El no admitir nuestros errores mediante tratar de culpar a otros nos pone en una situación bastante mala. Debido a su desobediencia, el primer hombre, Adán, culpó a 'la mujer que Dios le dio'. En cambio, Eva culpó a la serpiente. No obstante, Dios no aceptó esas excusas, sino que consideró responsable a la primera pareja humana. Luego tenemos el caso del rey Saúl, quien no ejecutó plenamente el juicio de Dios sobre los inicuos amalequitas. Cuando a Saúl se le preguntó por qué, él culpó a su pueblo. Pero Dios tampoco aceptó aquella excusa.-Génesis 3:12-19; 1 Samuel 15:15-23.
Por otro lado, la Biblia nos da ejemplos para mostrar que debemos admitir nuestras faltas cuando nos equivocamos. Entre éstos está el de Judá. El cometió un error en sus tratos con su nuera Tamar, que había enviudado. Cuando se llamó a su atención que él era responsable del embarazo de ella, Judá confesó: "Ella es más justa que yo". (Génesis 38:26) Pero al menos admitió su error.
Además tenemos el caso del rey David. El hizo varias cosas para encubrir su pecado con Bat-seba. Cuando el profeta Natán censuró a David, éste confesó: "He pecado contra Jehová". (2 Samuel 12:13) Sí, de aquel modo David reconoció que había sido culpable del mal.
Buenos resultados
Hacemos bien en recordar estos ejemplos de la antigüedad y admitir nuestros errores cuando nos equivocamos. Entre otras cosas, el hacerlo resulta en mejores relaciones con nuestra familia. También nos llevamos mejor con nuestros superiores al no poner a prueba demasiado la paciencia de ellos. De modo significativo, las Santas Escrituras nos dicen: "Si el espíritu de un gobernante se levantare contra ti, no dejes tu propio lugar, porque la calma misma templa grandes pecados"... sí, aun las faltas crasas.-Eclesiastés 10:4.
¿Qué hay si uno ocupa una posición de responsabilidad? Bueno, el estar dispuesto a admitir su error le ganará el respeto de sus subordinados. Además, si uno despliega dicha actitud, estará en la posición de progresar en cuanto a sobreponerse a sus debilidades.
Sobre todo, es vital que mantengamos una conciencia limpia y una buena relación con nuestro Dios. Por eso si hemos errado crasamente, ante todo, reconozcamos que hemos pecado. Busquemos en oración sincera el perdón misericordioso de nuestro Padre celestial mediante Jesucristo. (Salmo 103:10-14; 1 Juan 2:1, 2) Además, saquemos pleno provecho de la ayuda espiritual que tenemos a nuestro alcance. (Santiago 5:13-16) Este es el proceder sabio, pues la Palabra de Dios nos dice: "El que está encubriendo sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las está confesando y dejando se le mostrará misericordia".-Proverbios 28:13.
Ayudas para vencer tal tendencia
Está claro que necesitamos ayuda si hemos de vencer la tendencia a no admitir nuestras faltas cuando nos equivocamos. Muchas veces, el tener sentido del humor nos ayudará, especialmente si la equivocación o la falta no es demasiado grave o importante. Así, una buena ama de casa llevaba cierta cantidad de platos cuando tropezó, dejó caer el montón de platos, y todos se quebraron. En ese momento se echó a reír, pues sencillamente creía que no era posible que le sucediera algo como aquello. ¡Pero sí le ocurrió! Sí, a menudo el tener sentido del humor evitará que nos tomemos demasiado en serio, lo cual con frecuencia es la causa de que no queramos admitir que hemos cometido un error.
La honradez y la empatía también entran en el cuadro. Si ciertas personas tienen derecho a saber que hemos errado, debemos estar dispuestos a admitir la falta. Particularmente la empatía debe movernos a admitir nuestro error si, de otro modo, se culparía a otra persona y ésta sufriría por ello. En este caso aplican las palabras de Jesús: "Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos".-Lucas 6:31.
La humildad también contribuye a admitir cualquier equivocación que hayamos cometido. Cuando meditamos en ello, el no admitir alguna equivocación raya en hipocresía, ¿no es cierto? Ni el arrogante ni el hipócrita tienen la aprobación de Dios.-Proverbios 21:4; Santiago 3:17.
El mantener una estrecha relación con Jehová es lo que más contribuye a que estemos dispuestos a admitir nuestros errores cuando nos equivocamos. ¿Por qué? Porque nos inclinaremos a comunicar a él humildemente en oración todas nuestras preocupaciones y errores. Entonces, seguros de que recibiremos su ayuda y misericordia, tendremos la inigualable "paz de Dios".-Filipenses 4:6, 7.
Así que, puesto que todos erramos, reconozcamos nuestros errores. Cuando estemos equivocados, admitámoslo humildemente. Por lo tanto, corrijamos nuestros errores de modo constructivo para beneficio nuestro y el de otras personas.
"Los únicos que no cometen errores son los muertos." Esto se ha dicho de criaturas humanas imperfectas. Y cuando uno piensa en algún asunto, ¿quién no se equivoca a veces? ¿Quién no comete errores?
La Palabra de Dios, la Santa Biblia, deja claro que todos erramos, pues dice: "No hay hombre justo en la tierra que siga haciendo el bien y no peque". En la Biblia, la palabra hebrea y la griega que se vierten "pecado" significan literalmente "errar el blanco"... equivocarse en lo que respecta a los requisitos de Dios.-Eclesiastés 7:20.
El no admitir errores de poca importancia pudiera llevarnos pronto a no admitir que cometemos errores más graves, todo para nuestro perjuicio. Como resultado, hasta si cometiéramos un pecado craso, nuestra conciencia pudiera llegar a estar cauterizada como por un hierro de marcar. (1 Timoteo 4:1, 2) Sobre todo, tarde o temprano tal proceder perjudica nuestra relación con nuestro Creador, Jehová Dios.
2007-02-06 05:43:02
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answer #1
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answered by chichita 6
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