aprender a leer y escribir cuando poseer un libro era un lujo accesible a muy pocos. Sólo los clérigos, una clase burocrática que se reproduce a sí misma, tenía acceso a grandes bibliotecas y son contratados por los gobiernos para actuar como secretarios, cronistas o contables. A partir de Gutemberg empieza a ser útil al ciudadano común aprender a leer.
El que los pequeños comerciantes y artesanos tengan acceso a un medio barato de transmisión de informaciones es un fenómeno completamente nuevo sin parangón en la historia universal. Es coherente que esa nueva posibilidad de comunicación y acumulación de conocimientos conduzca a un sistema económico completamente nuevo y diferente de los anteriores. Un gran número de ciudadanos particulares pueden acumular conocimientos y aplicarlos a sus actividades empresariales. Es lo que Karl Marx llamó la burguesía, una nueva clase social culta, no sacerdotal, no aristocrática, sino procedente de los pequeños artesanos y comerciantes. Una clase innovadora que aplica sus conocimientos al desarrollo de nuevas técnicas y métodos de producción.
En el siglo XIX, como consecuencia del desarrollo de nuevos métodos de comunicación y transporte los cambios empiezan a acelerarse aún más. La máquina de vapor se aplica a los ferrocarriles y a los buques. Con el siguiente siglo llegan los automóviles y los aviones. Bell pone en marcha el teléfono. Marconi, la radio. Los imperios europeos pueden recibir informaciones y enviar tropas rápidamente a cualquier parte del mundo. El nuevo sistema económico se expande e impone en todo el globo.
También por primera vez hay un esfuerzo por analizar y comprender su funcionamiento y controlar su evolución. La ciencia económica actual apunta al mecanismo de determinación de precios en mercados libres como la clave del sistema capitalista. Es por ello que recibe también el nombre de sistema de economía de mercado. Este curso está dedicado a explicar los conocimientos actuales sobre el funcionamiento y medios de control del sistema de economía de mercado.
El capitalismo en el siglo XX
Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones económicas. La I Guerra Mundial provocó el estallido de la revolución en Rusia. La guerra también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania, una perversa combinación de capitalismo y socialismo de Estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de expansión provocaron un segundo conflicto bélico a escala mundial. A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas económicos comunistas se extendieron por China y por toda Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la Guerra fría, a finales de la década de 1980, los países del bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único gran país que sigue teniendo un régimen marxista, aunque se empezaron a desarrollar medidas de liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan ahora hacia sistemas económicos más o menos capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas económicos.
En las democracias industrializadas de Europa y Estados Unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930. La Gran Depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el siglo XVIII. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx, los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que representó esta crisis, el sistema capitalista mostró una enorme capacidad de adaptación y de supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos democráticos empezaron a intervenir en sus economías para mitigar los inconvenientes y las injusticias que crea el capitalismo.
Así, en Estados Unidos el New Deal de Franklin D. Roosevelt reestructuró el sistema financiero para evitar que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el crack de Wall Street en 1929. Se emprendieron acciones para fomentar la negociación colectiva y crear movimientos sociales de trabajadores que dificultaran la concentración del poder económico en unas pocas grandes corporaciones industriales. El desarrollo del Estado del bienestar se consiguió gracias al sistema de la Seguridad Social y a la creación del seguro de desempleo, que pretendían proteger a las personas de las ineficiencias económicas inherentes al sistema capitalista.
El acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, el pensamiento de Keynes modificó en lo más profundo las ideas capitalistas, creándose una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo.
Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en déficits presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.
Previsiones de futuro
Durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial, la combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generaron una enorme expansión económica. Todos los países capitalistas, también aquéllos que perdieron la guerra, lograron un crecimiento constante, con bajas tasas de inflación y crecientes niveles de vida. Sin embargo a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo empezaron a crecer en todas las economías capitalistas, en las que las fórmulas keynesianas habían dejado de funcionar. La menor oferta de energía y los crecientes costos de la misma (en especial del petróleo) fueron las principales causas de este cambio. Aparecieron nuevas demandas, como por ejemplo la exigencia de limitar la contaminación medioambiental, fomentar la igualdad de oportunidades y salarial para las mujeres y las minorías, y la exigencia de indemnizaciones por daños causados por productos en mal estado o por accidentes laborales. Al mismo tiempo el gasto en materia social de los gobiernos seguía creciendo, así como la mayor intervención de éstos en la economía.
Es necesario enmarcar esta situación en la perspectiva histórica del capitalismo, destacando su enorme versatilidad y flexibilidad. Los acontecimientos ocurridos en este siglo, sobre todo desde la Gran Depresión, muestran que el capitalismo de economía mixta o del Estado del bienestar ha logrado afianzarse en la economía, consiguiendo evitar que las grandes recesiones económicas puedan prolongarse y crear una crisis tan grave como la de la década de 1930. Esto ya es un gran logro y se ha podido alcanzar sin limitar las libertades personales ni las libertades políticas que caracterizan a una democracia.
La inflación de la década de 1970 se redujo a principios de la década de 1980, gracias a dos hechos importantes. En primer lugar, las políticas monetarias y fiscales restrictivas de 1981-1982 provocaron una fuerte recesión en Estados Unidos, Europa Occidental y el Sureste Asiático. El desempleo aumentó, pero la inflación se redujo. En segundo lugar, los precios de la energía cayeron al reducirse el consumo mundial de petróleo. Mediada la década, casi todos las economías occidentales se habían recuperado de la recesión. La reacción ante el keynesianismo se tradujo en un giro hacia políticas monetaristas con privatizaciones y otras medidas tendentes a reducir el tamaño del sector público.
Las crisis bursátiles de 1987 marcaron el principio de un periodo de inestabilidad financiera. El crecimiento económico se ralentizó y muchos países en los que la deuda pública, la de las empresas y la de los individuos habían alcanzado niveles sin precedente, entraron en una profunda crisis con grandes tasas de desempleo a principios de la década de 1990. La recuperación empezó a mitad de esta década, aunque los niveles de desempleo siguen siendo elevados, pero se mantiene una política de cautela a la vista de los excesos de la década anterior.
El principal objetivo de los países capitalistas consiste en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista sólo resulta razonable sino, también, asequible.
2007-03-09 09:50:38
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answer #1
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answered by Oscar I 5
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