Los Húsares de Junín, los guardianes de Palacio, durante el cambio de guardia.Al crearse la Legión Peruana de la Guardia el Escuadrón de Húsares de la escolta sirvió de base para la organización de los dos escuadrones que componían dicha “Legión”. En 1822, estos escuadrones se convirtieron en el Regimiento de Caballería “Húsares de la Legión” con cuatro escuadrones. El cuarto escuadrón de esta unidad se organizó en Trujillo a órdenes del coronel EP Antonio Gutiérrez de la Fuente. Este escuadrón en 1823 dio origen al “Regimiento de Coraceros”, que en 1824 se convirtió en “Húsares del Perú” y tomó parte en las batallas de Junín y Ayacucho.
En la batalla de Junín, esta unidad tuvo una descollante participación, gracias a la sagacidad del sargento mayor Andrés Rázuri, quien apreciando la magnífica oportunidad de caer sobre el flanco y retaguardia del enemigo, cambió deliberadamente la orden de “retirada” por la de “ataque”.
Así la caballería peruana cargó sobre los realistas y en una acción resuelta y sorpresiva, transformaron la hasta entonces derrota, en victoria. En mérito a esta notable acción, Simón Bolívar cambió el nombre al Regimiento “Húsares del Perú” por el de Regimiento “Húsares de Junín”.
El 9 de diciembre de 1824, el Regimiento “Húsares de Junín” destacó por su bravura en la batalla de Ayacucho, lo que le mereció llevar en su bandera de guerra la inscripción “Libertador del Perú” conforme al decreto fechado en Lima, el 27 de diciembre de 1824, siendo el nombre actual de la unidad: “Glorioso Húsares de Junín Nº 1 Libertador del Perú, Escolta del Presidente de la República”.
Esta unidad desde su creación nunca ha sido desactivada y ha estado presente en los acontecimientos más importantes de la historia nacional peruana. Debido a su trascendencia histórica fue designada para estar presente en la reincorporación de Tacna al suelo del Perú
La independencia del Perú fue fruto del sentir y actuar de muchos peruanos y no peruanos. En Piura hubo hombres y mujeres de todos los estratos sociales, razas y profesiones. De allí, que no se puede hablar de una imagen clasista de la independencia, pues no hubo un grupo social que estuviera con el rey y otro con la patria. Encontramos participando de la gesta emancipadora a personas acaudaladas como a gente del pueblo; más aún, dentro de las mismas familias había división.
Hubo personas que al principio no estaban convencidas de la separación de la corona española, y por ello formaron parte del ejército realista; pero luego, cuando el proyecto se hacía realidad, cambiaron de actitud, cosa que fue frecuente en esos tiempos. Dos casos interesantes son Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, y, Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega.
El primero, Miguel Gerónimo, fue el menor de los hijos de Manuel Seminario y Saldívar y de Isabel Jaime de los Ríos y Rodríguez de Taboada. Vivió primero en Huancabamba donde el padre fue Teniente de Corregidor y Alcalde Ordinario. Miguel Gerónimo inició su carrera como capitán del Ejército Realista; sin embargo, una vez que se puso en contacto con Torre Tagle, decidió por el lado separatista, convirtiéndose así en un ardoroso patriota y fiel colaborador del Libertador San Martín cuando éste pisó tierra peruana.
El 4 de enero de 1821 el Cabildo lo comisionó, en vista de su gran capacidad de liderazgo, para que fuese a explorar la voluntad de los soldados y, con orden del general Germán, que se hallaba presente en el Cabildo, trajo a los soldados, no como tales, sino como parte del pueblo. Después de desempeñar una gran labor, mereció del Libertador José de San Martín, honores, distinciones y elogios, fue uno de los primeros gobernadores de Piura independiente.
El segundo personaje, Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega, Marqués de Salinas y Coronel del Ejército en la República, fue limeño de nacimiento, pero piurano de corazón. Poseedor de extensas tierras, como se lee en su propio testamento, formaban parte de sus bienes propios el Mayorazgo y título del Marquesado de Salinas, la hacienda de Morropón, la casa llamada El Tamarindo, la Hacienda de Tangarará, así como varias propiedades en la ciudad de Lima.
El 4 de enero de 1821, en los sucesos del Convento de San Francisco, estuvo presente como Coronel de Milicias del ejército del Rey. Allí pretendió, inútilmente, frustrar la voluntad del pueblo expresada por la independencia; sin embargo, una vez proclamada, los patriotas piuranos lo ganaron para la causa libertaria. Dando muestras ya de su ferviente patriotismo, se le confió el mando de las fuerzas de la Huaca reconociéndosele su grado militar en el ejército peruano y, gracias a su enorme influencia en la población, logró recaudar alimentos, dinero y mulas para enviar al ejército patriota.
Estos dos ejemplos se completan, con el siguiente y último caso, el de Miguel Cortés del Castillo. Piurano, a los 18 años ingresó a las filas del ejército patriota y, en su calidad de oficial, peleó en Pichincha, batalla con la que se consiguió definitivamente la independencia de la hoy república de Ecuador. Su participación más importante fue en la batalla de Junín donde al mando del Capitán José Andrés Rázuri formó parte del batallón Húsares del Perú. En el enfrentamiento del 6 de agosto de 1824, murió peleando junto a un grupo de piuranos y lambayecanos, obteniendo la victoria tan recordada. Luego, el Libertador Simón Bolívar los premió llamándolos Húsares de Junín.
En este breve repaso a tres figuras que forjaron nuestra independencia, podemos ver que no hubo un solo grupo social que estuviera totalmente alineado con el bando real o el separatista. La independencia se fue ganando a pulso, convenciendo a los que no creían o dudaban de ella, inspirándolos, motivándolos a hacer realidad un sueño: el de la libertad. Este anhelo no se hubiera logrado sin la solidaridad entre los pueblos de una localidad, de un país o de un continente.
2007-02-03 03:51:51
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answer #5
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answered by bud52mx 4
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