GUERRAS MEDICAS: (así se llamaron)
Este enfrentamiento entre el poderoso imperio persa y las polis griegas encabezadas por Atenas y Esparta señala el comienzo del periodo clásico en Grecia
Los griegos designaron a los persas con el nombre de medos, término que, en pluridad, correspondía a un pueblo emparentado con ellos y que formaba parte de su imperio. Aunque generalmente se habla de las guerras médicas con referencia a los dos intentos de invasión de la Grecia continental por los persas (490-478 a.C.), el conflicto entre ambos pueblos fue más prolongado, y las tensiones continuaron hasta la conquista del imperio persa por Alejandro Magno, en 330 a. C.
Introducción:
Al llegar al siglo V a.C., en el mundo antiguo sobresalían el inmenso imperio persa, gobernado por Darío, y las repúblicas griegas, independientes entre sí, que prosperaban materialmente y habían alcanzado un notable desarrollo cultural. Entre ambos se encontraban las colonias griegas emplazadas en el Asia Menor que se empeñaban en conservar su tradición helena, aunque sometidas a la dominación persa que las ahogaba en sus posibilidades de desarrollo y les impedía el normal abastecimiento de trigo desde el mar Negro.
Fue en estas circunstancias que, en el año 499 a.C., la colonia griega de Mileto, situada en la Jonia, se rebeló contra los persas y con la ayuda de Atenas emprendió la lucha contra Sardes, sede de la satrapía más próxima, que fue saqueada e incendiada.
El rey Darío juró vengar esta afrenta y para no olvidar su juramento ordenó a uno de sus esclavos que todos los días le repitiera tres veces que debía acordarse de los atenienses.
En poco tiempo los persas recuperaron la iniciativa y vencieron a los jonios —que habían quedado solos— en Efeso y luego destruyeron sus naves en las proximidades de la isla de Lade. De esta manera Mileto, que fue arrasada, quedó nuevamente sometida y todas las colonias griegas del Asia Menor prometieron acatamiento a los persas.
Seguidamente, Darío envió emisarios a todas las ciudades de la Helade, para exigirles la sumisión, como represalia por la ayuda prestada por Atenas a la colonia sublevada. Todas, las ciudades griegas, con excepción de Esparta y Atenas, se sometieron ante el rey persa.
Tal actitud asumida por los espartanos y atenienses, significó el comienzo de las guerras médicas, así denominadas, porque los griegos llamaban medos a los persas.
La revuelta de Jonia:
En 545 a. C. Ciro el Grande había extendido la soberanía persa sobre Asia Menor, incluyendo las polis griegas de la costa y las islas próximas (Jonia). Éstas soportaban cada vez peor la pérdida de su autonomía, la imposición de gobiernos tiránicos y la competencia comercial de los fenicios, favorecidos por los persas. Por ello, en 499 a. C. estalló una revuelta encabezada por Aristágoras de Mileto contra el dominio de los persas aqueménidas. Los rebeldes lograron tomar y destruir Sardes (498), sede del sátrapa—gobernador provincial— persa, y la rebelión se extendió desde el Bósforo hasta Chipre; se enviaron embajadores a la península Helénica para pedir ayuda, pero sólo las ciudades de Atenas y Eretria enviaron algunos barcos.
Mientras tanto, los persas recuperaron la iniciativa. Aprovechando la desunión entre los sublevados fueron imponiendo de nuevo su autoridad sobre ellos. La victoria naval de Lades (495) y la destrucción de Mileto, cuyos habitantes fueron deportados a Mesopotamia, señalaron el restablecimiento del poderío persa.
Los disturbios habían convencido al rey persa Darío de que para asegurar su dominio en Asia Menor debía controlar todo el Egeo, incluyendo las polis de Europa. La expedición dirigida por Mardonio, yerno de Darío, sometió Tracia y Macedonia (492), pero la destrucción de su flota junto al monte Athos le impidió avanzar más allá.
Maratón:
En 490 una gran expedición con 50.000 hombres al mando de Datis y Artafernes salió de Cilicia para castigar a Atenas y Eretria por su participación en los sucesos de Jonia. Les acompañaba Hipias, antiguo tirano ateniense, hijo de Pisístrato, que todavía contaba con partidarios en la ciudad, a pesar de la reciente instauración de la democracia por Clístenes (507). Tras someter las Cícladas y tomar Eretria, este ejército desembarcó en la llanura de Maratón, al nordeste de Atenas. Las tropas atenienses, integradas por 10.000 hoplitas (infantería pesada) y algunos aliados de Platea, dirigido por Milcíades, decidió atacar y cargó inesperadamente contra los persas, rechazándolos hasta el mar(490). El soldado Filfpides, que había vuelto de Esparta justo a tiempo para la batalla, corrió los 42 kilómetros que separaban Maratón de Atenas para dar la noticia de la victoria; el esfuerzo le costó la vida. El rápido regreso de las tropas a Atenas impidió un nuevo desembarco del ejército persa, que se retira finalmente a Asia. Los espartanos llegaron demasiado tarde para servir de ayuda, y la gloria de Maratón correspondió por entero a la democracia ateniense. La muerte de Milcíades (488) llevó al poder a Temístocles, que emprendió una importante reforma de la flota, aprovechando los ingresos extraídos de los nuevos filones de plata de las minas del Laurión (483).
La segunda guerra médica:
Las revueltas en el imperio y la muerte de Darlo (486) impidieron a los persas realizar una nueva expedición de castigo. Pero en 484 el nuevo rey Jerjes, hijo de Darío, comenzó los preparativos de una gran campaña para invadir Grecia. Las cifras proporcionadas por el historiador griego Herodoto son seguramente exageradas, pero es probable que la expedición contase al menos con 300.000 hombres y 600 navíos, además de una espectacular logística. Gran parte de las polis griegas (con algunas excepciones importantes) se unieron para su defensa en la Liga Helénica, fundada en el congreso panhelénico del Istmo (481), a pesar de las recomendaciones de neutralidad o sumisión del oráculo de Delfos. Esparta, la mayor potencia militar griega y líder de la Liga del Peloponeso, encabezaría sus fuerzas.
En junio de 480 el inmenso ejército de Jerjes, con el Gran Rey al frente, cruzó los Dardanelos por un doble puente de barcas. Avanzó fácilmente a través de Macedonia y Tesalia, y no se encontró con la primera línea de defensa griega hasta llegar al desfiladero de las Termópilas en tierra y el cabo Artemisión en el mar. Los 7.000 hombres mandados por el rey espartano Leónidas rechazaron durante dos días al ejército persa, hasta que una traición permitió a éste cruzar por un paso secreto y rodearlos. Ante la inevitable derrota, Leónidas envió a sus tropas al sur, permaneciendo él con 300 hoplitas espartanos y 700 hombres de Tespis y Tebas. Todos perecieron en defensa de la posición. Esta resistencia desesperada permitió a la flota griega, encabezada por los atenienses, replegarse ordenadamente y conservar sus efectivos.
El ejército de Jerjes avanzó entonces por Grecia central, con el apoyo de algunas polis. La nueva estrategia griega era plantear la defensa del istmo de Corinto, cerrando el paso al Peloponeso. Atenas fue evacuada por sus habitantes y ocupada por los persas, que incendiaron la acrópolis como represalia por la destrucción de Sardes dieciocho años antes. Pero Temístocles convenció al estado mayor griego para presentar batalla a la flota persa en la bahía de Salamina, cerca de Atenas. Se sirvió de una estratagema para atraer a la numerosa escuadra enemiga hacia un angosto paso y privarla de capacidad de maniobra; al cabo de unas horas era vencida por las trescientas naves griegas, ante los ojos de Jerjes (septiembre de 480).
El dominio del mar había pasado a los griegos, y Jerjes regresó a Asia para organizar refuerzos, aunque una nueva insurrección en Babilonia le impidió renovar sus campañas en Europa. Dejó en Grecia un importante ejército al mando de Mardonio, reforzado con aliados griegos (tesalios, macedonios, beocios). Mientras éste invernaba en Beocia surgieron disputas en el seno de la Liga Helénica sobre la estrategia a seguir. Esparta y las ciudades del Peloponeso pretendían mantenerse a la defensiva en el istmo, mientras que Atenas, Megara y Egina querían expulsar al enemigo de sus puertas. Tras graves tensiones y una nueva invasión persa del Ática, al fin se decidió el envío de un ejército aliado a Beocia, al mando del espartano Pausanias. Sus 40.000 hoplitas y 7.000 auxiliares (el mayor ejército nunca reunido por los griegos) se enfrentaron al superior ejército persa en la llanura de Platea (primavera de 479). A pesar de su ventaja inicial, Mardonio fue vencido y muerto, y gran parte de su ejército destruido. Su lugarteniente Artabazo condujo a los supervivientes de vuelta a Asia. Al mismo tiempo, una flota griega mandada por el rey espartano Leotiquidas destruía una base naval persa y las naves fondeadas en Mícala, frente a la isla de Samos.
No sólo se había salvado la independencia de las polis de Grecia, sino que éstas controlaban ahora el Egeo. La flota mandada por Pausanias tomó Bizancio, abriendo el paso al mar Negro, y las islas de Quíos, Lesbos y Samos se unieron a la Liga (478).Sin embargo, una vez conjurado el peligro persa la unidad griega resultó efímera, por los intereses contrapuestos de las diferentes ciudades.
La Liga de Delos:
Esparta, poco amiga de aventuras fuera del Peloponeso, se desinteresó de los asuntos del Egeo oriental, arrastrando consigo al resto de la Liga del Peloponeso. Fue Atenas, apoyada en su potente flota, la que tomó la iniciativa y formó la Liga de Delos (476) con numerosas polis de las Cícladas, Asia Menor y la zona de los estrechos. La alianza, comprometida en la lucha por la liberación de las ciudades griegas de la dominación persa, fue diseñada por el ateniense Arístides el Justo. Éste compartió el poder en Atenas con Cimón, hijo de Milcíades, partidario de la lucha a ultranza contra los persas. Temístocles, que veía en el poder de Esparta la verdadera amenaza para la grandeza ateniense (como se demostraría poco después en las guerras del Peloponeso), fue desplazado del poder (471).
En 468 Cimón venció a la escuadra persa en el Eurimedonte. El fracaso de una expedición a Egipto y los sobornos persas lograron expulsarlo del poder, y la facción popular encabezada por Efialtes rompió las relaciones con Esparta, disolviendo la Liga Helénica (460). Sin embargo, Cimón recuperó el poder y dirigió una nueva campaña en Chipre, donde murió (450). Sus victorias permitieron a su cuñado Calias firmar con los persas la paz que lleva su nombre (449), que aseguró la libertad de las ciudades griegas y frenó a los persas en el Egeo.
Atenas, con la ayuda de sus aliados, se había convertido en la potencia hegemónica del mundo griego, desarrollando un poderoso imperio marítimo y comercial. Sus abusos y la oposición de Esparta conducirían posteriormente a la guerra del Peloponeso
2007-02-24 05:02:03
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answer #1
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answered by Anonymous
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--LA BATALLA DE LAS TERMOPILAS -
fue un importante escenario del conflicto entre las poleis griegas, con Esparta y Atenas a la cabeza, contra el Imperio Persa en el 480 adC.Jerjes I, emperador persa, se propuso conquistar Grecia y comenzó con muy buen pie. Atenas quería detener la invasión como fuese y consiguió convencer a Leónidas I, rey de Esparta, para que participase.
La batalla más importante se celebró en un lugar llamado valle de las Termópilas. Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focenses y todos los locros.
--LA BATALLA DE PLATEA -
fue la última de las Guerras Médicas en Grecia meridional. Tuvo lugar en 479 adC entre la alianza de las Ciudades Estado griegas Esparta, Atenas, Corinto, Megara y otras contra los persas y en la cual los persas fueron repelidos de Grecia.
Después de la Batalla de Salamina, Jerjes I retornó a Persia, dejando a Mardonio a cargo de los territorios griegos conquistados. Mardonio, a través de Alejandro I de Macedonia, pidió un tratado de paz con Atenas, ofreciendo gobierno autónomo y ayuda persa en la reconstrucción de la ciudad. Atenas lo rechazó y pidió ayuda a Esparta, aunque los espartanos estaban más interesados en proteger el Peloponeso. Mardonio entonces reconquistó Atenas, pero los atenienses rechazaron una vez más su oferta de paz.
--LA BATALLA DE SALAMINA -
fue un combate naval acontecido en septiembre del año 480 adC, en el golfo de Salamina, que enfrentó a la flota de Persia con la de varias ciudades griegas, durante las Guerras Médicas.
Tras la batalla de las Termópilas, el ejército persa avanzaba por Beocia y el Ática sin oposición. Era la mayor expansión del Imperio Aqueménida. Pese a esta buena posición hegemónica, los persas habían perdido muchos hombres en las Termópilas (20.000). La llegada de los persas a Atenas era inminente, por lo que los líderes griegos decidieron que lo mejor sería evacuar la ciudad. Los evacuados de Atenas se refugiaron en la isla de Salamina, cercana a El Pireo, puerto que Atenas utilizaba para el comercio marítimo.
--GUERRAS MEDICAS-
Los griegos designaron a los persas con el nombre de medos, término que, en pluridad, correspondía a un pueblo emparentado con ellos y que formaba parte de su imperio. Aunque generalmente se habla de las guerras médicas con referencia a los dos intentos de invasión de la Grecia continental por los persas (490-478 a.C.), el conflicto entre ambos pueblos fue más prolongado, y las tensiones continuaron hasta la conquista del imperio persa por Alejandro Magno, en 330 a. C
--LA BATALLA NAVAL l-
de Lade tuvo lugar en el año 494 adC y enfrentó a jónicos y persas. Supuso el fin de la rebelión jónica.
La rebelión griega había enfurecido a Darío I, reunió sus naves, aproximadamente unas 600, y se dirigió a la batalla. Los griegos decidieron que por tierra estarían perdidos así que enfocaron sus esperanzas en el mar.
--LA BATALLA DE ISOS-
La batalla de Isos (333 a. C.) representó el intento de Darío de derrotar a Alejandro utilizando la táctica preferida del macedonio: el ataque de ruptura de la caballería, algo que sobre el papel parece fácil pero que exigía una serie de condiciones de las que el ejército persa carecía. Isos fue una batalla meditada por el lado persa, lejos del apresuramiento del Gránico, y desde luego, su planteamiento táctico fue mucho mejor estudiado. Para tratarse de un ejército persa la batalla fue muy bien planteada, pero tenía lagunas que un genio como Alejandro descubriría al primer vistazo y utilizaría en su propio beneficio.
--LA BATALLA DEL GRÁNICO-
En efecto, el Imperio Persa era un gigante con pies de barro. Bien lo sabía Filipo y bien aprendido lo llevaba Alejandro. Frente a una invasión como la del Magno, una auténtica invasión destinada a destruir la estructura del imperio, Darío reaccionó como si se encontrara ante una molesta expedición de castigo capitaneada por un joven aventurero. Muchos meses tardó el monarca persa en darse cuenta de las verdaderas intenciones del joven macedonio a pesar de que éste iba proclamándolas allí por donde pasaba. La monarquía persa, embotada en sus ceremoniales cortesanos, era una fruta madura al alcance del joven genio
2007-02-24 13:16:41
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answer #2
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answered by ORI$ALL3 7
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