El jardín japonés, que se remonta al periodo Nara (710-794), surgió de la necesidad de crear un lugar de meditación en perfecta armonía con la naturaleza. Entonces, las parcelas de tierra y los estanques eran de reducido tamaño, por lo que se recurrió a representar el paisaje natural mediante la combinación monocromática de todos los elementos. De esta forma se ampliaba visualmente el espacio. Aunque ningún jardín de la época haya sobrevivido, en algunas pinturas de entonces aparecen retratados paisajes con islas y lagos. Pero quizá estos jardines sean aún más milenarios. Ya en el siglo V los japoneses iban a las montañas para disfrutar del entorno y colocaban guijarros blancos alrededor de árboles y rocas. Estos fueron los primeros jardines secos (kare sansui), que se popularizaron durante el periodo Muromachi (1392-1573), al extenderse el budismo zen, que ensalzaba la meditación y la austeridad entre los señores feudales. En los kare sansui que comenzaron a aparecer en los templos, la arena y las rocas se utilizaban para simular la presencia del agua en forma de ríos u océanos. Pero en Japón, a los largo de sus 1.300 años de historia, además de los jardines secos, se han desarrollado muchos tipos de jardín, que pueden englobarse en dos grandes grupos: los de casa de té, a los que se accede por un camino de piedras rodeado de plantas, árboles y agua; y los jardines verdes, que pueden ser tan grandes como un bosque y suelen rodear grandes palacios, como el imperial de Tokio o el Pabellón Dorado de Kyoto.
El jardín japonés está diseñado para ser contemplado desde el interior de la casa y debe ser un lugar que evoque serenidad. No se trata, por tanto, d eun lugar para pasear, sino de un espacio pensado para ser visto. Como si de una obra de arte se tratara, su contemplación sumerge al espectador en un universo de colores y texturas, y su atmósfera es propicia para la meditación. El jardín es un instrumento de la sabiduría zen para conseguir una correcta percepción de la realidad sin que el pensamiento actúe como intermediario.
El concepto de belleza se aleja de la ostentación para manifestarse en la simplicidad de las cosas, y se expresa tanto en los pétalos de una flor como en la disposición de las rocas, la arena o el fluir del agua. El simbolismo también tiene un papel fundamental en la elección de los elementos del jardín, pues se parte de la idea de que todos tienen alma y son hermanos del hombre: el jardín japonés es un universo a pequeña escala. La serenidad no es fruto de la regularidad sino d euna conexión directa con la naturaleza. Por esta razón se utilizan cantidades impares y se huye de la simetría. El agua, como fuente de vida, es esencial, pero no debe encerrarse, ha de dar la impresión de que brota de forma natural. Así, las cascadas y fuentes introducen el sonido y el movimiento, en sintonía con el viento, que agita las ramas de los árboles. En los jardines secos el agua se evoca mediante la grava.
El jardín seco (kare sansui), también conocido como jardín de piedra (sekei tei), es en apariencia el más sencillo y, sin embargo, es el más difícil de diseñar. Despojados de toda suntuosidad y alejados del adorno fácil estos paisajes seducen por la sabia combinación de sus elementos, que reflejan la sensibilidad de los japoneses y su amor por la naturaleza. A través de los elementos que componen el jardín, tan austero como bello, se pretende crear una abstracción que, contemplada desde determinado punto de vista, provoque la sensación de un gran ambiente. Para evocar la presencia del agua se utiliza agrava rastrillada con bambú, y se marca en ella formas naturales que simulan arroyos, ríos, océanos…
El mejor ejemplo de jardín kare sansui es el jardín Ryoan-ji, en Kyoto, el más famoso paisaje zen del mundo, creado en 1473. Está formado por arena blanca rastrillada y 15 rocas colocadas en grupos impares. Las interpretaciones de esta composición son variadas. Según la tradición popular, las rocas representan a un tigre cruzando el río con sus cachorros; para otros, son los picos de las montañas asomando por encima de las nubes, y también unos islotes en el inmenso mar. Y es que el objetivo principal de este arte milenario es que cada jardín refleje la visión del mundo según su propietario.
http://cierzo.blogia.com/2006/julio.php
A medida que crece y evoluciona, su jardín le recordará su propio desarrollo y el esfuerzo necesario para lograr y mantener el equilibrio y la armonía.
En su jardín puede haber momentos en que un color, textura, aroma, gusto o sonido que una vez le deleitó ya no le siente bien. Debe estar abierto al cambio que ocurre dentro de usted y darle voz y presencia en su jardín. Su desarrollo y salud dependen de restablecer esta conciencia y la relación de usted con la tierra. Su jardín le ayudará a recuperar su vínculo con la naturaleza y a fomentar la salud tanto de usted como del planeta
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Hubo un año (si no recuerdo mal el 2005) que lo comencé adoptando una nueva filosofía, para afrontar la vida desde un punto de vista diferente, para lograr nuevos objetivos, para mejorar en lo posible, en definitiva para ir a mejor.
La filosofía obtuvo el nombre de filosofía Zen, y así se lo expliqué a todo el mundo que me quiso escuchar, en una (sin duda) nueva locura de las que se me vienen ocurriendo con mayor o menor regularidad. Pero que no tiene nada que ver con la filosofía Zen de los japoneses, ni de lejos, vamos. Sólo tomo prestado el nombre porque me gusta, por la idea el jardín Zen.
Ya me dirás que pude haber nada más relajante que estarte ahí moviendo la arena del jardín Zen todo el día. Ui, ahora que retomo por un momento mis meditaciones de decoración, igual me quedaría genial un jardincito Zen en medio del comedor, ésta idea la tengo que madurar y consensuar, pero me gusta, sí sí sí. Eso, relajante, pero claro no lo puedes hacer físicamente todo el día porque la productividad descendería de una forma preocupante, cuanto menos en mi trabajo, igual a alguno le cuadra bien el estarse todo el día, pensando divagando y comunicando a los demás las conclusiones extraídas tras ese proceso.
Bueno y ¿qué objetivos pretendía obtener?. De hecho muchos y diversos, pero al final tampoco ninguno en concreto, simplemente era una filosofía que al seguirla que tenía que reportar beneficios a punta pala. La meditación acerca de las cosas que te envuelven y te pasan, la justa valoración de su importancia venían a ser los pilares del invento, así como el saber tomarse las cosas con calma e intentar verle el lado positivo a todo.
Ésta filosofía trajo sus frutos. En primer lugar conseguí ahorrar combustible con el Fiesta, utilizando el Zen way of drive, la aplicación de la filosofía Zen a la conducción conseguía aprovechar al máximo cada gota de combustible. Consiguió frenar mi ira cuando una rueda abandonada en medio de la Ronda Litoral, hizo brincar a mi pobre fiestita acabando la broma en una reparación considerable (llanta, 2 neumáticos, brazo y maneta de la suspensión y alineación de la dirección); terminando en la primera letra del abecedario como colofón.
Durante 2006 por la sucesión de los acontecimientos fuí dejando la filosofía Zen de lado, quizá sea la hora de replantearse volver. ¡Zen!
http://wunaladreaming.wordpress.com/
2007-02-02 07:31:48
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answer #1
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answered by Scully 5
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