Humano
Esta nota la proporcionó: Karluchis_1
La displasia cervical es un crecimiento anormal de tejido en el cuello del útero (parte inferior de éste que se conecta con la vagina). El útero es la matriz donde se produce la sangre de la menstruación y donde crecen los bebés durante el embarazo.
La también llamada neoplasia intraepitelial cervical puede ser leve, moderada o grave y aunque no es un carcinoma, puede convertirse en un cáncer de cuello del útero.
Cualquier mujer que tenga o haya tenido relaciones sexuales puede registrar displasia cervical y es más común en mujeres que han tenido muchos compañeros sexuales o que comenzaron sus relaciones sexuales antes de los 18 años.
Esta enfermedad se ha vinculado a una verruga viral de transmisión sexual llamada Virus del Papiloma Humano (VHP). Por otra parte la displasia cervical es más común en mujeres que fuman o que no consumen suficiente ácido fólico en su dieta.
DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO
En la mayoría de los casos esta enfermedad no tiene síntomas pero a veces causa sangrado durante o después del acto sexual, por ello la mejor manera de diagnosticarla es con un análisis simple llamado Papanicolau, en él, un médico extrae muestras de tejido del cuello del útero y el canal vaginal. Si su médico decide un exámen más minucioso le realizará una colposcopía.
La displasia cervical generalmente se cura sin ningún tratamiento. En el caso de que sea moderada, es posible que su médico le destruya el tejido anormal, ya sea congelándolo, quemándolo y usando rayo láser.
En los casos de una displasia grave su médico le extraerá un cono de tejido del cuello del útero y de esta manera se eliminará todo el tejido que tenga células anormales.
Casi ninguna de las mujeres tiene problemas para embarazarse o un aborto espontáneo después de los tratamientos para combatir esta enfermedad.
Es muy importante que si usted tiene displasia de cualquier tipo se haga examinar para que no se convierta en cáncer cervical.
Las vegetaciones que se observan en los genitales masculinos y femeninos, llamadas antiguamente “crestas de gallo”, constituyen las formaciones generadas por el virus del papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés) y que son adquiridas por transmisión sexual.
En el hombre estas lesiones aparecen en el cuerpo del pene, el prepucio, el surco balanoprepucial y en la uretra; en la mujer, en labios mayores y menores, vagina y cuello de la matriz. En ambos sexos pueden desarrollarse en manos, pies y en las márgenes del ano, esto último por prácticas de sodomía.
Se conocen cerca de 80 variedades o subtipos del virus, algunos de los cuales se relacionan entre sí en su forma etiológica, por lo que pueden ser la base de instalación del cáncer cervical en mujeres, o del pene en hombres. En esta patología el período de incubación se establece entre 2 semanas a 6 meses.
Para llegar a un diagnóstico preciso es necesario practicar pruebas de citología, así como biopsia en genitales. Se ha citado que las determinaciones serológicas no son muy útiles en este cuadro porque el número de exámenes que se tienen que realizar, para la identificación del virus infectante y sus diferentes variedades, no permiten todavía la exactitud del estudio; no obstante son muy importantes en la investigación académica, para su aplicación en el futuro.
Cada vez más el virus del papiloma humano se expande por todo el mundo, al grado de que en los Estados Unidos se registran cerca de un millón de casos nuevos al año.
A nivel individual existe una gran diversidad de ubicación de sus lesiones y, por ello, las manifestaciones clínicas comunes de la infección abarcan una extensa zona dérmica y de las mucosas.
La importancia de establecer un diagnóstico y terapia adecuados contra la infección causante del papiloma radica en la relación que tiene éste con carcinomas tales como la displasia cervical, la neoplasia intraepitelial y la papulosis de Bowenoid.
De igual manera, es imprescindible contar con un tratamiento efectivo, dada la incomodidad y los efectos psicológicos que surgen por la propia naturaleza de las verrugas genitales.
Las lesiones que se observan son de aspecto papilar, verrugoso, y a veces planas o nodulares. Los niños no están exentos de sufrirlas, pues pueden contraer el padecimiento por la transmisión del virus durante los trabajos de parto, a partir de madres infectadas.
El período de incubación es variable, siendo precoz o prolongado, dependiendo de la virulencia del microorganismo infectante y de la resistencia del paciente; entre los subtipos del virus se ha demostrado que hay algunos que tienen relación etiológica directa y son causa, en mujeres, del carcinoma del cuello del útero; en hombres, aunque con menor frecuencia, de cáncer del pene.
Para hacer el diagnóstico del papiloma, en la historia clínica del paciente se deben considerar sus hábitos sexuales, así como la promiscuidad y la relación conductual de su vida diaria.
Cabe tener presente que el individuo infectado puede no manifestar ninguna sintomatología o incomodidad especial, pero ya en la exploración se le podrán encontrar las lesiones propias del padecimiento en el área de los genitales externos o en su entorno.
En este punto cabe señalar que son variables los tratamientos que se emplean en el cuadro, los cuales van desde la cirugía hasta la quimioterapia, siendo de uso frecuente la crema de imiquimod al 5%, la cual debe ser aplicada directamente sobre las lesiones.
Como dato adicional hay que precisar que el papiloma humano tuvo en años anteriores un descenso en su incidencia; sin embargo, últimamente su repunte ha sido notable y se está constituyendo como una amenaza permanente para la humanidad.
2007-01-30 02:37:39
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answer #1
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answered by marthaso2002 2
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Prácticamente no hay síntomas. A veces puede haber un poquito de flujo, de descenso, de una secreción vaginal amarillenta o sanguinolenta que mancha la ropa interior, a veces puede haber un poco de dolor durante la actividad sexual, pero la mayor parte de las veces no existe un solo síntoma, no hay nada, absolutamente nada.
2007-01-29 14:27:44
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answer #2
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answered by la hija del santo 6
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