Después de una cena romántica de fin de año con Andrea y de haber brindado por nuevas aventuras, la primera semana del año decidimos pasarla en la mágica capital del centro europeo: Praga, (también estuvimos en otros lugares interesantes de los cuales les hablaré más adelante). Mientras los italianos se recuperaban de los fuegos artificiales, los cantos y los brindis de fin de año, nosotros dejabamos Italia y cruzabamos la frontera con Alemania y luego Austria para acercarnos a la bellísima capital de La República Checa.
Nuestra primera escala para pasar la noche fue en una ciudad Austriaca, Linz. Siendo el primero del año encontramos un lugar desierto, no supimos cómo es la gente ni sus costumbres, conocimos sus calles solitarias con bonitos edificios, comimos lo que encontramos y más bien nos dedicamos a descansar. Al día siguiente muy temprano continuamos con nuestro viaje, Andrea me llevaba amenazando del frío varios días, me obligó a meter en la cajuela mi colección de chamarras, así que cuando por el camino empezaron a caer grandes granos de nieve, agradecí el gesto de mi marido. En cambio Praga nos recibió solo mojada, fue muy emocionante verla por primera vez.
Es un lugar muy especial, una ciudad encantadora de día y extremadamente misteriosa apenas sale la luna. Su arquitectura es maravillosa, infinidad de edificios y monumentos de estilo gótico, barroco, románico, renacentista y modernista inundan sus calles. Praga no fué bombardeada durante La Segunda Guerra Mundial y ha sido mantenida en perfecto estado. Es una ciudad muy limpia, silenciosa y al mismo tiempo llena de vida. El centro histórico es enorme y sus medios de transporte son excelentes, así que a pesar de traer coche, lo dejamos estacionado en el hotel y nos movimos en tram, de esta forma nos pudimos acercar más a su gente, a sus olores y colores. Toda la ciudad está repleta de edificios antiguos pintados de diferentes colores, con esculturas que a veces detienen un balcón, una puerta o salen de entre sus muros. Uno tras otro, los altos edificios decoran las calles, guiándonos hacia calles cada vez más estrechas, ángulos misteriosos, iglesias con enormes torres, puentes góticos, antiquísimas sinagogas. La plaza principal es sorprendente, inmensa, repleta de riqueza arquitectónica, parece un cuadro interactivo, para donde voltees te deslumbra la belleza de sus monumentos, no podemos decidirnos qué dirección tomar, todas parecen las mejores.
Hay varios restaurantes y cafés repletos de turistas, todos se paran a admirar el famoso reloj que hace de fachada a un importante edificio, son las 5 de la tarde y ya la luna aparece, luna llena que también desaparece, el viento transporta con rapidéz a numerosas nubes que pasean entre las puntas de las torres: ¿noche de brujas? no, es solo la fortuna de estar aquí, Praga sugestiona. Numerosas tiendas de suvenirs invaden las calles: cristales de Bohemia, cerámica, camisetas, matrioscas, marionetas. Mientras nos maravillamos, un puente inmenso nos invita a cruzar el río Moldava para conocer la Praga más alta. El puente de Carlos está repleto de estatuas religiosas, de artistas y de multitudes de turistas que aprovechan el paseo para tomar hermosas fotografías. De noche se vuelve muy misterioso, las estatuas se ven como si fueran sombras y la ciudad iluminada con sus torres, su castillo, el viento y sus espacios abiertos dan lugar a una atmosfera mistica. Centenares de pájaros regresan al río y escogen el mejor lugar para pasar la noche y yo abrazada de Andrea disfruto de este maravilloso momento. Los checos son amantes de la musica clasica, la ópera y del jazz, encontramos varios locales, teatros, iglesias que invitan a disfrutar de estos eventos. Los mimos y las marionetas son otra atracción muy concurrida por sus habitantes. Esta vez nosotros preferimos seguir caminando, aunque las ganas de asistir a un concierto seguramente servirá de escusa para regresar.
La comida también es importante para los checos, sus platos principales son sopas y carne de cerdo acompañados de col y papas. Usan muchísimo ajo y cebolla para sazonar sus platillos y toman grandísimos tarros de cerveza para digerir los pesados alimentos. En un arranque de hambre entramos a una cervecería, nos recibe una inmensa nube de humo, voces, olores, musica. Las mesas están invadidas de tarros y a los lejos un checo se deleita comiendo una gran pierna de cerdo rostizada. No resistimos, pedimos una mesa, nuestros tarros y nuestra pierna. Felices disfrutamos de una popular y exquisita cena checa. Turista que entra, nos pide información sobre nuestra cena, la super pierna se vuelve la atracción. El castillo se encuentra en la parte más alta de Praga, compuesto por varios palacios, museos, iglesias, jardines. Vemos el cambio de guardia, paseamos por sus calles, admiramos los monumentos pero no lo visitamos, en cambio entramos al Museo Nacional en donde hay una amplia colección de obras de arte de todas las épocas. Lo recorremos tranquilamente pues la masa de turistas está concentrada visitando las salas del castillo. Cuando ya nuestras piernas protestan, nos sentamos en los elegantísimos cafés estilo liberty. Su decoración es deliciosa, enormes candelabros de cristal dan luz a concurridas estancias, reflejando arcoiris en sus coloridos vitrales. Los inmensos muros y muebles de leño nos invitan a disfrutar de un relajante momento acompañado por la musica de un pianista que da ritmo a nuestros calientes sorbos de chocolate.
También visitamos el barrio judío en donde encontramos un museo, un memorial del holocausto, una sinagoga, el cementerio nuevo y el cementerio viejo. Este último es bastante pequeño y muy interesante. Hay 12.000 tumbas desordenadas, unas encima de las otras. La gente deja encima de ellas unos papelitos doblados con oraciones y para evitar que se vuelen ponen encima una piedrita. Curiosamente recorremos el cementerio y aprovechamos para saludar a los espíritus y desearles una buena estancia.
Grandes escritores nacieron en Tierra Checa como Franz Kafka, Milan Kundera, el presidente Vaclav Havel, y el poeta Jaroslav Seifert, Premio Nobel de literatura en 1984. Pintores y escritores como Alphonse Mucha y Franz Kafka y una serie de grandes compositores como Antonin Dvorák, Leos Janacek y Bedrich Smetana. Pasamos 4 días intensos en esta maravillosa capital, siempre marchando, observando y deleitandonos de su belleza.
Melancolicamente nos despedimos echando una ultima mirada a la plaza del barrio viejo que probablemente sea la más bella visitada y satisfechos continuamos con nuestro recorrido hacia un lugar inesperado: Se llama Karlovy Vary, es uno de los lugares con aguas termales más importantes del mundo por su belleza y por que consta de 100 fuentes termales, doce de las cuales se encuentran en la vía pública, todas con efectos curativos. Las tiendas de souvenirs ofrecen simpaticas tazas de porcelana e infinidad de turistas pasean por las elegantes calles bebiendo aguas con sabores absurdos. Nosotros no compramos la taza pero si dimos unos sorbos de estos líquidos nada agradables.
Fue fundada por el rey Carlos IV en 1350, numerosos personajes importantes como Freud, Mozart, Strauss la frecuentaban y hasta una fotografía de Salma Hayek se exibía en un salón elegante. Pasear por Karlovy Vary es muy agradable, la calle principal está adornada por infinidad de edificios barrocos y renacentistas perfectamente conservados y durante todo el recorrido el río Tepla que divide a la ciudad de un extremo a otro, nos acompaña con su dulce sonido. Visitamos el Gran Hotel, es de una elegancia única, especialmente el comedor, un salón blanco de dimensiones enormes, numerosos candelabros, una barra a lo largo del salón; quedamos con la boca abierta, queremos ver más, así que recorremos varios palacios siempre sorprendentes y aprovechamos para probar en uno de ellos el licor Becherovka, típico de este lugar, hecho a base de hierbas, muy alcoholico, se parece al aguita curativa… su sabor tampoco es bueno. A pesar de la lluvia, la caminata es agradable ya que en los tramos largos fueron construídas largas verandas además de las diversas entradas de los baños que cubren al caminante de las lluvias.
Cenamos en el restaurante considerado por muchos el mejor. Comemos deliciosas entradas, carne tártara, pescado de río, unas deliciosas crepas, todo preparado de la mejor forma, con una presentación perfecta al precio de un común restaurante en Italia. Si algún día visitan Praga, no se pierdan de este maravilloso lugar.
Para nuestro regreso a Italia, esta vez decidimos dormir en Salsburgo, la ciudad natal de Wolfgang Amadeus Mozart. Se encuentra enclavada entre altas paredes de roca, plagada de bellos monumentos y rincones típicos, es una ciudad muy elegante, sus catedral es altísima, de estilo barroco, con varias torres. Hay locales muy modernos, entramos a uno muy original, se llama food fingers: en conos de helado o vasos muy delgados típo probeta sirven pequeñas porciones de comida extravagante, todo con una presentación muy llamativa y una combinación de sabores buenísimos. Su decoración es super moderna, con mucha madera, juegos de luces y algunos telares étnicos. Ahí pasamos un buen rato, disfrutando de un agradable ambiente. Es todavía temprano pero a falta de más entretenimiento, volvemos a nuestro hotel, dedicando nuestras últimas horas al oscio total participando como expectadores de un programa de televisión, un concurso de baile que dura una eternidad pero que nos ayuda a relajarnos, practicar algunos pasos y dar fin a nuestro primer viaje del 2007.
2007-02-20 23:44:34
·
answer #3
·
answered by Anonymous
·
2⤊
0⤋