Unos ocho siglos antes de Cristo, en un pequeñísimo reino de Asia llamado LIDIA, que estaba situado a orillas del mar Egeo (en territorios que actualmente ocupa Turquía) y en vecindad con Mileto (Grecia), el rey local Creso, tomó una decisión «práctica» que ─sin proponérselo─ terminaría cambiando el curso de la historia de la humanidad: creó un elemento denominado MONEDA, para ser usdado como «unidad de valor» y como «medio de intercambio», que sustituyó casi inmediatamente y de manera completa al trueque de productos, que había sido hasta entonces la única manera de comerciar que se conocía.-
1. Herodoto, uno de los historiadores más antiguos que se tenga conocimiento, relata que en aquel ignoto y diminuto reino (cuyo tamaño y riqueza eran mil veces menores que Asiria o que el de los Fenicios), la única riqueza estaba en las montañas de Tmolo (Anatolia), con abundante oro.Obviamente, el metal precioso era -exclusivamente- propiedad del Rey Creso. El resto de los habitantes eran muy pobres. Este hecho condenaba a las jóvenes en edad de casarse a la eterna soltería, imposibilitadas de pagar su «dote». No conformes con ese destino, las chicas implementaron un mecanismo muy eficaz para juntar bienes que les permitieran congraciarse con su futuro esposo y su familia: se prostituían desde muy pequeñas, de tal manera que al llegar a la edad «apropiada» para casarse ya habían podido juntar lo suficiente como para no ser rechazadas. Aprovechaban la posición estratégica del reino, considerado «puente» y lugar de encuentro del cuantioso comercio que se desarrollaba en su puerto y que luego se conociería como la «frontera» entre «Oriente» y «Occidente» .-
Sin embargo, con el tiempo, esa manera de hacer fortuna perdió eficacia y prestigio: porque todas las chicas la ponían en práctica (y entonces la oferta disponible era muy grande, haciendo bajar el «precio» de la mercadería); y -también- porque los clientes pagaban los «servicios» con pieles, maderas, alimentos, herramientas y otras especies. Todo esto hizo que ─en suma─ resultara cada vez mas vulgar y peligroso, ya que el futuro marido podía adivinar dónde había conseguido la dote su prometida, si en el mismo reino o por «contactos» con comerciantes ultramarinos, lo cual no dejaba de ser una vergüenza y un casi seguro motivo de ruptura prematrimonial.-
Preocupado, el rey de Creso (a quien no le preocupaba el desempleo pero sí la masiva soltería de las muchachas de su reino), no estaba dispuesto a sacrificar parte de su fortuna y de sus minas de oro para evitar la fuga de solteros poderosos hacia otros horizontes, donde los pretendientes encontrarían seguramente mujeres casaderas y pudientes. Ideó entónces un mecanismo ágil, preciso y menos humillante para las jovencitas y sus padres: inventó un medio de «pago» o intercambio neutro: la moneda, que se hizo rápidamente aceptable y aceptada por todos y para todo, incluído el habitual modo de las chicas de «ganarse» su dote.-
2. La vecindad de LIDIA con MILETO (Grecia), que era uno de los «centros» comerciales más importantes del mundo de esa época, impuso en muy corto tiempo el «uso» de la moneda como unidad de intercambio para todo acto comercial, marcando una «bisagra cultural» respecto de aquellos países o reinos «bárbaros» que no adoptaron inmediatamente la moneda y siguieron utilizando por algún tiempo el trueque para sus tratos comerciales.-
Las primeras monedas se acuñaron en oro y plata, porque el rey Creso poseía enormes cantidades de esos metales y porque eso dos metales son los más dúctiles, fáciles de tallar y estampar, son también escasos y ─por tanto─ valiosos (esta última condición surgía de que su posesión era casi exclusiva de los gobernantes). Inicialmente tuvieron forma de «cuenta» o botón metálico, con un agujero central que facilitaba su guarda y conteo.-
Pero (siempre hay un pero), en contra de todas las ventajas que supuso y trajo consigo la aparición y circulación de la moneda, comenzaron a aparecer algunos problemas relacionados con su uso, en especial dos que perduran hasta nuestros días: el fraude y la falsificación, tanto de parte de los gobiernos como de los particulares. Aquellos que tenían facultad para acuñar monedas (reyes y gobernantes) agregaban cobre, bronce u otro metal barato y espurio, con lo cual lograban «pagar» más con la misma cantidad de oro y plata, o en su defecto «compraban» lo mismo con una cantidad «verdadera» mucho menor. Por su parte, aquellos que debían pagar o tributar alguna deuda o impuesto, «limaban» las aristas y caras de las monedas, de forma que se quedaban con las virutas del metal precioso sin que el acreedor notase la merma.-
La enorme cantidad y variedad de monedas que siguió a su aceptación «mundial», también constituyó un serio problema e indudablemente las monedas falsas comenzaron a desalojar a las auténticas, aprovechando la confusión respecto de su validéz y autenticidad.-
Este panorama fue así en Europa hasta bien entrado el siglo XIV, momento a partir del cual la situación se agravó con otro fenómeno que ─desde entonces─ parece inseparable de la circulación monetaria: la inflación. El «descubrimiento» de América y la enorme cantidad de metales preciosos que estas tierras exportaron al viejo mundo, provocó un curioso vuelco en el «valor» de la moneda; un artículo, que hasta ayer nomás valía 10 monedas, pasó a costar 100, por el sólo hecho de que (se sabía) el oro y la plata sobraban, y faltaban otras mercancías. El aumento absurdo del precio o «unidad de intercambio» de las mercaderías y enseres más básicos llevó a los artesanos y comerciantes a constituír los primeros gremios, para proteger el oficio, el comercio y el salario ante la fiebre inflacionaria desencadenada por quienes acumulaban monedas.-
3. La tercer (y última) pata de esta historia la constituye otra institución absolutamente occidental: el banco. Este aparece con el objetivo declarado de «proteger a la gente de la proliferación de monedas, de su envilecimiento y falsificación y de su depreciación» y el primer banco se funda en Ámsterdam (1609), dependiendo del Rey (es decir, un banco público, no privado), que «garantizaba la validéz de la moneda». En lo que va desde 1610 a 1650 se fundan otras instituciones similares en Génova y Venecia; recibían únicamente monedas verdaderas, a las que analizaban, pesaban y medían cuidadosamente antes de su acepetación. Como es natural, cuando la cantidad de monedas acumuladas por el banco comenzó a ser preocupante, el Banco se ocupó de prestar esa moneda, eficáz modo de no asumir el enorme riesgo de "guardar" esos valores, con lo que nació el crédito. Hasta que a alguien (un bancario moderno y pragmático) se le ocurrió dar una «garantía» fiduciaria (es decir, papel), un documento con los sellos del banco que acreditaban públicamente que quien poseyera esa papeleta era también titular de una cantidad equivalente de monedas, obviamente depositadas en el banco emisor del papel. Esta «representación» simbólica de la moneda, a través de un papel, se generalizó a tal punto que la moneda pasó a ser dinero. De allí en adelante, la historia es más conocida, y con algunas variantes, podría repetirse durante todo el tiempo que nos separa de aquella original idea real: la moneda (o el dinero) influye en casi todas las acciones humanas, suscitando las pasiones más incontrolables, movidas desde la desesperación de quienes no lo tienen (y desean tenerlo) hasta la avaricia de aquellos que si lo tienen (y desean tener más). En medio, sin dudas, un abanico de 30 siglos de miseria humana vestida como una verdadera «cultura» de hacer la moneda, a cualquier costo.-
Salu2
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2007-02-16 10:27:07
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