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2007-02-07 04:09:16 · 9 respuestas · pregunta de desgracia 1 en Arte y humanidades Historia

9 respuestas

Emprendió el primer viaje alrededor del mundo al servicio de Carlos V, salió de Sanlucar de Barrameda en 1519, con el propósito de llegar a las Molucas por el Oeste y descubrió el estrecho que lleva su nombre en 1520.
Efectuó la primera travesía del Pacífico, descubrió las Islas Marianas y luego las Filipinas en 1521, donde murió a manos de los indígenas.

2007-02-07 05:16:27 · answer #1 · answered by Daylight Nightlight 7 · 8 0

Fue la primera persona en dar la vuelta al mundo, bueno al menos su tripulación ya que el murio en polinesia. De los 5 barcos que zarparon de España para probar que el mundo era redondo, solo regreso uno.

Cuando Magallanes se topo con america del sur, supuso que debia haber un paso para sus barcos en algun lugar del sur de esas tierras.

Descendio por toda la costa argentina hasta un lugar habitado por nativos q se llamaban a si mismo Patagones y bautizo ese lugar como Patagonia o Tierra de Fuego por las hogueras que tenian que hacer para soportar el frio casi artico.

Luego encontro el paso que necesitaba para seguir por mar su travesia hacia la india, al que llamo con su nombre: Estrecho de Magallanes entre Argentina y la Antartica.

Posterior a su salida de este estrecho, de vientos y mares turbulentos se encontró con un gran oceano muy calmado al que llamo Oceano Pacifico.

A que grandes descubrimientos del señor Magallanes no?

2007-02-07 04:24:51 · answer #2 · answered by Anonymous · 1 0

Fernando de Magallanes, intentando dar la primera vuelta al mundo, recorrió las zonas atlánticas de América del Sur y descubrió el estrecho que hoy lleva su nombre y que comunica el océano Atlantico con el Pacífico.

Al pasar por esas heladas tierras descubrió la existencia de unos indios muy dependientes del fuego, y por ello denominó a la zona como "Tierra del Fuego", hoy parte provincia de la República Argentina y parte de una región de Chile.

Lo recorrió con sus barcos y se aventuró por el pacífico hasta llegar a unas islas donde perdió la vida, quedando al mando de la expedición el marino Elcano, que terminó con éxito la primera circunvolución conocida a la tierra.

2007-02-07 04:21:25 · answer #3 · answered by El cabezón de los llanos 7 · 1 0

El estrecho q une el Oceano Atlantico con el Pacifico

2007-02-07 04:19:03 · answer #4 · answered by Anonymous · 1 0

Lisboa es la capital de Portugal y un auténtico nido de historia y cultura, donde encontrarás gente de todos los lugares y esto sitio https://tr.im/1eH5K te ayudara a conocerla. Lisboa es una capital que engancha con su música, con sus tranvías, con sus paseos cerca del rio y con su deliciosa oferta gastronómica. Lisboa se edificó sobre 7 colinas y por toda la ciudad están distribuidas más de 20 miradores que se conectan mediante funiculares. El centro histórico de Lisboa es uno de los sitios de encuentro obligada de la ciudad. Esta zona está cercana al río Tajo, con varias partes perfectamente diferenciadas por las colinas de la ciudad. La Plaza del Comercio es la explanada que abre Lisboa al río y una de sus estampas más conocidas. De esta manera que, Lisboa es uno de los sitios más interesantes para advenir una buena descanso.

2016-12-18 20:53:26 · answer #5 · answered by Anonymous · 0 0

el estrecho de todos los santos, o sea el paso interoceanico entre el atlantico y el pacifico, en 1520 y que llega actualmente su nbre

2007-02-07 07:33:35 · answer #6 · answered by leonina 4 · 0 0

Oceanía:
El descubridor de Oceanía fue Magallanes, quien después de descubrir el estrecho que lleva su nombre, penetró en el océano Pacífico, y después de varios días de navegación llegó a la isla de San Pablo, que quizá sea la de Pukapuka, y más tarde las de Taburones o Desventuradas. Cruzado el Ecuador, las primeras tierras pobladas que encontró fueron las islas de los Ladrones, hoy llamadas Marianas. Había atravesado gran parte de Oceanía sin ver más islas, por ser bajas y coralinas las de la zona recorrida y por el rumbo periférico que siguió. Durante el siglo XVI los viajes a Oceanía fueron llevados a cabo por españoles. En 1527 Alvaro de Saavedra llegó a la costa norte de Nueva Guinea, y después de recorrer el archipiélago se encontró con las Carolinas centrales. En 1529, descubrió algunas islas del archipiélago de Marshall. La expedición de Hernando de Grijalva, que salió de Nueva España en 1536, pudo ver las islas del archipiélago de Bismarck. Otra expedición llevada a cabo por Ruy López de Villalobos en 1542 llegó a las islas Marshall y a las Carolinas. Bernardo de la Torre y Gaspar Rico hallaron las islas Volcanes, en el norte de la Micronesia (1543), e Iñigo de Retes recorrió otra vez Nueva Guinea, a la que dio este nombre. En 1555 Juan de Gaitán descubrió las islas Hawaii. La expedición de Legazpi (1564), en ruta a Filipinas, llegó al archipiélago Marshall y tomó posesión de Guam, en las Marianas. En 1567 partió del Perú Alvaro de Mendaña, que se dirigió al sur del ecuador, descubriendo las islas Salomón, en Melanesia. Quirós en 1605 llegó al archipiélago de Tuamotu, pasó por los grupos de Manihiki y Tokelau y descubrió Taumaco y Espíritu Santo. Su piloto Luis Torres descubrió el estrecho que lleva su nombre, pero no logró ver Australia. Finalizada la acción española en Oceanía, se iniciaron en el siglo XVII los descubrimientos por parte de los holandeses e ingleses. Por el tratado de París (1898) España cedió a los Estados Unidos la isla de Guam. En 1899 vendió las Carolinas, Marianas y Palaos a Alemania.

Las islas Marianas:
Fueron descubiertas por Magallanes el 6 de marzo de 1521, siendo conocidas con el nombre de Velas Latinas o con el de islas de los Ladrones. Evangelizadas en el siglo XVII por los jesuitas enviados por la reina Mariana de Austria, se las conoció desde entonces con el nombre de islas Marianas. Durante esta centuria se consiguió el dominio definitivo de las islas, logrando la completa sumisión en 1698. Después del tratado de Versalles pasaron a ser un mandato japonés hasta 1945 en que se otorgaron a Estados Unidos como fideicomiso de la ONU.

El descubrimiento por Fernando de Magalhaes del estrecho de su nombre y de Chile por el sur

Al retornar en 1512 a Lisboa, Magalhaes era ya un veterano probado, capitán de nave y experto marino
Fernao de Magalhaes se había dirigido a España definitivamente a fines de octubre de 1517 para ponerse al servicio del rey Carlos I y para exponerle a nombre propio y en el de su asociado Faleiro un plan para arribar a las Molucas por la ruta del occidente
La navegación por la desconocida ruta exploratoria del sudoriente de América condujo a Magallanes -avatares y amargos trances de por medio- al umbral geográfico de lo que habría de ser su anhelado descubrimiento
Por eso, puede afirmarse con entera propiedad que también el 21 de octubre de 1520 Fernando de Magallanes descubrió Chile, por el sur (bajadas)
Concluía el siglo XV, el de los grandes descubrimientos geográficos para el conocimiento de Occidente, cuando los reinos de Portugal y España, las dos principales potencias marítimas de la época se aprestaban para dar remate a la carrera que habría de conducirlas hasta las islas Molucas, la fabulosa tierra de la Especiería, fuentes de inconmesurable riqueza y, por ende, de poderío. Uno y otro reino se sentían con particular derecho al aprovechamiento de las mismas de conformidad con el reparto del mundo acordado en el Tratado de Tordesillas de 1494.
Portugal parecía llevar ventajas de momento luego de espectacular arribo de Vasco de Gama a la India en 1497, al que seguiría el paulatino avance hacia el oriente que culminaría con la acción posesoria de Alfonso de Albuquerque en el estrecho de Malaca en 1511, que le abriría las puertas a las islas de las especias. España, a su turno, que había elegido el camino del oeste advertía cada vez con mayor claridad que un "mundo nuevo" y no las Indias verdaderas eran las tierras descubiertas por Cristóbal Colón en 1492 y que, por lo tanto, era menester encontrar un paso a través del gran continente occidental si se quería alcanzar hasta las codiciadas islas de las especias.
En esos afanes estaba mientras su rival avanzaba y ganaba posiciones hasta entrar a disfrutar de la riqueza de las especias circunstancia que haría del puerto de Lisboa el emporio mercantil de Europa.
Pero España no estaba dispuesta a cejar en lo que en apariencia geográficamente le correspondía. De allí que aguardaba su oportunidad para hacerse presente y entrar a compartir aquella esplendente riqueza natural.
La oportunidad se le vino a dar, paradojalmente, cuando un día de 1517 un hidalgo lusitano, veterano de las Indias, hasta entonces súbdito del Rey Manuel de Portugal, arribó a las tierras de Castilla ansioso de ponerse al servicio de su soberano el joven Carlos I, disgustado como se hallaba por el trato injusto e ingrato que creía haber recibido de aquél. Fernao de Magalhaes era su nombre y ostentaba una excelente foja de servicios a su monarca y a su patria.
Nacido hacia 1480 en el seno de una familia de noble estirpe de la provincia norteña de Tras-os-Montes, según algunos, o en Porto, según otros, había accedido muy joven al servicio real, consiguiendo así la indispensable formación cortesana y la del oficio de las armas que le permitirían escalar en rango y nombradía. Ansioso por obtener una posición expectable en la vida, optó, como tantos otros jóvenes de su calidad, por enrolarse en alguna de las expediciones que por aquel tiempo organizaba el naciente imperio portugués para afirmar y extender su poderío.
De tal manera en 1505 Magalhaes se encontró integrando la armada más formidable que hasta entonces se había visto en las aguas occidentales. Bajo el mando del almirante Francisco de Almeida zarpaba entonces de Lisboa una flota de veinte barcos que llevaba un objetivo muy caro para la corona portuguesa: la conquista de puntos estratégicos en las costas orientales de Africa, de Malabar y otros lugares que permitiera echar las bases de un inmenso imperio mercantil destinado al control y aprovechamiento del comercio de las especias y de otros productos del Oriente.
Por espacio de siete años el hidalgo mozo participaría en diversas acciones bajo el sol tropical aprendiendo el oficio de la guerra, adquiriendo conocimientos náuticos y cosmográficos, ganando jerarquía de mando y una experiencia inavaluable en la conducción de naves y manejo de hombres. Durante aquel período se haría de un amigo excelente, Francisco Serrao, capitán de flota y hombre de gran inteligencia. Juntos harían muchas jornadas de provecho para las armas y arcas del rey Manuel y juntos cavilarían sobre las Molucas, afamadas islas de donde procedían las especias y sobre la posibilidad de acceder a ellas por una ruta menos larga y peligrosa que la del cabo de Buena Esperanza. Tal ruta sólo podría practicarse viniendo por el occidente, como lo había pensado Colón, atravesando el continente nuevo por algún paso. Tal vez ambos pudieron entonces adquirir o rastrear informaciones acerca de las circunstancias geográficas de aquellas costas ignotas y distantes situadas hacia el levante.
Al retornar en 1512 a Lisboa, Magalhaes era ya un veterano probado, capitán de nave y experto marino por añadidura, que abrigaba el germen de un proyecto que con el tiempo habría de constituirse en idea obsesiva: intentar la empresa de navegar al oeste, descubrir y cruzar un paso de mar y alcanzar a las Molucas donde residía su querido amigo Serrao.
Un plan semejante sólo podía ser presentado ante el rey, tanto por su importancia cuanto por los recursos que demandaría. Pero don Manuel de Portugal no estaba entonces para prestar oídos a los planes de un hidalgo oscuro, por más veterano de las Indias que fuese. Qué más podía querer si entonces era el monarca más acaudalado de la Tierra, con el poder consiguiente a tanta riqueza como la que periódicamente arribaba a Lisboa desde tierras remotas haciendo de ella un emporio que había empalidecido de envidia a la detestada Venecia de antaño. De tal modo Magalhaes no tuvo suerte la primera vez que pidió ver al rey: le fue negada la audiencia. Hubo de aguardar sirviendo, entretanto, en campañas militares en Marruecos al cabo de las cuales volvió a pedir audiencia, que esta vez sí le fue concedida. De ese encuentro entre el monarca poderoso y su orgulloso vasallo no hubo testigos ni quedó constancia alguna. No sabemos si Magalhaes hizo partícipe a don Manuel de su proyecto, obteniendo su rechazo, o simplemente no llegó a tener la oportunidad de hacerlo. Como fuera, el noble capitán se retiró dolido por la actitud de su rey y despechado por el rechazo del aumento de su pensión al que con justicia le hacían acreedor sus meritorios servicios al reino.
Así, agraviado y todo, Magalhaes permaneció en Lisboa. procuró informarse en el ambiente marinero acerca de las noticias que traían las naves que regresaban del Brasil. También debió estudiar cuanto mapa o portulano llegara a sus manos, especialmente si se referían al nuevo mundo. De igual modo inició y cultivó la amistad con Ruy Faleiro, hombre muy experto en cosas de astronomía y además destacado cartógrafo. Por singular coincidencia este sabio también se sentía agraviado por la corte, lo que contribuyó a unir más a los dos amigos. Magalhaes expuso a Faleiro sus planes y obtuvo su apoyo científico indispensable para darles sólida base.
Otra relación estableció Magalhaes por aquel tiempo y nada menos que con el poderoso mercader Cristóbal de Haro que explotaba el comercio con la costa del Brasil. Este, que llegó a tener en gran estima la experiencia náutica de Magalhaes, apreció calculadoramente las ventajas mercantiles que el proyecto involucraba y le entregó, tal vez, información valiosa recogida por sus navegantes en las costas al sur del Brasil.
A fines de 1517 Magalhaes y Faleiro, seguros de la viabilidad del proyecto, deciden abandonar Portugal, dejando el servicio del ingrato don Manuel, para intentar su realización con el patrocinio de otro monarca, el joven rey Carlos I de España.
Tiempo después cuando Magalhaes obtuvo de este monarca y de su consejo privado el asentimiento para intentar la expedición, se uniría a la empresa el acaudalado Haro, también resentido con el monarca portugués, que parecía cosechar tanta riqueza como resentimiento de sus vasallos. El potentado ofrecería armar a su costa la flota encargada de llevar a feliz término la obsesión descubridora de Magalhaes.
Así, los hombres que el destino asociaría en esta aventura serían aquellos que por distintas razones se sentirían agraviados por don Manuel de Portugal.
Fernao de Magalhaes se había dirigido a España definitivamente a fines de octubre de 1517 para ponerse al servicio del rey Carlos I y para exponerle a nombre propio y en el de su asociado Faleiro un plan para arribar a las Molucas por la ruta del occidente.
En España las circunstancias se darían en distinta forma para Magalhaes, forma españolizada de su apellido portugués. Desde luego se encaminó bien pues no podía haber elegido mejor sitio para arribar al reino castellano. Sevilla era el centro activísimo de entrada y salida para las naves del Nuevo Mundo y allí radicaba la sede de ese verdadero ministerio de asuntos ultramarinos: la Casa de Contratación, centro donde asimismo se reunían cuantos tenían relación o interés con la navegación y el comercio de las Indias. De ese modo quien quisiera informarse o deseara exponer algún proyecto debía por fuerza llegar hasta la ciudad del Guadalquivir.
Allí Magallanes entró en relación con el caballero Diego Barbosa, compatriota suyo, quien ocupaba el cargo de alcalde de arsenal y con quien acabaría por emparentarse al desposar tiempo después a su hija Beatriz. Hubo de ser esa importante relación la que le franqueó el acceso a la Casa de Contratación. Ante sus oficiales expertos Magallanes pudo exponer su acariciado proyecto, no consiguiendo de momento entusiasmar a los fríos funcionarios del consejo. Sin embargo, uno de éstos, el factor Juan de Aranda, que intuyó las ventajas económicas que el plan podía acarrear, se mostró interesado en conocer en detalle el proyecto de Magallanes, calculando el provecho que su eventual apoyo podría reportarle personalmente. Muy pronto Aranda se comprometió a ayudar a Magallanes usando su influencia ante la Corte, a cambio de una participación equivalente a un quinto del producto económico de la empresa, lo que hizo del importante e interesado factor un virtual asociado en la misma.
Apadrinado de ese modo, Magallanes consiguió ser recibido por el hombre más poderoso de Europa, el rey Carlos I de España y muy pronto emperador Carlos V del Sacro Romano Imperio. Ante el rey y sus consejeros, Magallanes defendió con calor su tesis de la navegación hacia las Molucas por la vía del occidente, más corte que la de los portugueses y en jurisdicción de Su Majestad, lo que le podría significar el dominio de las islas por cuanto -aseguró- caían dentro de los términos hispanos de la demarcación de Tordesillas, con el consiguiente control absoluto del comercio de las especias. Fundó su tesis en sólidos argumentos náuticos y cosmográficos demostrando ante un globo terráqueo la ruta a seguir que llevaba explícita la misión de encontrar el paso a través del nuevo continente hacia el Mar del Sur. Así Magallanes pudo ganar el respaldo real para la empresa. Como si no fuera bastante haber logrado la voluntad del soberano y la de su alto consejo, Magallanes y Faleiro recibieron el precioso apoyo financiero del acaudalado Cristóbal de Haro, quien también se había radicado en Sevilla disgustado con el rey Manuel de Portugal. Asegurada así la organización de la expedición y representada a la Corte esta valiosa e inesperada circunstancia, el Rey dispuso de todos modos su propia participación. De este modo Haro puso las naves y el monarca el armamento y apresto, aquél aportando tres cuartos y éste el resto del financiamiento de la empresa expedicionaria. El día 22 de marzo de 1518 el rey Carlos firmaba la capitulación que aprobaba y autorizaba formalmente la expedición. En ella se acordaban privilegios y derechos para sus organizadores Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro, recibiendo el veterano de las Indias la dignidad de caballero de la Orden de Santiago y el rango y cargo de Capitán General de la armada a organizarse, que pasaría a conocerse con el nombre "de Molucas" por su destino final.
Transcurrirían dieciocho meses, hasta agosto de 1519, en que se iniciarían y multiplicarían los afanes y preparativos propios de la organización como ser: adquisición y alistamiento de las naves, incluyendo los centenares de artículos necesarios para su equipamiento; selección y contrata de sus tripulaciones; designación de los oficiales principales y elección de los supernumerarios; provisión cuidadosa de cartas, portulanos, agujas de marear, relojes, astrolabios y demás instrumentos indispensables para la navegación de altura por mares remotos y aún desconocidos. Magallanes, entre tanta faena, hubo de darse tiempo para informarse suficientemente y para copiar cuanto dato podía servirle respecto del paso austral que pretendía descubrir.
Al fin, en agosto de 1519, la Armada de Molucas estaba lista para darse a la mar. La integraban cinco naos, Trinidad, capitana, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. Tripulaban la flota al momento de zarpar, de capitán a paje, 239 personas; en las Canarias y Brasil se agregarían algunos más hasta enterar 265. Descontando las bajas producidas durante el viaje entrarían al Estrecho, en octubre de 1520, alrededor de 260 hombres. Entre estos los había españoles, el mayor número, pero además portugueses, italianos de Génova, Lombardía y Sicilia, franceses, flamencos, alemanes, griegos de Rodas y un inglés. Así aprestada la flota, confiados los ánimos de sus tripulantes en el éxito de la aventurada empresa, acogida la armada al amparo de María Santísima, Señora del Buen Viaje, y bajo la férrea conducción del recio y taciturno veterano de Africa, India y Malaca, se hizo finalmente a la mar el 20 de septiembre de 1519, desde el puerto de San Lúcar de Barrameda, iniciando la aventura más portentosa de la humanidad, en un viaje sin paralelo que le llevaría a circunnavegar el globo y a descubrir, de paso, el ansiado Estrecho.
La navegación por la desconocida ruta exploratoria del sudoriente de América condujo a Magallanes -avatares y amargos trances de por medio- al umbral geográfico de lo que habría de ser su anhelado descubrimiento. El 21 de octubre de 1520, trece meses después de haber salido del puerto de San Lúcar de Barrameda el tenaz almirante guiado por su intuición penetraba a tientas con su flota en el saco de mar que se abre hacia los 52º de latitud austral y que paulatinamente se revelaría como el principio del ansiado paso que unía a los mares del Norte y del Sur a través del nuevo continente, protagonizando de tal manera al cabo de su navegación durante cinco semanas una hazaña náutica que recordarían los siglos, situándolo entre los más grandes marinos de todos los tiempos.
De momento, pues, aquello bastaría para su imperecedera fama y para la historia que comenzaba a escribirse respecto de una nueva nación que todavía no tenía nombre, pero a la cual de la manera vista le otorgaba su acta de nacimiento geográfico.
En efecto, durante el mismo viaje de descubridor del Estrecho se produjo un hecho al que los historiadores le otorgan cada vez mayor relevancia. Este acontecimiento paralelo fue el descubrimiento de un territorio nuevo para los europeos, territorio acuático que recorrían y reconocían, flanqueado por costas que por el norte en un comienzo eran áridas y llanas, y después montuosas y arboladas: era la tierra de aquellos hombres agigantados, la Patagonia. Por el sur litorales y terrenos del interior que hasta donde podía verse guardaban semejanza con los del norte y aún con más montañas hacia el meridión, y que por haber divisado los expedicionarios muchos humos o fuegos, los habían nombrado Tierra de los Fuegos.
Y si para descubrir fuese menester algo más que el mero paso, Magallanes había colmado en exceso la exigencia. En la Patagonia hubo relevamiento geográfico, fondeos y desembarcos, hitos señalizadores, actos solemnes de posesión y de acción de gracias a la Divinidad.
Este nuevo territorio geográfico, mundo frío sempiternamente ventoso; amarillo y verde, blanco o azul por el colorido de sus elementos naturales dominantes, carecía de nombre que lo designara en su conjunto y si el descubridor le impuso alguno, la denominación se perdió para siempre. Pero aún sin nombre, ya existía desde aquellos momentos para la Geografía y para la Historia. Dieciseis años después, cuatro mil kilómetros al norte, un capitán español en busca de oro esquivo penetraría por el otro extremo de la tierra, enterándose por sus naturales que una parte de ese país se llamaba CHILE. Tal nombre abarcaría después a un larguísimo territorio desde el desierto tórrido al hielo antártico, y que la pasión y la voluntad de otros capitanes conquistarían dándole unidad política e histórica en su variada continuidad geográfica. Por eso, puede afirmarse con entera propiedad que también el 21 de octubre de 1520 Fernando de Magallanes descubrió Chile, por el sur.
De esa manera el ilustre hijo de Lusitania quedaría vinculado para siempre al territorio descubierto, pues su nombre le sería merecidamente impuesto por la posteridad al paso de mar por él primeramente navegado y por extensión a la vasta región aledaña. Así pues MAGALLANES devendría la denominación identificatoria para la tierra del confín meridional de América, asociándoselo de cualquier modo al de su propia tierra originaria, Portugal, acabando por fundirse en la historia de forma inseparable.

2007-02-07 07:10:59 · answer #7 · answered by Anonymous · 0 0

el estrecho de Magallanes que es un pasaje entre el continente argentino y la Tierra del Fuego

2007-02-07 05:55:06 · answer #8 · answered by Victor Hugo S 6 · 0 0

Hola ¿Que tal estás?
Como ves en fuentes de información he consultado las dudas en las paginas que dejo.
Fernando de Magallanes es un navegante portugués que navegó con bandera española con una carrera de marino impresionante.

Si contesto en puridad a tu escueta pregunta te diré que su descubrimiento fue el Estrecho de Magallanes (en 1520). Gracias a la apertura de esta vía marítima de navegación que dejaba a un lado el extremo sur de Sudamerica y al otro la Isla Grande de la Tierra del Fuego>> DESCUBRIÓ el PASO PRINCIPAL entre el O. Atlántico y el O. Pacifico.

Creo que este fue el descubrimiento puntual entre otras muchas aventuras, -como el inicio de la primera expedición que saliendo de San Lucar de Barrameda (Huelva), y tras su muerte culminó J. S. Elcano>> La Primera vuelta a la Tierra, con lo que se despejó la esfericidad del planeta.

La verdad es que he pasado un agradable rato leyendo estas gestas de marinos como la copa de un pino.

Un saludo cariñoso. ;-)

2007-02-07 05:04:14 · answer #9 · answered by Anonymous · 0 0

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