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De volver a sentir.........

De luchar por.........

De desear........


Lo que quieras..........pero con ganas!!!!!

2007-01-27 15:05:15 · 9 respuestas · pregunta de Alejandra 5 en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

9 respuestas

Siempre tengo ganas porque lo que hago -bien o mal- lo hago con la pasión que me dan las ganas, he tenido exitos resonantes y fracasos rotundos pero estos reveses no me han sacado los animos de hacer cosas. Un viejo no es una persona de muchos años sino aquel que no tiene proyectos independientemente de la edad que tenga, y todo aquel que no ame su trabajo por mas que se esfuerce diariamente es un desocupado. Las ganas son el motor de mi vida.

2007-01-27 19:02:20 · answer #1 · answered by Anonymous · 2 0

SIEMPRE..., la vida hay que vivirla a tope. Amar intensamente, reír intensamente, llorar intensamente, aprender intensamente, equivocarse intensamente. Lo demás, son medianías.

2007-01-27 15:27:12 · answer #2 · answered by Anonymous · 1 0

Corazón me parece bárbaro……disfrútalo lo mejor posible!! Kisses y*

2016-05-24 07:35:47 · answer #3 · answered by Aimee 4 · 0 0

Lo que haga hacerlo con todo, con lo mejor de mi, como dice TAD, intensamente, pero con amor=ganas. =)

saludos ALE

2007-01-27 23:50:45 · answer #4 · answered by Melina 4 · 0 0

SI, tengo ganas, muchas ganas de recuperar mi vida, de retomar fuerzas para seguir luchando, tengo ganas de no perder el rumbo.

2007-01-27 17:14:56 · answer #5 · answered by MAD 6 · 0 0

Si, todos los dias me dan muchas ganas, pero muchas, y es una cosa... que no se me quitan.

2007-01-27 16:22:58 · answer #6 · answered by . 4 · 0 0

Y seguro fforma parte de nuestra vida los sentimientos ,la lucha los deseos, los sueños .Sino para que vivimos para que estamos en esta tierra si no tenemos ganas de nada, Que te ocurre? camina segui emprende un proyecto soña lucha por tus ideales .Saludos

2007-01-27 15:15:45 · answer #7 · answered by artplas01 5 · 0 0

.......amar a mi novia en la playa al aire libre.......

2007-01-27 15:10:27 · answer #8 · answered by ? 7 · 0 0

La urgencia de Dios

Descubrí, con el paso del tiempo, que para cambiar el mundo había que cambiar los corazones de los hombres. Y la única forma de hacerlo era a través de la vivencia de un cristianismo auténtico.

Miss Esther deVries realizando su labor apostólica en Viena, con “Aktion Kilo”. Ampliar imagen

Austria, 24 de agosto de 2005. Esther Jane deVries, nació en Calgary, Alberta, Canadá, en 1976. Cursó estudios de Humanidades, Filosofía y Teología en el International Centre of Educational Sciences de Rhode Island, Estados Unidos. Fue miembro del equipo de formadoras del centro de formación de Rhode Island, Estados Unidos y de Monterrey, México. Actualmente trabaja con jóvenes en Viena, Austria.

Ofrecemos a continuación el testimonio de su llamado a la vida consagrada en el Movimiento Regnum Christi:

***

Cada vez que vuelvo sobre los recuerdos del pasado y repaso lo que he vivido, veo con más claridad los designios de una mano fuerte que ha intervenido, la mano de Dios cercano, Dios que me ha amado hasta morir por mí y Dios que ha querido ser especialmente un Padre para mí.

Dios se vale de todas las cosas y circunstancias para acercarse al hombre y darle a conocer su amor. La vida de mi familia y la mía propia han estado marcadas por pinceladas de esta mano divina. Mi padre era holandés y luterano, hijo único de un gran empresario, más interesado en el éxito económico que en formar una familia. Al terminar su preparatoria decidió irse a Canadá a estudiar la carrera de geología, buscando aventuras y tal vez, su propia identidad. Ahí conoció a mi madre, también holandesa, de una familia sencilla, católica y con grandes valores, y se casaron al año de haberse conocido. Al casarse, mi padre aceptó que sus hijos fueran educados en la fe católica.

Yo nací en Calgary, Canadá. Cuando iba a cumplir tres años de edad, Dios se llevó al cielo a mi padre en un accidente de helicóptero en los Territorios del Norte de Canadá, dejando a mí y a mi madre, embarazada de mi hermano. Fue algo inesperado y mi madre pasó unos cinco años sin poder aceptar la muerte de mi padre. En esa época, mi madre sufrió una depresión muy fuerte y acudió a un sacerdote para pedirle la unción de los enfermos. El sacerdote le administró el sacramento y en ese momento Dios le permitió a mi madre hacer la experiencia de su amor y de su misericordia. Confortada por esta experiencia, le prometió a Dios ayudarle y entregarle lo que le pidiera.

A partir de este momento, en mi casa cambió la forma de vivir la fe. Empezamos a rezar el rosario todas las noches; mi madre asistía a la misa diariamente, y desde entonces buscaba alguna institución u organización de la Iglesia que le ayudara a cumplir con la promesa que le había hecho a Dios. A mi hermano y a mí nos resultó difícil entender el cambio que estaba ocurriendo, por lo que no cooperamos mucho en un principio.

Tuve mi primera inquietud de entregar mi vida a Dios en Irlanda, a los 10 años, durante una visita a mis primos. Los visitábamos casi cada dos años, pues mi madre encontraba un gran apoyo en su hermana. Yo disfrutaba mucho esas visitas, siempre llenas de aventuras y sana diversión. Me llevaba particularmente bien con uno de mis primos que había decidido ser sacerdote, y todos le llamaban el “Padre Rambo”, pues se enojaba con facilidad. Como él quería ser sacerdote, yo sería monja. Al regresar a Canadá maticé la idea: mejor sería misionera para ayudar a las personas necesitadas; me atraía mucho el ejemplo de Madre Teresa de Calcuta. Cuando en el colegio preguntaban qué queríamos ser de grandes, yo siempre respondía que quería ser misionera. Poseía una gran sensibilidad hacia las necesidades de los demás y el sufrimiento humano.

En la preparatoria busqué con más intensidad una
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forma de ayudar a los necesitados. En ese tiempo tuve un novio muy bueno en todos los sentidos. En una ocasión, yendo con mis amigas en el metro, una de ellas empezó a decir que podía leer las manos y lo que significaba cada una de las líneas. No creía mucho en esas cosas, pero las palabras de mi amiga me hicieron reflexionar. En la mano de mi novio, la línea de la vida era muy larga, y en la mía, muy corta. Pensé entonces: “por más larga que pueda ser tu vida, a fin de cuentas será muy corta”. Ya tenía la experiencia de lo ocurrido a mi padre. Allí mismo, en el metro, empecé a imaginarme casada, en una casa, con una familia... Algo en el fondo de mi corazón me dijo que eso no era para mí. Entonces, ¿qué era para mí?, ¿cuál era mi misión?

En clase de historia empezamos a estudiar la Revolución Francesa y me llamó mucho la atención la ideología de fondo. Empecé a leer y a estudiar por mi cuenta a Voltaire, Rousseau, y finalmente, a Karl Marx. El ideal comunista me atrajo, porque veía en él una posibilidad de establecer un mundo más equitativo, aunque no estaba de acuerdo con sus ideas contra la libertad religiosa.

Entonces decidí que tenía que hacer algo para lograr un cambio en el mundo. Empecé erradicando todo lo que era el conformismo en mi propia vida, aunque eso implicara ir contra corriente. Por ser coherente con esta decisión, cambié el grupo de mis amigos, ya que veía mucha superficialidad en ellos, y terminé con mi novio.

Descubrí, con el paso del tiempo, que para cambiar el mundo había que cambiar los corazones de los hombres. Y la única forma de hacerlo era a través de la vivencia de un cristianismo auténtico: en la caridad, en el perdón y la justicia. Con este convencimiento, decidí que había que inventar un nuevo sistema político-económico que reflejara ese ideal cristiano.

Para ese entonces, mi madre había conocido el Movimiento Regnum Christi y le había encantado. La primera vez que conocí a algunas mujeres que lo habían dejado todo y se habían consagrado a Dios fue en una cena en mi casa. Mi madre las había invitado. Su aspecto exterior no me atrajo, pues su estilo era distinto al mío, pero me impresionó mucho su forma de hablar de Cristo, de referirse a Él como si se tratase de una persona real.

Hacia el mes de febrero, en mi tercer año de preparatoria, las señoritas consagradas volvieron a visitar a mi madre y me invitaron a un retiro durante la Semana Santa en Wakefield, Rhode Island. No quería ir, por lo que les contesté que no tenía dinero para pagar ni el vuelo ni el retiro, pero mi madre contestó que ella pagaba. Al final decidí ir para darle una oportunidad a Dios. En el avión, entre los pensamientos que cruzaban mi mente consideré replantearme la posibilidad de una vocación a la vida consagrada y aclarar este asunto de una vez y para siempre.

El retiro me ayudó mucho para conocer realmente a Jesucristo como a una persona e involucrarme más con el Regnum Christi. El último día, en la bendición eucarística, sentí muy claramente el llamado de Jesucristo a seguirle, consagrando mi vida a Dios. Me hizo ver que era urgente que siguiera su llamado, que no podía esperar. Me quedé atrás en la capilla, llorando, viendo que todos mis planes, que todos mis sueños se desbarataban frente al llamado de Dios. Después de un tiempo salí de la capilla y traté de calmarme para ir a la cena, pero fue suficiente que una consagrada se levantara y me cediese su asiento para que comenzara de nuevo a llorar. Me preguntó si algo estaba mal, y le contesté que no, que por primera vez en mi vida algo estaba bien.

Me invitó a hablar un rato con ella. Me explicó y aclaró algunas cosas, que me ayudaron a entender mejor lo que me pasaba. Después de hablar con ella me fui a la capilla. Allí decidí decirle que sí a Jesucristo, con una mezcla de dolor y alegría.

Al regresar a mi casa, se lo conté a mi madre. Ella quería que esperara otro año para tomar una decisión, pero yo había sentido que ese llamado de Dios era urgente, y así se lo dije. De ahí en adelante, mi madre me apoyó en todo lo relacionado con mi vocación.

2007-01-27 15:09:15 · answer #9 · answered by ensbuster 2 · 0 3

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