TE TRAIGO UN CAPITULO DEL LIBRO
“HARRY POTTER Y LA MANO DEL OTRO” – Capítulo 12 (1ª parte)
A la mañana siguiente, Harry se despertó con muy buena cara. Había dormido de un tirón y estaba muy descansado; no así Ron, quien tenía muy mal semblante y estaba muy ojeroso. Sin duda, había estado toda la noche pensando en la posibilidad de decirle a Hermione que la quería y los nervios no le habían dejado pegar ojo.
Cuando bajaron a la cocina, Harry con el brazo en cabestrillo, Hermione no tenía mejor aspecto que Ron. Ginny y Harry intercambiaron una mirada de *¡Éstos dos nunca aprenden!*. Estaba claro que Hermione se encontraba en la misma tesitura que Ron y que Ginny también había intentado interceder en el asunto. Fleur, Tonks y Gabrielle no dejaban de mirarse entre ellas para luego echar una disimulada ojeada a los indecisos tortolitos, hasta que los ojos de la pequeña del grupo tropezaron con los de Harry provocando una aparatosa pérdida de equilibrio en la azorada Gabrielle cuyos plateados cabellos parecían pedir auxilio a gritos mientras una lluvia de copos de avena caía sobre Dudley.
Por un momento, Harry pensó que su primo armaría un bochinche de campeonato pero sólo por un momento pues, para su sorpresa, la peoncita no sólo no protestó sino que se quedó mirando a la pequeña Gabrielle muy colorado y con cara de lelo.
*¡No! ¿A mi primo le gusta Gabrielle? ¡Pero si es una nena!* pensó Harry.
Sin duda los efluvios de la pequeña medio Veela estaban surtiendo un gran efecto sobre el voluminoso Dudley quien parecía haber perdido el apetito desde el momento en que Gabrielle entró en la cocina.
“Es la primera vez que le veo rechazar comida”, susurró Harry al oído de Ginny.
“Angelito”, dijo ella burlonamente. “¿No te recuerda a alguien?”
Harry se limitó a reír disimuladamente. Sabía perfectamente a quien se refería.
*Ahora que lo pienso*, se dijo Harry, *Ron ya no babea por Fleur. Sin duda, lo que siente por Hermione es tan profundo que ya no le afectan los encantos de su futura cuñada*.
Una hora más tarde, Harry, Ron y Hermione salieron al jardín y se tumbaron sobre el césped. Ginny seguía muy liada con el tema de la boda. Ahora se llevaba muy bien con Fleur y se había encariñado con Gabrielle a la cual trataba con sumo cariño, como si fuera su hermana pequeña.
En La Madriguera había mucho barullo, no paraba de entrar y salir gente de la cocina, de modo que los tres amigos decidieron ahuecar el ala y perderse un poco a la sombra del rododendro. Zarco parecía estar también un poco molesto por las voces que llegaban a la habitación desde todos los puntos de la casa pues, al poco rato, se unió a ellos posándose en lo alto del arbolillo.
“¡Cómo te sigue!” exclamó Hermione.
“Sí. Supongo que aún no ha tenido tiempo de hacer amigos por la zona”, dijo Harry. “¡Muffliato!” añadió realizando una floritura que les abarcó a ellos tres.
“¡Perfecto! Hablando de tiempo”, saltó Hermione. “Tenemos que empezar a preparar la Poción Multijugos”.
“No te preocupes por eso, Hermione”, dijo Harry. “Anoche, mientras vosotros estabais en la Sala Principal de la Sala de Menesteres, estuve trabajando en ello y dejé la poción cociendo a fuego lento”.
“Pero si estuve ojeando los libros de Pociones de la Sala Principal mientras tú estabas en la Sala de los Horcrux y no la encontré en ninguno de ellos”, repuso ella muy extrañada.
“No. Bueno… Es que la he preparado siguiendo las pautas del libro de Snape. Lo he revisado tantas veces que prácticamente lo he memorizado todo”.
Ron no salía de su asombro.
“¡Jo! ¡Qué bien aprovechaste el tiempo!”
“¡Ya lo creo!” intervino Hermione muy satisfecha.
“Parece que están muy liados ahí dentro”, dijo Harry mirando hacia la casa. “¿Qué os parece si vamos a la habitación y volvemos a entrar en el Reloj? Es que tengo que ir a la Reserva de Slytherin para localizar el punto exacto donde se encuentra la Descurainia Sophia porque hay que recolectarla con la luna llena y eso será mañana”.
“Si quieres vamos ahora mismo”, dijo Ron muy entusiasmado.
“Bueno, yo puedo quedarme en la Sala Principal echando un vistazo a los libros y luego puedo ir a ver mi habitación”, dijo Hermione un poco mustia.
“En realidad”, intervino Harry mirando a Hermione, “…había pensado que te gustaría echar un vistazo a la colección de libros que custodia el Topacio. Creo que, puesto que sólo Ron y yo podemos entrar en la Reserva de Slytherin, lo justo sería concederte a ti el privilegio de ser la primera en girar la gema de Hufflepuff”.
“¡Oh, gracias! ¡Qué bueno eres, Harry!” dijo ella muy emocionada y abrazándole efusivamente.
¡Bueno, bueno! ¡Tampoco hay que exagerar! Yo habría hecho lo mismo si el reloj fuera mío”, dijo Ron muy molesto y con las orejas bastante coloradas.
“¡A ti no te gustan los libros!” le espetó ella. “Voy a ponerle el desayuno a Crookshanks”, dijo muy contenta.
“Si quieres puedes llevarlo contigo”, sugirió Harry.
“¿Por qué?” gruñó Ron. “¡Él está aquí muy bien con los gatos de la Sra. Figg!”
“¡Ya lo sé!” le cortó Harry un poco molesto por la actitud de su amigo. “Pero, supongo que tú vendrás conmigo y, como no sé cuanto tardaremos en localizar esa hierva, pensé que Crockhancks podría hacerle compañía”.
“¡Oh! Bueno,…en ese caso… ¡Claro, claro!” dijo Ron agachando la cabeza un poco avergonzado por su comportamiento.
“Pero… ¿Qué te pasa, Ron? ¡Estás muy raro!” le increpó ella.
“Nada”, refunfuñó él. “Es que no he dormido mucho esta noche”,
“Yo también he pasado mala noche y no voy por ahí incordiando a la gente”.
Ron estaba a punto de responderle con su acostumbrada delicadeza pero, afortunadamente, Harry intervino a tiempo de evitar la catástrofe.
“Por favor, no discutáis por una tontería. Necesito que os llevéis bien. Os quiero mucho y me duele veros así. Con todo lo que hemos pasado juntos y lo que nos queda por vivir… ¿Tan difícil os resulta estar un día entero sin tiraros los trastos a la cabeza?”
Ron y Hermione bajaron la cabeza y se miraron los pies un poco cohibidos por el rapapolvo que Harry acababa de soltarles.
“Lo siento”, se disculpó Ron.
“Tienes razón”, dijo Hermione. “Estamos siendo egoístas. Tu situación ya es bastante complicada como para que nosotros la compliquemos más con nuestras tonterías”.
“Mi situación sería insoportable de no ser por vosotros”, dijo Harry sonriendo benévolamente a sus avergonzados amigos.
“Gracias, Harry”, dijo Hermione.
“No. Gracias a vosotros”.
Los tres guardaron silencio sin saber muy bien qué decir en ese momento. Finalmente fue Hermione quien rompió el incómodo silencio.
“Voy a por Crookshanks. Vosotros esperadme en la habitación”.
La joven salió corriendo hacia la casa mientras ellos intercambiaban una significativa mirada de disculpa.
“¿Por qué te pones así conmigo, Ron?”
“¿A qué te refieres?”
“A que parece como si vieras en mí a un rival y no al amigo de siempre”.
“Bueno… Tú mismo dijiste que, si no fuera por lo que sientes por Ginny, le pedirías salir”.
“Como siempre, Ron, lo malinterpretas todo. Yo amo a tu hermana con todo mi corazón y nunca miraré a otra que no sea ella. Lo único que pretendía era que te dieras cuenta de que otro no dudaría en aprovechar la situación, y que hay muchos jóvenes en la Orden que parecen haber reparado en ella”.
“Lo sé”, terció Ron. “Pero… ¿te importaría mucho no ser tan detallista con ella? Ayer estuve un buen rato consolándola pero, después de lo que has dicho sobre la Gema de Hufflepuff, le parecerá una tontería todo lo que yo le dije anoche. Ya ni se acordará de los cumplidos que le susurré al oído y… ya sabes que me cuesta mucho ser agradable con ella. ¡Soy tan burro! ¡Y el curso pasado dijo que estás bueno!”
“No te alteres por eso, Ron. A mí siempre me ha visto como a un hermano. A ti, sin embargo, siempre te ha mirado con otros ojos. Como tú a ella”.
“¿Seguro?”
“Sin duda”.
Minutos más tarde, los dos amigos regresaban a la habitación donde una exultante Hermione esperaba con su gato en brazos.
Una vez en la Sala Principal del Reloj de Dumbledore, Harry dejó el ejemplar del Príncipe Mestizo en uno de los estantes reservados a los libros de Pociones. Crookshanks comenzó a recorrer las dos estancias husmeando cada rincón y desconfiando de todo cuanto encontraba en su camino. Como no obtuvo respuesta a sus bufidos y amenazas, se creció tanto que acabó por desahogarse dando una soberana paliza a la indefensa pata de una de las sillas para luego ir en busca de su ama y escoltarla muy digno y satisfecho consigo mismo.
“¡Uy, qué nervios!” gritó Hermione agitando las manos y dando saltitos frente a la Gema de Hufflepuff. “¿Puedo?”
“Toda tuya”, respondió Harry sin poder contener la risa.
Ella dio un paso al frente, respiró hondo, levantó un tembloroso brazo y giró el Topacio. Harry y Ron estaban encantados de ver tan emocionada a su amiga. Era increíble lo feliz que se mostraba ante la posibilidad de descubrir un montón de libros. No apartaban los ojos de Hermione. Era todo un espectáculo y resultaba tan gratificante su entusiasmo que no querían perder detalle de su reacción en el momento en que los ansiados libros salieran a la luz.
Nada más apartar Hermione la mano, apareció ante ella una puerta de madera idéntica a las de la sala contigua, con la salvedad de que ésta no tenía cerradura ni pomo, sino catorce extraños símbolos y cinco números grabados a fuego y repartidos en tres hileras. Las dos primeras con cinco símbolos y dos números cada una y la última con cuatro símbolos y un número, el uno, situado en el penúltimo lugar. La primera hilera constaba de cuatro símbolos, un siete, otro símbolo y un tres. La hilera restante comenzaba con un cinco, seguido por cuatro símbolos, un dos y otro símbolo.
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“¿Qué es eso?” preguntó Ron extrañado.
“¡Son runas y números! Fehu, Uruz, Jera, Perdhro, siete, Mannaz, tres, cinco, la Runa Blanca, Othala, Tiwad, Elhwad, dos, Laguz, Ingwad, Perdhro, Sowilo, uno y Kenaz.” dijo muy emocionada. “Parece un acertijo…”, susurró.
“¡Eh, esa de ahí es idéntica a tu cicatriz, Harry!” exclamó Ron paseando la mirada de la frente de su amigo u uno de los símbolos grabados en la puerta.
“Sí”, dijo Hermione. “Es el Sowilo, la Runa de la Victoria. La primera vez que la vi en un libro de la Biblioteca de Hogwarts la interpreté como la posible expresión de tu victoria sobre Voldemort la noche que asesinó a tus padres e intentó hacer lo mismo contigo. Días más tarde, en otro volumen, encontré una transcripción latina de un texto rúnico. Al parecer el Sowilo se corresponde con la “S” del alfabeto latino. Deduje que tal vez tu cicatriz pudiera ser la “S” de Slytherin ya que Voldemort es el Heredero de ese Fundador y que esa podría ser la razón de que tú pudieras hablar Pársel.”
“Está visto que te correspondía a ti girar el Topacio porque ni Ron ni yo hemos estudiado nunca Aritmancia ni Runas Antiguas”.
“Creo que casi tengo resuelto el acertijo de la puerta”, dijo ella sonriendo pícaramente y sacando una pluma auto recargable y un rollo de pergamino y sentándose a la mesa para realizar una serie de cálculos.
“Bueno. Pues yo voy a la otra habitación”, dijo Harry. “Seguro que en los libros de Herbología encuentro algún dibujo de la Descurainia Sophia. ¿Me ayudas, Ron?”
“¡Claro!”
“Ayer vi que en la tercera estantería de Herbología había dos tomos sobre plantas acuáticas venenosas. Seguro que está en uno de ellos”, dijo Hermione sin perder de vista sus extraños cálculos.
Sin más dilación, los dos chicos fueron directos a los libros que ella les había indicado. Harry cogió *Aplicaciones de las Plantas Acuáticas Venenosas: Pociones y Ungüentos* y Ron *Mutaciones de las Plantas Acuáticas Venenosas de Invierno*.
Ambos libros resultaron contener una información valiosísima sobre el ejemplar en el que estaban interesados.
Según el libro de Harry, la “Descurainia Sophia”, planta acuática originaria de la Época Glacial, sólo crece en altitudes superiores a los 4000 metros, en zonas de hielo o nieve permanentes. Es un arbusto pequeño, vivaz, de medio metro de altura, de color gris perlado, leñoso por la base, con tallos erguidos, ascendentes, ramosos y ramas abortadas, transformadas en espinas, a menudo por pares. Las hojas son pecioladas, ovales, puntiagudas y dentadas. De los 365 días del año, es venenosa durante 353 a lo largo de los cuales se pueden apreciar una serie de bayas blancas dispuestas en verticilos bien separados. Todo el arbusto vibra emitiendo un embriagador sonido que invita a consumir sus mortales frutos, y por esa razón se conoce popularmente con el sobrenombre de “Sirena del Hielo”.
La ficha incluía un detallado dibujo móvil a todo color.
“¡Qué bonita es!” dijo Harry acariciando la superficie del grabado que comenzó a emitir una extraña melodía que cesó en cuanto retiró la mano.
“¡Jo! ¡Cómo se las gasta!”, exclamó Ron.
“Sí”, dijo Harry. “No va a ser fácil acercarse a esa planta sin correr un grave riesgo. Aquí pone que no existe remedio contra su toxina y que el arbusto es invisible a menos de cinco metros de distancia. Así que… el único modo que tenemos de localizarla es siguiendo su embriagadora melodía”.
“Uno de nosotros tendrá que hacer de guía mientras el otro, ataviado con un Encantamiento Aislante, evita que se lance a por las bayas”, señaló Ron.
“Yo haré de guía”, dijo Harry.
“¡De eso nada! ¡Lo haré yo!” protestó Ron.
“Bueno, ya veremos”.
“¡Sí! Ya veremos”, añadió Ron con el morro torcido y comenzando a leer *Mutaciones de las Plantas Acuáticas Venenosas de Invierno*… “¡Mira, Harry! Se acabaron nuestros problemas”.
“¿Qué quieres decir?”
“Pues que, según esto, hace sólo veinticinco años que se descubrió que los cuervos son los únicos seres vivos inmunes al veneno de sus bayas”.
“¡Genial! ¡Podemos ir mañana con Zarco!”
“No. Tiene que ser hoy porque mañana hay luna llena”.
“¿Y qué? Mañana seguirán allí los arbustos”.
“Sí, pero aquí pone que los cuervos se guían por la melodía que emiten las bayas todos los días del año salvo en aquellos que habrá luna llena. Durante las noches de luna llena, toda la planta sufre una mutación de modo que los frutos se transforman en unas esponjosas flores amarillas y blancas, y sólo las hojas que crecen justo debajo de las blancas son aptas para su recolección ya que el resto de la planta permanece irrigada por su mortal veneno”.
“Bien… Voy a La Madriguera a por nuestras escobas. Con un poco de suerte, Zarco aún andará por ahí. No parece que se aleje mucho de la zona”.
“Sí. Creo que te ha adoptado como amo”, puntualizó Ron.
Harry fue hacia la chimenea y solicitó entrar en La Madriguera. Una vez se hubo marchado, Ron volvió a la otra Sala donde Hermione estaba realizando los últimos cálculos del acertijo.
2007-03-03 16:24:01
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answer #9
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answered by dames 3
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