Cristo versus Satán: El Apocalipsis
Los fundamentalistas cristianos consideran la invasión de Iraq, con la ocupación simbólica de Bablonia, y el control de Jerusalén como un preludio del Apocalipsis.
El patriotismo conservador estadounidense con los tradicionales valores basados en la familia, la honradez, el trabajo y el distanciamiento de los problemas que asolan al resto del mundo, se ha visto modificado por una fuerte corriente integrista, basada en el proselitismo del cristianismo evangélico. En el funeral por las vÃctimas de los atentados del 11-S, el televangelista más famoso del mundo, el pastor Billy Graham, que convirtió hace décadas al ahora presidente Bush, pronunció una homilÃa ante cuatro ex-presidentes de los Estados Unidos reunidos en la catedral de Washington el 13 de septiembre de 2001, en la que argumentaba sobre los atentados:
“Una de las cosas que necesitamos en este paÃs es una renovación espiritual por completo. Necesitamos una renovación espiritual en Norteamérica. Y Dios nos lo ha dicho con Su Palabra.”
Todos los dÃas el presidente Bush se levanta algo más temprano para poder leer la Biblia y hacer sus oraciones. La conversión de George W. Bush parece ser que proviene de una mala época que pasó, debido a su afición al alcohol. Para superar esta adicción Bush padre acercó a su hijo a los consejos espirituales del reverendo Billy Graham, uno de los primeros telepredicadores de Estados Unidos . Graham, un pastor protestante de corte fundamentalista cristiano se convirtió, desde ese momento, en el gurú de la familia Bush . Desde entonces, Bush jr. creyó que su misión estaba dirigida por el cielo: “Dios me ha pedido que me presente a las elecciones; he escuchado la llamada” . Poco después, inició su carrera polÃtica al convertirse en gobernador de Texas. Sin embargo, la religiosidad no es una opción meramente personal del presidente. Antes de tomar decisiones, el gobierno en pleno de Estados Unidos reza para que Dios los haga cumplir su misión de forma determinada. El 72% de los estadounidenses, según el Pew Center, cree que su presidente debe tener “fuertes sentimientos religiosos”. El 85% confiesa que la religión es importante en su vida (61% muy importante, 24% bastante importante, 14% no muy importante) . Un estudio comparativo muestra que el 94% de los estadounidenses cree en Dios, el 86% cree en el cielo y el 69% cree en el demonio. Estas cifras llegan a ser más del doble de las que encontramos en Europa . La visión mÃstica del Presidente Bush y de sus más próximos colaboradores reposa sobre dos fundamentos de la tradición cultural norteamericana: el destino manifiesto y la religión civil. El destino manifiesto (Manifest Destiny) es un concepto que fue acuñado en 1845 por el periodista John O'Sullivan para justificar la anexión de México y el imperialismo norteamericano en Sudamérica. TodavÃa en 1900 explicaba el senador por Indiana, Albert Beveridge: “Dios designó al pueblo norteamericano como nación elegida para dar inicio a la regeneración del mundo”. En estas soflamas se hacÃa continua referencia a la superioridad moral para justificar las invasiones polÃtico-militares por el mundo. Esta moral estuvo siempre viva en la derecha estadounidense y ha sido recogida fervientemente por el gobierno Bush .
La cultura polÃtica es el producto a largo plazo de la Historia. Como tal, es obviamente especÃfica de cada paÃs. La cultura polÃtica estadounidense se ha diferenciado claramente de la historia del continente europeo. Las sectas protestantes que se vieron obligadas a emigrar en el siglo XVII a Norteamérica, desde Inglaterra, habÃan desarrollado una forma de cristianismo diferenciado tanto del catolicismo de Roma como del dogma ortodoxo de origen griego. Por ello, su imagen del cristianismo no era compartida siquiera por la mayorÃa de los protestantes europeos, incluidos los anglicanos, de donde
emergió la mayorÃa de la clase gobernante británica. Si bien, la iglesia católica y la iglesia ortodoxa habÃan marginado el Antiguo Testamento, con el objetivo de diferenciar cristalinamente al cristianismo del judaÃsmo. La Reforma protestante reclamó la importancia de estas escrituras y resituó al cristianismo en su lugar como sucesor legÃtimo del judaÃsmo. La particular forma de protestantismo que halló su vÃa en Nueva Inglaterra sigue configurando la ideologÃa estadounidense en la actualidad. Según ésta, la comunidad cristiana de Estados Unidos vendrÃa a ser el pueblo elegido por Dios en la actualidad . Por tanto, sus actos estarÃan dotados de una legitimidad otorgada por el altÃsimo y refutada en los textos de la Biblia. La “legitimidad bÃblica” de la que habÃan sido ungidos los colonos norteamericanos, facilitó la conquista del "Nuevo Mundo", a costa primero del genocidio de los pueblos indÃgenas del continente, luego de la esclavitud de los africanos y por último de la explotación de comunidades segregadas por sus especificidades étnicas, que eran el resultado de sucesivas oleadas migratorias durante los siglos XIX y **. Todo esto lo llevaron a cabo, instruyéndose en base a referencias bÃblicas como la violenta conquista del pueblo de Israel de la “Tierra Prometida”, el cual es un tema constantemente reiterado en el discurso de Estados Unidos. Más tarde, la “legitimidad bÃblica” del pueblo de Estados Unidos se extendió hasta abarcar el mundo en su totalidad. La “legitimidad bÃblica” permite a los estadounidenses verse a sà mismos como el “pueblo elegido”. Se trata, por tanto, de un sinónimo del término nazi “Herrenvolk” y sitúa a la ideologÃa del “americanismo” entre ideologÃas imperialistas precedentes, la totalidad de las cuales han reivindicado estar investidas por una misión divina. La religiosidad de corte civil intenta conferir un aura cristiana al destino manifiesto en la forma de un integrismo y fundamentalismo religioso. Esta mezcla de creencias ha dado lugar a la convicción de que el “estilo de vida americano” no sólo es el mejor modo de vida jamás pensado por el hombre, sino que significa la salvación del mundo. Un general del Pentágono, William G. Boykin, ha resumido su posición en una serie de discursos recientes, en los que afirma que la guerra contra el terrorismo es una “batalla contra Satán” y que los terroristas atacan a Estados Unidos porque es una nación cristiana. No obstante, a Boykin le consuela su convicción de que su Dios es más grande que el Dios musulmán, que no es más que un Ãdolo, y que el presidente Bush ha sido elegido por ese Dios para afrontar esta crisis. En el Congreso, los conservadores han defendido las declaraciones del general. Esta es la amenaza a la que hacemos frente en la actualidad.
A los ultraconservadores cristianos se les llama también “teoconservadores” o “fundamentalistas” para distinguirlos de los neoconservadores más partidarios del capitalismo liberal. A las reclamaciones de éstos, tales como la fanática oposición a todo mecanismo para procesar, autorizar, registrar, documentar o controlar la propiedad de las armas de fuego; la abolición del impuesto a los ingresos, a la herencia, a la plusvalÃa y a las corporaciones; y la contención de los inmigrantes con cualquier tipo de métodos, incluso usando alambradas electrificadas. Los fundamentalistas cristianos han añadido reclamaciones polÃticas, caracterizadas por el extremo conservadurismo de sus valores morales. Las iniciativas del gobierno en asuntos como la ley que prohÃbe el aborto tardÃo o la reforma constitucional contra el matrimonio gay, atraen el respaldo polÃtico de organizaciones como la Coalición Cristiana, que dice representar a la cuarta parte del voto republicano y el de la mayorÃa de los católicos practicantes del paÃs. Para los fundamentalistas cristianos, la homosexualidad es contraria a las verdades decretadas por Dios. Los progresos educativos debÃan haber cortado el fundamentalismo de raÃz, o eso se creÃa. Pero la sorpresa fue que el fundamentalismo no solo sobrevivió, sino que tiene una situación floreciente en el paÃs que tiene las mejores universidades del mundo. No en vano, las encuestas actuales revelan que los estadounidenses son los cristianos protestantes que más frecuentan la iglesia y los más propensos al fundamentalismo cristiano. La base del fundamentalismo la constituyen los habitantes con menos formación y rentas más bajas de los pueblos del “Cinturón BÃblico” (una franja de tierra que recorre el medio oeste y el sur del paÃs). Está formado por grupos fundamentalistas que abarcan todas las confesiones tradicionales del protestantismo. Es muy significativo el hecho de que la situación social de sus adeptos haya mejorado paralelamente a la valoración del fundamentalismo. Quizá el núcleo más duro lo constituyen los 16 millones de seguidores de la Convención Baptista Sureña y los millones de telespectadores del frente de televangelistas. Los grandes televangelistas son nombres muy conocidos en Estados Unidos y gozan de una respetable audiencia. Estos predicadores evangélicos ejercen su ministerio a través de programas televisivos de emisión diaria o semanal y celebran actos multitudinarios. Billy Graham, amigo personal de la familia Bush, predica ante enormes concentraciones de gente, a veces durante semanas enteras, en lugares como el Madison Square Garden. Jerry Falwell emite “La hora del viejo evangelio” y se hizo cargo de los mensajes televisivos de “Alabemos al Señor” cuando su fundador, Jim Bakker, tuvo que ingresar en prisión para cumplir una larga condena. Pat Robertson presenta el “Club de los 700”, que todos los dÃas ven alrededor de un millón de estadounidenses. La influencia polÃtica de estos predicadores no es nada despreciable. Al parecer, Dios le dijo a Robertson hace unos años que presentara su candidatura a la presidencia. El reverendo obedeció y se presentó como candidato por el partido republicano. Su éxito fue tal, que consiguió ponerle las cosas bastante difÃciles al otro candidato George Bush padre.
Como en otros lugares del mundo, el fundamentalismo en Estados Unidos constituye una reacción religiosa extremista ante la avalancha de la modernidad, el avance del racionalismo y el método cientÃfico en todos los campos de estudio. El desafÃo de los descubrimientos geológicos de Charles Lyell y la teorÃa de la evolución de Charles Darwin sacudieron el mundo cristiano en su momento. Estos hallazgos dejaban claro que la Biblia no era compatible con la ciencia. Al mismo tiempo, el progreso de los estudios sobre la Biblia contribuyeron a disminuir el influjo del mito. Al revelarse las contradicciones existentes entre los textos bÃblicos y la múltiple autorÃa de los libros, quedó refutada la idea de que el libro sagrado estaba escrito por la mano de Dios. Las principales confesiones históricas del cristianismo aprendieron a convivir con estos descubrimientos y se adaptaron destacando la riqueza espiritual de la Biblia como metáfora, con su sabidurÃa y su poesÃa espiritual, por encima de la Biblia como un relato histórico y literal. Sin embargo, los cristianos fundamentalistas, que en términos numéricos quizá constituyen hoy en Estados Unidos la corriente dominante, emprendieron una vÃa distinta. A mediados del siglo XIX llegó a Estados Unidos una nueva corriente de pensamiento llamada “dispensacionalismo premilenario”, llevada por un viajero británico, John Nelson Darby, de los “Hermanos de Plymouth”. El dispensacionalismo cree que la historia humana está formada por “dispensaciones” (periodos temporales únicos que se caracterizan por la forma que tiene Dios de relacionarse con los seres humanos en cada momento), que se suceden con arreglo al plan divino de Dios y culminan en una gran catástrofe (la expulsión del paraÃso, el diluvio, etc.). El cristianismo fundamentalista no dejaba ningún lugar a las dudas. En vez de medir la Biblia según los criterios de la ciencia, habÃa que juzgar la ciencia en función de la verdad absoluta de la Biblia . Era una reacción automática ante la modernidad, por parte de los grupos más amenazados por ella, desde el punto de vista ideológico y económico. El apelativo del fundamentalismo procede de una serie de panfletos llamados: “Los fundamentos”. Estos fueron publicados entre 1910 y 1915, sufragados por dos hermanos que se habÃan enriquecido con el petróleo y fueron enviados gratuitamente a predicadores, pastores, maestros de escuelas y dirigentes juveniles de todo el paÃs. Entre los “fundamentos” divulgados figuraba la infalibilidad de la Biblia y la inminencia de la segunda venida de Jesús.
En Estados Unidos, varios millones de personas han sucumbido a una idea delirante. Los fundamentalistas cristianos toman la Biblia al pie de la letra y la hacen su guÃa para entender la Historia. AsÃ, millones de personas, sea viviendo en la periferia de las ciudades, sea en los trabajos mejor pagados, hasta en profesionales relacionados con las investigaciones de alta tecnologÃa, consideran que estamos en los últimos dÃas de la Historia . Estos dÃas están marcados por el enfrentamiento entre el bien y el mal, por guerras devastadoras y por la actuación del Anticristo. Nuestros ojos verán la ascensión de un Anticristo que reunirá las iglesias apóstatas del mundo y dirigirá al combate a estas fuerzas perversas contra los santos. La “bestia” será un dirigente polÃtico que reunirá a las naciones derivadas del Imperio Romano en un nuevo imperio, mencionado en el Apocalipsis como “Babilonia” y sembrará todos los males posibles en la Tierra . Con posterioridad, tendrá lugar la segunda venida de Cristo que instaurará la era perfecta, preludio de su venida definitiva, cuando los fieles serán arrebatados al cielo, recibiendo un cuerpo de gloria y emergerá, entonces, un nuevo cielo y una nueva Tierra. Durante estos “Ãltimos DÃas” podemos ver “los signos de los tiempos” que, aunque todavÃa no hacen realidad lo profetizado, parecen preparar el terreno. Predecir la fecha exacta de la venida de Cristo es complicado, pero no asà la interpretación de los “signos de los tiempos”. Las hambrunas, la Guerra FrÃa, el Mercado Común Europeo, la teologÃa de la liberación, el feminismo, la homosexualidad e incluso la elección de Clinton han sido signos claros para los milenaristas. Otro signo se halla en los movimientos a favor de un gobierno mundial, de ahà su desprecio hacia las Naciones Unidas, que según su visión, no son más que conspiraciones para arrebatar a los estadounidenses las libertades otorgadas por Dios y desbaratar sus objetivos . La pretensión de predecir la segunda venida de Cristo es un tema que goza de gran popularidad en la literatura religiosa estadounidense. Recientemente se publicó “Bible Code”, que supuso un gran éxito de ventas. Su autor asegura que un matemático israelà ha descifrado la clave para entender las profecÃas ocultas en la Biblia. Su continuación, “Bible Code II”, comienza con el atentado del 11 de septiembre contra el World Trade Center e inicia una cuenta atrás hasta el “Armagedón”. El autor del libro habló con los responsables del Pentágono para explicarles cómo afectaba todo esto a la búsqueda de Osama Bin Laden .
No obstante, el principal signo de los tiempos consiste en el regreso de los judÃos a Palestina, la creación del Estado de Israel y las conquistas territoriales de este Estado desde la Guerra de los Seis DÃas (1967). En el siglo XIX, dos predicadores inmigrantes acoplaron lo mejor posible una serie de pasajes inconexos de la Biblia para crear algo que tenÃa la apariencia de una narrativa constante: Jesucristo volverá a la tierra cuando se hayan cumplido ciertas condiciones previas . La primera de las condiciones era el establecimiento del Estado de Israel. La siguiente condición involucra la ocupación por Israel del resto de sus “tierras bÃblicas”. Es decir, la mayor parte de Medio Oriente. La última condición es la reconstrucción del “Tercer Templo” en Jerusalén. En el mismo sitio ocupado ahora por la “Cúpula de la Roca” y la mezquita de Al-Aqsa. Curiosamente, el fundamentalismo cristiano estadounidense ve en la instauración del Estado de Israel y el triunfo del fundamentalismo hebreo, parte del proceso de redención del mundo. Cada cual con sus objetivos, pero ambos fundamentalismos unidos en la creencia del fin de la historia . Según los fundamentalistas, la vuelta de los judÃos a la tierra que les dio Dios y su persecución a manos de todas las naciones del mundo son el preludio de la segunda venida. Por tanto, para quienes creen que el regreso de Jesús es inminente, estos acontecimientos ofrecen una prueba asombrosa de que la profecÃa bÃblica es cierta. Para los fundamentalistas las disputas sobre lÃmites territoriales en Oriente Próximo se resuelven con el argumento de que: “algunas fronteras no las creó el hombre, sino que se decretaron desde el cielo. Estaban bajo la arena y sólo era preciso limpiarlas y restaurarlas como en la antigüedad. La nación de Israel yacÃa tapada por el polvo islámico, a la espera del momento perfecto decidido por Dios. Cuando el aliento de su espÃritu se llevó la arena, se abrió un nuevo capÃtulo de la historia espiritual” . La tierra a la que “tiene derecho” Israel es muy extensa. Los cristianos pro-sionistas coinciden con los halcones israelÃes a la hora de rechazar el plan de “tierras por paz” para resolver el conflicto palestino-israelÃ. El fundamentalismo cristiano coincide con el fundamentalismo hebreo a la hora de destacar la importancia del “Monte del Templo” y la “necesidad absoluta de construir el Tercer Templo, descrito por el profeta Ezequiel, antes del regreso del MesÃas” . Las naciones que no defiendan a Israel serán “maldecidas”. Ante la tentación de que todo esto pueda parecer “filo-judÃo”, no hay que olvidar que lo que está previsto es que, con la venida de Jesucristo, los judÃos se conviertan al cristianismo y quienes no lo hagan perecerán.
Reconstruido el templo de Jerusalén, el MesÃas bajará a la Tierra ofreciendo la redención para todos. Según las fuentes fidedignas , los “Ãltimos DÃas” no son el peor perÃodo. El peor es el denominado: “la Gran Tribulación”. Esta no se producirá hasta después del “Arrebato” . Entonces, comenzará la “Gran Tribulación”, se juzgará a los infieles y Cristo luchará contra Satán. Las legiones del Anticristo se desplegarán contra Israel, y la guerra conducirá a un enfrentamiento final entre las fuerzas del bien y las del mal en el valle de Armagedón. Esta historia es tan atractiva para los fundamentalistas cristianos porque antes de que comience la gran batalla, todos los “verdaderos creyentes”, es decir los que comparten estas creencias, serán liberados de sus ropas y llevados por los aires al cielo, en un evento llamado el “Arrebato” y se sentarán junto a Jesús en el cielo alcanzando el “Ãxtasis”. Los que no las comparten irán al infierno. En concreto, los judÃos arderán o se convertirán al cristianismo. Los dignos se sentarán a la mano derecha de Dios y podrán contemplar, desde los mejores asientos, como sus oponentes polÃticos y religiosos son devorados por furúnculos, llagas, langostas y ranas, durante los siete años de la Gran Tribulación que seguirán al advenimiento. Todo esto viene narrado, con una increÃble riqueza de detalles, en los libros contemporáneos mejor vendidos en Estados Unidos. Los doce libros de la serie, “Lo que quedó atrás”, son un “relato de ficción” que describe el Ãxtasis a todo color. La “Gran Tribulación” culminará con el espantoso final de los malvados y los infieles, y el fin de la dispensación o, lo que es lo mismo, el comienzo del nuevo milenio . Los que creen todo esto no lo creen sólo a medias, para ellos es asunto de vida eterna y de muerte. Buena parte de estos creyentes están convencidos de que en este momento estamos viviendo la época histórica de la que hablan las profecÃas del Apocalipsis, por lo que pronto sus esfuerzos encontrarán la justa recompensa. Es más, los creyentes más fanáticos están dispuestos a llegar aún más lejos y están empeñados en provocar una cadena de acontecimientos que culmine en la llegada del reino de Cristo. En el 2000 tres fundamentalistas cristianos de nacionalidad estadounidense fueron deportados desde Israel, por tratar de hacer saltar por los aires las mezquitas musulmanas que se encuentran en la explanada donde se supone que se hallaba el antiguo templo judÃo de Salomón. Ayudar a que se cumplan las profecÃas es una forma de colaborar con la instauración del reino de Dios en la Tierra. Esto puede llegar a significar: provocar confrontaciones en el emplazamiento del antiguo templo judÃo en Jerusalén, auspiciar el expansionismo israelà con asentamientos en los territorios ocupados, exigir al gobierno de Estados Unidos cada vez más apoyo para Israel y tratar de provocar una batalla final con el Islam, las Naciones Unidas, la Unión Europea o cualquiera que se piense que pertenece a las legiones del Anticristo y al “Eje del Mal”.
El que sus creencias sean disparatadas no significa que sean marginales. ¿El gobierno de Bush se limita a contentar a los creyentes fundamentalistas cristianos para lograr sus objetivos polÃticos o tiene una verdadera fe en la visión apocalÃptica del futuro que predican los reverendos fundamentalistas? Las encuestas en Estados Unidos advierten que entre un 15% y un 18% de los votantes de Estados Unidos pertenecen a iglesias o movimientos que subscriben estas creencias. Un sondeo de 1999 sugirió que un 33% de los votantes republicanos compartÃan o daban bastante pábulo a estas creencias . Asà que, lo que tenemos es un electorado polÃtico de importancia, que representa gran parte del núcleo electoral del actual presidente de Estados Unidos. Estos votantes, que eligen al presidente de la nación más poderosa del mundo, no verÃan con malos ojos que su presidente se sintiera arrastrado a provocar una nueva guerra mundial. Ya que este conflicto podrÃa ser el esperado enfrentamiento con el Anticristo. Para este sector del electorado, el Medio Oriente no es un asunto externo. Es un tema de polÃtica interna de Estados Unidos. ¿Pero por qué iba a ser esto de un interés tan urgente para la gente de un Estado raramente destacado por su fascinación por las relaciones exteriores? La explicación comienza a sernos familiar, pero seguimos teniendo dificultades para tomarla en serio. Si el presidente no gestiona correctamente sus asuntos en esta región del planeta, un núcleo fundamental de sus votantes no llegará a sentarse al lado derecho de Dios. Cuando el presidente Bush pidió a Ariel Sharon que sacara sus tanques de YenÃn en 2002, recibió 100.000 furiosos correos electrónicos de fundamentalistas cristianos protestando y nunca volvió a manifestarse sobre el tema. Los asuntos de un pequeño estado a 10.000 kilómetros de distancia de Washington pueden echar abajo las puertas de la Casa Blanca en cuanto el presidente vacila en su apoyo a Israel. En otras palabras, el presidente perderá menos votos si alienta la agresión israelÃ, que los que perderÃa si la frena. Por extensión, los miembros de esta comunidad de creyentes consideran la invasión de Iraq y la ocupación simbólica de Bablonia como un preludio del Apocalipsis. En el evangelio de San Juan, en el libro del “Apocalipsis” (9:14-15), el apóstol sostiene que cuatro ángeles “que están atados junto al gran rÃo Eufrates”... serán desatados “a fin de matar a la tercera parte de los hombres”. Por lo tanto, frente a esta profecÃa, el desorden que reina en Iraq desde la ocupación militar estadounidense no se contempla como algo desastroso, sino como algo, mas bien, irremediable y necesario.
2007-01-26 17:12:54
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answer #6
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answered by my name is Earl! 3
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