Se denomina Santo Niño de La Guardia a la supuesta víctima de un asesinato ritual realizado por judíos y judeo-conversos a finales de la década de 1480 en la localidad de La Guardia (Toledo). Por este supuesto asesinato fueron procesados por la Inquisición varios judíos y conversos, que fueron quemados en Ávila el 16 de noviembre de 1491. Se conservan algunos documentos del proceso (especialmente, el proceso completo contra uno de los acusados, Yuce Franco), que demuestran que hubo múltiples irregularidades y que no existe evidencia alguna de que el supuesto crimen se cometiese realmente. La mayoría de los historiadores actuales considera que el proceso estuvo destinado a propiciar un clima antisemita para permitir una mejor acogida al decreto de expulsión de los judíos, que se promulgaría sólo meses después (en marzo de 1492).
Santo Niño del Remedio, Niño de la Pasión con el rostro triste comprendiendo el fin que le depara; sujetando la cruz en la mano no huye de su destino, sino que caminando da un paso al frente en actitud pronta para redimir al hombre.
Imagen amada en Madrid. Todos los días acuden cientos de devotos a compartir con él los secretos de sus corazones; y donde todos los días 13 de cada mes el número de gente se multiplica para poder besarlo ya que desciende del camarín para estar al alcance de todos.
El 29 de enero de 1993 el Oratorio del Santo Niño del Remedio fue adscrito a la Acción Católica General de Madrid. Así lo quiso el entonces cardenal Don Angel Suquía, quien viendo la gran devoción que el pueblo de Madrid profesa al Santo Niño nombró al consililario de la A.C. rector de la capilla con el propósito de favorecer una más intensa formación cristiana a los fieles que allí.
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Considerándole extraviado, Juan Ciudad, y temiendo que los abrojos del camino desgarrasen aquellos tiernos piececitos, más que el marfil, blancos, con más caridad que criterio le invitó a que calzase sus enormes alpargatas, cuya oferta agradeció el niño sin aceptarla, pues de la punta al talón podía muy bien sentarse dentro; pero como el candor y extraordinaria hermosura del tierno infante atraían y fascinaban cada vez más, a Juan, enternecido le dijo:
"Niño precioso y hermano, si no os sirven mis alpargatas, servíos de mis hombros, que más justo será lleve en ellos, lo que a Dios tanto costó, que libros que tan poco valen", y esto diciendo, como no fuesen vanas sus palabras, bajó la cerviz para que aquel subiera, y así lo hizo el rapazuelo, prosiguiendo ambos la marcha, descansando el pequeño, y ufano aquel buen Juan, que tal descanso le proporcionaba.
Más a poco, el que de pastor fue soldado con el Conde de Oropesa, después peón de albañil, era librero y había de ser fundador de una Orden, consagrada a la caridad, en Granada, sintió como S. Cristóbal en otro tiempo, se le hacía aquella ligera carga, harto pesada, y comenzó a alentar y desfallecer, y buscar apoyo en la cayada hasta que al cabo topándose con una fuente conocida por la Adelfilla, que en un risco aún brota, a la derecha del antiguo camino de Gibraltar dijo:
"Niño precioso y hermano, dadme licencia para beber un poco de agua y descansar, que me habéis hecho sudar". Bajó el niño incontinenti, púsole Juan al abrigo de un árbol y fuese al manantial con ímpetu de sediento; pero al volver satisfecho queda gratamente sorprendido al oír lo llaman por SU nombre y ver en el pobre chico la Grandeza y Majestad del Dios-Niño alargarle una granada entreabierta, coronada con su Cruz, al mismo tiempo que a grandes voces le dice: "te llamarás Juan de Dios. Granada será tu cruz. Testimonia este hecho de mi aparición legando a Gaucín una Imagen que me represente Niño", y diciendo esto desapareció cual nubecilla de nácar.
Repuesto Juan de su natural sorpresa, y presuroso en obedecer la Divina Voz que le dirigía a la ciudad de la Alhambra, ya no hubo reposo para su cuerpo y corazón, hasta llegar a [la] expresada ciudad, donde pasado el tiempo de sus pruebas y fundado que hubo el hospital de su nombre inmortal, siendo su deseo constante cumplir los designios de la Providencia trató de ver realizado tan acariciado proyecto de hacer ofrenda de una Efigie del Niño-Dios al pueblo afortunado en que gosara [gozara] de la milagrosa aparición del Niño Jesús para lo que, aprovechando la ocasión de haber de salir por Andalucía a recoger limosnas para sus pobres, adquirió la Sagrada Imagen del Niño que aún poseemos.
Llegado a Ronda cambió caritativamente su ordinario vestido con el de un pobre soldado de la Ciudad, y con tal disfraz, llevando envuelta, cuidadosamente su pequeña imagen, se encaminó a Gaucín pernoctando en el mesón de los Álamos, sito en la hoy calle Luis de Armiñán.
Al alba del para nosotros memorable y trascendental día ocho de septiembre de los años 1540 al 46, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, y en ocasión de hallarse la guarnición del vetusto Castillo del Águila, que sirvió de defensa a esta población, oyendo la Santa Misa en su Ermita de la Encarnación (primitiva mezquita, que aún subsiste dentro de los muros de aquel, convertida en capilla católica, al ser tomada de los moros la villa, por su primer Alcalde cristiano, el Capitán Pedro del Castillo, el 27 de Mayo de 1485, cuyo nombramiento recibió éste en Ronda del Rey Católico, D. Fernando V de Aragón, penetró en el recinto murado sin ser visto por los centinelas y sin decir palabra, entrando en el templo avanzó hacia el Altar del Celebrante, sin extrañeza de éste, y colocó sobre aquél, la preciosa Imagen del Niño Jesús>>
Devoción al Niño de Praga
La particular devoción al Santo Niño de Praga comenzó a principios del siglo XVII. La Princesa Polyxenia de Lobkowitz recibió, como regalo de su madre en su matrimonio, una hermosa estatua del Divino Niño procedente de España. La estatua era de cera, de 48cm. El Niño Jesús está de pie, con la mano derecha levantada, en actitud de bendecir, mientras con la izquierda sostiene un globo dorado que representa la tierra. Su rostro es tierno y gracioso.
Después de la muerte de su esposo, la princesa se dedicó a las obras de caridad. Los religiosos de la orden carmelita en Praga, fueron particularmente favorecidos por la generosa asistencia de la princesa.
En el año 1628 estalló la guerra en Praga y el monasterio de los monjes fue reducido al extremo de la pobreza. En aquellos días, la Princesa Polyxenia se presentó a la puerta del monasterio con su estatua y dijo así:
"Aquí les traigo el objeto de mi mayor aprecio en este mundo. Honrad y respetad al Niño Jesús y nunca os faltará lo necesario".
La hermosa estatua fue colocada en el oratorio del convento. Su túnica y el manto habían sido arreglados por la misma princesa. Muy pronto sus palabras resultaron proféticas. Mientras los religiosos mantuvieron la devoción al Divino Infante de Praga, gozaron de la prosperidad. En 1631 el ejército de Sajonia entró en Praga y los Padres Carmelitas se trasladaron a Munich sin llevarse la estatua la que terminó arrojada a los escombros por manos de los herejes invasores.
En el año 1635 terminó la guerra y regresaron los carmelitas a su convento en la ciudad de Praga pero las condiciones de vida eran muy malas. Uno de los monjes llamado el Padre Cirilo regresó a Praga después de siete años. Encontró la situación en la ciudad en pésimas condiciones. Los ciudadanos corrían el peligro de perder hasta la fe. Fue entonces que el Padre Cirilo, quién había recibido anteriormente gran ayuda espiritual por medio de su devoción al Santo Niño de Praga, quiso restaurar la devoción. Con mucha diligencia el comenzó a buscar la estatua milagrosa. Al cabo de cierto tiempo, el Padre la encontró entre los escombros detrás del altar, donde los invasores la habían arrojado. Estaba cubierta por un manto. Extasiado de alegría, el Padre Cirilo volvió a colocar al Santo Niño en su lugar, en el Oratorio donde los carmelitas lo veneraron con gran devoción y confianza. Pronto se levantó el sitio impuesto por los enemigos y todos gozaron felizmente de la paz.
Un día, mientras que el padre Cirilo rezaba devotamente ante la estatua milagrosa, oyó una voz que le decía:
"Ten piedad de mi y yo tendré piedad de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os daré la paz. Cuánto mas me honren, tanto mas os bendeciré."
Asombrado de oír estas palabras, el Padre Cirilo examinó la estatua minuciosamente. Removiendo el manto que cubría al Divino Niño, el Padre descubrió que ambas manitas estaban quebradas. El Superior se negó a restaurarlas alegando la extrema pobreza en que aún vivía el convento. El Padre Cirilo fue llamado a auxiliar un moribundo llamado Benito Maskoning y recibió de él 100 florines. Los llevó al Superior y tenía esperanza que se usasen para reparar la estatua. Pero este juzgó que sería mejor comprar una nueva. El mismo día que se inauguró la nueva estatua, un candelabro de la pared se desprendió y cayendo sobre la estatua, la redujo a pedazos. Al mismo tiempo, el Padre Superior cayó enfermo y no pudo terminar su período de mando.
Elegido un nuevo Superior, el P. Cirilo volvió a suplicarle que hiciera reparar la estatua pero no consiguió nada. Un día mientras oraba a la Virgen María lo llamaron a la Iglesia donde una señora le entregó una cuantiosa limosna antes de desaparecer. Lleno de gozo, el P. Cirilo fue al Superior con el dinero pero este lo utilizó para otra cosa.
Pronto vinieron nuevas calamidades y pobreza. Ante esas circunstancias todos acudieron al Niño Jesús. El Superior se humilló y prometió celebrar 10 misas ante la estatua y propagar su culto. La situación mejoró notablemente, pero no se arreglaba la estatua. Un día el Padre Cirilo, que no cesaba de interceder ante Jesús, escuchó que le decía:
"Colócame a la entrada de la sacristía, y encontrarás quien se compadezca de mí."
Se presentó un desconocido, el cual, notando que el hermoso Niño no tenía manos, se ofreció espontáneamente a repararlas. Al poco tiempo el desconocido ganó un juicio en el que recuperó una fortuna. Innumerables beneficios fueron recibidos por los devotos. Los carmelitas por eso quisieron edificarle una capilla pública, teniendo en cuenta que el sitio donde debían levantarla, había sido ya indicado por la Santísima Virgen al Padre Cirilo. Pero no había dinero y los conflictos con los calvinistas hacía peligroso levantar nuevas iglesias.
Finalmente, en el 1642, la Princesa Lobkowitz edificó un santuario que se inauguró en 1644, el día de la fiesta del Santo Nombre de Jesús. Acudían devotos de todas partes y de toda condición. En 1655, el Conde Martinitz, Gran Marqués de Bohemia, regaló una preciosa corona de oro esmaltada con perlas y diamantes. El Reverendo José de Corte se la colocó al Niño Jesús en una solemne ceremonia de coronación.
Al Divino Niño le llamaban el "Pequeño Grande" y su reputación milagrosa se esparció por todas las naciones. En innumerables colegios, parroquias, hogares, el Divino Niño entró a presidir y derramar sus bendiciones, sobre todo la gracia de la fe.
Surgieron las Letanías del Nombre de Jesús; la recitación de 5 padrenuestros, avemarías y glorias seguidas de la jaculatoria: "Sea bendito el Nombre del Señor ahora y por los siglos de los siglos." repetida 5 veces; la oración del Padre Cirilo; la recitación del Rosario del Niño Jesús; y la celebración de la fiesta de Su Santísimo Nombre, el 2º domingo después de la Epifanía.
Es significativo que Jesús quiera propagar la devoción a su infancia en un mundo en que los niños son abortados, abusados y la mayoría no recibe una educación ni ejemplo de vida cristiana. Jesús, quién dijo "dejad que los niños se acerquen a mi", fue El mismo niño y quiere que seamos humildes y puros como niños para entrar en Su Reino. Al meditar sobre su niñez, Jesús nos bendecirá y suscitará en nosotros sus virtudes.
La devoción al Divino Niño siempre había sido practicada por los carmelitas. Santa Teresa de Jesús practicaba una devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía Santa Teresita, llamada la "pequeña flor de Jesús".
Espero que te sea útil.
Santo Niño Dios:
2007-01-20 15:42:15
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answer #2
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answered by PlayaParana 6
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