Lilia Vélez Iglesias
PEDERASTIA E IMPUNIDAD *
Para Maru, Eduardo, Lalo y Javier con cariño solidario
Cuando terminé de leer las poco más de 300 páginas, incluido el anexo Fugitivos con sotana, del libro Manto Púrpura, pederastia clerical en tiempos del cardenal Norberto Rivera Carrera, una afirmación del periodista español Pepe RodrÃguez, vino a mi mente: “Todo proceso de investigación se asienta sobre un comportamiento humano que resulta extremadamente difÃcil de obviar “pasar por la vida siempre deja huellas”.
La reflexión fue inevitable: durante su paso por la vida, los sacerdotes abusadores y sus superiores protectores, denunciados en el libro de Sanjuana MartÃnez, dejaron en las y los niños a los que abusaron una huella indeleble: la dignidad humana perdida, y con ello una existencia marcada por el dolor, la humillación, el temor y la incomprensión, llevados siempre a cuestas.
El libro, editado por Grijalbo, está construido sobre el resto de la premisa de RodrÃguez, un experto en investigación de sectas, quien sostiene: “Cuando actuamos, en cualquier faceta personal o social, casi nunca podemos predecir los resultados finales –y/o colaterales- de nuestros actos y, en todo caso, jamás imaginamos que algún dÃa alguien va a interesarse en serio por ellos. Por suerte o por desgracia, cuando cualquier actuación ya ha producido su fruto (…), resulta imposible volver atrás y borrarlo todo. A lo sumo uno puede emborronar o enmascarar zonas de su pasado, pero nunca eliminarlas por completo. Vivir deja recuerdos en otras personas, fotografÃas, documentos –públicos y privados- dispersos por mil sitios…para el investigador que sepa dar con ellos”.
El texto que hoy nos reúne se basa precisamente en esta premisa y en él, Sanjuana MartÃnez, regresa sobre las huellas dejadas por los sacerdotes y jerarcas católicos para recuperar testimonios, documentos oficiales, fotografÃas, artÃculos periodÃsticos, correspondencia personal, entre otras pruebas de lo ocurrido durante años y, con base en ellas, reconstruye la historia, no sólo de estos delitos abominables sino de los esfuerzos, sistemáticos y planeados, que se han hecho para ocultarlos, desde la jerarquÃa eclesiástica sÃ, pero también desde las autoridades civiles, quienes no dudaron en ayudar a colocar el manto protector de los pederastas, al que se refiere el tÃtulo de esta obra periodÃstica.
AsÃ, a lo largo de los cinco apartados en los que está dividido Manto Púrpura, se va hilvanando con todo cuidado la historia de la protección que las autoridades policiacas y judiciales de nuestra juarista República han brindado a sacerdotes como Nicolás Aguilar Rivera, un depredador según el propio texto, acusado de abusar de 90 niños y quien, como todos sabemos, aún está prófugo.
La investigación de Sanjuana desenmascara una vez más a un sistema judicial ineficaz y corrupto, que no sólo es incapaz de salvaguardar la integridad y seguridad de las y los mexicanos más vulnerables, sino que violenta sus derechos fundamentales para proteger a delincuentes escondidos bajo sotanas. Como si la garantÃa constitucional de igualdad no fuera un principio fundamental del Estado mexicano, el libro nos revela que en este paÃs el portar una sotana te convierte en sujeto de excepción, tal y como lo reveló en 1995 el entonces cónsul en Los Ãngeles, Jorge GarcÃa Villalobos, al declarar que en México “el sistema no va a perseguir nunca a un cura”.
El texto de MartÃnez documenta, con la verosimilitud propia de cualquier investigación periodÃstica, las estrategias utilizadas por el cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera y por el estadounidense Roger Mahony, arzobispo de Los Ãngeles, asà como por otros altos jerarcas de la iglesia para proteger a los sacerdotes acusados de violar menores y evitar la difusión de las acusaciones existentes, Operación Púrpura, bautiza la periodista a estas medidas que pretendÃan impedir que la justicia alcance a los violadores y el escándalo a la iglesia.
Asimismo, el libro narra, a manera de crónica, la interposición de la demanda por conspiración a la pederastia que JoaquÃn Aguilar Méndez presentó ante la Corte Superior de Los Ãngeles contra los cardenales Mahony y Rivera y por asalto sexual contra el sacerdote Nicolás Aguilar Rivera. El caso es dramático porque retrata fielmente cómo un ciudadano de este paÃs se ve obligado a voltear los ojos al sistema de justicia de otra nación con la esperanza de que en éste sà lo escuchen.
Dramático, también, es el hecho de que la mayor parte de las vÃctimas tanto en Estados Unidos como en México tienen en algo en común: son pobres, provienen de familias profundamente religiosas y, en muchos de los casos, tuvieron que emigrar para sobrevivir.
No obstante lo anterior, me parece que el aporte fundamental del texto es su contribución para romper la espiral del silencio que durante años se ha impuesto sobre el tema de la pederastia clerical, en la opinión pública nacional, espiral que sin duda ha evitado que muchas y muchos niños mexicanos denuncien a sus agresores.
Como es sabido, la opinión pública es el resultado de la interacción entre los individuos y su entorno social, de tal forma que el individuo suele renunciar a sus propios juicios y opiniones si éstos lo ponen en riesgo de ser “sancionado”, e incluso expulsado, del grupo social al que pertenece. En otras palabras y tal como explica Noëlle Neuman, la opinión pública es la opinión dominante que impone una postura y una conducta de sumisión, a la vez que amenaza con aislamiento al individuo rebelde.
Hablar sobre el tema, transparentarlo, ventilarlo, contribuirá de manera sustancial a cambiar la opinión dominante y que ésta deje de amenazar con el asilamiento social a quienes se atreven a denunciar los abusos de los que fueron vÃctimas. Un cambio en la opinión dominante, a su vez, presionará a la Iglesia y al sistema judicial para tomar medidas serias para enfrentar y detener estos hechos delictivos, tal y como ha ocurrido en otros paÃses, incluido nuestro vecino.
Sólo de esta manera podremos evitar que México se convierta en “el paraÃso de los pederastas”, pues sin duda las condiciones de vulnerabilidad en nuestro paÃs son enormes, como hemos podido advertir en los últimos meses, especialmente aquà en Puebla.
Como ciudadanos mexicanos nos toca exigir que se sancione a quienes cometieron delitos y a quienes, usando sus poderes fácticos, impidieron que las vÃctimas obtuvieran justicia y reparación del daño. Como católicos, quienes lo somos, tenemos que demandar a la jerarquÃa de nuestra iglesia que abra la información sobre los sacerdotes que utilizaron su peso moral para abusar de quienes veÃan en ellos a los representantes de Cristo en la tierra; no hay argumento posible para negarse a tal petición, como tampoco lo hay para asumir los errores cometidos y rectificar las actitudes y conductas mostradas frente a este penosÃsimo asunto. Ãnicamente asÃ, se podrá recuperar la confianza perdida de cientos de católicos que han observado con decepción la conducta de quienes deberÃan velar por ellos… sólo asÃ.
* Documento leÃdo durante la presentación del libro Manto púrpura, el pasado martes 20 en Profética.
2007-03-09 13:37:44
·
answer #2
·
answered by Oscar I 5
·
1⤊
0⤋