Mi meta es vencerme a mí mismo, en el día a día. Ese es mi más grande reto y el de todo ser humano: no vencer, si no vencerse a sí mismo. Para ello debo tener claridad de pensamiento y luchar por aquello para lo que fuí creado. No estoy yo para mí mismo. Tengo prójimos por los que he de trabajar y en esto depositan para y en mí toda su confianza. Mis más próximos prójimos son, por supuesto, mi familia: mi futura esposa y los hijos de ambos que hayan de venir. No puedo ni debo capitular, ni desfallecer por circunstancia alguna. No los debo, ni puedo ni quiero defraudar. Para un hombre cabal y que busca la virtud, es el saber que uno debería trabajar con un firme propósito que beneficiará al final a terceros. Esta meta lo es todo, y la culminación y sentido del existir en este mundo. Nunca perdiendo de vista que no tiene uno que desprenderse de aquello que dé la vida de sí para disfrutarse. No hay que confundir ser miserable, mezquino y avaro con uno mismo con el hecho de que la vida debe ser plena y haya que vivirla congruentemente pero de manera intensa, y ordenada a la vez, disciplinada, para alcanzar la felicidad. Ambicionar ser, no ambicionar poseer para ser. Un ser sencillo pero digno. Sin falsas modestias, sin poses ni afectaciones. Y de ser, ser el mejor y no menos, siempre sabiendo que habrá alguien delante de nosotros más alto. Terminar, concluir lo que empecé, no dejarlo a partes. no es el ser por el ser, si no el ser por el servir, ser útil, no vano ni fatuo; ser digno, sereno, cauto y prudente, no ostentoso, presuntuoso ni falso. El orden remueve el caos interno al que debo combatir. Centrada, inteligente y eficazmente. Ser útil en todo aquello en lo que se pueda, y si se puede, más, siempre más, nunca menos, después de todo nada nunca será suficiente para dar. Se requiere de un gran trabajo de por medio, pero para ello existen parámetros previos que hay que tomar en cuenta, mismos que empiezan con la disciplina, lo cual no significa ser un tipo cuadrado, si no multidimensional, asertivo, inquisitivo y humilde a la vez. Es por eso que hay que entregar resultados siempre lo más cercanamente posible a nuestras humanas posibilidades , y no menos, que de lo óptimo, esto es, el servicio que preste debe ser de completa y absoluta excelencia, mismo por el cual me estarán pagando, asumiendo con ello el compromiso de mis responsabilidades, sin esperar que alguien tenga que responder por ello más que yo mismo. El beneficio social es evidente. El prestigio personal empuja al desempeño global dentro del ámbito de la competencia y motiva como efecto dominó el mejoramiento de todos.
¿Llegar a donde, me preguntas? No me autoimpongo por principio ningún límite. Sabiendo y teniendo humildemente en cuenta que no debo de ser soberbio y que debo de dar solo un paso a la vez, siempre firme y decididamente fortalecido con el hecho del cual estoy plenamente conciente: puedo si quiero, y de andar queriendo debo quererlo mucho, abrazando, aferrándome a ello con todas mis fuerzas ya que es lo único que debo de hacer como búsqueda de virtud y asumniendo mis obligaciones si quiero resultados, que no siempre serán los esperados (sobre todo si son adversos), teniendo simultaneamente que reconocer que no lo sé todo y que tengo un muy arduo camino por delante para seguir, como para dormirme en mis laureles. Con mente abierta, buscando aprender de la experiencia acumulada y de la gente más inesperada y con mi esfuerzo chuparle el tuétano a la vida, sin ensoberbecerme en el camino de la búsqueda del éxito cuando lo logre. No debo esperar el maná del cielo y si aparece un posible fracaso es natural poseer temores, incertidumbre pero no me deben dominar. Ya me enseñaron cómo debo pescar, y debo de crecer especialmente con todo y las derrotas, que no son más que batallas que pelear en la guerra contra la adversidad, sin dejar de levantarme cada vez que caiga, sin vencerme solo por una mala racha de contrariedades. Así mismo deberé regresar lo aprendido enseñando a otros a pescar. Debo de buscar paradigmas constantemente que romper y resolver, nunca ser conformista, mediocre y evadirlos. En ningún momento nunca por motivo alguno debo suspender mi empeño, claudicando en mi afán de mejorar: ni más ni menos que de lo justo, valiéndome de mi férrea determinación, por más dificil que sea en la vida. Siempre adelante, siempre dispuesto. El sacrificio no es tal si se ve como un reto más a vencer. Mi límite soy yo mismo: autocompadeciéndome, lastimando con ello solo mi autoestima y orgullo propio que por ello en nada me ayudará, serían mis mayores obstáculos. Hasta ahí llegaría si no recapitulo para recomenzar incluso desde el origen mismo. Una, dos tres, millones e infinidad de veces más. Las que haya menester. Las que me exija la vida. Nadie más lo hará por mí. Llorar es justo, porque da humanidad al ser que esto escribe. Pero no me puedo dejar avasallar, por muy dura que sean las pruebas. Me enjugaré las lágrimas de angustia, tristeza y los visos de desfallecimiento que me hacen al fin y al cabo ser humano. Las he de trocar en otras tantas y muchas más de intensa alegría: la indescriptible belleza cuando observe que los resultados, alcanzarán su objetivo primordial de mejorar la vida de otros, son una motivación suficiente y en exceso a seguir. Siempre con serenidad estoica, pensando de antemano que no debo de festejar lo que apenas es el esbozo de un largo camino que recorrer, siempre distante, siempre difícil, muchas veces amargo. Autocomplacerme en buscar adulaciones me detiene y hecha a perder mi trabajo. Incluso si solo soy yo quien se las propina. Los desafíos son crueles a veces pero dulces a la vez. Recreo en mi mente a cada momento una verdad absoluta y universal acerca de la naturaleza humana: nada de ella ni nada que provenga de la misma será vez alguna perfecta, más tendrá el consuelo del reto constante e infinito de la posibilidad maravillosa de hacerse perfectible. Ese entendido me mantiene cierto de que trebajo, siempre exixtirá, no importa cuantas crisis vengan. En cada una, siempre habrá una oportunidad que he de buscar capitalizar. Para eso estamos todos al fin. Me sé limitado y no autosuficiente. Buscaré por este motivo el trabajo en equipo, a efecto de sumar sinergias para un fin común con personas afines no a mí, si no al objetivo. Si estas son dinámicas, diré como Gyorgy Doczi, pues, que estaré buscando naturales dinergias: sinergias en constante dinamismo. A veces será dificil lidiar con algunos, pero no serán ellos mi freno, aunque a veces aparente desfallecer, cuando al poner tropiezos en mi destino algunos malintencionados, que sin paranoia sé que los tendré, busquen verme fracasar. Y habrá muchos. Habrá otros tantos más que busquen mi caída y quedarse en el proceso con mi crédito. Muchos otros más querrán alcanzar el éxito conmigo, arriba y abajo de mí posición, con los que buscaré alternar para este firme propósito. No deberán ahuyentarme ni asustarme sus intenciones, buenas o malas. Debo estar preparado para ello. Quien crea que esto es una utopía idealista, está a tres pasos o tal vez dos de quebrar o quedar desempleado, si ya lo está, y si no, pues ya partió en la dirección incorrecta. Lo peor de todo, es que con una mala actitud y falta de conviccción se generará un patrón repetitivo para ellos, incrementando los malos precedentes curriculares, alejándolos cada vez más de posibilidad alguna de emplearse al menos digna y decorosamente dentro del ámbito para el cual se formaron. Si a eso le añadimos la cada vez peor situación en plazas disponibles, y que junto con este tipo de persona cada vez las empresas están despidiendo a profesionales tal vez muchísimo más capaces y experienciados que éstos, solo será cuestión de tiempo que tengan que hacerle la competencia en la vía pública a ejércitos de vendedores de papas fritas caseras, si bien les va. Debo de dar gracias a la vida por haberme dado lo que tengo y buscar subsanar por mí mismo lo que no. Reconocerme como defectivo y virtuoso. Humano, muy humano, simple y solamente. Nada más.
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2007-03-03 18:55:17
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answer #1
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answered by Chalesito 4
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